miércoles, 25 de marzo de 2020

SOLEMNIDAD DE LA ANUNCIACIÓN

Lc 1, 26-38 



En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María.
El ángel, entrando en su presencia, dijo:
«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo».
Ella se turbó grandemente ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo:
«No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin».
Y María dijo al ángel:
«¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?»
El ángel le contestó:
«El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamado Hijo de Dios. También tu pariente Isabel ha concebido un hijo en su vejez, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, “porque para Dios nada hay imposible”».
María contestó:
«He aquí la esclava del Señor; hágase en mi según tu palabra».
Y el ángel se retiró.

ANUNCIACIÓN

En el día de hoy celebramos la Solemnidad de la Anunciación del Señor. El ángel Gabriel anunció a María la mejor noticia de la humanidad. El comienzo de una vida, la llegada de Jesús a nuestro mundo, el comienzo de todo lo bueno que nos llegó después. 

El sí alegre, consciente y confiado de una chica sencilla que no pidió explicaciones, sino que se hizo una con el querer de Dios. Confió, sin más, en que el Señor de la Vida es Amor con mayúsculas.

Seamos nosotros también confiados, siendo uno con la Voluntad de Dios. Hoy, especialmente, se hacen más realidad las palabras del ángel: Dios te salve, María..

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