miércoles, 31 de enero de 2018

LLAMÓ A LOS DOCE

 Mc 6, 7-13
En aquel tiempo, Jesús llamó a los Doce y los fue enviando de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos. Les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más, pero ni pan, ni alforja, ni dinero suelto en la faja; que llevasen sandalias, pero no una túnica de repuesto
Y decía: «Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio. Y si un lugar no os recibe ni os escucha, al marcharos sacudíos el polvo de los pies, en testimonio contra ellos».
Ellos salieron a predicar la conversión, echaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban.

LOS FUE ENVIANDO
Jesús envió a sus discípulos a predicar sin nada más que con un bastón para el camino. Lo demás, les llegaría por añadidura, sabiendo lo que es realmente importante.
Y hoy, como ayer, nos envía a nosotros también a predicar, a compartir con nuestros prójimos la mejor noticia del mundo: Dios nos ama. Y eso no cambiará nunca.
Hablemos de Jesús a todos. Compartamos con los demás que Dios es Misericordia infinita y seamos apóstoles de esa misma misericordia. 


martes, 30 de enero de 2018

¿DE DÓNDE SACA TODO ESO?

Mc 6, 1-6
En aquel tiempo, Jesús se dirigió a su ciudad y lo seguían sus discípulos.
Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía se preguntaba asombrada: «¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es esa que le ha sido dada? ¿Y esos milagros que realizan sus manos? ¿No es este el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? Y sus hermanas ¿no viven con nosotros aquí?».
Y se escandalizaban a cuenta de él.
Les decía: «No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa».
No pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y se admiraba de su falta de fe.
Y recorría los pueblos de alrededor enseñando.

SE ADMIRABA DE SU FALTA DE FE
A Jesús le llamaba la atención que sus contemporáneos no creyesen y su falta de fe le admiraba. Ellos esperaban al Mesías hacía muchos años y ahora que estaba ante sus ojos, no lo veían.
A veces también nos pasa que, viendo ante nuestros ojos que Jesús está presente, nuestra falta de fe no nos deja ver, oír ni sentir.
Creamos, fiémonos de Jesús. Él no nos puede hacer daño puesto que quiere lo mejor para nosotros, siempre. Y lo mejor que nos puede pasar es Jesús.


lunes, 29 de enero de 2018

VETE EN PAZ

Mc 5, 21-43
En aquel tiempo, Jesús atravesó de nuevo en barca a la otra orilla, se le reunió mucha gente a su alrededor, y se quedó junto al mar.
Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y, al verlo, se echó a sus pies, rogándole con insistencia: «Mi niña está en las últimas; ven, impón las manos sobre ella, para que se cure y viva».
Se fue con él, y loo seguía mucha gente que lo apretujaba.
Había una mujer que padecía flujos de sangre desde hacía doce años. Había sufrido mucho a manos de los médicos y se había gastado en eso toda su fortuna; pero, en vez de mejorar, se había puesto peor. Oyó hablar de Jesús y, acercándose por detrás, entre la gente, le tocó el manto, pensando: «Con sólo tocarle el vestido curaré».
Inmediatamente se secó la fuente de sus hemorragias, y notó que su cuerpo estaba curado. Jesús, notando que había salido fuerza de él, se volvió enseguida, en medio de la gente y preguntaba: «¿Quién me ha tocado el manto?».
Los discípulos le contestaban: «Ves como te apretuja la gente y preguntas: "¿Quién me ha tocado?"».
Él seguía mirando alrededor, para ver quién había hecho esto. La mujer se acercó asustada y temblorosa, al comprender lo que le había ocurrido, se le echó a los pies y le confesó toda la verdad.
Él le dice: «Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz y queda curada de tu enfermedad».
Todavía estaba hablando, cuando llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle: «Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al maestro?».
Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga: «No temas; basta que tengas fe».
No permitió que lo acompañara nadie, más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegan a casa del jefe de la sinagoga y encuentra el alboroto de los que lloraban y se lamentaban a gritos y después de entrar les dijo: «¿Qué estrépito y qué lloros son éstos? La niña no está muerta, está dormida».
Se reían de él. Pero él los echó fuera a todos y, con el padre y la madre de la niña y sus acompañantes, entró donde estaba la niña, la cogió de la mano y le dijo: «Talitha qumi» (que significa: «Contigo hablo, niña, levántate»).
La niña se levantó inmediatamente y echó a andar; tenía doce años. Y quedaron fuera de sí llenos de estupor.
Les insistió en que nadie se enterase; y les dijo que dieran de comer a la niña.

SE QUEDÓ JUNTO AL MAR
El mar es uno de los espacios que se repiten en la vida de Jesús. Hoy el evangelio nos dice que se quedó junto al mar y allí se reunió mucha gente para oírlo.
La naturaleza también nos habla de Dios y un mar en calma, o una tempestad en el mar nos llevan fácilmente a alabar a Dios en su grandeza.
Quedémonos nosotros junto a la inmensa magnanimidad de Dios, en la oración personal sabiendo que Él nos aguarda siempre.




domingo, 28 de enero de 2018

LA REGIÓN DE LOS GERASENOS

 Mc 5, 1-20
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron a la otra orilla del mar, a la región de los gerasenos.
Apenas desembarcó, le salió al encuentro, de entre los sepulcros, un hombre poseído de espíritu inmundo. Y es que vivía entre los sepulcros; ni con cadenas podía ya nadie sujetarlo; muchas veces lo habían sujetado con cepos y cadenas, pero él rompía las cadenas y destrozaba los cepos, y nadie tenía fuerza para dominarlo. Se pasaba el día y la noche en los sepulcros y en los montes, gritando e hiriéndose con piedras. Viendo de lejos a Jesús, echó a correr, se postró ante él y gritó con voz potente: «¿Qué tienes que ver conmigo, Jesús, Hijo de Dios altísimo? Por Dios te lo pido, no me atormentes».
Porque Jesús le estaba diciendo: «Espíritu inmundo, sal de este hombre». Y le preguntó: «¿Cómo te llamas?». El respondió: «Me llamo Legión, porque somos muchos».
Y le rogaba con insistencia que no los expulsara de aquella comarca.
Había cerca una gran piara de cerdos paciendo en la falda del monte. Los espíritus le rogaron: «Envíanos a los cerdos para que entremos en ellos».
Él se lo permitió. Los espíritus inmundos salieron del hombre y se metieron en los cerdos; y la piara, unos dos mil, se abalanzó acantilado abajo al mar y se ahogó en el mar.
Los porquerizos huyeron y dieron la noticia en la ciudad y en los campos. Y la gente fue a ver qué había pasado. Se acercaron a Jesús y vieron al endemoniado que había tenido la legión, sentado, vestido y en su juicio. Y se asustaron.
Los que lo habían visto les contaron lo que había pasado al endemoniado y a los cerdos. Ellos le rogaban que se marchase de su comarca. 
Mientras se embarcaba, el que había estado poseído por el demonio le pidió que le permitiese estar con él. Pero no se lo permitió, sino que le dijo:«Vete a casa con los tuyos y anúnciales lo que el Señor ha hecho contigo y que ha tenido misericordia de ti».
El hombre se marchó y empezó a proclamar por la Decápolis lo que Jesús había hecho con él; todos se admiraban.

HA TENIDO MISERICORDIA DE TI
Dios no se queda indiferente ante toda miseria humana. Dios no se queda indiferente ante las necesidades que tenemos nosotros, sus hijos.
Como en el evangelio de hoy Él hace cosas buenas con nosotros, teniendo misericordia de nosotros y nos pide que, entonces, demos testimonio de Él.
Dios es misericordia. Y no puede actuar sin misericordia en todo lo que piensa y hace. Por eso, constantemente, sin interrupción, tiene misericordia de nosotros.


sábado, 27 de enero de 2018

IV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

Mc 1, 21b-28
En la ciudad de Cafarnaún, y el sábado entró Jesús en la sinagoga a enseñar; estaban asombrados de su enseñanza, porque les enseñaba con autoridad y no como los escribas.
Había precisamente en su sinagoga un hombre que tenía un espíritu inmundo, y se puso a gritar: «¿Qué tenemos que ver nosotros contigo, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios».
Jesús lo increpó: «¡Cállate y sal de él!».
El espíritu inmundo lo retorció violentamente y, dando un grito muy fuerte, salió de él. Todos se preguntaron estupefactos: «¿Qué es esto? Una enseñanza nueva expuesta con autoridad es nuevo. Incluso manda a los espíritus inmundos y lo obedecen».
Su fama se extendió enseguida por todas partes, alcanzando la comarca entera de Galilea.

UNA ENSEÑANZA NUEVA
Jesús vino con un mensaje nuevo y renovado: el amor a Dios y al prójimo. El amor, siempre antiguo y siempre nuevo. Algo que nos parece siempre nuevo cuando lo encontramos de verdad.
Su enseñanza fue la de recordarnos qué es de verdad el amor, presentarnos el amor incondicional del Padre, el amor de un Dios que se entregó por nosotros solo porque nos quiere.
Esa es la razón por la que atraía en sus discursos, por la que hablaba con autoridad: porque nadie había hablado así de Dios y del amor. Él es el Amor. 


viernes, 26 de enero de 2018

¿NO TE IMPORTA QUE PEREZCAMOS?

Mc 4, 35-41
Aquel día, al atardecer, dice Jesús a sus discípulos: «Vamos a la otra orilla.»
Dejando a la gente, se lo llevaron en barca, como estaba; otras barcas lo acompañaban. Se levantó una fuerte tempestad y las olas rompían contra la barca hasta casi llenarla de agua. Él estaba en la popa, dormido sobre un cabezal.
Lo despertaron, diciéndole: «Maestro, ¿no te importa que perezcamos?»
Se puso en pie, increpó al viento y dijo al lago: «¡Silencio, enmudece! »
El viento cesó y vino una gran calma.
Él les dijo: «¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?»
Se llenaron de miedo y se decían unos a otros: « ¿Pero quién es éste? ¡Hasta el viento y las aguas le obedecen!»

UNA GRAN CALMA
El evangelio de hoy nos deja claro que una sola palabra de Jesús puede llevar a una gran calma. Él amansa nuestros vientos y tempestades.
Los miedos, preocupaciones y disgustos Él los vive con nosotros. Y nos dice: "¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?" Lo que vivimos no se vive igual sin Él.
El viento y las aguas le obedecen y con Jesús llega la calma a nuestro interior. La fe, la confianza, la esperanza en Él harán que todo sea diferente. 


jueves, 25 de enero de 2018

LOS QUE ESCUCHAN LA PALABRA

Mc 4, 1-20
En aquel tiempo, Jesús se puso a enseñar otra vez junto al mar. Acudió un gentío tan enorme, que tuvo que subirse a una barca y, ya en el mar, se sentó; y el gentío se quedó en tierra junto al mar. Les enseñaba muchos cosas con parábolas y les decía instruyéndoles:
«Escuchad: salió el sembrador a sembrar; al sembrar, algo cayó al borde del camino, vinieron los pájaros y se lo comieron. Otra parte cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra; como la tierra no era profunda, brotó en seguida; pero, en cuanto salió el sol, se abrasó y, por falta de raíz, se secó. Otra parte cayó entre abrojos; los abrojos crecieron, lo ahogaron, y no dio grano. El resto cayó en tierra buena: nació, creció y dio grano; y la cosecha fue del treinta o del sesenta o del ciento por uno».
Y añadió: «El que tenga oídos para oír, que oiga».
Cuando se quedó a solas, los que lo rodeaban y los Doce le preguntaban el sentido de las parábolas.
Él les dijo:«A vosotros se os ha dado el misterio del reino de Dios; en cambio a los de fuera todo se les presenta en parábolas, para que “por más que miren, no vean, por más que oigan, no entiendan, no sea que se conviertan y sean perdonados"».
Y añadió: «¿No entendéis esta parábola? ¿Pues, cómo vais a conocer todas las demás? El sembrador siembra la palabra. Hay unos que están al borde del camino donde se siembra la palabra; pero, en cuanto la escuchan, viene Satanás y se lleva la palabra sembrada en ellos. Hay otros que reciben la simiente como terreno pedregoso; son los que al escuchar la palabra enseguida la acogen con alegría, pero no tienen raíces, son inconstantes y, cuando viene una dificultad o persecución por la palabra, enseguida sucumben. Hay otros que reciben la semilla entre abrojos; éstos son los que escuchan la palabra, pero los afanes de la vida, la seducción de las riquezas y el deseo de todo lo demás los invaden, ahogan la palabra, y se queda estéril. Los otros son los que reciben la semilla en tierra buena; escuchan la palabra, la aceptan y dan una cosecha del treinta o del sesenta o del ciento por uno».

A VOSOTROS
En cada palabra, en cada acto, en cada gesto de Jesús resuena una idea "A vosotros". Porque a nosotros se nos ha dado conocer todo lo que Él nos dijo.
El amor de Dios hacia nosotros es inmenso, grande y misericordioso. Incomprensible a muchas personas que no han conocido cómo Dios les ama y ese "A vosotros".
Por nosotros nació, por nosotros predicó, por nosotros se dio a conocer, por nosotros murió y resucitó. Demos gratis lo que gratis hemos recibido. 


FIESTA DE LA CONVERSIÓN DE SAN PABLO

Mc 16, 15-18
En aquel tiempo, Jesús se apareció a los once y les dijo: «ld al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación.
El que crea y sea bautice se salvará; el que no crea será condenado.
A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos».

Y QUEDARÁN SANOS
Solo dos conversiones se celebran públicamente en la Iglesia: la de san Pablo y la de san Agustín. Dos grandes santos que, cada uno en su época, dieron un vuelco a la vida de la Iglesia.
El evangelio nos dice hoy que, el que crea, quedará sano. Y Pablo, Agustín y tantos otros quedaron sanos cuando se encontraron cara a cara con Jesús.
Sanar la vida, sanar el alma, sanar heridas. Y sanar también la mirada del corazón, sanar las palabras que decimos y las que escuchamos. Sanar el yo. Y eso solo será si volvemos a Cristo. 





miércoles, 24 de enero de 2018

JUNTO AL MAR

Mc 4, 1-20
En aquel tiempo, Jesús se puso a enseñar otra vez junto al mar. Acudió un gentío tan enorme, que tuvo que subirse a una barca y, ya en el mar, se sentó; y el gentío se quedó en tierra junto al mar.
Les enseñaba muchas cosas con parábolas y les decía instruyéndolos: «Escuchad: salió el sembrador a sembrar; al sembrar, algo cayó al borde del camino, vinieron los pájaros y se lo comieron. Otra parte cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra; como la tierra no era profunda, brotó enseguida; pero en cuanto salió el sol, se abrasó y, por falta de raíz, se secó. Otro parte cayó entre abrojos; los abrojos crecieron, la ahogaron, y no dio grano. El resto cayó en tierra buena: nació, creció y dio grano; y la cosecha fue del treinta o del sesenta o del ciento por uno».
Y añadió: «El que tenga oídos para oír, que oiga».
Cuando se quedó solo, los que lo rodeaban y los Doce le preguntaban el sentido de las parábolas.
Él les dijo: «A vosotros se os han dado el misterio del reino de Dios; en cambio a los de fuera todo se les presenta en parábolas, para que “por más que miren, no vean, por más que oigan, no entiendan, no sea que se conviertan y sean perdonados”».
Y añadió: «¿No entendéis esta parábola? ¿Pues, cómo vais a entender las demás? El sembrador siembra la palabra. Hay unos que están al borde del camino donde se siembra la palabra; pero en cuanto la escuchan, viene Satanás y se lleva la palabra sembrada en ellos. Hay otros que reciben la semilla como terreno pedregoso; son los que al escuchar la palabra enseguida la acogen con alegría, pero no tienen raíces, son inconstantes y cuando viene una dificultad o persecución por la palabra, en seguida sucumben. Hay otros que reciben la semilla entre abrojos; estos son los que escuchan la palabra, pero los afanes de la vida, la seducción de las riquezas y el deseo de todo lo demás los invaden, ahogan la palabra, y se queda estéril. Los otros son los que reciben la semilla en tierra buena; escuchan la palabra, la aceptan y dan una cosecha del treinta o del sesenta o del ciento por uno».

LES ENSEÑABA MUCHAS COSAS
Jesús nos enseñó muchas cosas y todas importantes. Un buen pedagogo que quería que supiéramos quién es Dios, cómo es Dios y cómo debemos tratar con Él.
Dios es Amor, es Misericordia. Es lo que vino a enseñarnos. Y así debemos tratar a los demás, con amor y misericordia siguiendo su ejemplo.
Junto al mar Jesús enseñaba. Así como cubren las aguas el mar debe ser su Presencia en nosotros y en nuestro mundo. Señor, sigue enseñándonos a amar.


lunes, 22 de enero de 2018

LA MADRE DE JESÚS

Mc 3, 31-35
En aquel tiempo, llegaron la madre de Jesús y sus hermanos y, desde fuera, lo mandaron llamar.
La gente que tenía sentada alrededor le dijo: «Mira, tu madre y tus hermanos y tus hermanas están fuera y te buscan».
Él les pregunta: «¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?»
Y mirando a los que estaban sentados alrededor, dice: «Estos son mi madre y mis hermanos. El que haga la voluntad de Dios, ese es mi hermano y mi hermana y mi madre».

MI HERMANO Y MI HERMANA Y MI MADRE
Cuando dijeron a Jesús que fuera estaban su madre y sus hermanos Él echó manos de su pedagogía divina y les preguntó quiénes eran.
Nadie contestó, pero Él se lo aclaró: su madre y sus hermanos somos nosotros cuando hacemos la voluntad de Dios, cuando hacemos lo que quiere el Padre.
Hagamos su Voluntad, como María, sin peros, con humildad y con alegría. Así seremos hermanos de Jesús, hijos de un mismo Padre. 


domingo, 21 de enero de 2018

LOS ESCRIBAS

Mc 3, 22-30
En aquel tiempo, los escribas que habían bajado de Jerusalén decían: «Tiene dentro a Belzebú y expulsa a los demonios con el poder del jefe de los demonios».
Él los invitó a acercarse y les hablaba en parábolas: «¿Cómo va a echar Satanás a Satanás? Un reino dividido internamente no puede subsistir; una familia dividida no puede subsistir. Si Satanás se rebela contra sí mismo, para hacerse la guerra, no puede subsistir, está perdido. Nadie puede meterse en casa de un hombre forzudo para arramblar con su ajuar, si primero no lo ata; entonces podrá arramblar con la casa.
En verdad os digo, todo se les podrá perdonar a los hombres: los pecados y cualquier blasfemia que digan; pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá perdón jamás, cargará con su pecado para siempre».
Se refería a los que decían que tenía dentro un espíritu inmundo.

LOS INVITÓ A ACERCARSE
Jesús nos invita a acercarnos a Él, como invitó a los escribas que nos relatan en el evangelio de hoy. Es otra señal de humildad de nuestro Dios.
Jesús quiere que estemos cerca de Él, junto a Él, porque no hay mejor sitio donde estar, porque no hay mejor compañía, no hay mayor alegría que la de estar con Él.
Y puesto que Él nos invita, vayamos; puesto que Él lo quiere, vayamos a su Corazón y quedémonos allí empapándonos de Él para ofrecerlo a todos. 






III DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

Mc 1, 14-20
Después de que Juan fue entregado, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios; decía: «Se ha cumplido el tiempo y está cerca el reino de Dios. Convertíos y creed en el Evangelio».
Pasando junto al mar de Galilea, vio a Simón y a Andrés, el hermano de Simón, echando las redes en el mar, pues eran pescadores.
Jesús les dijo: «Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres». Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.
Un poco más adelante vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca repasando las redes. A continuación los llamó, dejaron a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros y se marcharon en pos de él.

SE MARCHÓ A GALILEA A PROCLAMAR EL EVANGELIO
El evangelio de este domingo nos narra cómo Jesús comenzó su vida pública. Escogió a los apóstoles y se fue a proclamar el evangelio, la Buena Noticia de que el Reino estaba cerca.
Y cerca estaba. Era Él mismo que llegaba a regalarnos su amor y su vida. Proclamar no es lo mismo que hablar. Proclamar es anunciar con fuerza y energía.
Así debemos nosotros anunciar también el evangelio al mundo, proclamando desde donde estemos y ante quien estemos que Jesucristo es Señor para gloria de Dios Padre.


viernes, 19 de enero de 2018

SE DECÍA QUE ESTABA FUERA DE SÍ

Mc 3, 20-21
En aquel tiempo, Jesús llegó a casa con sus discípulos y de nuevo se juntó tanta gente que no los dejaban ni comer.
Al enterarse su familia, vinieron a llevárselo, porque se decía que estaba fuera de sí.

NO LO DEJABAN NI COMER
A Jesús lo seguía tanta gente y Él los atendía a todos de tal manera y con tanto afán que no tenía tiempo ni para comer.
Muchas veces lo mejor que podemos dar no es lo que tenemos, sino a nosotros mismos, nuestro tiempo y nuestro ser persona para los demás.
Que no nos dejen ni comer de tantos que vengan a nosotros para que les hablemos de Jesús, para que les consolemos con el solo nombre de Jesús. 


jueves, 18 de enero de 2018

LLAMÓ A LOS QUE QUISO

Mc 3, 13-19 

En aquel tiempo, Jesús subió al monte, llamó a los que quiso y se fueron con él.

E instituyó doce para que estuvieran con él y para enviarlos a predicar, y que tuvieran autoridad para expulsar demonios: Simón, a quien puso de nombre Pedro, Santiago el de Zebedeo y Juan, el hermano de Santiago, a quienes puso el nombre de Boanerges, es decir hijos del trueno, Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Tadeo, Simón el de Caná y Judas Iscariote, el que lo entregó.

Y SE FUERON CON ÉL

Los apóstoles lo tuvieron claro desde el primer momento. En cuanto se encontraron con Jesús, se fueron con Él. Su personalidad era arrolladora y le seguían muchedumbres.

Doce convivían con Él más de cerca y les envió a predicar. Estando al lado de Jesús, escuchando su enseñanza es lógico que lo primero que surge en el corazón de los apóstoles es hablar de Jesús a todo el que se encuentren.

Nosotros tenemos la suerte de poder estar muy cerca de Jesús en la Eucaristía, meditando sus palabras en la Escritura. Vayamos con Él y contemos al mundo las maravillas de su amor.



A LA ORILLA DEL MAR

Mc 3, 7-12
En aquel tiempo, Jesús se retiró con sus discípulos a la orilla del mar y lo siguió una gran muchedumbre de Galilea.
Al enterarse de las cosas que hacia, acudía mucha gente de Judea, de Jerusalén, Idumea, Transjordania y cercanías de Tiro y Sidón.
Encargó a sus discípulos que le tuviesen preparada una barca, no lo fuera a estrujar el gentío.
Como había curado a muchos, todos los que sufrían de algo se le echaban encima para tocarlo.
Los espíritus inmundos, cuando lo veían, se postraban ante él, y gritaban: «Tú eres el Hijo de Dios.»
Pero él les prohibía severamente que lo diesen a conocer.

HABÍA CURADO A MUCHOS
El Corazón infinitamente misericordioso de Jesús no dejaba que cualquiera que pasase por su lado y tuviera una dolencia, quedase desatendido por su parte.
Curaba por dentro y por fuera, curaba heridas y corazones, curaba cuerpos y almas. Sanaba solo con su presencia, con su voz, con su autoridad y su poder.
Curemos también nosotros las heridas que pueda haber a nuestro alrededor, heridas de nuestros hermanos siguiendo el ejemplo del Maestro de la Misericordia.

martes, 16 de enero de 2018

LO ESTABAN OBSERVANDO

Mc 3, 1-6
En aquel tiempo, entró Jesús otra vez en la sinagoga, y había allí un hombre que tenía una mano paralizada. Lo estaban observando, para ver si lo curaba en sábado y acusarlo.
Entonces le dice al hombre que tenía la mano paralizada: «Levántate y ponte ahí en medio.»
Y a ellos les preguntó: «¿Qué está permitido en sábado?, ¿hacer lo bueno o lo malo?, ¿salvarle la vida a un hombre o dejarlo morir?»
Ellos callaban. Echando en torno una mirada de ira y dolido por la dureza de su corazón, dice al hombre: «Extiende la mano». La extendió y su mano quedó restablecida.
En cuanto salieron, los fariseos se confabularon con los herodianos para acabar con él.

LEVÁNTATE
Jesús, al hombre de la mano paralizada, le dijo "Levántate" y ponte en medio. Y allí lo curó, en medio de todos aquellos que estaban esperando un fallo suyo para acusarle.
Nosotros también debemos levantarnos y dejar atrás todo aquello que nos estorba en el seguimiento de Jesús. Levantarnos externamente y también en nuestro interior.
Nuestro corazón debe levantarse hacia Dios, nuestra vida debe levantarse hacia Dios. Solo así, con humildad, podremos llegar a su Corazón. ¡Levántate!


lunes, 15 de enero de 2018

EL SÁBADO

 Mc 2, 23-28
Sucedió que un sábado Jesús atravesaba un sembrado, y sus discípulos, mientras caminaban, iban arrancando espigas.
Los fariseos le preguntan: «Mira, ¿por qué hacen en sábado lo que no está permitido?»
Él les responde: « ¿No habéis leído nunca lo que hizo David, cuando él y sus hombres se vieron faltos y con hambre como entró en la casa de Dios, en tiempo del sumo sacerdote Abiatar, comió de los panes de la proposición, que solo está permitido comer a los sacerdotes, y se los dio también a quienes estaban con él?»
Y les decía: «El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado; así que el Hijo del hombre es señor también del sábado».

MIENTRAS CAMINABAN
La imagen del camino sigue siendo una de las más expresivas para simbolizar el cristianismo y nuestra actitud en el devenir de nuestra relación con Dios.
Caminar, siempre adelante, sabiendo que quien nos acompaña nunca nos abandonará, que siempre caminará a nuestro lados y que, cuando estemos cansados, Él nos llevará en brazos.
Caminemos, y mientras lo hacemos, escuchemos al Maestro, meditemos su enseñanza. Y cantemos con los hermanos la belleza de ser de Dios. 



domingo, 14 de enero de 2018

EL ESPOSO

Marcos 2, 18-22
En aquel tiempo, como los discípulos de Juan y los fariseos estaban de ayunando, vinieron unos y le preguntaron a Jesús: «Los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan. ¿Por qué los tuyos no?»
Jesús les contestó: «¿Es que pueden ayunar los amigos del esposo, mientras el esposo está con ellos? Mientras el esposo está con ellos, no pueden ayunar.
Llegarán días en que les arrebatarán al esposo; y entonces ayunarán en aquel día.
Nadie echa un remiendo de paño sin remojar a un manto pasado; porque la pieza tira del manto - lo nuevo de lo viejo - y deja un roto peor.
Nadie echa vino nuevo en odres viejos; porque el vino revienta los odres, y se pierden el vino y los odres; a vino nuevo, odres nuevos».

EL VINO Y LOS ODRES
Hoy Jesús nos habla de vino y de odres. Un vino viejo no puede estar en odre nuevo porque lo rompe y el vino se pierde.
El mundo arrastra, las realidades que vivimos nos llevan, a veces, a posponer lo importante de la vivencia de nuestra fe. El vino de la fe debe conservarse en odres fuertes y firmes. 
Jesús se refiere a nosotros. Debemos renovarnos por fuera y sobre todo por dentro si queremos ofrecer al mundo un testimonio creíble y coherente de nuestra fe. Así seremos odres nuevos.


sábado, 13 de enero de 2018

II DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

 Jn 1, 35-42
En aquel tiempo, estaba Juan con dos de sus discípulos y, fijándose en Jesús que pasaba, dice: «Este es el Cordero de Dios».
Los dos discípulos oyeron sus palabras y siguieron a Jesús. Jesús se volvió y, al ver que lo seguían, les pregunta: «¿Qué buscáis?».
Ellos le contestaron: «Rabí (que significa Maestro), ¿dónde vives?».
Él les dijo: «Venid y veréis»
Entonces fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día; era como la hora décima.
Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús; encuentra primero a su hermano Simón y le dice: «Hemos encontrado al Mesías (que significa Cristo)».
Y lo llevó a Jesús. Jesús se le quedó mirando y le dijo: «Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas (que se traduce Pedro)».

HEMOS ENCONTRADO EL MESÍAS
Antes de empezar su vida pública Jesús escogió a sus discípulos. Andrés, ilusionado, dijo a su hermano Pedro que había encontrado al Mesías.
Nosotros también  hemos encontrado al Mesías y por ello deberíamos contarlo al mundo entero con entusiasmo, transmitiendo una alegría tan grande.
El mayor tesoro que tenemos debemos compartirlo para que todos puedan disfrutar de Él. Seamos generosos y que todos conozcan al Mesías por nuestras palabras y obras.


viernes, 12 de enero de 2018

A LA ORILLA DEL MAR

 Mc 2, 13-17
En aquel tiempo, Jesús salió de nuevo a la orilla del mar; toda la gente acudía a él y les enseñaba.
Al pasar, vio a Leví, el de Alfeo, sentado al mostrador de los impuestos, y le dice: «Sígueme.»
Se levantó y lo siguió.
Sucedió que, mientras estaba él sentado a la mesa en casa, de Leví, muchos publicanos y pecadores se sentaban con Jesús y sus discípulos, pues eran ya muchos los que los seguían.
Los escribas de los fariseos, al ver que comía con pecadores y publicanos, decían a sus discípulos: «¿Por qué come con publicanos y pecadores?».
Jesús lo oyó y les dijo: «No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a pecadores».

TODA LA GENTE ACUDÍA A ÉL
Jesús tenía una personalidad arrolladora. Así se entiende la cantidad de gente que le seguía a todas partes incondicionalmente y a todas horas.
Muchas veces tenía que retirarse a un lugar aparte para descansar porque todos acudían a Él. No así hoy, ya que en nuestra sociedad no todos acuden a Él.
Quizá no han oído en dulce nombre de Jesús o se les ha olvidado cómo suena. Por ello, seamos voceros de Dios, anunciando a todos su Misericordia infinita y su Amor incondicional.



jueves, 11 de enero de 2018

LES PROPONÍA LA PALABRA

Mc 2, 1-12
Cuando a los pocos días entró Jesús en Cafarnaún, se supo que estaba en casa. Acudieron tantos que no quedaba sitio ni a la puerta. Y les proponía la palabra.
Y vinieron trayéndole un paralítico llevado entre cuatro y, como no podían presentárselo por el gentío, levantaron la techumbre encima de donde él estaba, abrieron un boquete y descolgaron la camilla donde yacía el paralítico. Viendo Jesús la fe que tenían, le dice al paralítico: «Hijo, tus pecados quedan perdonados».
Unos escribas, que estaban allí sentados, pensaban para sus adentros: «¿Por qué habla este así? Blasfema. ¿Quién puede perdonar pecados, sino solo uno, Dios?».
Jesús se dio cuenta de lo que pensaban y les dijo: «¿Por qué pensáis eso? ¿Qué es más fácil: decirle al paralítico "tus pecados te son perdonados" o decir: "Levántate, coge la camilla y echa a andar"?
Pues, para que veáis que el Hijo del hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados-dice al paralítico-: ”Te digo: levántate, coge tu camilla y vete a tu casa” ».
Se levantó, cogió inmediatamente la camilla y salió a la vista de todos. Se quedaron atónitos y daban gloria a Dios, diciendo: «Nunca hemos visto una cosa igual».

ECHA A ANDAR
Esto fue lo que le dijo Jesús al paralítico después de curarlo. Y es que, cuando nos pasa algo extraordinario, no debemos quedarnos "dormidos en los laureles", sino echar a andar.
Sigamos, sigamos adelante. Los dones de Dios no deben quedar ocultos y al recibirlos debemos hacer partícipes de ellos a nuestros prójimos.
Haciendo comunidad, sintiendo juntos, echemos a andar. Así comunicaremos alegría y sencillez, ternura y profundidad. ¡Echemos a andar!


miércoles, 10 de enero de 2018

QUEDA LIMPIO

Mc 1,40-45
En aquel tiempo, se acerca a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas: «Si quieres, puedes limpiarme.»
Compadecido, extendió la mano y lo tocó, diciendo: «Quiero: queda limpio.»
La lepra se le quitó inmediatamente, y quedó limpio.
Él lo despidió, encargándole severamente: «No se lo digas a nadie; pero, para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés, para que les sirva de testimonio».
Pero, cuando se fue, empezó a pregonar bien alto y a divulgar el hecho, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera, en lugares solitarios; y aun así acudían a el de todas partes.

PARA QUE LES SIRVA DE TESTIMONIO
Una persona da testimonio cuando ha vivido el hecho que cuenta. Los leprosos de evangelio de hoy fueron invitados por Jesús a dar testimonio de su curación.
Muchas veces nosotros vivimos hechos y situaciones de las que podemos dar testimonio a nuestros prójimos del amor que Jesús nos tiene.
Procuremos que nuestra vida y nuestras palabras sean testimonio de la esperanza, del amor, de la misericordia infinita de Dios para todos los hombres.