domingo, 19 de enero de 2025

II DOMINGO TIEMPO ORDINARIO

 Jn 2,1-12

En aquel tiempo, había una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda.
Faltó el vino, y la madre de Jesús le dice:
«No tienen vino».
Jesús le dice:
«Mujer, ¿qué tengo yo que ver contigo? Todavía no ha llegado mi hora».
Su madre dice a los sirvientes:
«Haced lo que él os diga».
Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una.
Jesús les dice:
«Llenad las tinajas de agua».
Y las llenaron hasta arriba.
Entonces les dice:
«Sacad ahora y llevadlo al mayordomo».
Ellos se lo llevaron.
El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua), y entonces llama al esposo y le dice:
«Todo el mundo pone primero el vino bueno y, cuando ya están bebidos, el peor; tú, en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora».
Este fue el primero de los signos que Jesús realizó en Caná de Galilea; así manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en él.

CANÁ
Es curioso que el primer signo que Jesús realizó, con toda la carga que la palabra signo tenía para sus contemporáneos, fue convertir el agua en vino. Y en una boda, una celebración.
Jesús quiere estar en todo momento en nuestras vidas: alegrías, preocupaciones, cotidianidad. Cuando algo se acaba o se termina, Jesús actúa, diciéndonos  que su gracia es abundante.
Y María, que es protagonista en Caná. Ella ve la necesidad y se  lo pide con confianza a aquel que sabe puede solucionarlo. No duda en su fe. Para nosotros, siempre ejemplo. 


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