domingo, 26 de enero de 2025

III DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

 Lc 1,1-4;4,14-21

Ilustre Teófilo:
Puesto que muchos han emprendido la tarea de componer un relato de los hechos que se han cumplido entre nosotros, como nos los transmitieron los que fueron desde el principio testigos oculares y servidores de la palabra, también yo he resuelto escribírtelos por su orden después de investigarlo todo diligentemente desde el principio, para que conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido.
En aquel tiempo, Jesús volvió a Galilea con la fuerza del Espíritu; y su fama se extendió por toda la comarca. Enseñaba en las sinagogas, y todos lo alababan.
Fue a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el rollo del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito:
«El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista; a poner en libertad a los oprimidos; a proclamar el año de gracia del Señor».
Y, enrollando el rollo y devolviéndolo al que lo ayudaba, se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos clavados en él.
Y él comenzó a decirles:
«Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír».

TESTIGOS
Jesús es el personaje de la Historia del que más se ha escrito, pero para conocer a alguien no basta con escuchar lo que oros dicen de él. Hay que tratarlo, hablar con Él a diario.
No tenemos tiempo para leer y meditar el evangelio, que nos transmite lo que testigos oyeron y vieron. Así también podemos conocerlo mejor. Quien vivió con Él nos está contando cómo vivió y que sigue viviendo en nosotros.
Conozcamos más a Jesús, meditando el evangelio y orando a diario. Así llevaremos a Jesús a nuestra vida y podremos llevarlo a la vida de los demás. 

domingo, 19 de enero de 2025

II DOMINGO TIEMPO ORDINARIO

 Jn 2,1-12

En aquel tiempo, había una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda.
Faltó el vino, y la madre de Jesús le dice:
«No tienen vino».
Jesús le dice:
«Mujer, ¿qué tengo yo que ver contigo? Todavía no ha llegado mi hora».
Su madre dice a los sirvientes:
«Haced lo que él os diga».
Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una.
Jesús les dice:
«Llenad las tinajas de agua».
Y las llenaron hasta arriba.
Entonces les dice:
«Sacad ahora y llevadlo al mayordomo».
Ellos se lo llevaron.
El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua), y entonces llama al esposo y le dice:
«Todo el mundo pone primero el vino bueno y, cuando ya están bebidos, el peor; tú, en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora».
Este fue el primero de los signos que Jesús realizó en Caná de Galilea; así manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en él.

CANÁ
Es curioso que el primer signo que Jesús realizó, con toda la carga que la palabra signo tenía para sus contemporáneos, fue convertir el agua en vino. Y en una boda, una celebración.
Jesús quiere estar en todo momento en nuestras vidas: alegrías, preocupaciones, cotidianidad. Cuando algo se acaba o se termina, Jesús actúa, diciéndonos  que su gracia es abundante.
Y María, que es protagonista en Caná. Ella ve la necesidad y se  lo pide con confianza a aquel que sabe puede solucionarlo. No duda en su fe. Para nosotros, siempre ejemplo. 


domingo, 12 de enero de 2025

BAUTISMO DEL SEÑOR

 Lc 3,15-16.21-22

En aquel tiempo, el pueblo estaba expectante, y todos se preguntaban en su interior sobre Juan si no sería el Mesías, Juan les respondió dirigiéndose a todos:
«Yo os bautizo con agua; pero viene el que es más fuerte que yo, a quien no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego».
Y sucedió que, cuando todo el pueblo era bautizado, también Jesús fue bautizado; y, mientras oraba, se abrieron los cielos, bajó el Espíritu Santo sobre él con apariencia corporal semejante a una paloma y vino una voz del cielo:
«Tú eres mi Hijo, el amado; en ti me complazco».

BAUTISMO DEL SEÑOR
Acabando ya el tiempo de Navidad la liturgia nos regala la solemnidad del Bautismo del Señor. Comienza su vida pública y quiso hacerlo dejándose bautizar por Juan.
Nuestro bautismo nos hace ser profetas, reyes y sacerdotes. El bautismo nos regala lo mejor de nuestra vida y Jesús quiso ser uno más en la fila de los perdonados, aunque él no tenía nada que perdonar.
Demos gracias a Dios por que un día pasamos a ser parte de la Iglesia, del Pueblo de Dios, por pertenecer a una Comunidad universal, hermanos en Cristo. 

jueves, 9 de enero de 2025

NO TENGÁIS MIEDO

 Mc 6,45-52

Después de haberse saciado los cinco mil hombres, Jesús enseguida apremió a los discípulos a que subieran a la barca y se le adelantaran hacia la orilla de Betsaida,
mientras él despedía a la gente. Y después de despedirse de ellos, se retiró al monte a orar.
Llegada la noche, la barca estaba en mitad del mar y Jesús, solo, en tierra.
Viéndolos fatigados de remar, porque tenían viento contrario, a eso de la cuarta vigilia de la madrugada, fue hacia ellos andando sobre el mar, e hizo ademán de pasar de largo.
Ellos, viéndolo andar sobre el mar, pensaron que era un fantasma y dieron un grito, porque todos lo vieron y se asustaron.
Pero él habló enseguida con ellos y les dijo:
«Ánimo, soy yo, no tengáis miedo».
Entró en la barca con ellos y amainó el viento.
Ellos estaban en el colmo del estupor, pues no habían comprendido lo de los panes, porque tenían la mente embotada.

NO TENGÁIS MIEDO
Hoy el evangelio nos presenta a Jesús andando sobre el mar y, claro, los discípulos se asustaron al verle.
Pero Él les dijo "no tengáis miedo" y amaina el viento. Parece la historia de nuestra fe. Vemos a Jesús haciendo cosas por nosotros que nunca imaginaríamos.
Eso nos asusta, pero Él nos insiste: "Ánimo, soy yo, no tengáis miedo". Y calma el viento contrario. Tengamos fe, pero sin miedo. 

martes, 7 de enero de 2025

ESTÁ CERCA EL REINO DE LOS CIELOS

 Mt 4,12-17.23-25

En aquel tiempo, al enterarse Jesús de que habían arrestado a Juan se retiró a Galilea.
Dejando Nazaret se estableció en Cafarnaún, junto al mar, en el territorio de Zabulón y Neftalí, para que se cumpliera lo dicho por medio del profeta Isaías:
«Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí,
camino del mar, al otro lado del Jordán,
Galilea de los gentiles.
El pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz grande;
a los que habitaban en tierra y sombras de muerte, una luz les brilló».
Desde entonces comenzó Jesús a predicar diciendo:
«Convertios, porque está cerca el reino de los cielos».
Jesús recorría toda Galilea enseñando en sus sinagogas, proclamando el evangelio del reino y curando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo.
Su fama se extendió por toda Siria y le traían todos los enfermos aquejados de toda clase de enfermedades y dolores, endemoniados, lunáticos y paralíticos. Y él los curó.
Y lo seguían multitudes venidas de Galilea, Decápolis, Jerusalén, Judea y Transjordania.


ESTÁ CERCA EL REINO DE LOS CIELOS
Juan lo anunció y el evangelio de hoy recuerda un pasaje del Antiguo Testamento en el que nos hace tener presente que a Jesús lo anunciaron los profetas.
Estaba cerca el Reino de los cielos. De hecho, ya estaba allí, con Jesús. Si Él está presente, el Reino se hace vida.
Eso es verdad en la vida de una parroquia, en la vida de cualquier comunidad y en nuestra vida interior. Que el Reino se haga vida en nosotros. 

lunes, 6 de enero de 2025

SOLEMINIDAD DE LA EPIFANÍA DEL SEÑOR

 Mt 2,1-12

Habiendo nacido Jesús en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando:
«¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo».
Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó y toda Jerusalén con él; convocó a los sumos sacerdotes y a los escribas del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías.
Ellos le contestaron:
«En Belén de Judea, porque así lo ha escrito el profeta:
"Y tú, Belén, tierra de Judá,
no eres ni mucho menos la última
de las poblaciones de Judá,
pues de ti saldrá un jefe
que pastoreará a mi pueblo Israel"».
Entonces Herodes llamó en secreto a los magos para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén, diciéndoles:
«Id y averiguad cuidadosamente qué hay del niño y, cuando lo encontréis, avisadme, para ir yo también a adorarlo».
Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino y, de pronto, la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño.
Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra.
Y habiendo recibido en sueños un oráculo, para que no volvieran a Herodes, se retiraron a su tierra por otro camino.

EPIFANÍA
Hoy celebramos que tres curiosos personajes fueron a postrarse a los pies de Jesús sin saber exactamente quién era.
Sospechaban que alguien grande y magnífico, por las señales. Y fueron y se arrodillaron ante el rey, hombre y Dios. Por eso le ofrecieron oro, incienso y mirra.
Que siempre nos postremos a sus pies y que siempre sepamos que Él es el único Dios, Rey del universo, que se hizo hombre por nosotros. 

domingo, 5 de enero de 2025

II DOMINGO DE NAVIDAD

 Jn 1,1-18

En el principio existía el Verbo,
y el Verbo estaba junto a Dios,
y el Verbo era Dios.
Él estaba en el principio junto a Dios.
Por medio de él se hizo todo,
y sin él no se hizo nada de cuanto se ha hecho.
En él estaba la vida,
y la vida era la luz de los hombres.
Y la luz brilla en la tiniebla,
y la tiniebla no lo recibió.
Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan:
este venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él.
No era él la luz, sino el que daba testimonio de la luz.
El Verbo era la luz verdadera,
que alumbra a todo hombre,
viniendo al mundo.
En el mundo estaba;
el mundo se hizo por medio de él,
y el mundo no lo conoció.
Vino a su casa,
y los suyos no lo recibieron.
Pero a cuantos lo recibieron,
les dio poder de ser hijos de Dios,
a los que creen en su nombre.
Estos no han nacido de sangre, ni de deseo de carne,
ni de deseo de varón, sino que han nacido de Dios.
Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros,
y hemos contemplado su gloria:
gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.
Juan da testimonio de él y grita diciendo:
«Este es de quien dije: el que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo».
Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia.
Porque la ley se dio por medio de Moisés,
la gracia y la verdad nos han llegado por medio de Jesucristo.
A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios unigénito, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.



EL VERBO

           En estos días del tiempo de Navidad, debemos acordarnos de aquellos que nos han recibido en su familia, cuando éramos niños. Nos cuidaron, nos protegieron, éramos bebés.

    Así es Jesús, un bebé al que debemos acoger en casa, recibirlo. Si recibes a cristo, descansa en la filiación divina, déjate cuidar, déjate proteger y descansa en su paternidad-maternidad.

    Así entenderemos que el Verbo llegó únicamente para amar y amarnos. 

sábado, 4 de enero de 2025

VENID Y VERÉIS

 Jn 1,35-42

En aquel tiempo, estaba Juan con dos de sus discípulos y, fijándose en Jesús que pasaba, dice:
«Este es el Cordero de Dios».
Los dos discípulos oyeron sus palabras y siguieron a Jesús.
Jesús se volvió y, al ver que lo seguían, les pregunta:
«¿Qué buscáis?».
Ellos le contestaron:
«Rabí (que significa Maestro), ¿dónde vives?».
Él les dijo:
«Venid y veréis».
Entonces fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día; era como la hora décima.
Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús; encuentra primero a su hermano Simón y le dice:
«Hemos encontrado al Mesías (que significa Cristo)».
Y lo llevó a Jesús. Jesús se le quedó mirando y le dijo:
«Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas (que se traduce: Pedro)».

VENID Y VERÉIS
Jesús no necesitó obligar a los discípulos a seguirle, ni forzar a nadie, ni convencer insistentemente. Solo dijo: Venid y veréis.
Y fueron. Y vieron. Y ya no pudieron separarse de Él ni en vida ni en muerte. Y eso es lo que tenemos que hacer: Ir y ver.
Ir a donde esté y ver quién es, qué hace, con quién, cómo. Y hacer lo mismo, para no separarnos de Él nunca más. 

jueves, 2 de enero de 2025

YO NO SOY EL MESÍAS

 Jn 1,19-28

Este es el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a que le preguntaran:
«¿Tú quién eres?».
Él confesó y no negó; confesó:
«Yo no soy el Mesías».
Le preguntaron:
«¿Entonces, qué? ¿Eres tú Elías?».
Él dijo:
«No lo soy».
«¿Eres tú el Profeta?».
Respondió: «No».
Y le dijeron:
«¿Quién eres, para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?».
Él contestó:
«Yo soy la voz que grita en el desierto: "Allanad el camino del Señor", como dijo el profeta Isaías».
Entre los enviados había fariseos y le preguntaron:
«Entonces, ¿por qué bautizas si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?».
Juan les respondió:
«Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que viene detrás de mí, y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia».
Esto pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde Juan estaba bautizando.


YO NO SOY EL MESÍAS
Fue la frase que dijo Juan, el Bautista, cuando le preguntaron quién era, al ver lo que hacía y predicaba.
Lo tenía claro, él era un enviado, un intermediario, no era el Mesías, porque salvador solo hay uno, Jesús.
Que sepamos reconocer que "no somos el Mesías", que debemos dejarlo todo en sus manos, que nos ayude en nuestra vida diaria a reconocerle a cada paso. 

miércoles, 1 de enero de 2025

SOLEMNIDAD DE SANTA MARÍA, MADRE DE DIOS

 Lc 2,16-21

En aquel tiempo, los pastores fueron corriendo hacia Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre.
Al verlo, contaron lo que se les había dicho de aquel niño.
Todos los que lo oían se admiraban de lo que les habían dicho los pastores.
María, por su parte, conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.
Y se volvieron los pastores dando gloria y alabanza a Dios por todo lo que habían oído y visto, conforme a lo que se les había dicho.
Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidar al niño, le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción.

MARÍA
El primer día del año está dedicado a María, como madre de Dios. Madre con mayúsculas, Madre de Jesús. ¡Con cuánta ternura ese Niño le llamaría madre...!
Y con esa ternura nosotros también deberíamos llamarla Madre. Nuestra Madre que nos cuida y vela por todos sus hijos, ampara, aconseja, es nuestro pilar y nos auxilia. 
Recemos un "Ave María" por todos aquellos que todavía no han conocido su amor, por todos aquellos que necesitan su amor más especialmente. Santa María, esperanza nuestra, esclava del Señor, ruega por nosotros.