viernes, 29 de septiembre de 2017

VA A SER ENTREGADO

Lc 9, 43b-45

En aquel tiempo, entre la admiración general por lo que hacía, Jesús dijo a sus discípulos:
«Meteos bien en los oídos estas palabras: al Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres».
Pero ellos no entendían este lenguaje; les resultaba tan oscuro, que no captaban el sentido.
Y les daba miedo preguntarle sobre el asunto.


ELLOS NO ENTENDÍAN


Los discípulos de Jesús no entendían muchas veces las cosas que explicaba Jesús, como lo de que "iba a ser entregado en manos de los hombres".

No lo entendían, ¡y qué verdad era! Nosotros tampoco entendemos muchas veces lo que está escrito en la Palabra y lo que nos dice Jesús, pero, por ser Él, lo creemos.

Hoy celebramos a san Jerónimo, aquel que desentrañó las palabras de la Biblia y nos aclaró tantas cosas que nos parecen lejanas en la Palabra que Dios quiso dejarnos como legado, para así entenderlas. 


FIESTA DE LOS ARCÁNGELES MIGUEL, GABRIEL Y RAFAEL

Jn 1, 47-51

En aquel tiempo, vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: «Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño».
Natanael le contesta: «¿De qué me conoces?».
Jesús le responde: «Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi.»
Natanael respondió: «Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel».
Jesús le contestó: «¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores».
Y le añadió:«En verdad, en verdad os digo: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre».



¿DE QUÉ ME CONOCES?

En la Fiesta de los Santos Arcángeles el evangelio nos regala el momento en que Jesús y Natanael se encuentran. Natanael, extrañado, le pregunta a Jesús: "¿De qué me conoces?"

Imagino la sonrisa de Jesús ante esa pregunta. Y pensaría lo mismo que si se la hiciéramos nosotros. "¿Que de qué te conozco...? Antes de formarte en el seno materno, te amé. Pensé en ti desde antes de formar las nubes. 

Desde siempre te he amado y he pensado para ti cosas grandes; eres mi obra, mi favorito, mi discípulo, mi amigo. Modelé tu corazón para que amara y fuera amado. Lo creé todo para ti y morí por ti. Te tengo tatuado en la palma de mi mano." Así nos conoce, en puro amor.





miércoles, 27 de septiembre de 2017

EL TETRARCA HERODES

Lc 9, 7-9

En aquel tiempo, el tetrarca Herodes se enteró de lo que pasaba sobre Jesús y no sabía a qué atenerse, porque unos decían que Juan había resucitado de entre los muertos; otros, en cambio, que había aparecido Elías, y otros que había vuelto a la vida uno de los antiguos profetas.
Herodes se decía:
«A Juan lo mandé decapitar yo. ¿Quién es este de quien oigo semejantes cosas?».
Y tenía ganas de verlo.


TENÍA GANAS DE VERLO


El evangelio de hoy nos cuenta que Herodes tenía ganas de ver a Jesús. Pero no era una curiosidad sana, sino que quería verlo porque pensaba que Juan, a quien Él mandó decapitar, había resucitado.

Sería algo muy bueno que todos tuviéramos ganas de ver a Jesús, conversar con Él, beber de su Corazón, reposar en su paz...

Si lo pensamos bien, todo ello podemos tenerlo en la oración personal, delante de un Sagrario, viendo a Jesús Eucaristía. Pasemos ratos con el Amor de los amores, Corazón a corazón, y descansemos en Él.



martes, 26 de septiembre de 2017

NO LLEVÉIS NADA PARA EL CAMINO

Lc 9, 1-6

En aquel tiempo, habiendo convocado Jesús a los Doce, les dio poder y autoridad sobre toda clase de demonios y para curar enfermedades.
Luego los envió a proclamar el reino de Dios y a curar a los enfermos, diciéndoles:
«No llevéis nada para el camino: ni bastón ni alforja, ni pan ni dinero; tampoco tengáis dos túnicas cada uno.
Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio.
Y si algunos no os reciben, al salir de aquel pueblo sacudíos el polvo de vuestros pies, como testimonio contra ellos».
Se pusieron en camino y fueron de aldea en aldea, anunciando la Buena Noticia y curando en todas partes.


SE PUSIERON EN CAMINO


Los discípulos se pusieron en camino y fueron de aldea en aldea anunciando el Reino. Hoy, ponernos en camino tiene una significación un tanto diferente.

Ponerse en camino, aparte de disposición y esperanza, significa empezar a andar, con ánimo y decisión. Anunciar el Reino en el siglo XXI debe incluir las redes sociales.

Estas deben servir para el bien, para anunciar a Cristo, para cantar y contar las bondades de nuestro Dios. Pongámonos en camino y anunciemos a Cristo de palabra y de obra, por las redes sociales y personalmente, por todas partes, de aldea en aldea.




lunes, 25 de septiembre de 2017

SU MADRE Y SUS HERMANOS

 Lc 8, 19-21

En aquel tiempo, vinieron a ver a Jesús su madre y sus hermanos, pero con el gentío no lograban llegar hasta él.
Entonces le avisaron:
«Tu madre y tus hermanos están fuera y quieren verte».
Él respondió diciéndoles:
«Mi madre y mis hermanos son estos: los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen».



LOS QUE ESCUCHAN LA PALABRA DE DIOS Y LA CUMPLEN


Así define Jesús en el evangelio de hoy su madre y sus hermanos. ¿Nosotros somos de ellos, de los que escuchamos la Palabra y la cumplimos?

No es suficiente solo escuchar, que es una actitud que debemos cultivar, sino cumplir la Palabra de Dios. Para ello hay que conocer la Escritura y meditarla diariamente.

La riqueza que nos ofrece la Palabra nos hará crecer interiormente para poder cumplir lo que nos dice Jesús en ella y así hacer vida el Reino.




domingo, 24 de septiembre de 2017

NADA HAY OCULTO QUE NO LLEGUE A DESCUBRIRSE

Lucas 8, 16-18

En aquel tiempo, dijo Jesús al gentío:
«Nadie ha encendido una lámpara, la tapa con una vasija o lo mete debajo de la cama; sino que la pone en el candelero para que los que entren vean la luz.
Pues nada hay oculto que no llegue a descubrirse ni nada secreto que no llegue a saberse y hacerse público.
Mirad, pues, cómo oís. Pues al que tiene se le dará y al que no tiene se le quitará hasta lo que cree tener».


PARA QUE LOS QUE ENTREN VEAN LA LUZ


En el día en que la Iglesia celebra a Nuestra Señora de la Misericordia, el evangelio nos habla de la luz. Debemos ser luz que ilumine al mundo.

E iluminar desde dentro, con la fuerza interior de la oración, que es la mayor fuerza y luz que podemos ofrecer. La oración es fuego interior.

Y así los que entren en nuestro interior verán la luz de Cristo cuando les hablemos, les curemos, les escuchemos siempre que nos lo pidan. Dios es Luz, seamos luz para nuestros hermanos.



sábado, 23 de septiembre de 2017

XXV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

Mt 20, 1-16

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «El reino de los cielos se parece a un propietario que al amanecer salió a contratar jornaleros para su viña. Después de ajustarse con ellos en un denario por jornada, los mandó a la viña.
Salió otra vez a media mañana, vio a otros que estaban en la plaza sin trabajo, y les dijo: "Id también vosotros a mi viña, y os pagaré lo debido"
Ellos fueron.
Salió de nuevo hacia mediodía y a media tarde e hizo lo mismo. Salió al caer la tarde y encontró a otros, parados, y les dijo: "¿Cómo es que estáis aquí el día entero sin trabajar?".
Le respondieron: "Nadie nos ha contratado."
Él les dijo: "Id también vosotros a mi viña".
Cuando oscureció, el dueño dijo al capataz: "Llama a los jornaleros y págales el jornal, empezando por los últimos y acabando por los primeros."
Vinieron los del atardecer y recibieron un denario cada uno.
Cuando llegaron los primeros, pensaban que recibirían más, pero ellos también recibieron un denario cada uno. Al recibirlo se pusieron a protestar contra el amo: "Estos últimos han trabajado sólo una hora, y los has tratado igual que a nosotros, que hemos aguantado el peso del día y el bochorno."
Él replicó a uno de ellos: "Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No nos ajustamos en un denario? Toma lo tuyo y vete. Quiero darle a este último igual que a ti. ¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis asuntos? ¿O vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?".
Así, los últimos serán primeros y los primeros, últimos».


¿VAS A TENER TÚ ENVIDIA PORQUE YO SOY BUENO?


Este domingo la liturgia nos ofrece la parábola de los jornaleros a los que le amo pagó lo mismo habiendo trabajado menos tiempo. El amo no le hizo ninguna injusticia a ninguno. A todos les prometió pagarles un denario.

Nuestro Dios no nos hace ninguna injusticia cuando es bueno con todos, sin excepción. La Suma Bondad, que es Dios, no puede tener nada que ver con la maldad o la tacañería.

Él es bueno. Y ante eso no hay razón que valga. Si decide hacer el bien a todos, es porque así lo ha decidido Él en justicia. ¿Quiénes somos nosotros para recriminarle su Bondad? Seamos nosotros buenos también, haciendo el bien a todos, sin excepción.






SALIÓ EL SEMBRADOR A SEMBRAR

Lc 8, 4-15

En aquel tiempo, habiéndose reunido una gran muchedumbre y gente que salía de toda la ciudad, dijo Jesús en parábola: «Salió el sembrador a sembrar su semilla.
Al sembrarla, algo cayó al borde del camino, lo pisaron, y los pájaros se lo comieron.
Otra parte cayó en terreno pedregoso y, después de brotar, se secó por falta de humedad.
Otro parte cayó entre abrojos, y los abrojos, creciendo al mismo tiempo, la ahogaron.
Y otra parte cayó en tierra buena y, después de brotar, dio fruto al ciento por uno».
Dicho esto, exclamó: «El que tenga oídos para oír, que oiga».
Entonces le preguntaron los discípulos qué significaba esa parábola.
Él dijo: «A vosotros se os ha otorgado conocer los misterios del reino de Dios; pero a los demás, en parábolas,” para que viendo no vean y oyendo no entiendan”.
El sentido de la parábola es este: la semilla es la palabra de Dios.
Los del borde del camino son los que escuchan, pero luego viene el diablo y se lleva la palabra de sus corazones, para que no crean y se salven.
Los del terreno pedregoso son los que, al oír, reciben la palabra con alegría, pero no tienen raíz; son los que por algún tiempo creen, pero en el momento de la prueba fallan.
Lo que cayó entre abrojos son los que han oído, pero, dejándose llevar por los afanes y riquezas y placeres de la vida, se quedan sofocados y no llegan a dar fruto maduro.
Lo de la tierra buena son los que escuchan la palabra con un corazón noble y generoso, la guardan y dan fruto con perseverancia».


CON UN CORAZÓN NOBLE Y GENEROSO


Jesús, ante una gran muchedumbre, explicó la parábola del sembrador. La tierra buena son los que escuchan la Palabra con corazón generoso y noble.

Y no puede ser de otra manera. Si somos cristianos, somos nobles y generosos; no cabe ser de otra manera si seguimos al más noble y generoso: Jesús.

Seamos tierra buena, seamos tierra donde brota el Reino. Guardemos en nuestro corazón la Palabra para que dé fruto con perseverancia, noble y generosamente.



jueves, 21 de septiembre de 2017

LES SERVÍAN CON SUS BIENES

 Lc 8, 1-3

En aquel tiempo, Jesús iba caminando de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo, proclamando y anunciando la Buena Noticia del reino de Dios, acompañado por los Doce, y por algunas mujeres, que habían sido curadas de espíritus malos y de enfermedades: María la Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Cusa, un administrador de Herodes; Susana y otras muchas que les servían con sus bienes.


IBA CAMINANDO DE CIUDAD EN CIUDAD


Jesús tenía clara su misión y a ella dedicaba todo su tiempo. Iba de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo anunciando el Reino y dando a conocer al Padre.

Por el camino los discípulos disfrutarían de su compañía y enseñanzas. Nosotros, en nuestro camino, también podemos disfrutar de ello. Tenemos su Palabra y su Presencia eucarística.

La Mesa del Pan y la Mesa de la Palabra. Buenos compañeros de camino para anunciar el Reino. Jesús camina con nosotros y si Él está a nuestro lado, ¿quién contra nosotros?



SÍGUEME

Mt 9, 9-13

En aquel tiempo, al pasar vio Jesús a un hombre llamado Mateo sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo:
«Sígueme».
Él se levantó y lo siguió.
Y estando en la casa, sentado en la mesa, muchos publicanos y pecadores, que habían acudido, se sentaban con Jesús y sus discípulos.
Los fariseos, al verlo, preguntaron a los discípulos:
«¿Cómo es que vuestro maestro come con publicanos y pecadores?».
Jesús lo oyó y dijo:
«No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Andad, aprended lo que significa "Misericordia quiero y no sacrificio": que no he venido a llamar a justos, sino a los pecadores».


UN HOMBRE LLAMADO MATEO


Hoy Mateo en su evangelio nos cuenta cómo fue su encuentro con Jesús, cómo empezó a seguirle y cómo ya nunca dejó de estar con Él hasta dar su vida.

Si nosotros tuviéramos que contar nuestro primer encuentro con Jesús, ¿cuál sería? Piensa hoy en ellos, cómo fue, cómo empezaste a seguirle y cómo ya nunca lo dejaste.

Que tu experiencia contada a los más cercanos, prójimos o lejanos, sea tan viva y eficaz que sirva de semilla de nuevos cristianos, como fue la de Mateo.


¿A QUIÉN SON SEMEJANTES?

Lc 7, 31-35  

En aquel tiempo, dijo el Señor: «¿A quién, pues, compararé los hombres de esta generación? ¿A quién son semejantes ?
Se asemejan a unos niños, sentados en la plaza, que gritan a otros aquello de : "Hemos tocado la flauta y no habéis bailado, hemos entonado lamentaciones y no habéis llorado"
Porque vino Juan el Bautista, que ni come pan ni bebe vino, y decís: “Tiene un demonio; viene el Hijo del hombre, que come y bebe, y decís: "Mirad qué hombre más comilón y borracho, amigo de publicanos y pecadores."
Sin embargo, todos los hijos de la sabiduría le han dado la razón».


AMIGO DE PUBLICANOS Y PECADORES


En esta ocasión a quien acusaban de ser amigo de pecadores era a Juan, el Bautista. Y es que "un discípulo no es más que su maestro". Si a Jesús lo acusaron de ello, también lo hicieron con Juan.

Y a nosotros también nos acusarán, y de cosas que no hemos hecho. El mundo es así. Acusaciones sin sentido y juicios sin justicia.

Así lo hicieron con Jesús. Pero a Él no le importaba el qué dirán. No distinguió entre personas ni le importaban los juicios sin justicia hacia Él. Sabía que, al final, triunfa el amor y la verdad.


martes, 19 de septiembre de 2017

NO LLORES

Lc 7, 11-17

En aquel tiempo, iba Jesús camino de una ciudad llamada Naín, y caminaban con él sus discípulos y mucho gentío.
Cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, resultó que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda; y un gentío considerable de la ciudad la acompañaba.
Al verla el Señor, le dio lástima y le dijo: «No llores».
Y acercándose al ataúd, lo tocó (los que lo llevaban se pararon) y dijo: «¡ Muchacho, a ti te lo digo, levántate!».
El muerto se incorporo y empezó a hablar, y Jesús se lo entregó a su madre.
Todos, sobrecogidos de temor, daban gloria a Dios, diciendo: «Un gran Profeta ha surgido entre nosotros», y «Dios ha visitado a su pueblo».
Este hecho se divulgó por toda Judea y por toda la comarca circundante.


¡A TI TE LO DIGO, LEVÁNTATE!


Pase lo que pase, sea lo que sea Jesús nos dice "¡Levántate!". Levántate y mira alrededor, levántate y admira todo lo que se te ha regalado.

Levántate y fíjate en los detalles pequeños, levántate y da gracias por tu familia, por tus amigos, por tu trabajo, por tus alegrías y todo lo bueno que te ocurre.

Levántate, a ti te lo dice, levántate y camina, canta y camina, agradece, sé sincero, ayuda, comparte, sonríe, dí cosas bonitas, sé luz, sé sal, sé vida. ¡A ti te lo digo, levántate!



domingo, 17 de septiembre de 2017

ENTRÓ EN CAFARNAUM

 Lc 7, 1-10

En aquel tiempo, cuando Jesús terminó de exponer todas sus enseñanzas al pueblo, entró en Cafarnaún.
Un centurión tenía enfermo, a punto de morir, a un criado a quien estimaba mucho. Al oír hablar de Jesús, el centurión le envió unos ancianos de los judíos, rogándole que viniese a curar a su criado. Ellos, presentándose a Jesús, le rogaban encarecidamente: «Merece que se lo concedas, porque tiene afecto a nuestro pueblo y nos ha construido la sinagoga».
Jesús se puso en camino con ellos. No estaba lejos de la casa, cuando el centurión le envió unos amigos a decirle: «Señor, no te molestes; no soy yo quién para que entres bajo mi techo; por eso tampoco me creí digno de venir personalmente. Dilo de palabra, y mi criado quedará sano. Porque también yo soy un hombre sometido a una autoridad y con soldados a mis órdenes; y le digo a uno: "Ve", y va; al otro: "Ven", y viene; y a mi criado: "Haz esto", y lo hace».
Al oír esto, Jesús se admiró de él y, volviéndose a la gente que lo seguía, dijo:«Os digo que ni en Israel he encontrado tanta fe».
Y al volver a casa, los enviados encontraron al siervo sano.


JESÚS SE PUSO EN CAMINO CON ELLOS

Septiembre ya ha cruzado su mitad, muchas actividades ya se han vuelto a poner en marcha después del verano y el otoño está al caer.

Pase lo que pase o suceda lo que suceda Jesús se pone siempre en camino con nosotros. No nos abandona nunca, como buen compañero y amigo.

Jesús está a nuestro lado, caminando con nosotros, alegrándose de nuestras alegrías y compadeciéndose de nuestras penas. Caminemos a su lado, escuchemos sus palabras.



sábado, 16 de septiembre de 2017

XXIV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

Mt 18, 21-35

En aquel tiempo, acercándose Pedro a Jesús le preguntó: «Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonarlo? ¿Hasta siete veces?»
Jesús le contesta: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.
Por esto, se parece el reino de los cielos a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus criados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así.
El criado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo: "Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré todo."
Se compadeció el señor de aquel criado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda. Pero, al salir, el criado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba, diciendo: "Págame lo que me debes".
El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba, diciendo: "Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré."
Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía.
Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo: "¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo rogaste. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?"
Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda.
Lo mismo hará con vosotros mi Padre celestial, si cada cual no perdona de corazón a su hermano».


¿NO DEBÍAS TÚ TAMBIÉN TENER COMPASIÓN?

Compasión es un sentimiento de ternura e identificación ante los males de alguien. Pero para los cristianos no debe quedarse solamente en un sentimiento.

El cristiano es un ser compasivo en esencia, vivir en la compasión a ejemplo del Maestro. Compasión es padecer-con, estar al lado del hermano, padeciendo con él. Esa es la compasión cristiana.

Seamos compasivos, que no nos sea indiferente el padecimiento de nuestro prójimo. Tengamos corazón compasivo,tengamos palabras compasivas, manos compasivas para hacer vida a Jesús compasivo.


CADA ÁRBOL SE CONOCE POR SU FRUTO

Lc 6, 43-49

En aquel tiempo, decía Jesús a sus discípulos: «No hay árbol bueno que dé fruto malo, ni árbol malo que dé fruto bueno; por ello, cada árbol se conoce por su fruto; porque no se recogen higos de las zarzas, ni se vendimian racimos de los espinos.
El que es bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque de lo que rebosa el corazón, lo habla la boca.
¿Por qué me llamáis "Señor, Señor", y no hacéis lo que digo?
Todo el que se viene a mí, escucha mis palabras y las pone en práctica, os voy a decir a quién se parece: se parece a uno que edificó una casa: cavó, ahondó y puso los cimientos sobre roca; vino una crecida, arremetió el río contra aquella casa, y no pudo derribarla, porque estaba sólidamente construida.
El que escucha y no pone por obra se parece a uno que edificó una casa sobre tierra, sin cimiento; arremetió contra ella el río, y en seguida se derrumbó desplomándose, y fue grande la ruina de aquella casa».


DE LO QUE REBOSA EL CORAZÓN, HABLA LA BOCA


Hoy Jesús nos ofrece sabiduría popular. Y es verdad, de lo que vivimos, lo que de verdad nos importa, lo que llevamos en el corazón es aquello de lo que más hablamos.

¿Y qué pasaría si lo que llevamos en el corazón fuera Jesús, si lo que lleváramos en el corazón fuera el Amor con mayúsculas? Sencillamente, que sería de lo que más hablaríamos y lo que más compartiríamos con nuestros prójimos.

Esto cambiaría todo nuestro alrededor, toda nuestra vida y la de los que se acercasen a nosotros. Cambiaría el mundo, al fin y al cabo. ¿Y no es eso lo que deseamos, que el mundo cambie a mejor? Pues tengamos en el corazón a Jesús y hablemos de Él a nuestros hermanos. 


viernes, 15 de septiembre de 2017

NUESTRA SEÑORA DE LOS DOLORES

Jn 19, 25-27

Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena.
Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo al que amaba, dijo a su madre:
«Mujer, ahí tienes a tu hijo».
Luego, dijo al discípulo:
«Ahí tienes a tu madre».
Y desde aquella hora, el discípulo la recibió como algo propio.


AHÍ TIENES A TU MADRE


Junto a la Cruz estaba María, a los pies de Jesús moribundo, viéndolo agonizar, pero ahí estaba, firme, sin moverse, fuerte en el dolor.

Y en ese momento Jesús nos la ofrece como madre, siendo el discípulo amado, Juan, el que nos representó en nombre de todos. Nos dio a su madre.

Ahí la tienes, es tu Madre. Háblale, siéntela, ora con Ella al Hijo. Acompáñala en su dolor. Y acompaña, con Ella, en su dolor a los hermanos que te encuentres en tu camino. En Ella, "ahí tienes a tu hermano". 


miércoles, 13 de septiembre de 2017

FIESTA DE LA EXALTACIÓN DE LA SANTA CRUZ

Jn 3, 13-17

En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo:
«Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre.
Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna.
Porque tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna.
Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.
El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Unigénito de Dios».


TANTO AMÓ DIOS AL MUNDO


Hoy celebramos en toda la Iglesia la Fiesta de la Santa Cruz en la que exaltamos el símbolo que nos distingue a los cristianos, la Cruz en la que Jesús murió para salvarnos.

Tanto amó Dios al mundo que nos dio a su Hijo para que creamos en Él. Nos envió a más hermoso y mejor que tenía y lo hizo por amor.

Nadie nos ama tanto como Él, nadie se preocupa por nosotros como Él, nadie piensa en nosotros como Él. Amémosle como Él nos ama, solo así entenderemos el Amor infinito de Dios.



VUESTRA RECOMPENSA SERÁ GRANDE EN EL CIELO

Lc 6, 20-26

En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos hacia sus discípulos, les decía:
«Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el reino de Dios.
Bienaventurados los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis saciados.
Bienaventurados los que ahora lloráis, porque reiréis.
Bienaventurados vosotros cuando os odien los hombres, y os excluyan, y os insulten, y proscriban vuestro nombre como infame, por causa del Hijo del hombre. Alegraos ese día y saltad de gozo, porque vuestra recompensa será grande en el cielo. Eso es lo que hacían vuestros padres con los profetas.
Pero, ¡ay de vosotros, los ricos, porque ya habéis recibido vuestro consuelo!.
¡Ay de vosotros, los que estáis saciados, porque tendréis hambre!.
¡Ay de los que ahora reís, porque haréis duelo y lloraréis!.
¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros! Eso es lo que vuestros padres hacían con los falsos profetas».


LEVANTANDO LOS OJOS HACIA SUS DISCÍPULOS

El evangelio de hoy nos recuerda las Bienaventuranzas. Jesús predicaba a sus discípulos y levantó los ojos para hablarles. La mirada de Jesús les interpelaba.

Muchas veces nuestros ojos hablan más que nuestra boca. Por ello nuestra mirada debe ser dulce y transmitir todo lo bueno que vive en nuestro corazón, haciendo vida las bienaventuranzas.

Levantemos también nuestros ojos hacia Jesús y que las miradas se encuentren para que nuestro corazón hable al Corazón de Cristo, así podremos alegrarnos y saltar de gozo porque Cristo vive en nosotros.