domingo, 30 de septiembre de 2018

EL MÁS IMPORTANTE

Lc 9, 46-50
En aquel tiempo, se suscitó entre los discípulos una discusión sobre quién sería el más importante.
Entonces Jesús, conociendo los pensamientos de sus corazones, tomó de la mano a un niño, lo puso a su lado y les dijo: «El que acoge a este niño en mi nombre, me acoge a mí; y el que me acoge a mí, acoge al que me ha enviado. Pues el más pequeño de vosotros es el más importante».
Entonces Juan tomó la palabra y dijo:
«Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre y se lo hemos prohibido, porque no anda con nosotros».
Jesús le respondió:
«No se lo impidáis: el que no está contra vosotros, está a favor vuestro».

NO ANDA CON NOSOTROS
Los discípulos riñeron a uno que expulsaba demonios en nombre de Jesús porque "no andaba con ellos", no era de su grupo, no era de los suyos.
¡Cuántas veces hacemos nosotros ese tipo de distinciones! "Es que es de este grupo o del otro que no tiene nada que ver con el mío..."
Lo que importa, lo único que importa es hacer el bien. Ser buenos, como nuestro Padre es bueno y misericordiosos como Él. Lo demás es secundario. 


XXVI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

Mc 9, 38-43. 45. 47-48
En aquel tiempo, Juan dijo a Jesús:
«Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no viene con nosotros».
Jesús respondió:
«No se lo impidáis, porque quien hace un milagro en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros está a favor nuestro.
Y el que os dé a beber un vaso de agua porque sois de Cristo, en verdad os digo que no se quedará sin recompensa. El que escandalice a uno de estos pequeñuelos que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar. Si tu mano te induce a pecar, córtatela: más te vale entrar manco en la vida, que ir con las dos manos a la “gehenna”, al fuego que no se apaga.
Y, si tu pie te hace pecar, córtatelo: más te vale entrar cojo en la vida, que ser echado con los dos pies a la “gehenna.”
Y, si tu ojo te induce a pecar, sácatelo: más te vale entrar tuerto en el reino de Dios, que ser echado con los dos ojos a la “gehenna”, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga».

UN VASO DE AGUA
Un vaso de agua no significa nada. Es poco más que nada. Sin embargo en el Evangelio de hoy le dan mucha importancia. Quien dé un vaso de agua en nombre de Jesús estará haciendo algo grande.
Y es que, a veces, en verdad muchas veces, lo grande no depende de lo que se ve, sino de lo que un gesto pequeño significa.
Un vaso de agua no significa nada, pero pasado por el tamiz del servicio, de la caridad, de la misericordia es el tesoro más grande que nos encontraremos en el Cielo.




viernes, 28 de septiembre de 2018

SANTOS ARCÁNGELES MIGUEL, GABRIEL Y RAFAEL

Jn 1, 47-51
En aquel tiempo, vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: «Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño».
Natanael le contesta: «¿De qué me conoces?»
Jesús le responde: «Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi».
Natanael respondió: «Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel».
Jesús le contestó: «¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores».
Y le añadió: «En verdad, en verdad os digo: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre».

¿DE QUÉ ME CONOCES?
En la Fiesta litúrgica de los santos arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael el evangelio nos presenta a Natanael haciendo una pregunta a Jesús: "¿De qué me conoces?"
Y me imagino a Jesús riéndose por dentro. Él, que es el Hijo de Dios, segunda Persona de la Santísima Trinidad, venido en carne a nosotros es el que más nos conoce.
Nos conoce hasta el mínimo detalle, por eso es el que más nos ama. Porque aun sabiendo cómo somos dio su vida por nosotros. 

jueves, 27 de septiembre de 2018

EL MESÍAS DE DIOS

Lc 9, 18-22
Una vez que Jesús estaba orando solo, lo acompañaban sus discípulos y les preguntó: «¿Quién dice la gente que soy yo?»
Ellos contestaron: «Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros dicen que ha resucitado uno de los antiguos profetas».
Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?».
Pedro respondió: «El Mesías de Dios».
Él les prohibió terminantemente decírselo a nadie porque decía:
«El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día».

ELLOS CONTESTARON
El evangelio de hoy nos interpela hasta lo más profundo. "¿Quién dice la gente que soy yo? ¿Y vosotros quién decís que soy yo?"
Y los discípulos contestaron. Nosotros también debemos contestar. Y contestar desde lo hondo del corazón, pues de otra manera no podemos contestar al que es el Amor.
¿Quién es Jesús para nosotros? ¿Quién es para nuestro corazón? Y responder con coherencia para vivir nuestro cristianismo con coherencia.



miércoles, 26 de septiembre de 2018

EL TETRARCA HERODES

Lc 9, 7-9
En aquel tiempo, el tetrarca Herodes se enteró de lo que pasaba y no sabía a qué atenerse, porque unos decían que Juan había resucitado de entre los muertos; otros en cambio, que había aparecido Elías, y otros que había vuelto a la vida uno de los antiguos profetas.
Herodes se decía: «A Juan lo mandé decapitar yo. ¿Quién es éste de quien oigo semejantes cosas?».
Y tenía ganas de verlo.

TENÍA GANAS DE VERLO
Muchas veces los no creyentes nos dan lecciones sobre el trato que tenemos con Dios. Herodes, nos dice el evangelio de hoy, tenía ganas de ver a Jesús.
¿Nosotros tenemos ganas de ver a Jesús siempre, con intensidad? Quizá lo tenemos delante y no lo vemos, quizá Él se presenta de maneras que podamos verle.
Como en un hermano herido en su dignidad, una persona que precisa de nosotros cualquier cosa, como escucharlo, un abrazo, una sonrisa... Así veremos a Jesús.


martes, 25 de septiembre de 2018

LOS ENVIÓ A PROCLAMAR EL REINO DE DIOS

Lc 9, 1-6
En aquel tiempo, habiendo convocado Jesús a los Doce, les dio poder y autoridad sobre toda clase de demonios y para curar enfermedades.
Luego los envió a proclamar el reino de Dios y a curar a los enfermos, diciéndoles: «No llevéis nada para el camino: ni bastón ni alforja, ni pan ni dinero; tampoco tengáis dos túnicas cada uno.
Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio.
Y si algunos no os recibe, al salir de aquel pueblo sacudíos el polvo de los pies, como testimonio contra ellos».
Se pusieron en camino y fueron de aldea en aldea, anunciando la Buena Noticia y curando en todas partes.

CURANDO EN TODAS PARTES
Jesús envió a los Doce a proclamar en Reino, anunciar la Buena Noticia y curar en todas partes. Si lo hiciéramos así, estaríamos siendo apóstoles.
Proclamar y curar. También nosotros podemos curar en todas partes. Curar heridas del alma y del corazón con la Palabra y la ternura.
Presentar a Dios como el médico del que siempre precisamos para curar el alma, eso también es evangelizar. Evangelicemos curando.


TU MADRE Y TUS HERMANOS

Lc 8, 19-21
En aquel tiempo, vinieron a Jesús su madre y sus hermanos, pero con el gentío no lograban llegar hasta él.
Entonces le avisaron: «Tu madre y tus hermanos están fuera y quieren verte».
Él respondió diciéndoles: «Mi madre y mis hermanos son estos: los que escuchan la Palabra de Dios. y la cumplen».

QUIEREN VERTE
Los contemporáneos de Jesús, el gentío, quería ver a Jesús. Muchos por curiosidad, otros por envidia y muchos por verdadero seguimiento.
Quizá como hoy. Jesús genera curiosidad, envidias, pero sobre todo ganas de seguirle. ¿A qué estamos dispuestos cuando seguimos a Jesús?
No hay excusas, seguirle es imitarle, como decía san Agustín. Queremos verlo, queremos seguirle con todo nuestro corazón y nuestra vida. 

domingo, 23 de septiembre de 2018

EN EL CANDELERO

Lc 8, 16-18
En aquel tiempo, dijo Jesús al gentío:
«Nadie que ha encendido una lámpara, la tapa con una vasija o lo mete debajo de la cama, sino que la pone en el candelero para que los que entren vena la luz.
Pues nada hay oculto que no llegue a descubrirse ni nada secreto que no llegue a saberse y hacerse público.
Mirad, pues, cómo oís, pues al que tiene se le dará y al que no tiene se le quitará hasta lo que cree tener».

NADIE QUE HA ENCENDIDO UNA LÁMPARA, LA TAPA
Lo dijo Jesús: somos luz para el mundo. Y la luz ilumina, clarea el camino oscuro y da calor. Así debemos ser los cristianos, enviados al mundo para ser luz.
Y esa lámpara que arde en nuestro interior debe ser conocida por todos, no debemos taparla y tenerla escondida. Al contrario, nuestra misión es dar a conocer el origen de esa luz.
Y ese origen es Dios. No queda otra que ofrecer al mundo lo magnífico del seguimiento de Cristo y la vocación de servicio a la que hemos sudo llamados. Así seremos luz. 


sábado, 22 de septiembre de 2018

XXV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

Mc 9, 30-37
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos atravesaron Galilea; no quería que nadie se enterase, porque iba instruyendo a sus discípulos.
Les decía: «El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán; y, después de muerto, a los tres días resucitará».
Pero no entendían lo que decía, y les daba miedo preguntarle.
Llegaron a Cafarnaún, y, una vez en casa, les preguntó «¿De qué discutíais por el camino?».
Ellos callaban, pues por el camino habían discutido quién era el más importante.
Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo: «Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos».
Y tomando un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo: «El que acoge a un niño como este en mi nombre, me acoge a mí; y el que me acoge a mí, no me acoge a mí, sino al que me ha enviado».

LOS NIÑOS
En este domingo el evangelio nos habla de acoger a los pequeños en su nombre, puesto que los discípulos discutían por el camino quién era el más importante. Y el más importante, para Jesús, es el más "pequeño", el más humilde. 
En su carta nos dice Santiago, que donde hay envidia y rivalidad no aparece Dios por ningún lado. En cambio, la misericordia y la humildad hablan a gritos de Dios. Jesús alabó siempre la humildad y con ella llegamos a su Corazón. 
El Señor sostiene la vida del justo, Dios es nuestro auxilio, como proclama el salmo de hoy. Y es nuestro auxilio en la medida que somos humildes para pedirle que nos acoja bajo sus alas como un águila a sus polluelos. Pidámosle humildad para estar cada día más cerca de su Corazón. 


LA SEMILLA

Lc 8, 4-15
En aquel tiempo, habiéndose reunido una gran muchedumbre y gente que salía de toda la ciudad, dijo Jesús esta parábola:
«Salió el sembrador a sembrar su semilla.
Al sembrarla, algo cayó al borde del camino, lo pisaron, y los pájaros del cielo se lo comieron.
Otro parte cayó en terreno pedregoso y, después de brotar, se secó por falta de humedad.
Otro parte cayó entre abrojos, y los abrojos, creciendo al mismo tiempo, lo ahogaron.
El otra parte cayó en tierra buena y, después de brotar, dio fruto al ciento por uno».
Dicho esto, exclamó: «El que tenga oídos para oír, que oiga».
Entonces le preguntaron los discípulos qué significa esa parábola.
Él dijo: «A vosotros se os ha otorgado conocer los misterios del reino de Dios; pero a los demás, en parábolas, “para que viendo no vean y oyendo no entiendan”.
El sentido de la parábola es éste: la semilla es la Palabra de Dios.
Los del borde del camino son los que escuchan, pero luego viene el diablo y se lleva la palabra de sus corazones, para que no crean y se salven.
Los del terreno pedregoso son los que, al oír, reciben la palabra con alegría, pero no tienen raíz; son los que por algún tiempo creen, pero en el momento de la prueba fallan.
Lo que cayó entre abrojos son los que han oído, pero, dejándose llevar por los afanes, riquezas y placeres de la vida, se quedan sofocados y no llegan a dar fruto maduro.
Lo de la tierra buena son los que escuchan la palabra con un corazón noble y generoso, lo guardan y dan fruto perseverancia».

TIERRA BUENA
El sembrador salió a sembrar, como dice la parábola de hoy, y solo lo que cayó en tierra buena dio el ciento por uno.
Hoy el Sembrador sigue saliendo a sembrar en nuestro corazón, a cada momento, a cada instante, esperando encontrar siempre tierra buena en la que caiga la semilla.
¿Siempre encuentra nuestro corazón dispuesto para sembrar en él? ¿Siempre estamos atentos a lo que Dios quiera para nosotros? Seamos tierra buena y dejémonos hacer por Dios. 


jueves, 20 de septiembre de 2018

SAN MATEO

Mt 9, 9-13
En aquel tiempo, al pasar vio Jesús a un hombre llamado Mateo sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: «Sígueme».
Él se levantó y lo siguió.
Y estando en la casa, sentado en la mesa, muchos publicanos y pecadores, que habían acudido, se sentaban con Jesús y sus discípulos.
Los fariseos, al verlo, preguntaron a los discípulos: «¿Cómo es que vuestro maestro come con publicanos y pecadores?».
Jesús lo oyó y dijo: «No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Andad, aprended lo que significa "Misericordia quiero y no sacrificio": que no he venido a llamar a justos, sino a los pecadores».

SE LEVANTÓ Y LO SIGUIÓ
Hoy celebramos a san Mateo, el cobrador de impuestos al que el Señor eligió para ser apóstol. Todos somos aptos para predicar la Palabra y nos lo demuestra el evangelio de hoy.
Mateo, al ser interpelado por Jesús se levantó y le siguió. Dios nos llama en nuestro puesto de trabajo, en nuestra actividad diaria, sentados en la desidia de una vida sin horizonte.
Pero Jesús se hace presente y nos hace levantarnos para comenzar una vida de pleno sentido en su seguimiento. Su llamada transforma.


EN CASA DE UN FARISEO

Lc 7, 36-50
En aquel tiempo, un fariseo rogaba a Jesús que fuera a comer con él y, entrando en casa del fariseo, se recostó a la mesa. En esto, una mujer que había en la ciudad, una pecadora, al enterarse de que estaba comiendo en casa del fariseo, vino trayendo un frasco de alabastro lleno de perfume y, colocándose detrás junto a sus pies, llorando, se puso a regarle los pies con las lágrimas, se los enjugaba con los cabellos de sus cabeza, los cubría de besos y se los ungía con el perfume. Al ver esto, el fariseo que lo había invitado se dijo: «Si este fuera profeta, sabría quién y qué clase de mujer el la que lo está tocando, pues es una pecadora».
Jesús respondió y le dijo: «Simón, tengo algo que decirte».
Él respondió: «Dímelo, maestro».
Jesús le dijo: «Un prestamista tenía dos deudores; uno le debía quinientos denarios y el otro cincuenta. Como no tenían con qué pagar, los perdonó a los dos. ¿Cuál de los dos lo amará más?».
Respondió Simón y dijo: «Supongo que aquel a quien le perdonó más».
Le dijo Jesús: «Has juzgado rectamente».
Y, volviéndose a la mujer, dijo a Simón: «¿Ves a esta mujer? He entrado en tu casa y no me has dado agua para los pies; ella, en cambio, me ha regado los pies con sus lágrimas y me los ha enjugado con sus cabellos. Tú no me diste el beso de paz; ella, en cambio, desde que entré, no ha dejado de besarme los pies. Tú no me ungiste la cabeza con ungüento; ella, en cambio, me ha ungido los pies con perfume. Por eso te digo: sus muchos pecados han quedado perdonados, porque ha amado mucho, pero al que poco se le perdona, ama poco».
Y a ella le dijo: « Han quedado perdonados tus pecados».
Los demás convidados empezaron a decir entre ellos: «¿Quién es este, que hasta perdona pecados?».
Pero él dijo a la mujer: «Tu fe te ha salvado, vete en paz».

SIMÓN, TENGO ALGO QUE DECIRTE
Simón, que conocía a Jesús, pero no lo suficiente, pensó que no sabía quién era la mujer que había entrado en su casa. Pero Jesús claro que lo sabía.
Y apeló al corazón de Simón, dejando que él mismo se contestara. El más perdonado es el que más ama. El amor y el perdón van de la mano.
Y quizá hoy Jesús también tenga algo que decirnos. Parémonos un rato y, en la quietud de la oración, preguntémosle qué es lo que nos tiene que decir. 


miércoles, 19 de septiembre de 2018

NIÑOS, SENTADOS EN LA PLAZA

Lc 7, 31-35
En aquel tiempo, dijo el Señor: «¿A quién, pues, compararé los hombres de esta generación? ¿A quién son semejantes?
Se asemejan a unos niños, sentados en la plaza, que gritan a otros aquello de:
"Hemos tocado la flauta y no habéis bailado, hemos entonado lamentaciones y no habéis llorado".
Porque vino Juan el Bautista, que ni come pan ni bebe vino, y decís: “Tiene un demonio”; vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y decís: "Mirad qué hombre más comilón y borracho, amigo de publicanos y pecadores".
Sin embargo, todos los hijos de la sabiduría le han dado la razón».

AMIGO DE PUBLICANOS Y PECADORES
A Jesús lo acusaban de ser amigo de las personas que en su época eran consideradas "inferiores" por el resto de sus contemporáneos. Amigo de publicanos y pecadores.
Y me imagino a Jesús pensando que lo estaba haciendo bien al acusarle de esas "barbaridades". ¿De quién sino iba a ser amigo Jesús?
Así nosotros. Si nos acusan de ir contra corriente, señal de que algo estaremos haciendo bien, de que no nos vendemos y que seguimos al Maestro.


martes, 18 de septiembre de 2018

UNA CIUDAD LLAMADA NAÍN

Lc 7, 11-17
En aquel tiempo, iba Jesús camino de una ciudad llamada Naín, y caminaban con él sus discípulos y mucho gentío.
Cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, resultó que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda; y un gentío considerable de la ciudad la acompañaba.
Al verla el Señor, se compadeció de ella y le dijo: «No llores».
Y acercándose al ataúd, lo tocó (los que lo llevaban se pararon) y dijo: «¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate!»
El muerto se incorporó y empezó a hablar, y se lo entregó a su madre.
Todos, sobrecogidos de temor, daban gloria a Dios, diciendo: «Un gran Profeta ha surgido entre nosotros», y «Dios ha visitado a su pueblo.»
Este hecho se divulgó por toda Judea y por toda la comarca circundante.

CAMINABAN
En su predicación y misión, Jesús caminaba de una ciudad a otra y con Él sus discípulos. No dejaron de predicart ni de caminar en todo el tiempo de su vida pública.
Esto quizá sea una imagen de lo que debemos hacer nosotros en nuestra vida dos mil años después: caminar y predicar. Predicar y caminar, siempre adelante.
Un estímulo para nuestra vida sabiendo que no estamos solos, que nuestros hermanos caminan con nosotros y Jesús a nuestro lado.

domingo, 16 de septiembre de 2018

NO SOY DIGNO

Lc 7, 1-10
En aquel tiempo, cuando Jesús terminó de exponer todas sus enseñanzas al pueblo, entró en Cafarnaún.
Un centurión tenía enfermo, a punto de morir, a un criado a quien estimaba mucho. Al oír hablar de Jesús, el centurión le envió unos ancianos de los judíos, rogándole que viniese a curar a su criado. Ellos, presentándose a Jesús, le rogaban encarecidamente: «Merece que se lo concedas, porque tiene afecto a nuestra gente y nos ha construido la sinagoga».
Jesús se puso en camino con ellos. No estaba lejos de la casa, cuando el centurión le envió unos amigos a decirle: «Señor, no te molestes; porque no soy digno de que entres bajo mi techo; por eso tampoco me creí digno de venir a ti personalmente. Dilo de palabra, y mi criado quedará sano. Porque también yo soy un hombre sometido a una autoridad y con soldados a mis órdenes; y le digo a uno: "Ve", y va; al otro: "Ven", y viene; y a mi criado: "Haz esto", y lo hace».
Al oír esto, Jesús se admiró de él y, volviéndose a la gente que lo seguía, dijo: «Os digo que ni en Israel he encontrado tanta fe».
Y al volver a casa, los enviados encontraron al siervo sano.

JESÚS SE PUSO EN CAMINO CON ELLOS
Hoy el evangelio nos habla del criado del centurión, que estaba enfermo y de cómo lo curó Jesús. Cuando iba a curarlo Jesús se puso en camino con ellos.
Y es que Jesús camina con nosotros, se pone en camino con nosotros y nos acompaña en todo momento de nuestra vida, aunque no lo sepamos ni lo notemos especialmente.
No nos abandona, está y está siempre. Como amigo fiel, como Dios paciente y eternamente amante de nosotros, sus hijos. 


sábado, 15 de septiembre de 2018

XXIV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

Mc 8, 27-35
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se dirigieron a las aldeas de Cesarea de Filipo; por el camino, preguntó a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que soy yo?»
Ellos le contestaron: «Unos, Juan Bautista; otros, Elías; y otros, uno de los profetas».
Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy?»
Pedro le contestó: «Tú eres el Mesías.»
Y les conminó a que no hablaran a nadie acerca de esto.
Y empezó a instruirlos: «El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser reprobado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar a los tres días».
Se lo explicaba con toda claridad. Entonces Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo. Pero él se volvió y, mirando a los discípulos, increpó a Pedro: «¡Ponte detrás de mí, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!».
Y llamando a la gente y a sus discípulos, y les dijo: «Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga. Porque, quien quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio la salvará. Pues ¿de qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero y perder su alma».

Y VOSOTROS, ¿QUIÉN DECÍS QUE SOY?
Interesante pregunta nos hace hoy Jesús y más interesante puede ser nuestra respuesta. La lectura de Isaías nos dice que es nuestro Defensor; el Salmo nos dice que "nuestro Dios es compasivo"; el apóstol Santiago nos habla de fe y el evangelio proclama a Jesús como el Mesías.
Podría haber tantas respuestas como personas porque cada uno de nosotros tenemos nuestra experiencia personal de Dios. Por ello nos pregunta: ¿quién decís que soy? Y de nuestra respuesta dependerá nuestra realidad diaria si vivimos nuestra fe con coherencia.
Parémonos un rato, un rato largo. Y en el silencio amoroso de la oración respondamos a esa pregunta del evangelio de hoy. Si lo hacemos con fidelidad y lo vivimos con coherencia podremos cambiar el mundo con nuestra respuesta.



NUESTRA SEÑORA DE LOS DOLORES

Jn 19, 25-27
Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena.
Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo al que tanto amaba, dijo a su madre:
«Mujer, ahí tienes a tu hijo»
Luego, dijo al discípulo:
«Ahí tienes a tu madre».
Y desde aquella hora, el discípulo la recibió como algo propio.

LA RECIBIÓ COMO ALGO PROPIO
A los pies de la Cruz, en los últimos momentos de Jesús entre nosotros y sufriendo, nos entregó a su Madre. Dice el evangelio que Juan la recibió como algo propio.
Y creo que eso es lo que ha hecho la cristiandad desde el principio con María. La recibimos como algo propio, nuestro, haciendo nuestros sus sufrimientos, alegrías y dolores.
Hoy la recordamos sufriente y paciente, de pie, bajo la Cruz y viendo cómo moría su Hijo. Acompañémosla en su dolor y en su amor único a Jesús.


viernes, 14 de septiembre de 2018

LA EXALTACIÓN DE LA SANTA CRUZ

Jn 3, 13-17
En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo: «Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre.
Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna.
Porque tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna.
Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.
El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Unigénito de Dios».

LA CRUZ
Como cada 14 de septiembre la Iglesia celebra la Cruz. En ella estuvo clavada la salvación del mundo, el que nos rescató de las tinieblas y nos llevó a la luz.
Porque la Cruz es luz para los cristianos. En ella encontramos la claridad en los momentos más difíciles de la vida, aquellos que nos hacen mirar a Aquel que traspasaron en la Cruz.
¡Oh Cruz, nuestra única esperanza! Cruz fiel, signo por el que los cristianos nos distinguimos y signo que siempre nos recordará lo inmenso del amor que Dios nos tiene. 

miércoles, 12 de septiembre de 2018

AMAD A VUESTROS ENEMIGOS

 Lc 6, 27-38
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «A vosotros los que me escucháis os digo: amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os calumnian.
Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite la capa, no le impidas que tome también la túnica. A quien te pide, dale; al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames.
Tratad a los demás como queréis que ellos os traten. Pues, si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien solo a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores hacen lo mismo.
Y si prestáis a aquellos de los que esperáis cobrar, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a otros pecadores, con intención de cobrárselo.
Por el contrario, amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada; será grande vuestra recompensa y seréis hijos del Altísimo, porque él es bueno con los malvados y desagradecidos.
Sed compasivos como vuestro Padre es misericordioso; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante, pues con la medida con que midiereis se os medirá a vosotros».

PERDONAD
Jesús hoy nos da una serie de consejo y nos enseña cómo podemos ser más coherentes en nuestra vida de cristianos. Y uno de ellos es "Perdonad".
¿Qué clase de persona no perdona? ¿Qué corazón es capaz de no perdonar, te pidan perdón o no? ¿Quiénes somos nosotros para negar el perdón?
Dios es perdón y si queremos vivir en Él, ser semejantes a Él, ya que estamos creados a su imagen y semejanza no nos queda más que "ser perdón" también nosotros.


BIENAVENTURADOS

Lc 6, 20-26
En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos hacia sus discípulos, les decía:
«Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el reino de Dios.
Bienaventurados los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis saciados.
Bienaventurados los que ahora lloráis, porque reiréis.
Bienaventurados vosotros cuando os odien los hombres, y os excluyan, y os insulten y proscriban vuestro nombre como infame, por causa del Hijo del hombre. Alegraos ese día y saltad de gozo, porque vuestra recompensa será grande en el cielo. Eso es lo que hacían vuestros padres con los profetas.
Pero, ¡ay de vosotros, los ricos, porque ya habéis recibido vuestro consuelo!
¡Ay de vosotros, los que estáis saciados, porque tendréis hambre!
¡Ay de los que ahora reís, porque haréis duelo y lloraréis!
¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros! Eso es lo que vuestros padres hacían con los falsos profetas».

BIENAVENTURADOS CUANDO OS ODIEN
La bienaventuranza a la que hace referencia el título sigue aun más duramente:" bienaventurados cuando os excluyan y os insulten y proscriban vuestro nombre como infame". Verdaderamente son palabras duras.
¿Quién se puede sentir bienaventurado por eso? Nos castigan, nos insultan, nos denigran, nos odian...¿y tenemos que estar alegres por ello?
Y Jesús insiste: Sí. Por causa del Hijo del hombre debéis alegraos y saltar de gozo por ello. Porque será señal de que vuestro camino es el correcto. Amén.


martes, 11 de septiembre de 2018

PASÓ LA NOCHE ORANDO

Lc 6, 12-19
En aquellos días, Jesús salió al monte a orar y pasó la noche orando a Dios.
Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, escogió de entre ellos a doce, a los que también nombró apóstoles: Simón, al que puso de nombre Pedro, y Andrés, su hermano, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Simón, llamado el Zelotes; Judas el de Santiago y Judas Iscariote, que fue el traidor.
Después de bajar con ellos, se paró en una llanura con un grupo grande de discípulos y una gran muchedumbre del pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón.
Venían a oírlo y a que los curara de sus enfermedades; los atormentados por espíritus inmundos quedaban curados, y toda la gente trataba de tocarlo, porque salía de él una fuerza que los curaba a todos.

VENÍAN A OÍRLO
Al comienzo de la predicación de Jesús una gran muchedumbre iba a oírlo. Ante la expectativa de la llegada del Mesías la curiosidad ante su presencia en Israel crecía.
Hoy, aquí y ahora, dos mil años después Jesús no genera esa curiosidad ni ese entusiasmo. Muchas veces ni siquiera en los que le seguimos.
Ellos iban a oírlo. Quizá lo que nos falta es eso: oírlo. Y donde mejor se le oye es en su Palabra y en la oración. Es tarea nuestra. 

lunes, 10 de septiembre de 2018

EXTIENDE TU MANO

Lc 6, 6-11
Un sábado, entró Jesús en la sinagoga y se puso a enseñar.
Había allí un hombre que tenía la mano derecha paralizada.
Los escribas y los fariseos estaban al acecho para ver si curaba en sábado, y encontrar de qué acusarlo.
Pero él conocía sus pensamientos y dijo al hombre de la mano atrofiada: «Levántate y ponte ahí en medio».
Y, levantándose, se quedó en pie.
Jesús les dijo: «Os voy a hacer una pregunta: ¿Qué está permitido en sábado?, ¿hacer el bien o el mal, salvar una vida o destruirla?».
Y, echando en torno una mirada a todos, le dijo: «Extiende tu mano».
Él lo hizo y su mano quedó restablecida.
Pero ellos, ciegos por la cólera, discutían qué había que hacer con Jesús.

OS VOY A HACER UNA PREGUNTA
Jesús hace gala de su pedagogía divina en el evangelio de hoy. Hace una pregunta a los que le estaban viendo para que se definieran en su corazón.
Hoy Jesús nos hace una pregunta a todos. A cada cual será diferente, cada uno de nosotros sabemos qué nos va a preguntar y sobre qué.
Démosle la repsuesta del servicio y del amor. Es la respuesta que Dios siempre espera de nosotros y ahñi es donde se define nuestro corazón. 

sábado, 8 de septiembre de 2018

XXIII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

Mc 7, 31-37
En aquel tiempo, dejando Jesús el territorio de Tiro, pasó por Sidón, camino del mar de Galilea, atravesando la Decápolis. Y le presentaron un sordo que, además, apenas podía hablar; y le piden que le imponga las manos.
Él, apartándolo de la gente, a solas, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua.
Y, mirando al cielo, suspiró y le dijo: «Effetá», (esto es: «ábrete»).
Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba correctamente.
Él les mandó que no lo dijeran a nadie; pero, cuanto más se lo mandaba, con más insistencia lo proclamaban ellos.
Y en el colmo del asombro decían: «Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos».

EFFETÁ
Effetá es una palabra hebrea que quiere decir "Ábrete". Y eso fue lo que Jesús le dijo al sordomudo para que se abrieran sus sentidos. El Antiguo Testamento por Isaías ya profetizaba este abrir de los sentidos y una agua que colmaría nuestra sed.
Quizá nos falta muchas veces abrir los sentidos a la fe en Jesús que, como nos dice Santiago, no hace acepción de personas, puesto que para Él todos somos igual de amados. Lo que Él mira es el corazón de cada cual.
Y ahí, en nuestro interior, debemos asombrarnos como los contemporáneos de Jesús ante sus milagros, y reconocer que "todo lo ha hecho bien". Procuremos nosotros hacerlo todo bien; así el Señor, como cantamos en el salmo de hoy, reinará eternamente.