Mt 23, 13-22
En aquel tiempo, Jesús dijo: «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que cerráis a los hombres el reino de los cielos! Ni entráis vosotros, ni dejáis entrar a los que quieren.
¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que viajáis por tierra y mar para ganar un prosélito, y cuando lo conseguís, lo hacéis digno de la “gehenna” el doble que vosotros!
¡Ay de vosotros, guías ciegos, que decís: “Jurar por el templo no obliga, jurar por el oro del templo sí obliga”! ¡Necios y ciegos! ¿Qué es más, el oro o el templo que consagra el oro?
O también: “Jurar por el altar no obliga, jurar por la ofrenda que está en el altar sí obliga”. ¡Ciegos! ¿Qué es más, la ofrenda o el altar que consagra la ofrenda? Quien jura por el altar, jura por él y por quien habita en él; y quien jura por el cielo, jura por el trono de Dios y también por el que está sentado en él».
HIPÓCRITAS
Hoy el evangelio nos muestra a un Jesús molesto y reivindicativo ante las incoherencias de los escribas y fariseos. Hipócritas les llama.
El peor calificativo que Jesús, sabiendo cómo somos, conociéndonos desde antes de nacer, podía hacer a cualquiera de nosotros.
No seamos hipócritas, sino transparentes, coherentes con nuestra fe. Que nunca merezcamos que Jesús nos llame como a aquellos escribas y fariseos.
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