sábado, 30 de diciembre de 2017

FIESTA DE LA SAGRADA FAMILIA: JESÚS, MARÍA Y JOSÉ

Lc 2, 36-40
Cuando se cumplieron los días de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor.
Y cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, Jesús y sus padres volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño, por su parte, iba creciendo y robusteciéndose, lleno de sabiduría; y la gracia de Dios estaba con él.

LA SAGRADA FAMILIA
Acabando el año la liturgia nos regala celebrar la fiesta de la Sagrada Familia. Una fiesta entrañable que nos recuerda que Jesús también quiso formar parte de una familia.
Esto nos debe hacer valorar la nuestra. En estos días en que solemos vernos y celebrar con la familia, demos gracias a Dios por tenerla, por poder disfrutar de ella.
Y al recordar a la Sagrada Familia recordemos a todas aquellas familias que, por una razón u otra, no pueden estar juntas. Pidamos a la Sagrada Familia por ellas.


viernes, 29 de diciembre de 2017

SÁBADO DE LA OCTAVA DE NAVIDAD

Lc 2, 36-40
En aquel tiempo, había una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, ya muy avanzada en años. De joven había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones noche y día. Presentándose en aquel momento, alababa también a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén.
Y, cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, Jesús y sus padres se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño, por su parte, iba creciendo y robusteciéndose, lleno de sabiduría; y la gracia de Dios estaba con él.


HABLABA DEL NIÑO

Hoy el evangelio nos habla de Ana, la profetisa que hablaba del niño a todos, ese niño que ha nacido para nuestro bien.

Los niños son tiernos, de corazón blanco y no nos cuesta acercarnos a ellos. Por eso Jesús vino como niño, para que no tuviéramos temor a acercarnos a Él. 

De Él también deberíamos hablar nosotros a todos, a tiempo y a destiempo, contando sus maravillas y hablando de su infinita misericordia a todo aquel que pudiera oírnos.





jueves, 28 de diciembre de 2017

VIERNES DE LA OCTAVA DE NAVIDAD

Lc 2, 22-35
Cuando se cumplieron los días de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: «Todo varón primogénito será consagrado al Señor», y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: «un par de tórtolas o dos pichones».
Había entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo estaba con él. Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo.
Y cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo acostumbrado según la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: «Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz.
Porque mis ojos “han visto a tu Salvador”, a quien has presentado ante todos los pueblos: “luz para alumbrar a las naciones” y gloria de tu pueblo Israel».
Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño. Simeón los bendijo, diciendo a María su madre: «Este ha sido puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; y será como un signo de contradicción - y a ti misma una espada te traspasará el alma - para que se pongan de manifiesto los pensamientos de muchos corazones».

ESTABAN ADMIRADOS
La admiración es una actitud de los corazones limpios y transparentes. Los más inocentes son los que más se admiran ante las cosas pequeñas.
Y María y José se admiraban de las cosas que se decían de Jesús. Seguro que también de lo que veían en Él y de lo que les decía.
Deberíamos tener capacidad de admiración, como los niños. Tener corazón limpio y estar atentos a lo pequeño, ya que es allí donde encontraremos a Dios. 


miércoles, 27 de diciembre de 2017

LOS SANTOS INOCENTES

Mt 2, 13-18
Cuando se retiraron los magos, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise; porque Herodes va a buscar al niño para matarlo».
José se levantó, tomó al niño y a su madre, de noche, se fue a Egipto y se quedó hasta la muerte de Herodes para que se cumpliese lo que dijo el Señor por medio del profeta: «De Egipto llamé a mi hijo».
Al verse burlado por los magos, Herodes montó en cólera y mandó matar a todos los niños de dos años para abajo, en Belén y sus alrededores, calculando el tiempo por lo que había averiguado de los magos.
Entonces se cumplió lo dicho por medio del profeta Jeremías: «Un grito se oye en Ramá, llanto y lamentos grandes; es Raquel que llora por sus hijos, y rehúsa el consuelo, porque ya no viven».

LOS SANTOS INOCENTES
El evangelio hoy nos habla de la huida de la Sagrada Familia a Egipto. José se llevó a Jesús y María ante el inminente peligro que podrían sufrir.
Y hoy, igual que ayer. Tantas y tantas familias huyen de ambientes de guerra, persecución y peligro por salvar sus vidas huyendo hacia una realidad mejor.
Inocentes que huyen, inocentes que lloran, inocentes que lo pierden todo. Hoy, como ayer. Que vean la luz de la salvación en medio de todo su sufrimiento. 

martes, 26 de diciembre de 2017

SAN JUAN EVANGELISTA

Jn 20, 1 a. 2-8
El primer día de la semana, María la Magdalena echó a correr y fue donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto».
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; e, inclinándose, vio los lienzos tendidos; pero no entró.
Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio los lienzos tendidos y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no con los lienzos, sino enrollado en un sitio aparte.
Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó.

EL DISCÍPULO AMADO
Hoy celebramos a san Juan, el discípulo amado del Señor, aquel que apoyó su cabeza en el pecho del Señor en la Última Cena, el que estuvo a los pies de la Cruz junto con María.
Todo ello debería enseñarnos a estar con Jesús como estuvo él, a su lado siempre, atento a lo que dice el Maestro, apoyándonos siempre en Él.
Juan nos dejó en sus escritos el mayor resumen de las Escrituras: "Dios es amor". Y en ello creemos sin duda alguna. Dios es Amor, Misericordia. Permanezcamos en Él.


lunes, 25 de diciembre de 2017

SAN ESTEBAN

 Mt 10, 17-22
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «¡Cuidado con la gente!, porque os entregarán a los tribunales, os azotarán en las sinagogas y os harán comparecer ante gobernadores y reyes por mi causa; para dar testimonio ante ellos y ante los gentiles.
Cuando os entreguen, no os preocupéis de lo que vais a decir o de cómo lo diréis: en aquel momento se os sugerirá lo que tenéis que decir, porque no seréis vosotros los que habléis, sino el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros.
El hermano entregará al hermano a la muerte, el padre al hijo; se rebelarán los hijos contra sus padres y los matarán.
Y seréis odiados por todos a causa de mi nombre; pero el que persevere hasta el final, se salvará».

HASTA EL FINAL
Al día siguiente a Navidad la liturgia nos trae a consideración la vida (y la muerte) de san Esteban. Contemporáneo de Jesús y el primero que dio la vida por Él.
Es Navidad y también en Navidad, y puede que con más razón, debemos dar la vida por los demás, puesto que Él se hizo hombre por nosotros.
Nosotros, ¿qué debemos hacer por Él? 


domingo, 24 de diciembre de 2017

SOLEMNIDAD DE LA NATIVIDAD DEL SEÑOR

 Juan 1, 1-18
En el principio ya existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el verbo era Dios.
Él estaba en el principio junto a Dios.
Por medio de él se hizo todo, y sin él no se hizo nada de cuanto se ha hecho.
En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
Y la luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió.
Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él.
No era él la luz, sino el que daba testimonio de la luz.
El Verbo era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, viniendo al mundo.
El mundo estaba; el mundo se hizo por medio de él, y el mundo no lo conoció.
Vino a su casa, y los suyos no la recibieron.
Pero a cuantos la recibieron, les dio poder de ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre.
Éstos no han nacido de sangre, ni de deseo de carne, ni de deseo de varón, sino que han nacido de Dios.
Y el verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.
Juan da testimonio de él y grita diciendo: «Este es de quien dije: el que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo».
Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia.
Porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad nos han llegado por medio de Jesucristo.
A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Hijo unigénito, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.

DIOS HECHO HOMBRE
Y llegó el día, la noche preciosa y magnífica en que Dios nació. Jesús hecho niño estaba entre nosotros, siendo Rey humilde y pequeño.
Nuestro Señor, la Sabiduría encarnada estaba en brazos de José. Brotaba desde las entrañas de María el mayor de los dones que nos ha ofrecido el Padre.
El Sol que nos alumbra, la Llave que nos abre todas las puertas del Corazón de Dios vuelve a hacerse presente. Porque siempre está, siempre fiel, siempre Misericordia infinita. 


IV DOMINGO DE ADVIENTO

Lc 1, 26-38
En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María.
El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el señor está contigo».
Ella se turbó grandemente ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquel. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin».
Y María dijo al ángel: «¿ Cómo será eso, pues no conozco varón?».
El ángel le contesto: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer será llamado Hijo de Dios. También tu pariente Isabel ha concebido un hijo en su vejez, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible».
María contestó: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra».
Y el ángel se retiró.

EL SEÑOR ESTÁ CONTIGO
Hoy es 24 de diciembre. Y el Señor está a punto de llegar. María fue la mujer por la que Jesús llegó a nosotros y a nuestros corazones.
El ángel, en la Anunciación, le dijo "El Señor está contigo" y, verdaderamente, Jesús está con nosotros en todo momento y ocasión.
Alegrémonos de la cercanía de Jesús, de que quisiera hacerse uno de nosotros y de que lo hiciera por la más hermosa de las criaturas: María. 


viernes, 22 de diciembre de 2017

¡OH. EMMANUEL!

 Lc 1, 57-66
A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y se alegraban con ella.
A los ocho días vinieron a circuncidar al niño, y querían llamarlo Zacarías, como su padre; pero la madre intervino diciendo: «¡No! Se va a llamar Juan».
Y le dijeron: «Ninguno de tus parientes se llama así»
Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre». Y todos se quedaron maravillados.
Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios.
Los vecinos quedaron sobrecogidos, y se comentaban todos estos hechos por toda la montaña de Judea. Y todos los que los oían reflexionaban diciendo: «Pues ¿qué va a ser este niño?».
Porque la mano del Señor estaba con él.

¡OH, EMMANUEL!
Jesús es el Emmanuel, el Dios-con-nosotros, el Dios tan cercano y Dios Amor. Está al llegar y nosotros esperamos con alegría su llegada.
Y vendrá como un  niño, para hacerse más cercano todavía. Un bebé es la inocencia, la transparencia y este Niño llega así, humano y cercano.
Él es nuestra esperanza, nuestro Salvador, del que esperamos su abrazo de misericordia y perdón. Viene lleno de ternura, abrámosle el corazón.
¡Oh, Emmanuel, Rey y legislador nuestro, esperanza de las naciones y Salvador de los pueblos: ven a salvarnos, Señor Dios nuestro!




jueves, 21 de diciembre de 2017

¡OH, REY!

 Lc 1, 46-56
En aquel tiempo, María dijo: «Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava”.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación”.
Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia - como lo había prometido a nuestros padres - en favor de Abrahán y su descendencia por siempre».
María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa.

¡OH, REY DE LAS NACIONES!
En el día de hoy la liturgia nos regala una de las oraciones más bellas y teológicas del Nuevo Testamento: el Magníficat.
Oración de María, en la que nos ofrece su meditación profunda sobre Dios, el Dios que es misericordia y grandeza.
Oración al Rey de las naciones, la razón de la existencia, la piedra angular donde se asienta toda la humanidad. Todo un Rey humilde hasta el extremo.
¡Oh, Rey de las naciones y deseado de los pueblos, piedra angular de la iglesia, que haces de dos pueblos uno solo, ven y salva al hombre que formaste del barro de la tierra!


miércoles, 20 de diciembre de 2017

¡OH, SOL!

 Lc 1, 39-45
En aquellos días, María se levantó y se puso en camino deprisa hacia la montaña, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y levantando la voz, exclamó: «¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!
¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Pues en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Bienaventurada la que ha creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá».

¡OH, SOL QUE NACES DE LO ALTO!
Los últimos días de espera van pasando y el evangelio nos va relatando acontecimientos importantes de la Historia de la Salvación. 
El encuentro de Isabel con María es sumamente expresivo: Isabel llama "mi Señor" a Jesús que aún estaba en el vientre de María. Y será nuestro Señor por siempre.
María creyó, y por eso fue bienaventurada. El Sol llegó a nosotros y fue a través de una mujer sencilla que pasaba inadvertida. El Sol la llenó de luz.
¡Oh, Sol que naces de lo alto, Resplandor de la luz eterna, Sol de justicia, ven ahora a iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte! 

martes, 19 de diciembre de 2017

¡OH, LLAVE DE DAVID!

Lc 1, 26-38
En el mes sexto, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María.
El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo».
Ella se turbó grandemente ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél.
El ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin».
Y María dijo al ángel: «¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?»
El ángel le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. También tu pariente Isabel ha concebido un hijo en su vejez, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, “porque para Dios nada hay imposible”».
María contestó: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra».
Y el ángel se retiró.

¡OH, LLAVE DE DAVID!
La Antífona del Magníficat de hoy comienza llamando Llave a Jesús. Y en verdad es la llave que nos abre a la vida, a la luz.
El evangelio nos relata el mayor de los acontecimientos de la Historia de la humanidad: una virgen concibió a Dios hecho hombre. 
Nuestra respuesta al meditar este evangelio debería ser el silencio contemplativo ante la libertad y la entrega de una joven y la humildad de todo un Dios rebajándose hasta ser uno de nosotros. Él es la Llave para entender tanta entrega y tanta humildad. 
¡Oh, Llave de David y Cetro de la casa de Israel, que abres y nadie puede cerrar, cierras y nadie puede abrir, ven y libra a los cautivos que viven en tinieblas y en sombra de muerte!



¡ OH, RENUEVO DEL TRONCO DE JESÉ!

 Lc 1, 5-25
En los días de Herodes, rey de Judea, había un sacerdote de nombre Zacarías, del turno de Abías, casado con una descendiente de Aarón, cuyo nombre era Isabel.
Los dos eran justos ante Dios, y caminaban sin falta según los mandamientos y leyes del Señor. No tenían hijos, porque Isabel era estéril, y los dos eran de edad avanzada.
Una vez que Zacarías oficiaba delante de Dios con el grupo de su turno, según la costumbre de los sacerdotes, le tocó en suerte a él entrar en el santuario del Señor a ofrecer el incienso; la muchedumbre del pueblo estaba fuera rezando durante la ofrenda del incienso.
Y se le apareció el ángel del Señor, de pie a la derecha del altar del incienso. Al verlo, Zacarías se sobresaltó y quedó sobrecogido de temor.
Pero el ángel le dijo: «No temas, Zacarías, porque tu ruego ha sido escuchado: tu mujer Isabel te dará un hijo, y le pondrás por nombre Juan. Te llenarás de alegría y gozo, y muchos se alegrarán de su nacimiento. Pues será grande a los ojos del Señor: no beberá vino ni licor; estará lleno del Espíritu Santo ya en el vientre materno, y convertirá muchos hijos de Israel al Señor, su Dios. Irá delante del Señor, con el espíritu y poder de Elías, “para convertir los corazones de los padres hacía los hijos”, y a los desobedientes, a la sensatez de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto».
Zacarías replicó al ángel: «¿Cómo estaré seguro de eso? Porque yo soy viejo, y mi mujer es de edad avanzada».
Respondiendo el ángel le dijo: «Yo soy Gabriel, que sirvo en presencia de Dios; he sido enviado para hablarte y comunicarte esta buena noticia. Pero te quedarás mudo, sin poder hablar, hasta el día en que esto suceda, porque no has dado fe a mis palabras, que se cumplirán en su momento oportuno».
El pueblo, que estaba aguardando a Zacarías, se sorprendía de que tardase tanto en el santuario. Al salir no podía hablarles, y ellos comprendieron que había tenido una visión en el santuario. Él les hablaba por señas, porque seguía mudo.
Al cumplirse los días de su servicio en el templo volvió a casa. Días después concibió Isabel, su mujer, y estuvo sin salir cinco meses, diciendo: «Esto es lo que ha hecho por mí el Señor cuando se ha fijado en mi para quitar mi oprobio ante la gente».

¡ OH, RENUEVO DEL TRONCO DE JESÉ!
Hoy la O nos recuerda la genealogía de Jesús. Israel estuvo esperando desde siglos la llegada del Mesías que liberaría al pueblo y por fin está ya a la puerta.
El evangelio nos habla de Zacarías, el padre de Juan Bautista, que no creyó al ángel Gabriel que le anunció que sería padre. 
Si comparamos este anuncio con el de Gabriel a María vemos que Zacarías dudó. No así María, que creyó sin dudar un momento. Creamos, como María, sin peros.
¡Oh, Renuevo del tronco de Jesé, que te alzas como un signo para los pueblos, ante quien los reyes enmudecen y cuyo auxilio imploran las naciones, ven a librarnos, no tardes más!

domingo, 17 de diciembre de 2017

¡OH, ADONAI!

Mt 1, 18-24
La generación de Jesucristo fue de esta manera:
María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.
José, su esposo, como era justo y no quería difamarla, decidió repudiarla en privado. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: «José, hijo de David, no temas acoger a , tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados».
Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por medio del profeta: «Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrán por nombre Enmanuel, que significa "Dios-con-nosotros"».
Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y acogió a su mujer.

¡OH, ADONAI!
El Señor ya está cerca y el evangelio de hoy nos relata la anunciación a José en la que el ángel le revela el origen del Hijo que esperaba María.
Él, el Señor, el Adonai, se hizo "Dios-con-nosotros". Siendo uno de nosotros podía entendernos mejor y saber qué sentimos cuando lloramos.
La humildad de todo un Dios queda de manifiesto en querer nacer como hombre, querer vivir como nosotros. Meditemos sobre ello y entenderemos un poco mejor a nuestro Dios. 
¡Oh, Adonai, Pastor de la casa de Israel, que te apareciste a Moisés en la zarza ardiente y en el Sinaí le diste tu ley: ven a librarnos con el poder de tu brazo!

sábado, 16 de diciembre de 2017

III DOMINGO DE ADVIENTO

Jn 1, 6-8. 19-28
Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: este venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él.
No era él la luz, sino el que daba testimonio de la luz.
Y este es el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a que le preguntaran: «¿Tú quién eres?»
Él confesó y no negó; confesó: «Yo no soy el Mesías».
Le preguntaron: «¿Entonces, qué? ¿Eres tú Elías?».
El dijo: «No lo soy».  «¿Eres tú el Profeta?». Respondió: «No».
Y le dijeron: «¿Quién eres? Para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado, ¿Qué dices de ti mismo?»
Él contestó: «Yo soy la voz que grita en el desierto: "Allanad el camino del Señor", como dijo el profeta Isaías».
Entre los enviados había fariseos y le preguntaron: «Entonces, ¿por qué bautizas, si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?».
Juan les respondió: «Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que viene detrás de mí, y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia».
Esto pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde estaba Juan bautizando.

¡OH, SABIDURÍA!
Hoy comienza una de las semanas más bellas de la Liturgia cristiana: la semana anterior a Navidad en la que las Antífonas del Magníficat en el rezo de Vísperas cantan las maravillas de Jesucristo en todo su esplendor.
Jesús es la Sabiduría y le pedimos que venga a salvarnos. El evangelio de hoy nos habla de Juan, que nos explica que él no es la luz, pero daba testimonio de la luz.
Así nosotros, debemos dar testimonio de Jesús, de su Luz, de su Sabiduría incomparable. Seamos reflejo de la Luz de Cristo, iluminemos con su misma Luz.
¡Oh, Sabiduría, que brotaste de los labios del Altísimo, abarcando del uno al otro confín y ordenándolo todo con firmeza y suavidad, ven y muéstranos el camino de la salvación!



viernes, 15 de diciembre de 2017

ELÍAS

Mt 17, 10-13
Cuando bajaban del monte, los discípulos preguntaron a Jesús: «¿Por qué dicen los escribas que primero tiene que venir Elías?».
Él les contestó: «Elías vendrá y lo renovará todo. Pero os digo que Elías ya ha venido, y no lo reconocieron, sino que han hecho con él lo que han querido. Así también el Hijo del hombre va a padecer a manos de ellos».
Entonces entendieron los discípulos que se refería a Juan el Bautista.

ENTONCES ENTENDIERON
Los discípulos preguntaban a Jesús sobre lo que decían las Escrituras del Mesías. Él se lo explicó y entonces lo entendieron.
Muchas veces solo necesitamos hablar con Jesús, preguntarle, pedirle que nos explique aquello que no entendemos y descansar en Él.
La fe, la confianza, la esperanza en Cristo es una de los cimientos de la vida cristiana. Tengamos esperanza en Jesús y Él nos lo explicará todo.


jueves, 14 de diciembre de 2017

ESTA GENERACIÓN

 Mateo 11, 16-19
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «¿A quién se parece esta generación?
Se asemeja a unos niños sentados en la plaza, que gritan diciendo: "Hemos tocado la flauta, y no habéis bailado; hemos entonado lamentaciones, y no habéis llorado".
Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: "Tiene un demonio". Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: "Ahí tenéis a un comilón y borracho, amigo de publicanos y pecadores".
Pero la sabiduría se ha acreditado por sus obras».

AMIGO DE PUBLICANOS Y PECADORES
A Jesús le acusaban de ser amigo de pecadores. Lo que no sabían sus acusadores es que Él vino para salvarnos y está más pendiente de quien más lo necesita.
A Jesús no le importaban las habladurías, no hacía acepción de personas porque para Él todos somos igual de importantes, con una misma dignidad: la de hijos de Dios.
Es amigo de todos y a todos nos ama por igual. Sigamos su ejemplo y, sin que nos importe lo que digan, amemos al prójimo como a nosotros mismos.




miércoles, 13 de diciembre de 2017

EL QUE TENGA OÍDOS, QUE OIGA

Mt 11, 11-15
En aquel tiempo, dijo Jesús al gentío:
«En verdad os digo que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan el Bautista; aunque el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él.
Desde los días de Juan el Bautista, hasta ahora el reino de los cielos sufre violencia y los violentos lo arrebatan. Los profetas y la Ley han profetizado hasta que vino Juan; él es Elías, el que tenía que venir, con tal que queráis admitirlo.
El que tenga oídos que oiga».

EL MÁS PEQUEÑO EN EL REINO
La pequeñez, la humildad, el ser pequeño y serlo porque queremos es una virtud. El camino de los pequeñitos, los pobres de Yahveh.
Somos pequeños ante Dios, ante su grandeza y poder y nuestra pequeñez es lo que le cautiva. Nos conoce, sabe qué somos y quiénes somos.
Y no le importa. Nos quiere como somos, nadie nos ama como Él. Se hizo pequeño para llegar a nosotros y para que nosotros pudiéramos llegar a Él.


martes, 12 de diciembre de 2017

EL YUGO Y LA CARGA

Mt 11,28-30
En aquel tiempo, Jesús tomó la palabra y dijo:
«Venid a mi todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré.
Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso. para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».

VENID
Jesús nos anima a que "vayamos" a Él. Venid, nos dice. Quiere que lleguemos a Él y que nos quedemos en Él. Como nos dirá en otro lugar, quiere que permanezcamos en Él.
Indudablemente, es el mejor sitio en el que podemos estar, siempre. La oración nos permite ir a Él y la Palabra, que es Él mismo. 
Tengamos ratos a solas con Dios, vayamos a Él, centremos nuestra vida en Él, aunque estemos cansados y agobiados, y Él nos aliviará. 


lunes, 11 de diciembre de 2017

¿QUÉ OS PARECE?

Mt 18, 12-14
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«¿Qué os parece? Suponed que un hombre tiene cien ovejas: si una se le pierde, ¿no deja las noventa y nueve en los montes y va en busca de la perdida? Y si la encuentra, en verdad os digo que se alegra más por ella que por las noventa y nueve que no se habían extraviado.
Igualmente, no es voluntad de vuestro Padre que está en el cielo que se pierda ni uno de estos pequeños».

ESTOS PEQUEÑOS
Una de las características del cristiano debe ser la humildad, que no es ponerse en menos, sino, como decía santa Teresa, "humildad es andar en verdad".
Y la verdad es que somos pequeños ante Dios, somos sus criaturas pequeñas y mimadas, queridas hasta el extremo y grandes, muy grandes en su Corazón.
Y por eso no quiere que se pierda ninguno de nosotros. Nos buscará hasta la extenuación si nos hemos perdido, como un pastor a sus ovejas, porque somos sus pequeños. 


domingo, 10 de diciembre de 2017

¿QUIÉN PUEDE PERDONAR PECADOS?

 Lc 5, 17-26
Un día, estaba Jesús enseñando, y estaban sentados unos fariseos y maestros de la ley, venidos de todas las aldeas de Galilea, Judea y Jerusalén. Y el poder del Señor estaba con él para realizar curaciones.
En esto, llegaron unos hombres que traían en una camilla a un hombre paralítico y trataban de introducirlo y colocarlo delante de él. No encontrando por donde introducirlo a causa del gentío, subieron a la azotea, lo descolgaron con la camilla a través de las tejas, y lo pusieron en medio, delante de Jesús. Él, viendo la fe de ellos, dijo: «Hombre, tus pecados están perdonados».
Entonces se pusieron a pensar los escribas y los fariseos: «¿Quién es este que dice blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados sino solo Dios?».
Pero Jesús, conociendo sus pensamientos, respondió y les dijo: «¿Qué estáis pensando en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil: decir "Tus pecados te son perdonados", o decir “Levántate y echa a andar”? Pues, para que veáis que el Hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar pecados - dijo al paralítico-: A ti te lo digo, ponte en pie, toma tu camilla y vete a tu casa”».
Y, al punto, levantándose a la vista de ellos, punto, tomó la camilla donde había estado tendido y se marchó a su casa dando gloria a Dios
El asombro se apoderó de todos y daban gloria a Dios. Y, llenos de temor, decían: «Hoy hemos visto maravillas».

HOY HEMOS VISTO MARAVILLAS
Los contemporáneos de Jesús, al verle curar a un paralítico, decían que habían visto maravillas. Un milagro, maravilla sorprendente ante nuestros ojos.
Para nosotros, que no pudimos disfrutar de ver a Jesús en aquella época, también existen maravillas que podamos contemplar.
La vida misma es una maravilla que se nos presenta amable a cada momento. Fijémonos un poco más en cada detalle que nos ocurre, en cada momento que vivamos y encontraremos nosotros también hemos visto maravillas. 



sábado, 9 de diciembre de 2017

II DOMINGO DE ADVIENTO

Mc 1, 1-8
Comienza el Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios.
Está escrito en el profeta Isaías: «Yo envío mi mensajero delante de ti para que te prepare el camino. Una voz grita en el desierto: "Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos."»
Juan bautizaba en el desierto; predicaba que se convirtieran y se bautizaran, para que se les perdonasen los pecados. Acudía la gente de Judea y de Jerusalén, confesaban sus pecados, y él los bautizaba en el Jordán.
Juan iba vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Y proclamaba: «Detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo no merezco agacharme para desatarle las sandalias.
Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo».

LAS SANDALIAS
Hoy celebramos el segundo domingo de Adviento y el evangelio nos habla de Juan, el Bautista. Anunció a Jesús y no le hizo falta más que un vestido sencillo, una correa de cuero y unas sandalias. 
Unas sandalias que nos recuerdan lo cerca que estamos del suelo, lo sencillos que debemos ser y que debemos estar siempre en camino.
Un camino que nos lleva a Dios y al hermano, un camino que nos hace libres, un camino por el que llegaremos al Reino, un camino de servicio incondicional, como Juan, como Jesús.