domingo, 31 de marzo de 2019

UN FUNCIONARIO REAL


 Jn 4, 43-54

En aquel tiempo, salió Jesús de Samaria para Galilea. Jesús mismo había atestiguado:«Un profeta no es estimado en su propia patria».

Cuando llegó a Galilea, los galileos lo recibieron bien, porque habían visto todo lo que había hecho en Jerusalén durante la fiesta, pues también ellos habían ido a la fiesta. Fue Jesús otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino.

Había un funcionario real que tenía un hijo enfermo en Cafarnaún. Oyendo que Jesús había llegado de Judea a Galilea, fue a verle, y le pedía que bajase a curar a su hijo que estaba muriéndose.

Jesús le dijo: «Si no veis signos y prodigios, no creéis». El funcionario insiste: «Señor, baja antes de que se muera mi niño».

Jesús le contesta: «Anda, tu hijo vive».

El hombre creyó en la palabra de Jesús y se puso en camino. Iba ya bajando, cuando sus criados vinieron a su encuentro diciéndole que su hijo vivía. Él les preguntó a qué hora había empezado la mejoría. Y le contestaron: «Ayer a la hora séptima lo dejó la fiebre».

El padre cayó en la cuenta de que esa era la hora en que Jesús le había dicho: «Tu hijo vive» Y creyó él con toda su familia. Este segundo signo lo hizo Jesús al llegar de Judea a Galilea.


CREYÓ Y SE PUSO EN CAMINO

Creer no es fácil, ni nadie dijo que lo fuese. Creer en Jesús, en su vida y milagros, en su Muerte y Resurrección puede que tampoco.

El funcionario real del evangelio de hoy, después de que Jesús curase a su hijo, creyó y se puso en camino. Creer y ponerse en camino son dos acciones correlativas.

Quien cree debe ponerse inmediatamente en camino para compartir con los demás la maravilla de creer en Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre. 




IV DOMINGO DE CUARESMA. DOMINGO LAETARE.

Lucas 15, 1-3. 11-32
En aquel tiempo, solían acercaron a Jesús todos los publicanos y los pecadores a escucharlo. Y los fariseos y los escribas murmuraban diciendo:
«Ese acoge a los pecadores y come con ellos».
Jesús les dijo esta parábola:
«Un hombre tenía dos hijos; el menor de ellos dijo a su padre: "Padre, dame la parte que me toca de la fortuna."
El padre les repartió los bienes.
No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, se marchó a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente. Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad.
Fue entonces y se contrató con uno de los ciudadanos de aquel país que lo mandó a sus campos a apacentar cerdos. Deseaba saciarse de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba nada.
Recapacitando entonces, se dijo:
"Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me levantaré, me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros".
Se levantó y vino adonde estaba su padre; cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se le conmovieron las entrañas; y, echando a correr, se le echó al cuello y lo cubrió de besos.
Su hijo le dijo:
"Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo".
Pero el padre dijo a sus criados:
"Sacad en seguida la mejor túnica y vestídsela; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y sacrificadlo; comamos y celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado."
Y empezaron a celebrar el banquete.
Su hijo mayor estaba en el campo.
Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y la danza, y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello.
Este le contestó:
"Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha sacrificado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud".
Él se indignó y no quería entrar; pero su padre salió e intentaba persuadirlo.
Entonces él respondió a su padre:
"Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; en cambio, cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado".
El padre le dijo:
"Hijo, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo; pero era preciso celebrar un banquete y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado"».

DOMINGO LAETARE
El IV domingo de Cuaresma es el domingo Laetare. Ya han pasado cuatro semanas desde que empezó la Cuaresma y ya está más cerca la Pascua, la Resurrección prometida, por eso, nos alegramos con esperanza activa. Y en este domingo se nos regala la parábola del hijo pródigo, la parábola del padre misericordioso. Porque, en definitiva, en lo que quería Jesús que nos fijáramos era en la actitud del Padre. Así es nuestro Padre Dios.
Y no debería pasarnos desapercibidas también las bellas palabras del salmo de hoy, una oda a la bondad de Dios. Proclamemos juntos la belleza y bondad de Dios, contemplemos su rostro y quedaremos radiantes.
Sin olvidar que el hijo menos de la parábola volvió a la casa del padre y, al llegar después de no haberse comportado bien, su padre no le reprochó nada, sino que se fundieron en un abrazo. Meditemos sobre ello y bendigamos al Señor.



sábado, 30 de marzo de 2019

FARISEO Y PUBLICANO

Lc 18, 9-14
En aquel tiempo, dijo Jesús esta parábola a a algunos que confiaban en sí mismos por considerarse justos y despreciaban a los demás:
«Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, un publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: "¡Oh Dios!, te doy gracias, porque no soy como los demás hombres: ladrones, injustos, adúlteros; ni tampoco como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo".
El publicano, en cambio, quedándose atrás, no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo: "¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador".
Os digo que este bajó a su casa justificado, y aquél no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido».

¿FARISEOS O PUBLICANOS?
Hoy el evangelio nos pone delante dos clases de personas, dos modos de proceder en la vida y dos maneras de relacionarse con Dios y los hermanos.
Soberbia y humildad, dos actitudes contrapuestas. Ante ellas, Jesús nos dice que la humildad acabará siendo nuestra corona.
Seamos mansos y humildes, como nos dijo en otra ocasión. Solo así conquistaremos el Reino.




viernes, 29 de marzo de 2019

¿QUÉ MANDAMIENTO ES EL PRIMERO DE TODOS?

Mc 12, 28b-34
En aquel tiempo, un escriba se acercó a Jesús y le preguntó: «¿Qué mandamiento es el primero de todos?»
Respondió Jesús: «El primero es: "Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser. " El segundo es este: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo." No hay mandamiento mayor que éstos».
El escriba replicó: «Muy bien, Maestro, sin duda tienes razón cuando dices que el Señor es uno solo y no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser, y amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios».
Jesús, viendo que había respondido sensatamente, le dijo: «No estás lejos del reino de Dios».
Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.

NO HAY MANDAMIENTO MAYOR QUE ESTOS
Nos lo dice el evangelio de hoy, aunque lo hayamos oído muchas veces y casi nos lo sepamos de memoria. Pero, ¿sabemos ponerlo por obra también?
Amar a Dios y amar al prójimo. No hay más, no hay mandamiento mayor. Son como dos caras de una moneda, la una sin la otra no se entienden y no son plenamente.
Dios es Amor. Y nosotros estamos hechos a su imagen y semejanza. Cuanto más amor "seamos" más imagen de Dios seremos.



jueves, 28 de marzo de 2019

LA MULTITUD SE QUEDÓ ADMIRADA

Lc 11, 14-23
En aquel tiempo, estaba Jesús echando un demonio que era mudo.
Sucedió que, apenas salió el demonio, empezó a hablar el mudo. La multitud se quedó admirada, pero algunos de ellos dijeron:
«Por arte de Belzebú, el príncipe de los demonios, echa los demonios».
Otros, para ponerlo a prueba, le pedían un signo del cielo. Él, conociendo sus pensamientos, les dijo:
«Todo reino dividido contra sí mismo va a la ruina y cae casa sobre casa. Si, pues también Satanás se ha dividido contra sí mismo, ¿cómo mantendrá su reino? Pues vosotros decís que yo echo los demonios con el poder de Belzebú, vuestros hijos, ¿por arte de quién los echan? Por eso, ellos mismos serán vuestros jueces. Pero, si yo echo los demonios con el dedo de Dios, entonces es que el reino de Dios ha llegado a vosotros.
Cuando un hombre fuerte y bien armado guarda su palacio, sus bienes están seguros, pero, cuando otro más fuerte lo asalta y lo vence, le quita las armas de que se fiaba y reparte su botín.
El que no está conmigo está contra mí; el que no recoge conmigo desparrama».

LE PEDÍAN UN SIGNO DEL CIELO
En tiempos de Jesús algunos le pedían un signo para demostrar que era lo que decía y para corroborar su actitud. Un signo solamente, danos un signo y creeremos.
Hoy se lo pedimos de otra manera, pero también pedimos signos, señales que nos certifiquen que Dios existe, que está y que existió. Y Dios no se mueve por certificados, ni por señales extraordinarias. 
Si nos fijamos un poco, encontramos signos y señales del amor de Dios a nuestro alrededor. La primera y principal, la Eucaristía. Dios hecho Pan. ¿Hay mayor signo del cielo?




miércoles, 27 de marzo de 2019

NO HE VENIDO A ABOLIR

Mt 5, 17-19
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No creáis que he venido a abolir la Ley y los Profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud.
En verdad os digo que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la ley.
El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos.
Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos».

A DAR PLENITUD
Jesús vino a dar plenitud a todo lo que tenía que ver con nosotros, a nuestra vida, a nuestra fe, a nuestro corazón. No tenía miras cortas.
Al contrario, Él quiere lo mejor para nosotros y quiere que seamos felices siempre. La felicidad está en ser en Él, ser en plenitud.
Cristianos plenos, comprometidos, felices. Llenos de Dios, llenos de su amor infinito, sirviendo desinteresadamente, así seremos plenos. 


martes, 26 de marzo de 2019

¿HASTA SIETE VECES?

Mt 18,21-35
En aquel tiempo, acercándose Pedro a Jesús le preguntó: «Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces le tengo que perdonarlo? ¿Hasta siete veces?»
Jesús le contesta: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.
Por esto, se parece el reino de los cielos a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus criados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así.
El criado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo: "Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré todo."
Se compadeció el señor de aquel criado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda. Pero, al salir, el criado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba, diciendo: "Págame lo que me debes".
El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba, diciendo: "Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré."
Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía.
Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo: "¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo pediste. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?"
Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda.
Lo mismo hará con vosotros mi Padre celestial, si cada cual no perdona de corazón a su hermano».

EL PERDÓN
Jesús hoy "nos pone deberes". Perdonar una ofensa no es fácil cuando nos han herido de una forma u otra, pero Él nos dice que perdonar es lo que debemos hacer.
El evangelio dice "perdonar de corazón", ya que, si somos cristianos no podemos concebir perdonar de otra manera. 
El perdón siempre trae paz al corazón. El perdón es distintivo de los corazones grandes. Seamos grandes perdonando. 


domingo, 24 de marzo de 2019

SOLEMNIDAD DE LA ANUNCIACIÓN DEL SEÑOR

 Lc 1, 26-38
En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María.
El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo».
Ella se turbó grandemente ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo:
«No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin».
Y María dijo al ángel: «¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?»
El ángel le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamado Hijo de Dios. También tu pariente Isabel ha concebido un hijo en su vejez, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, “porque para Dios nada hay imposible”».
María contestó: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mi según tu palabra».
Y el ángel se retiró.

¿CÓMO SERÁ ESO?
En el día de la Solemnidad de la Anunciación, en el que conmemoramos que el Hijo de Dios se hizo hombre el evangelio nos sorprende con una pregunta. Muchas veces nosotros también nos la hemos hecho, poniendo a prueba nuestra fe. 
"¿Cómo será eso?", nos preguntamos. No entendemos cómo sucederá aquello que esperamos, siendo nuestra fe muchas veces tan frágil. Y tenemos la mente y el corazón nublado por la duda.
Precisamente lo que no le pasó a María cuando aceptó ser la Madre de Jesús, la Madre de Dios. Aceptó, sencillamente, fielmente. Aprendamos de Ella la sencillez en la fidelidad.



III DOMINGO DE CUARESMA

Lc 13, 1-9
En aquel momento se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los galileos, cuya sangre había mezclado Pilato con la de los sacrificios que ofrecían.
Jesús respondió: «¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos porque han padecido todo esto? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis lo mismo. O aquellos dieciocho sobre los que cayó la torre de Siloé y los mató, ¿pensáis que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera».
Y les dijo esta parábola: «Uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto en ella, y no lo encontró.
Dijo entonces al viñador: "Ya ves, tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a perjudicar el terreno?".
Pero el viñador contestó: "Señor, déjala todavía este año y mientras tanto yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto en adelante. Si no, la puedes cortar"».

SI NO OS CONVERTÍS
Cuaresma es tiempo de conversión, de volver a encontrarnos con lo fundamental de nuestro ser cristiano, examinar qué hay que cambiar para ello y hacerlo sin dudar. Eso es lo que nos dice hoy Jesús con la parábola de la higuera improductiva.
Y nos convertimos al Dios de nuestros padres, al Dios cristiano, al Dios que nos hizo personas libres e inteligentes. Él se definió como el Existente, el Viviente: "Yo soy". Potente afirmación que nos quiere dejar claro quién es. 
El dueño de la viña, el que puede hacer y deshacer, plantar, regar, ir a buscar fruto y, si no lo encuentra, poder cortar la higuera. Por suerte, tenemos a Jesús que le pide al Padre una oportunidad para nosotros, nuestro Salvador y defensor, que nos cuidará para que demos fruto. 



sábado, 23 de marzo de 2019

UN HOMBRE TENÍA DOS HIJOS

Lc 15,1-3.11-32
En aquel tiempo, se acercaron a Jesús todos los publicanos y los pecadores a escucharle. Y los fariseos y los escribas murmuraban diciendo: «Ese acoge a los pecadores y come con ellos».
Jesús les dijo esta parábola: «Un hombre tenía dos hijos; el menor de ellos dijo a su padre: "Padre, dame la parte que me toca de la fortuna".
El padre les repartió los bienes.
No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, se marchó a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente.
Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad.
Fue entonces y se contrató con uno de los ciudadanos de aquel país que lo mandó a sus campos a apacentar cerdos. Deseaba saciarse de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba nada.
Recapacitando entonces, se dijo: "Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me levantaré, me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros".
Se levantó y vino adonde estaba su padre; cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se le conmovieron las entrañas; y, echando a correr, se le echó al cuello y lo cubrió de besos.
Su hijo le dijo: "Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo".
Pero el padre dijo a sus criados: "Sacad en seguida la mejor túnica y vestídsela; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y sacrificadlo; comamos y celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado".
Y empezaron a celebrar el banquete.
Su hijo mayor estaba en el campo.
Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y la danza, y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello.
Este le contestó: "Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha sacrificado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud ".
Él se indignó y no quería entrar; pero su padre salió e intentaba persuadirlo.
Y él replicó a su padre: "Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; y cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado."
El padre le dijo: "Hijo, tú estás conmigo, y todo lo mío es tuyo; pero era preciso celebrar un banquete y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado"».

ESE ACOGE A LOS PECADORES Y COME CON ELLOS
No encontraban nada que reprochar a Jesús y lo único que se les ocurrió fue decir que comía con pecadores y los acogía. ¡Si eso era su gloria!
Por eso no entendían. Sabían de Escrituras y no entendían. Sabían de la Ley y no entendían. Quizá porque de lo que no entendían era de caridad y misericordia.
"Cuando os acusen... estad contentos", nos dijo en otra ocasión. Y si nos acusan de poner la caridad antes que la ley, de eso mismo acusaron al Maestro.



viernes, 22 de marzo de 2019

COMPRENDIERON QUE HABLABA DE ELLOS

Mt 21, 33-43. 45-46
En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo:
«Escuchad otra parábola: Había un propietario que plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar, construyó una torre, la arrendó a unos labradores y se marchó de viaje.
Llegado el tiempo de los frutos, envió sus criados a los labradores para percibir los frutos que le correspondían. Pero los labradores, agarrando a los criados, apalearon a uno, mataron a otro, y a otro lo apedrearon.
Envió de nuevo otros criados, más que la primera vez, e hicieron con ellos lo mismo. Por último les mandó a su hijo, diciéndose: "Tendrán respeto a mi hijo".
Pero los labradores, al ver al hijo, se dijeron: "Este es el heredero: venid, lo matamos y nos quedamos con su herencia."
Y, agarrándolo, lo empujaron fuera de la viña y lo mataron. Cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?».
Le contestaron:
«Hará morir de mala muerte a esos malvados y arrendará la viña a otros labradores, que le entreguen los frutos a sus tiempos».
Y Jesús les dice:«¿No habéis leído nunca en la Escritura: "La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente"?
Por eso os digo que se os quitará a vosotros el reino de Dios y se dará a un pueblo que produzca sus frutos».
Los sumos sacerdotes y los fariseos, al oír sus parábolas, comprendieron que hablaba de ellos.
Y, aunque intentaban echarle mano, temieron a la gente, que lo tenía por profeta.

AL OÍR SUS PALABRAS
En tiempos de Jesús el que oía sus palabras no quedaba indiferente: o se le quería o se le odiaba, o se le seguía o se le perseguía. Como hoy y como siempre.
¿Y nosotros? ¿Cuál es nuestra reacción cuando oímos las palabras de Jesús? Aceptar su Palabra y su vida en la nuestra es obra de cada día.
En nuestro trabajo, en nuestra familia, con nuestros amigos deberíamos siempre dejar que sus palabras se oyeran y se cumplieran.


jueves, 21 de marzo de 2019

EL POBRE LÁZARO

Lc 16, 19-31
En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos: «Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba cada día.
Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que caía de la mesa del rico.
Y hasta los perros venían y le lamían las llagas.
Sucedió que se murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abrahán.
Murió también el rico y fue enterrado. Y, estando en el infierno, en medio de los tormentos, levantó los ojos y vio de lejos a Abrahán, y a Lázaro en su seno, y gritando, dijo: "Padre Abrahán, ten piedad de mí y manda a Lázaro que moje en agua la punta del dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas".
Pero Abrahán le dijo: "Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro, a su vez, males: por eso ahora él es aquí consuelo, mientras que tú eres atormentado.
Y además, entre nosotros y vosotros se abre un abismo inmenso, para que los que quieran cruzar desde aquí hacia vosotros no puedan hacerlo, ni tampoco pasar de ahí hasta nosotros".
Él dijo: "Te ruego, entonces, padre, que le mandes a casa de mi padre, pues tengo cinco hermanos: que les dé testimonio, de estas cosas, no sea que también ellos vengan a este lugar de tormento".
Abrahán le dice: "Tienen a Moisés y a los profetas: que los escuchen".
Pero él le dijo: "No, padre Abrahán. Pero si un muerto va a verlos, se arrepentirán".
Abrahán le dijo: "Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no se convencerán ni aunque resucite un muerto”».

NI AUNQUE RESUCITE UN MUERTO
La fe no se puede sustentar solo en hechos extraordinarios. La fe es un quehacer de cada día en el que, con la ayuda de Dios, vamos creciendo.
"No se convencerán ni aunque resucite un muerto", nos dice el evangelio de hoy. Porque un muerto resucitó y aun hoy hay quien no cree en Él.
Tengamos una fe tan fuerte y profunda que no nos haga falta lo extra-ordinario para creer. Creamos sencillamente, con firmeza y arraigados en Jesús.


miércoles, 20 de marzo de 2019

MI CÁLIZ LO BEBERÉIS

 Mt 20, 17-28
En aquel tiempo, subiendo Jesús a Jerusalén, tomando aparte a los Doce, les dijo por el camino:
«Mirad, estamos subiendo a Jerusalén, y el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas, y lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles, para que se burlen de él, lo azoten y lo crucifiquen; y al tercer día resucitará».
Entonces se le acercó la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos y se postró para hacerle una petición.
Él le preguntó: «¿Qué deseas?»
Ella contestó: «Ordena que estos dos hijos míos se sienten en tu reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda»
Pero Jesús replicó: «No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber el cáliz que yo he de beber?»
Contestaron: «Podemos».
Él les dijo: «Mi cáliz lo beberéis; pero sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, es para aquellos para quienes lo tiene reservado mi Padre».
Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra los dos hermanos. Y llamándolos, Jesús, les dijo: «Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo.
Igual que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido sino a servir y a dar su vida en rescate por muchos».

SERVIR Y SER SERVIDO
No hay mayor honor para un cristiano que dedicar su vida al servicio desinteresado por los demás. Ni hay mayor gloria.
Los humanos tendemos a buscar lo que nos enorgullece, lo que nos hace más importantes y grandes. Los cristianos todo eso lo encontramos en el servir.
Que no nos distingan los demás porque nos gusta ser servidos, sino por servir a todos sin distinción, a todo aquel que lo necesite.

lunes, 18 de marzo de 2019

SOLEMNIDAD DE SAN JOSÉ

Mt 1, 16. 18-21. 24a
Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo.
El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera:
María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.
José, su esposo, que era justo y no quería difamarla, decidió repudiarla en privado. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo:
«José, hijo de David, no tengas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados».
Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor.

SAN JOSÉ
Admirado siempre por su cordura, su comprensión y su fidelidad, José pasó a la Historia como el padre de Jesús. 
La única persona en el mundo a quien Jesús llamó padre. Cuidó de Jesús y de María y por él pudimos tener un ejemplo visible de lo que significa la santidad humilde y sencilla.
Miremos a José con los ojos de Jesús y tengamos siempre el profundo sentido de la responsabilidad, de fe, fidelidad y amor de san José. 


domingo, 17 de marzo de 2019

DAD Y SE OS DARÁ

Lc 6, 36-38
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante, pues con la medida con que midiereis se os medirá a vosotros».

LA MEDIDA
La medida que uséis se usará con vosotros. Claro y diáfano, como es Jesús. ¿Eres generoso? Lo serán contigo. ¿Eres misericordioso? Lo serán contigo.
Así lo dice Jesús hoy en el evangelio. Y si tú mides generosamente, a rebosar, así de generosamente te medirán a ti. No cuesta tanto y seremos coherentes con nuestro ser cristiano.
Perdonad y seréis perdonados. Dad y se os dará. Sencillo, como el Corazón de Cristo. Misericordiosos como el Padre. 

II DOMINGO DE CUARESMA

 Lc 9, 28b-36
En aquel tiempo, tomó Jesús a Pedro, a Juan y a Santiago y subió a lo alto del monte para orar. Y, mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió y sus vestidos brillaban de resplandor.
De repente, dos hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías, que, apareciendo con gloria, hablaban de su éxodo, que iba a consumar en Jerusalén.
Pedro y sus compañeros se caían de sueño pero se espabilaron y vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él.
Mientras éstos se alejaban, dijo Pedro a Jesús: «Maestro ¡qué bueno es que estemos aquí! Haremos tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías».
No sabía lo que decía.
Todavía estaba diciendo esto, cuando llegó una nube que los cubrió con su sombra. Se llenaron de temor al entrar en la nube.
Y una voz desde la nube decía: «Este es mi Hijo, el Elegido, escuchadlo».
Después de oírse la voz, se encontró Jesús solo. Ellos guardaron silencio y, por aquellos días, no contaron a nadie nada de lo que habían visto.

BUSCAD MI ROSTRO
En el segundo domingo de Cuaresma la liturgia nos habla de la Transfiguración de Jesús en el Tabor ante Pedro, Santiago y Juan. Como ellos, debemos sentirnos deslumbrados y abrumados por Dios, Luz de Luz, que viene a nosotros porque quiere habitar en nuestros corazones. Corazones a veces de piedra, que Él se empeña en transformarlos en corazones de carne, que puedan sentir el clamor de los hermanos.
Buscad mi rostro, dice el Salmo. Y en ese buscar su rostro deberíamos emplear la vida entera. ?Dónde estás, Señor? ¿Dónde encontrar tu Rostro real y tangible? Y la respuesta no puede ser otra: en mis hermanos, aquellos que son los últimos, en los preferidos por Dios, los que cuentan para Él, aunque no cuenten para el mundo.
Este es mi Hijo, escuchadle. Es lo que nos pide hoy el Padre. Guardemos silencio para escucharle en nuestros hermanos y en lo que Él quiera decir a nuestro corazón en la intimidad de la oración hecha vida. 

sábado, 16 de marzo de 2019

AMAD Y REZAD

 Mt 5, 43-48
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Habéis oído que se dijo: "Amarás a tu prójimo" y aborrecerás a tu enemigo.
Pero yo os digo: amad a vuestros enemigos, y rezad por los que os persiguen, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos.
Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y, si saludáis solo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto».

¿QUÉ PREMIO TENDRÉIS?
Vivimos en una época en la que nadie, o casi nadie, da nada por nada. No sabemos ser generosos, no sabemos hacer las cosas porque hay que hacerlas, sin esperar nada a cambio.
Las generaciones nuevas solo prometen hacer las cosas si luego hay algo a cambio. ¿Qué me vas a dar si hago eso?
Si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? Amar a los que nos aman, hacer cosas extraordinarias lo debemos hacer siguiendo el ejemplo del Maestro. Ningún premio se iguala a eso.


viernes, 15 de marzo de 2019

VUESTRA JUSTICIA

Mt 5, 20-26
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.
Habéis oído que se dijo a los antiguos: "No matarás", y el que mate será reo de juicio. Pero yo os digo: Todo el que se deja llevar de la cólera contra su hermano será procesado. Y si uno llama a su hermano "imbécil", tendrá que comparecer ante el Sanedrín, y si lo llama "necio", merece la condena de la “gehena” del fuego.
Por tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda.
Con el que te pone pleito, procura arreglarte enseguida, mientras vais todavía de camino, no sea que te entregue al juez, y el juez al alguacil, y te metan en la cárcel. En verdad te digo que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último céntimo».

PERO YO OS DIGO
Jesús no vino haciendo alarde de su fuerza, ni de su poder. Siendo Dios podía haberlo hecho, pero prefirió la humildad, el silencio fecundo.
Habían pasado muchos siglos desde que el pueblo estaba esperando al Mesías y cuando llegó le dio la vuelta a la ley en la que todos ponían su empeño.
Vino para decirles y decirnos que la ley nunca está, o nunca debe estar, por encima de la caridad. La ley, pero yo os digo: el amor. 


jueves, 14 de marzo de 2019

PEDID Y SE OS DARÁ

Mt 7, 7-12
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá; porque todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre.
Si a alguno de vosotros le pide su hijo pan, ¿le dará una piedra?; y si le pide pescado, ¿le dará una serpiente? Pues si vosotros, aun siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que le piden!
Así, pues, todo lo que deseáis que los demás hagan con vosotros, hacedlo vosotros con ellos; pues esta es la Ley y los profetas».

HACEDLO VOSOTROS
Una ley inscrita en el corazón de cada persona desde antes de nacer es "haz con los demás todo lo bueno que quieras que hagan contigo", Es sencillo.
Además, si somos cristianos, esa premisa se convierte en "Ama a tu prójimo como a ti mismo". Que es lo que nos pide Jesús en nuestro día a día.
"Hacedlo vosotros". Sed como el Padre bueno, que solo sabe dar cosas buenas. Sigamos en esta Cuaresma haciendo el bien por todos. 


miércoles, 13 de marzo de 2019

JONÁS

Lc 11,29-32
En aquel tiempo, la gente se apiñaba alrededor de Jesús y él se puso a decirles: "Esta generación es una generación perversa. Pide un signo, pero no se le dará más signo que el signo de Jonás. Como Jonás fue un signo para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del Hombre para esta generación.
Cuando sean juzgados los hombres de esta generación, la reina del Sur se levantará y hará que los condenen; porque ella vino desde los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón.
Cuando sea juzgada esa generación, los hombres de Nínive se alzarán y harán que los condenen; porque ellos se convirtieron con la predicación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás.
SE APIÑABAN ALREDEDOR DE JESÚS
En aquel tiempo la gente se apiñaba alrededor de Jesús. Y en este tiempo, ¿alrededor de quién  nos apiñamos: futbolistas, actores, programas televisivos, ...? ¿Qué es lo que realmente hoy nos interesa?
Si nos apiñamos en torno a la Palabra, si nos apiñamos con interés en torno a Jesús y nos dedicamos con fruición a su servicio nuestro ejemplo hará que Jesús esté más vivo y presente.
En esta Cuaresma, que sigue su ritmo imparable, hagamos que Jesús y su Palabra se hagan más presentes en medio de nuestra realidad, ya sea familia, trabajo, amigos. Que el mundo entero se apiñe en torno a Jesús.