Lc 3,1-6
En el año decimoquinto del imperio del emperador Tiberio, siendo Poncio Pilato gobernador de Judea, y Herodes tetrarca de Galilea, y su hermano Filipo tetrarca de Iturea y Traconítide, y Lisanio tetrarca de Abilene, bajo el sumo sacerdocio de Anás y Caifás, vino la palabra de Dios sobre Juan, hijo de Zacarías, en el desierto.
Y recorrió toda la comarca del Jordán, predicando un bautismo de conversión para perdón de los pecados, como está escrito en el libro de los oráculos del profeta Isaías:
«Voz del que grita en el desierto:
Preparad el camino del Señor,
allanad sus senderos;
los valles serán rellenados,
los montes y colinas serán rebajados;
lo torcido será enderezado,
lo escabroso será camino llano.
Y toda carne verá la salvación de Dios».
Y recorrió toda la comarca del Jordán, predicando un bautismo de conversión para perdón de los pecados, como está escrito en el libro de los oráculos del profeta Isaías:
«Voz del que grita en el desierto:
Preparad el camino del Señor,
allanad sus senderos;
los valles serán rellenados,
los montes y colinas serán rebajados;
lo torcido será enderezado,
lo escabroso será camino llano.
Y toda carne verá la salvación de Dios».
INMACULADA Y ADVIENTO
En este Adviento ha coincidido la celebración del segundo domingo con la Solemnidad de la Inmaculada Concepción. María, nuestra Madre, no se entiende sin la espera del Adviento y el Adviento no se entiende sin María.
El evangelio de hoy nos anima y exhorta a preparar los caminos y allanar los senderos por los que vendrá la salvación de Dios, el Mesías, el Señor.
Practiquemos el perdón, la misericordia, la conversión y seremos voz que grita en el desierto, como Juan, voz que grita al corazón de la humanidad que Cristo va a llegar y nos salvará.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.