PRIMER DOMINGO DE ADVIENTO
Lucas 21,25-28
“En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -Habrá signos en el
sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes,
enloquecidas por el estruendo del mar y el oleaje. Los hombres quedarán sin
aliento por el miedo, ante lo que se le viene encima al mundo, pues los astros
del cielo temblarán. Entonces verán al Hijo del Hombre venir en una nube, con
gran poder y gloria. Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza;
se acerca vuestra liberación. Tened cuidado: no se os embote la mente con el
vicio, la bebida y la preocupación del dinero, y se os eche encima de repente
aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra.
Estad siempre despiertos, pidiendo fuerza para escapar de todo lo que está por
venir, y manteneos en pie ante el Hijo del Hombre”.
QUE TU
PALABRA NOS CAMBIE EL CORAZÓN…
A
menudo mantenernos de pie es ir más allá de las contradicciones de nuestra
vida, e incluso de nuestra existencia que se mueve entre el miedo y la
inseguridad, entre la incertidumbre del mañana y la precariedad, la lucha, el
desaliento y el ir contracorriente… Para dejar nacer dentro de nosotros al Hijo
de Dios, a Aquel que se hace carne de nuestra propia carne.
Otro Adviento,
preparación de un encuentro desde dentro con el Hijo del Hombre, que hará de
nuestro corazón ese hogar que fue para Él, el establo de Belén: allí donde cada
uno se encuentra consigo mismo, lucha por vivir, por trascenderse, por ser
íntegro en su vida, en cada paso, con la mirada fija en el Autor invisible de
la vida, que dibuja en ella grandes pinceladas de eternidad, con diferentes
colores, como sueños que tuvo de cada uno de nosotros. Seguir a pesar del
cansancio, sintiéndonos llamados a ser como el Creador nos soñó, únicos e
irrepetibles, especiales siempre para ÉL.
Sólo
desde ese encuentro podemos construir esa tierra y ese mundo de paz y de
justicia de la que nos habla la liturgia de hoy. Que lejos de asustarnos por
los signos que nos muestra el Evangelio, debemos encontrar la ESPERANZA de que Jesús nace, llega, con
el poder del AMOR que lo transforma
todo y lo llena todo.
Vivamos
el AHORA, como ese tiempo en el que
Dios nos quiere con y para Él, para transmitir a cada persona con la que
crucemos una palabra un mensaje de VIDA,
porque Cristo es la vida que cada día encontramos en la sencillez del PAN que se parte, se entrega y se
comparte. Mensajeros de su MISERICORDIA,
al servicio de nuestra comunidad y de cada hermano. Mirando con COMPASIÓN y FE,
cualquier oscuridad, debilidad o contratiempo, sabiendo que en ellos se
encuentra Aquel que es AMOR, AMANTE Y AMADO,
para que juntos podamos ser corazón, hogar, espacio… como MARÍA, para sanar las heridas de los hombres que ayude a traer un NUEVO ADVIENTO en el mundo actual, vigilantes para descubrir los signos
de la nueva venida de JESÚS en la vida de hoy, Él viene cuando quiere por eso
hay que estar atentos a cada mirada, acontecimiento… no sabemos si llamará a
nuestra puerta como mendigo, inmigrante, refugiado, como poderoso o como niño o
mujer…Entremos en el Adviento de nuestro tiempo, ya que es NUESTRO TIEMPO, EL TIEMPO DEL NACIMIENTO DE JESÚS.
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