Mc 3, 20-21
En aquel tiempo, Jesús llegó a casa con sus discípulos y de nuevo se juntó tanta gente que no los dejaban ni comer.
Al enterarse su familia, vinieron a llevárselo, porque se decía que estaba fuera de sí.
NO LO DEJABAN NI COMER
A Jesús lo seguía tanta gente y Él los atendía a todos de tal manera y con tanto afán que no tenía tiempo ni para comer.
Muchas veces lo mejor que podemos dar no es lo que tenemos, sino a nosotros mismos, nuestro tiempo y nuestro ser persona para los demás.
Que no nos dejen ni comer de tantos que vengan a nosotros para que les hablemos de Jesús, para que les consolemos con el solo nombre de Jesús.
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