sábado, 31 de marzo de 2018

SOLEMNIDAD DE LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR

Jn 20, 1-9
 
El primer día de la semana, María la Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro.
 
Echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo:
 
«Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto»
 
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; e, inclinándose, vio los lienzos tendidos; pero no entró.
 
Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio los lienzos tendidos y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no con los lienzos, sino enrollado en un sitio aparte.
 
Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó.
 
Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos.



¡ALELUYA! ¡RESUCITÓ!

Después de tres días de espera, de miedo, de incertidumbre, de soledad, de recuerdos... la noticia que trajo María sobre la Resurrección de Jesús era increíble.

No creyeron hasta que vieron. Corrían hacia el sepulcro queriendo creer con todo su corazón que lo que había contado María era verdad.  ¡Y lo era! 

Ya nada sería igual, ya nada podía ser igual. ¡Jesús ha resucitado! Que para nosotros ya nada sea igual en nuestras vidas.

 ¡Feliz Pascua de Resurrección!




jueves, 29 de marzo de 2018

VIERNES SANTO

 Jn 18, 1-19, 42

En aquel tiempo Jesús salió con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto, y entraron allí él y sus discípulos. Judas, el traidor, conocía también el sitio, porque Jesús se reunía a menudo allí con sus discípulos. Judas entonces, tomando la patrulla y unos guardias de los sumos sacerdotes y de los fariseos, entró allá con faroles, antorchas y armas. Jesús, sabiendo todo lo que venía sobre él, se adelantó y les dijo: ¿A quién buscáis? 

 Le contestaron: A Jesús el Nazareno. 

Les dijo Jesús: Yo soy. 
Estaba también con ellos Judas, el traidor. Al decirles «Yo soy», retrocedieron y cayeron a tierra. Les preguntó otra vez: ¿A quién buscáis? 

 Ellos dijeron: A Jesús el Nazareno. 

Jesús contestó: Os he dicho que soy yo. Si me buscáis a mí, dejad marchar a éstos. 

Y así se cumplió lo que había dicho: «No he perdido a ninguno de los que me diste.» 

Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió al criado del sumo sacerdote, cortándole la oreja derecha. Este criado se llamaba Malco. Dijo entonces Jesús a Pedro: Mete la espada en la vaina. El cáliz que me ha dado mi Padre, ¿no lo voy a beber? 

La patrulla, el tribuno y los guardias de los judíos prendieron a Jesús, lo ataron y lo llevaron primero a Anás, porque era suegro de Caifás, sumo sacerdote aquel año, el que había dado a los judíos este consejo: «Conviene que muera un solo hombre por el pueblo.» Simón Pedro y otrodiscípulo seguían a Jesús. Ese discípulo era conocido del sumo sacerdote y entró con Jesús en el palacio del sumo sacerdote, mientras Pedro se quedó fuera a la puerta. Salió el otro discípulo, el conocido del sumo sacerdote, habló a la portera e hizo entrar a Pedro. La portera dijo entonces a Pedro: ¿No eres tú también de los discípulos de ese hombre? 

Él dijo: No lo soy. 

Los criados y los guardias habían encendido un brasero, porque hacía frío, y se calentaban. También Pedro estaba con ellos de pie, calentándose. El sumo sacerdote interrogó a Jesús acerca de sus discípulos y de la doctrina. Jesús le contestó: Yo he hablado abiertamente al mundo: yo he enseñado continuamente en la sinagoga y en el templo, donde se reúnen todos los judíos, y no he dicho nada a 
escondidas. ¿Por qué me interrogas a mí? Interroga a los que me han oído, de qué les he hablado. Ellos saben lo que he dicho yo. 

Apenas dijo esto, uno de los guardias que estaba allí le dio una bofetada a Jesús, diciendo: ¿Así contestas al sumo sacerdote? 

Jesús respondió: Si he faltado al hablar, muestra en qué he faltado;pero si he hablado como se 
debe, ¿por qué me pegas? Entonces Anás lo envió atado a Caifás, sumo sacerdote. 

Simón Pedro estaba de pie, calentándose, y le dijeron: ¿No eres tú también de sus discípulos? El lo negó diciendo: No lo soy. 

Uno de los criados del sumo sacerdote, pariente de aquel a quien Pedro le cortó la oreja, le dijo: ¿No te he visto yo con él en el huerto? Pedro volvió a negar, y en seguida cantó un gallo. 

Llevaron a Jesús de casa de Caifás al Pretorio. Era el amanecer y ellos no entraron en el Pretorio para no incurrir en impureza y poder así comer la Pascua. Salió Pilato afuera, adonde estaban ellos y dijo: ¿Qué acusación presentáis contra este hombre? 

Le contestaron: Si éste no fuera un malhechor, no te lo entregaríamos.  Pilato les dijo: Lleváoslo vosotros y juzgadlo según vuestra ley. 

Los judíos le dijeron: No estamos autorizados para dar muerte a nadie. Y así se cumplió lo que había dicho Jesús, indicando de qué muerte iba a morir. 

Entró otra vez Pilato en el Pretorio, llamó a Jesús y le dijo: ¿Eres tú el rey de los judíos? Jesús le contestó: ¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?  Pilato replicó: ¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí;¿qué has hecho? 

Jesús le contestó: Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría 
luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí.

Pilato le dijo: Conque, ¿tu eres rey ? Jesús le contestó: Tu lo dices: Soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo;para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz. 

Pilato le dijo: Y, ¿qué es la verdad? 

Dicho esto, salió otra vez adonde estaban los judíos y les dijo: Yo no encuentro en él ninguna culpa. Es costumbre entre vosotros que por Pascua ponga a uno en libertad. ¿Queréis que os suelte al rey de los judíos? Volvieron a gritar: A ése no, a Barrabás. (El tal Barrabás era un bandido.) 

Entonces Pilato tomó a Jesús y lo mandó azotar. Y los soldados trenzaron una corona de espinas, se la pusieron en la cabeza y le echaron por encima un manto color púrpura;y, acercándose a él, le decían: ¡Salve, rey de los judíos! Y le daban bofetadas. 

Pilato salió otra vez afuera y les dijo: Mirad, os lo saco afuera, para que sepáis que no encuentro en él ninguna culpa. Y salió Jesús afuera, llevando la corona de espinas y el manto color púrpura. Pilato les dijo: Aquí lo tenéis. 

Cuando lo vieron los sacerdotes y los guardias gritaron: ¡Crucifícalo, crucifícalo!  Pilato les dijo: Lleváoslo vosotros y crucificadlo, porque yo no encuentro culpa en él. 

Los judíos le contestaron: Nosotros tenemos una ley, y según esa ley tiene que morir, porque se ha 
declarado Hijo de Dios. Cuando Pilato oyó estas palabras, se asustó aún más y, entrando otra vez en el Pretorio, dijo a Jesús: ¿De dónde eres tú? 

Pero Jesús no le dio respuesta. Y Pilato le dijo: ¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para soltarte y autoridad para crucificarte? 

Jesús le contestó: No tendrías ninguna autoridad sobre mí si no te la hubieran dado de lo alto. Por 
eso el que me ha entregado a ti tiene un pecado mayor. Desde este momento Pilato trataba de soltarlo, pero los judíos gritaban: Si sueltas a ése, no eres amigo del César. Todo el que se declara rey está contra el César. 

Pilato entonces, al oír estas palabras, sacó afuera a Jesús y lo sentó en el tribunal, en el sitio que llaman «El Enlosado» (en hebreo Gábbata). Era el día de la Preparación de la Pascua, hacia el mediodía. Y dijo Pilato a los judíos: Aquí tenéis a vuestro Rey. 

Ellos gritaron: ¡Fuera, fuera;crucifícalo! Pilato les dijo: ¿A vuestro rey voy a crucificar? Contestaron los sumos sacerdotes: No tenemos más rey que al César. 

Entonces se lo entregó para que lo crucificaran. Tomaron a Jesús, y él, cargando con la cruz, salió al sitio llamado «de la Calavera» (que en hebreo se dice Gólgota), donde lo crucificaron;y con él a otros dos, uno a cada lado, y en medio, Jesús. Y Pilato escribió un letrero y lo puso encima de la cruz;en él estaba escrito: JESÚS EL NAZARENO, EL REY DE LOS JUDIOS. Leyeron el letrero muchos judíos, porque estaba cerca el lugar donde crucificaron a Jesús y estaba escrito en hebreo, latín y griego. 

Entonces los sumos sacerdotes de los judíos le dijeron a Pilato: No escribas «El rey de los judíos» sino «Este ha dicho: Soy rey de los judíos».  Pilato les contestó: Lo escrito, escrito está. 

Los soldados, cuando crucificaron a Jesús, cogieron su ropa, haciendo cuatro partes, una para cada soldado, y apartaron la túnica. Era una túnica sin costura, tejida toda de una pieza de arriba abajo. Y se dijeron: No la rasguemos, sino echemos a suertes a ver a quien le toca. Así se cumplió la Escritura: «Se repartieron mis ropas y echaron a suerte mi túnica.» Esto hicieron los soldados. 

Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre María la de Cleofás, y María la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su madre: Mujer, ahí tienes a tu hijo. 

Luego dijo al discípulo: Ahí tienes a tu madre. Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa. 

Después de esto, sabiendo Jesús que todo había llegado a su término, para que se cumpliera la Escritura dijo: Tengo sed. 

Había allí un jarro lleno de vinagre. Y, sujetando una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo, se la acercaron a la boca. Jesús, cuando tomó el vinagre dijo: Está cumplido. E, inclinando la cabeza, entregó el espíritu. 

Los judíos entonces, como era el día de la Preparación, para que no se quedaran los cuerpos en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día solemne, pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y que los quitaran. Fueron los soldados, le quebraron las piernas al primero y luego al otro que habían crucificado con él;pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados con la lanza le traspasó el costado y al punto salió sangre y agua. El que lo vio da testimonio y su testimonio es verdadero y él sabe que dice verdad, para que también vosotros creáis. 

Esto ocurrió para que se cumpliera la Escritura: «No le quebrarán un hueso»; y en otro lugar la Escritura dice: «Mirarán al que atravesaron.» 

Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo clandestino de Jesús por miedo a los judíos, pidió a Pilato que le dejara llevarse el cuerpo de Jesús. Y Pilato lo autorizó. El fue entonces y se llevó el cuerpo. Llegó también Nicodemo, el que había ido a verlo de noche, y trajo unas cien libras de una mixtura de mirra y áloe. 

Tomaron el cuerpo de Jesús y lo vendaron todo, con los aromas, según se acostumbra a enterrar entre los judíos. Había un huerto en el sitio donde lo crucificaron, y en el huerto un sepulcro nuevo donde nadie había sido enterrado todavía. Y como para los judíos era el día de la Preparación, y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús. 

VIERNES SANTO

Viernes de silencio, viernes de tristeza. Viernes de corazones helados ante la infinita incomprensión de la Muerte de Jesús.

Viernes de injusticia eterna, de miedo a contrariar a la multitud. De lanza clavada y sed calmada con vinagre.

Viernes de aromas a un cuerpo muerto. Viernes que, sin ellos saberlo, llevaría a la noticia más hermosa que jamás oirá la humanidad. 


miércoles, 28 de marzo de 2018

JUEVES SANTO. JUEVES DE FRATERNIDAD

 Jn 13, 1-15
Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo.
Estaban cenando, ya el diablo había suscitado en el corazón de Judas, hijo de Simón Iscariote, la intención de entregarlo; y Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, que venía de Dios y a Dios volvía, se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando una toalla, se la ciñe; luego echa agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a los discípulos, secándoselos con la toalla que se había ceñido.
Llegó a Simón Pedro, y éste le dijo: «Señor, ¿lavarme los pies tú a mi?».
Jesús le replicó: «Lo que yo hago tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde».
Pedro le dice: «No me lavarás los pies jamás».
Jesús le contestó: «Si no te lavo, no tienes parte conmigo».
Simón Pedro le dice: «Señor, no solo los pies, sino también las manos y la cabeza».
Jesús le dice: «Uno que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está limpio. También vosotros estáis limpios, aunque no todos».
Porque sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: «No todos estáis limpios».
Cuando acabó de lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo: «¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis "el Maestro" y "el Señor", y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros; os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis».

JUEVES SANTO. JUEVES DE FRATERNIDAD
Cena con amigos que sonaba a despedida. Prueba de humildad por parte de Jesús que sirvió a sus apóstoles hasta lavarles los pies.
Pan partido y repartido, vino de amor pisado hasta dar lo mejor de sí. Corazón de Jesús en carne viva, ardiendo de amor por nosotros.
La última noche quiso pasarla con sus amigos. Acompañémosle también nosotros en esta última noche y última cena al mejor de los amigos. Jueves de Eucaristía. Jueves de fraternidad. 


martes, 27 de marzo de 2018

MIÉRCOLES SANTO

Mt 26, 14-25
En aquel tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a los sumos sacerdotes y les propuso: «¿Qué estáis dispuestos a darme, si os lo entrego?»
Ellos se ajustaron con él en treinta monedas. Y desde entonces andaba buscando ocasión propicia para entregarlo.
El primer día de los Ácimos se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron: «¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?»
Él contestó:«ld a la ciudad, a casa de quien vosotros sabéis y decidle: "El Maestro dice: Mi hora está cerca; voy a celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos"».
Los discípulos cumplieron las instrucciones de Jesús y prepararon la Pascua.
Al atardecer se puso a la mesa con los Doce. Mientras comían dijo: «En verdad os digo que uno de vosotros me va a entregar».
Ellos, muy entristecidos, se pusieron a preguntarle uno tras otro: «¿Soy yo acaso, Señor?»
Él respondió: «El que ha metido conmigo la mano en la fuente, ése me va a entregar. El Hijo del hombre se va como está escrito de él; pero, ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre es entregado!, más le valdría a ese hombre no haber nacido».
Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar: «¿Soy yo acaso, Maestro?»
Él respondió: «Tú lo has dicho».

MIÉRCOLES SANTO
Jesús mandó a sus discípulos a que prepararan la Pascua. Y sabía que uno de ellos le entregaría, que le vendería, que haría negocio con Él.
Judas no sabía que Dios lo amaba inmensamente, que la Misericordia de Jesús no se agota nunca, que el Corazón de Dios está loco de amor por nosotros.
Miércoles santo, miércoles de traición. Tristeza y corazón abierto. Miradas entre Judas y Jesús que se clavan en sus corazones. 



lunes, 26 de marzo de 2018

MARTES SANTO

Juan 13, 21-33. 36-38
En aquel tiempo, estando Jesús a la mesa con sus discípulos, se turbó en su espíritu y dio testimonio diciendo: «En verdad, en verdad os digo: uno de vosotros me va a entregar».
Los discípulos se miraron unos a otros perplejos, por no saber de quién lo decía.
Uno de ellos, el que Jesús amaba, estaba reclinado a la mesa en el seno de Jesús. Simón Pedro le hizo señas para que averiguase por quién lo decía.
Entonces él, apoyándose en el pecho de Jesús, le preguntó: «Señor, ¿quién es?».
Le contestó Jesús: «Aquel a quien yo le dé este trozo de pan untado».
Y, untando el pan, se lo dio a Judas, hijo de Simón el Iscariote.
Detrás del pan, entró en él Satanás. Entonces Jesús le dijo: «Lo que vas hacer, hazlo pronto».
Ninguno de los comensales entendió a qué se refería. Como Judas guardaba la bolsa, algunos suponían que Jesús le encargaba comprar lo necesario para la fiesta o dar algo a los pobres.
Judas, después de tomar el pan, salió inmediatamente. Era de noche.
Cuando salió, dijo Jesús: «Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él. Si Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo glorificará. Hijitos, me queda poco de estar con vosotros. Me buscaréis, pero lo que dije a los judíos os lo digo ahora a vosotros: "Donde yo voy, vosotros no podéis ir"»
Simón Pedro le dijo: «Señor, ¿a dónde vas?».
Jesús le respondió: «Adonde yo voy no me puedes seguir ahora, me seguirás más tarde».
Pedro replicó: «Señor, ¿por qué no puedo seguirte ahora? Daré mi vida por ti».
Jesús le contestó: «¿Con que darás tu vida por mí? En verdad, en verdad te digo: no cantará el gallo antes de que me hayas negado tres veces».

MARTES SANTO
Era de noche. Parece que el evangelista Juan quisiera poner una nota de tristeza en el relato de la Pasión. La noche es oscuridad.
Noche en la que muchas veces nos vemos inmersos en medio de las contrariedades de la vida. Noche en la que no vemos, ni siquiera a Jesús.
Pero Él es la Luz, Él brilla en nosotros cuando damos la vida por los demás, como Jesús hizo. Martes en el que podemos, también nosotros, ser Luz. 


domingo, 25 de marzo de 2018

LUNES SANTO

Jn 12, 1-11
Seis días antes de la Pascua, fue Jesús a Betania, donde vivía Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos. Allí le ofrecieron una cena; Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban con él a la mesa.
María tomó una libra de perfume de nardo, auténtico y costoso, le ungió a Jesús los pies y se los enjugó con su cabellera. Y la casa se llenó de la fragancia del perfume.
Judas Iscariote, uno de sus discípulos, el que lo iba a entregar, dice: «¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios para dárselos a los pobres?».
Esto lo dijo, no porque le importasen los pobres, sino porque era un ladrón; y como tenía la bolsa, se llevaba de lo que iban echando.
Jesús dijo: «Déjala; lo tenía guardado para el día de mi sepultura; porque a los pobres los tenéis siempre con vosotros, pero a mí no siempre me tenéis».
Una muchedumbre de judíos se enteró de que estaba allí y fueron, no sólo por Jesús, sino también para ver a Lázaro, al que había resucitado de entre los muertos.
Los sumos sacerdotes decidieron matar también a Lázaro, porque muchos judíos, por su causa, se les iban y creían en Jesús.

LUNES SANTO
Seis días antes de la Pascua, sabiendo Jesús lo que le esperaba, quiso visitar a sus amigos en Betania y pasar un buen rato con ellos. Marta le servía.
Allí le ungieron con un perfume caro. Y ante quien, hipócritamente, reprochó este gesto, Jesús alabó este regalo. A los pobres los tendremos siempre. dijo.
Jesús se preparaba a su Pasión y quiso hacerlo con sus amigos.  Lunes de nostalgia que suena a despedida. Lunes de amistad, lunes santo, lunes de Betania.




DOMINGO DE RAMOS EN LA PASIÓN DEL SEÑOR

Mc 15, 1-39
Apenas se hizo de día, los sumos sacerdotes, con los ancianos, los escribas y el Sanedrín en pleno, se reunieron, Y. atando a Jesús, lo llevaron y lo entregaron a Pilato.
Pilato le preguntó: «¿Eres tú el rey de los judíos?»
Él respondió: «Tú lo dices»
Y los sumos sacerdotes lo acusaban de muchas cosas.
Pilato le preguntó de nuevo: «¿No contestas nada? Mira cuántos cargos presentan contra ti»
Jesús no contestó más; de modo que Pilato estaba muy extrañado. Por la fiesta solía soltarse un preso, el que le pidieran. Estaba en la cárcel un tal Barrabás, con los revoltosos que habían cometido un homicidio en la revuelta. La gente subió y empezó a pedir el indulto de costumbre.
Pilato les contestó. «¿Queréis que os suelte al rey de los judíos?»
Pues sabía que los sumos sacerdotes se lo habían entregado por envidia.
Pero los sumos sacerdotes soliviantaron a la gente para que pidieran la libertad de Barrabás.
Pilato tomó de nuevo la palabra y les preguntó: «¿Qué hago con el que llamáis rey de los judíos?»
 Ellos gritaron de nuevo: «¡Crucifícalo!»
Pilato les dijo: «Pues ¿qué mal ha hecho?»
 Ellos gritaron más fuerte: «¡Crucifícalo!»
Y Pilato, queriendo dar gusto a la gente, les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotarlo, lo entregó para que lo crucificaran.
Los soldados se lo llevaron al interior del palacio -al pretorio- y reunieron a toda la compañía. Lo vistieron de púrpura, le pusieron una corona de espinas, que habían trenzado, y comenzaron a hacerle el saludo: «¡Salve, rey de los judíos!»
 Le golpearon la cabeza con una caña, le escupieron; y, doblando las rodillas, se postraban ante él.
Terminada la burla, le quitaron la púrpura y le pusieron su ropa. Y lo sacaron para crucificarlo.
Pasaba uno que volvía del campo, Simón de Cirene, el padre de Alejandro y de Rufo; y lo obligan a llevar la cruz. 
Era media mañana cuando lo crucificaron. En el letrero de la acusación estaba escrito: «El rey de los judíos.» Crucificaron con él a dos bandidos, uno a su derecha y otro a su izquierda.
Los que pasaban lo injuriaban, meneando la cabeza y diciendo: «¡Anda!, tú que destruías el templo y lo reconstruías en tres días, sálvate a ti mismo bajando de la cruz»
Los sumos sacerdotes con los escribas se burlaban también de él, diciendo:  «A otros ha salvado, y a sí mismo no se puede salvar. Que el Mesías, el rey de Israel, baje ahora de la cruz, para que lo veamos y creamos.»
También los que estaban crucificados con él lo insultaban.
 Al llegar el mediodía, toda la región quedó en tinieblas hasta la media tarde. Y, a la media tarde, Jesús clamó con voz potente: «Eloí, Eloí, lemá sabaqtaní», que significa:«Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»
Algunos de los presentes, al oírlo, decían: «Mira, está llamando a Elías».
Y uno echó a correr y, empapando una esponja en vinagre, la sujetó a una caña, y le daba de beber, diciendo: «Dejad, a ver si viene Elías a bajarlo»
Y Jesús, dando un fuerte grito, expiró.
El velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo.
El centurión, que estaba enfrente, al ver cómo había expirado, dijo:
«Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios».

DOMINGO DE RAMOS
Comienza la semana más importante para los cristianos. Celebramos la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo. Pasión y Muerte con mayúsculas, porque fueron las de Jesús.
Hoy es una fiesta de alegría y gloria, de celebración por la llegada de Jesús a Jerusalén, humilde, sobre un asno. En unos días la alegría se convertirá en tristeza y penitencia para luego resucitar. El "Hosanna" de hoy será un" Crucifícale".
Y en este camino, debemos acompañar a Jesús, estar junto a Él, vivirlo junto a Él. Padecer, morir y resucitar con Él. Alcemos hoy nuestros ramos de alegría, sin olvidar alzar también nuestros hombros para ayudarle a soportar la Cruz. 


viernes, 23 de marzo de 2018

OS CONVIENE QUE UNO MUERA

Jn 11, 45-57
En aquél tiempo, muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él. Pero algunos acudieron a los fariseos y les contaron lo que había hecho Jesús.
Los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron el Sanedrín y dijeron: «¿Qué hacemos? Este hombre hace muchos signos. Si lo dejamos seguir, todos creerán en él, y vendrán los romanos y nos destruirán el lugar santo y la nación».
Uno de ellos, Caifás, que era sumo sacerdote aquel año, les dijo: «Vosotros no entendéis ni palabra; no comprendéis que os conviene que uno muera por el pueblo, y que no perezca la nación entera».
Esto no lo dijo por propio impulso, sino que, por ser sumo sacerdote aquel año, habló proféticamente, anunciando que Jesús iba a morir por la nación; y no sólo por la nación, sino también para reunir a los hijos de Dios dispersos.
Y aquel día decidieron darle muerte. Por eso Jesús ya no andaba públicamente entre los judíos, sino que se retiró a la región vecina al desierto, a una ciudad llamada Efraín, y pasaba allí el tiempo con los discípulos.
Se acercaba la Pascua de los judíos, y muchos de aquella región subían a Jerusalén, antes de la Pascua, para purificarse. Buscaban a Jesús y, estando en el templo, se preguntaban: «¿Qué os parece? ¿Vendrá a la fiesta?»
Los sumos sacerdotes y fariseos habían mandado que el que se enterase de dónde estaba les avisara para prenderlo.

DECIDIERON DARLE MUERTE
Los acontecimientos de la vida de Jesús se precipitan. Sus enemigos planean quitarle de en medio y darle muerte.
Era incómodo para ellos, les decía la verdad, ponía sus errores ante ellos y eso no les gustaba. En vez de plantearse cambiar y convertirse se revolvieron ante el Señor del mundo.
Pensaron en matar al autor de la vida, quitar la vida al que se la dio a todos ellos, callar al que es la Palabra. Decidieron darle muerte.


jueves, 22 de marzo de 2018

CREED A LAS OBRAS

Jn 10,31-42
En aquel tiempo, los judíos agarraron piedras para apedrear a Jesús.
Él les replicó: «Os he hecho ver muchas obras buenas por encargo de mi Padre: ¿por cuál de ellas me apedreáis?».
Los judíos le contestaron: «No te apedreamos por una obra buena, sino por una blasfemia: porque tú, siendo un hombre, te haces Dios».
Jesús les replicó: «¿No está escrito en vuestra ley: "Yo os digo: sois dioses"? Si la Escritura llama dioses a aquellos a quienes vino la Palabra de Dios., y no puede fallar la Escritura, a quien el Padre consagró y envió al mundo, ¿decís vosotros: “¡Blasfemas!” Porque he dicho: “Soy Hijo de Dios”? Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis, pero si las hago, aunque no me creáis a mí, creed a las obras, para que comprendáis y sepáis que el Padre está en mí, y yo en el Padre».
Intentaron de nuevo detenerlo, pero se les escabulló de las manos. Se marchó de nuevo al otro lado del Jordán, al lugar donde antes había bautizado Juan, y se quedó allí.
Muchos acudieron a él y decían: «Juan no hizo ningún signo; pero todo lo que Juan dijo de este era verdad».
Y muchos creyeron en él allí.

VIERNES DE DOLORES
Hoy es un viernes especial. Viernes de Dolores. La Semana Santa está ya aquí y el evangelio nos habla de blasfemias y apedreamientos.
Jesús sabía que su Pasión se acercaba y que sus contemporáneos hacían poco caso a sus palabras. Por eso dijo: Creed a las obras.
Y su mayor obra fue la Cruz. Atendamos a lo que nos dijo muriendo allí por nosotros. 


miércoles, 21 de marzo de 2018

YO SOY

Juan 8,51-59
En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: «En verdad, en verdad os digo: quien guarda mi palabra no verá la muerte para siempre».
Los judíos le dijeron: «Ahora vemos claro que estás endemoniado; Abrahán murió, los profetas también, ¿y tú dices: "Quien guarde mi palabra no gustará la muerte para siempre"? ¿Eres tú más que nuestro padre Abrahán, que murió? También los profetas murieron, ¿por quién te tienes?».
Jesús contestó: «Si yo me glorificara a mi mismo, mi gloria no valdría nada. El que me glorifica es mi Padre, de quien vosotros decís: "Es nuestro Dios", aunque no lo conocéis. Yo sí lo conozco, y si dijera: "No lo conozco" sería, como vosotros, un embustero; pero yo lo conozco y guardo su palabra. Abrahán, vuestro padre, saltaba de gozo pensando ver mi día; lo vio, y se llenó de alegría».
Los judíos le dijeron: «No tienes todavía cincuenta años, ¿y has visto a Abrahán?»
Jesús les dijo: «En verdad, en verdad os digo: antes de que Abrahán existiera, yo soy».
Entonces cogieron piedras para tirárselas, pero Jesús se escondió y salió del templo.

QUIEN GUARDA MI PALABRA
Estamos en los últimos días antes de la Pascua y la tensión entre Jesús y los judíos era evidente. Los diálogos que nos ofrece la Escritura así nos lo demuestra.
Hoy nos dice Jesús que quien guarda su palabra no verá la muerte para siempre. Y esto enfadó a los que lo oían. Se comparaba a Dios y se hacía Dios.
Él lo era, pero ellos no lo creían. Jesús, Dios y hombre, Palabra hecha carne les estaba hablando. lo estaban viendo y no lo creían. Por eso, guardemos su Palabra, para ofrecerla al mundo y que el mundo lo conozca.


martes, 20 de marzo de 2018

LA VERDAD OS HARÁ LIBRES

Juan 8, 31-42
En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos que habían creído en él: «Si permanecéis en mi palabra, seréis de verdad discípulos míos; conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.»
Le replicaron: «Somos linaje de Abrahán y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: "Seréis libres"?».
Jesús les contestó: «En verdad, en verdad os digo: todo el que comete pecado es esclavo. El esclavo no se queda en la casa para siempre, el hijo se queda para siempre. Y si el Hijo os hace libres, seréis realmente libres. Ya sé que sois linaje de Abrahán; sin embargo, tratáis de matarme, porque mi palabra no cala en vosotros. Yo hablo de lo que he visto junto a mi Padre, pero vosotros hacéis lo que le habéis oído a vuestro padre».
Ellos replicaron: «Nuestro padre es Abrahán».
Jesús les dijo: «Si fuerais hijos de Abrahán, haríais lo que hizo Abrahán. Sin embargo, tratáis de matarme a mí, que os he hablado de la verdad que le escuché a Dios, y eso no lo hizo Abrahán. Vosotros hacéis lo que hace vuestro padre».
Le replicaron: «Nosotros no somos hijos de prostitución; tenemos un solo padre: Dios».
Jesús les contestó: «Si Dios fuera vuestro padre, me amaríais, porque yo salí de Dios, y he venido. Pues no he venido por mi cuenta, sino que él me envió».

OS HE HABLADO DE LA VERDAD
Jesús es el Verdadero, el Veraz. Nunca nos mintió, nunca quiso engañarnos ni en lo que hizo ni en lo que dijo. Coherente hasta el fin en su compromiso con nosotros.
Nos lo dijo: Él es la Verdad y la verdad nos hará libres. La verdad tiene mucho que ver con la libertad. Cuanto más libres, más verdaderos y cuanto más verdaderos, más libres.
Nosotros debemos ser verdaderos y dar testimonio de la verdad, que es Cristo. Veraces y verdaderos, así seguiremos más de cerca al Maestro.


lunes, 19 de marzo de 2018

YO SOY

Jn 8, 21-30
En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos: «Yo me voy y me buscaréis, y moriréis por vuestro pecado. Donde yo voy no podéis venir vosotros».
Y los judíos comentaban: «¿Será que va a suicidarse, y por eso dice: "Donde yo voy no podéis venir vosotros"?».
Y él les dijo: «Vosotros sois de aquí abajo, yo soy de allá arriba: vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo. Con razón os he dicho que moriréis en vuestros pecados: pues, si no creéis que “Yo soy”, moriréis en vuestros pecados».
Ellos le decían: «¿Quién eres tú?».
Jesús les contestó: «Lo que os estoy diciendo desde el principio. Podría decir y condenar muchas cosas en vosotros; pero el que me ha enviado es veraz, y yo comunico al mundo lo que he aprendido de él».
Ellos no comprendieron que les hablaba del Padre.
Y entonces dijo Jesús: «Cuando levantéis en alto al Hijo del hombre, sabréis que “Yo soy”, y que no hago nada por mi cuenta, sino que hablo como el Padre me ha enseñado. El que me envió está conmigo, no me ha dejado solo; porque yo hago siempre lo que le agrada».
Cuando les exponía esto, muchos creyeron en él.

ME BUSCARÉIS
Decía san Agustín que la oración era una búsqueda contínua. Buscar a Dios para encontrarlo y cuando lo encontremos, seguir buscándolo.
Buscar a Dios, buscar al Señor. Nuestra vida se pierde sin Dios, sin su Palabra, sin su Corazón. Buscar al Señor de la vida debe ser nuestro objetivo.
Y Dios se deja encontrar cuando lo buscamos de verdad.


domingo, 18 de marzo de 2018

SOLEMNIDAD DE SAN JOSÉ, ESPOSO DE LA VIRGEN MARÍA

Mt 1, 16. 18-21. 24a
Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo.
El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera:
María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.
José, su esposo, que era justo y no quería difamarla, decidió repudiarla en privado. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo:
«José, hijo de David, no tengas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados».
Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor.

ERA JUSTO
Hoy celebramos a san José, el esposo de la Virgen María. Y quizá la mayor lección que podemos aprender de Él es que era justo.
La justicia muchas veces se confunde con la intransigencia, pero en esta ocasión ser "justo" se refiere a ser recto, santo, agradable a Dios.
Así debemos ser nosotros, rectos, coherentes con nuestra fe. Tenemos un buen ejemplo en el encargado de cuidar a Jesús y a su Madre: José, el justo.


sábado, 17 de marzo de 2018

V DOMINGO DE CUARESMA

Jn 12,20-33
En aquel tiempo, entre los que habían venido a celebrar la fiesta había algunos griegos; éstos, acercándose a Felipe, el de Betsaida de Galilea, le rogaban: «Señor, queremos ver a Jesús».
Felipe fue a decírselo a Andrés; y Andrés y Felipe fueron a decírselo a Jesús.
Jesús les contestó: «Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del hombre.
En verdad, en verdad os digo: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto. El que se ama a sí mismo se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se guardará para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre lo honrará.
Ahora mi alma está agitada, y ¿qué diré?: Padre, líbrame de esta hora. Pero si por esto he venido, para esta hora. Padre, glorifica tu nombre».
Entonces vino una voz del cielo: «Lo he glorificado y volveré a glorificarlo».
La gente que estaba allí y lo oyó, decía que había sido un trueno; otros decían que le había hablado un ángel.
Jesús tomó la palabra y dijo: «Esta voz no ha venido por mí, sino por vosotros. Ahora va a ser juzgado el mundo; ahora el príncipe de este mundo va a ser echado fuera. Y cuando yo sea elevado sobre la tierra atraeré a todos hacia mí».
Esto lo decía dando a entender la muerte de que iba a morir.

EL GRANO QUE CAE EN TIERRA Y MUERE
Ya se van acercando los días en los que celebramos la Pasión y Muerte de Jesús y Él mismo nos habla del grano que debe morir para dar fruto.
Grano de trigo enterrado y entregado que fecunda la tierra y da fruto abundante. Así fue Jesús, así fue su Muerte fecunda.
Demos también nosotros fruto al caer en tierra y morir de alguna manera cada día. Que nuestras "muertes" diarias sean fuente de vida para nuestros hermanos.