lunes, 28 de septiembre de 2020

EL MÁS IMPORTANTE

Lc 9, 46-50

En aquel tiempo, se suscitó entre los discípulos una discusión sobre quién sería el más importante.
Entonces Jesús, conociendo los pensamientos de sus corazones, tomó de la mano a un niño, lo puso a su lado y les dijo:
«El que acoge a este niño en mi nombre, me acoge a mi; y el que me acoge a mí, acoge al que me ha enviado. Pues el más pequeño de vosotros es el más importante».
Entonces Juan tomó la palabra y dijo:
«Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre y, como no es de los nuestros, se lo hemos querido impedir».
Jesús le respondió:
«No se lo impidáis: el que no está contra vosotros, está a favor vuestro».


DE LOS NUESTROS

"De los nuestros". ¿Y quién es de los nuestros? ¿A quién nos referimos con "nuestros"? Para Jesús todos somos "de los suyos".

Nadie es más que nadie. Todos somos igual de hijos de Dios, todos somos igual de amados por Él, todos somos igual de dignos hijos suyos.

La dignidad de la persona humana es la misma para todos. Todos somos "de los nuestros", o sea, "de los suyos". Somos uno. 

domingo, 27 de septiembre de 2020

XXVI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

 Mt 21, 28-32

En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo:
«¿Qué os parece? Un hombre tenía dos hijos. Se acercó al primero y le dijo: "Hijo, ve hoy a trabajar en la viña." Él le contestó: "No quiero." Pero después se arrepintió y fue.
Se acercó al segundo y le dijo lo mismo. Él le contestó: "Voy, señor." Pero no fue.
¿Quién de los dos cumplió la voluntad de su padre?»
Contestaron:
«El primero».
Jesús les dijo:
«En verdad os digo que los publicanos y las prostitutas van por delante de vosotros en el reino de Dios. Porque vino Juan a vosotros enseñándoos el camino de la justicia, y no le creísteis; en cambio, los publicanos y prostitutas le creyeron. Y, aun después de ver esto, vosotros no os arrepentisteis ni le creísteis».

TERNURA

Ternura, inocencia, misericordia, bondad, rectitud, consuelo, entrañas compasivas son algunas de las palabras que aparecen hoy en la Liturgia dominical. Lo que sorprendía a los contemporáneos de Jesús era que todo ello se refiriese a Dios. 

Dios es Padre, pero también es Madre. Tierno, bondadoso nos da y ofrece siempre lo mejor para nosotros, buscando siempre nuestro interés, no el suyo. Así debemos ser nosotros, buscando siempre el interés de los demás. Solo así nos identificaremos con Él.

"Tened entre vosotros los sentimientos propios de Cristo Jesús", nos dice san Pablo. Tengámoslos, identifiquémonos hasta lo más profundo con sus sentimientos y llevemos en nuestro corazón el suyo, ofreciendo su ternura a los demás. 


ADMIRACIÓN

Lc 9, 43b-45

En aquel tiempo, entre la admiración general por lo que hacía, Jesús dijo a sus discípulos:
«Meteos bien en los oídos estas palabras: al Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres».
Pero ellos no entendían este lenguaje; les resultaba tan oscuro que no captaban el sentido.
Y les daba miedo preguntarle sobre el asunto.

ADMIRACIÓN

Dice el evangelio de hoy que los que lo veían y oían sentían admiración por Jesús. No pasaba desapercibido.

Y eso debe seguir pasando hoy, que todo aquel que viera y oyera a Jesús se quedara admirado de Él. Físicamente no puede estar entre nosotros, pero sus discípulos sí podemos llevarlo a todo el mundo.

Hagamos que todo aquel que sepa de Jesús por nosotros acabe admirándolo y empiece una vida diferente en su seguimiento.

jueves, 24 de septiembre de 2020

EL TETRARCA HERODES

 Lc 9, 7-9

En aquel tiempo, el tetrarca Herodes se enteró de lo que pasaba y no sabía a qué atenerse, porque unos decían que Juan había resucitado de entre los muertos; otros en cambio, que había aparecido Elías, y otros que había vuelto a la vida uno de los antiguos profetas.

Herodes se decía: «A Juan lo mandé decapitar yo. ¿Quién es este de quien oigo semejantes cosas?» Y tenía ganas de verlo.

TENÍA GANAS DE VERLO

Herodes, el tetrarca Herodes tenía ganas de ver a Jesús. Sólo por curiosidad, es verdad, pero aun así quería verlo. 

Él fue afortunado y lo vio. Nosotros también somos afortunados porque lo tenemos en la Eucaristía, a diario, presente y esperando a cada uno de nosotros.

Nosotros tenemos ganas de verlo, pero sus ganas de vernos son infinitas. Nos espera siempre. Vayamos. 

miércoles, 23 de septiembre de 2020

EN TODAS PARTES

  Lc 9, 1-6

En aquel tiempo, habiendo convocado Jesús a los Doce, les dio poder y autoridad sobre toda clase de demonios y para curar enfermedades.
Luego los envió a proclamar el reino de Dios y a curar a los enfermos, diciéndoles:
«No llevéis nada para el camino: ni bastón ni alforja, ni pan ni dinero; tampoco tengáis dos túnicas cada uno.
Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio.
Y si algunos no os recibe, al salir de aquel pueblo sacudíos el polvo de los pies, como testimonio contra ellos».
Se pusieron en camino y fueron de aldea en aldea, anunciando la Buena Noticia y curando en todas partes.


EN TODAS PARTES

Jesús envía a los Doce a proclamar el Reino, pero de una manera muy particular: sin bastón, ni dinero, quedándose en la misma casa...

Y "curando en todas partes", en todas. Porque Dios no hace acepción de personas. Todos debemos evangelizar a todos nuestros hermanos.

Proclamar, evangelizar, a tiempo y a destiempo. Nos urge que todos y en todas conozcan a Cristo. 

martes, 22 de septiembre de 2020

LOS QUE ESCUCHAN

  Lc 8, l9-21

En aquel tiempo, vinieron a ver a Jesús su madre y sus hermanos, pero con el gentío no lograban llegar hasta él.
Entonces lo avisaron:
«Tu madre y tus hermanos están fuera y quieren verte».
Él respondió diciéndoles:
«Mi madre y mis hermanos son estos: los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen».

LOS QUE ESCUCHAN

Hoy falta actitud de escucha. No escuchamos a nuestros hermanos, a la naturaleza, al silencio, ni siquiera escuchamos a Dios.

Y todos ellos tienen mucho que decirnos. Nuestros hermanos necesitan de nosotros, la naturaleza nos grita ayuda, ¿y Dios?

¿Qué es lo que nos dice Dios? Escuchemos su Palabra en silencio. Encontraremos la respuesta.

lunes, 21 de septiembre de 2020

PUBLICANOS Y PECADORES

 Mt 9, 9-13

En aquel tiempo, al pasar vio Jesús a un hombre llamado Mateo sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo:
«Sígueme».
Él se levantó y lo siguió.
Y estando en la casa, sentado en la mesa, muchos publicanos y pecadores, que habían acudido, se sentaban con Jesús y sus discípulos.
Los fariseos, al verlo, preguntaron a los discípulos:
«¿Cómo es que vuestro maestro come con publicanos y pecadores?»
Jesús lo oyó y dijo:
«No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Andad, aprended lo que significa “Misericordia quiero y no sacrificio”: que no he venido a llamar a justos, sino a los pecadores».



PUBLICANOS Y PECADORES

A los discípulos les echaron en cara que su Maestro comía con "publicanos y pecadores". Hoy, ¿quiénes serían los publicanos y pecadores que comerían a su mesa?

¿Y quiénes serían los fariseos que se lo echaran en cara? ¿Nosotros, en qué grupo estaríamos: publicanos, pecadores, fariseos...?

¿Quién sería hoy el afortunado al que Jesús le pidiera compartir mesa con Él? ¿Nosotros? Meditemos hoy sobre todo ello. 


domingo, 20 de septiembre de 2020

XXV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

 Mt 20, 1-16

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:
«El reino de los cielos se parece a un propietario que al amanecer salió a contratar jornaleros para su viña. Después de ajustarse con ellos en un denario por jornada, los mandó a la viña.
Salió otra vez a media mañana, vio a otros que estaban en la plaza sin trabajo, y les dijo:
“Id también vosotros a mi viña, y os pagaré lo debido”
Ellos fueron.
Salió de nuevo hacia mediodía y a media tarde e hizo lo mismo. Salió al caer la tarde y encontró a otros, parados, y les dijo:
“¿Cómo es que estáis aquí el día entero sin trabajar?”
Le respondieron:
“Nadie nos ha contratado”.
Él les dijo:
“Id también vosotros a mi viña”.
Cuando oscureció, el dueño dijo al capataz:
“Llama a los jornaleros y págales el jornal, empezando por los últimos y acabando por los primeros”.
Vinieron los del atardecer y recibieron un denario cada uno.
Cuando llegaron los primeros, pensaban que recibirían más, pero ellos también recibieron un denario cada uno. Al recibirlo se pusieron a protestar contra el amo:
“Estos últimos han trabajado sólo una hora, y los has tratado igual que a nosotros, que hemos aguantado el peso del día y el bochorno”.
Él replicó a uno de ellos:
“Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No nos ajustamos en un denario? Toma lo tuyo y vete. Quiero darle a este último igual que a ti. ¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis asuntos? ¿O vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?”
Así, los últimos serán primeros y los primeros, últimos».

ID TAMBIÉN VOSOTROS A MI VIÑA

El evangelio de hoy nos habla de una viña, de los trabajadores de primera hora, de los trabajadores de última hora y de un dueño de la viña que es justo, clemente y compasivo. No es difícil entender la parábola. 

El Reino de Dios necesita de todos, Dios no rechaza a nadie para trabajar en la evangelización, porque todos tenemos un lugar en ella. Y los que lleguen los últimos, serán los primeros. Es la lógica divina. Y no podemos reprocharle su Bondad, ya que él no puede ser de otra manera.

Como nos dice el Salmo, Dios "es cariñoso con todas sus criaturas", "bondadoso", "clemente y misericordioso". Un Dios que nos ama infinitamente y que quiere que participemos de su Reino. Todos. Sin excepción.

BUENA TIERRA

 Lc 8, 4-15

En aquel tiempo, habiéndose reunido una gran muchedumbre y gente que salía de toda la ciudad, dijo Jesús esta parábola:
«Salió el sembrador a sembrar su semilla.
Al sembrarla, algo cayó al borde del camino, lo pisaron, y los pájaros del cielo se lo comieron.
Otro parte cayó en terreno pedregoso y, después de brotar, se secó por falta de humedad.
Otro parte cayó entre abrojos, y los abrojos, creciendo al mismo tiempo, lo ahogaron.
El otra parte cayó en tierra buena y, después de brotar, dio fruto al ciento por uno».
Dicho esto, exclamó:
«El que tenga oídos para oír, que oiga».
Entonces le preguntaron los discípulos qué significa esa parábola.
Él dijo:
«A vosotros se os ha otorgado conocer los misterios del reino de Dios; pero a los demás, en parábolas, “para que viendo no vean y oyendo no entiendan”.
El sentido de la parábola es éste: la semilla es la palabra de Dios.
Los del borde del camino son los que escuchan, pero luego viene el diablo y se lleva la palabra de sus corazones, para que no crean y se salven.
Los del terreno pedregoso son los que, al oír, reciben la palabra con alegría, pero no tienen raíz; son los que por algún tiempo creen, pero en el momento de la prueba fallan.
Lo que cayó entre abrojos son los que han oído, pero, dejándose llevar por los afanes, riquezas y placeres de la vida, se quedan sofocados y no llegan a dar fruto maduro.
Lo de la tierra buena son los que escuchan la palabra con un corazón noble y generoso, lo guardan y dan fruto perseverancia».

BUENA TIERRA

Somos muchos millones los que seguimos a Jesús en todo el mundo. Y todos queremos ser esa "buena tierra" del evangelio de hoy.

La buena tierra da buen fruto. Y es buena tierra después de que el sembrador la haya cuidado y mimado.

Dios nos cuida y mima. Sólo nos queda dar buenos frutos de amor, misericordia y compasión.


viernes, 18 de septiembre de 2020

DE CIUDAD EN CIUDAD

  Lc 8, 1-3

En aquel tiempo, Jesús iba caminando de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo, proclamando y anunciando la Buena Noticia del reino de Dios, acompañado por los Doce y por algunas mujeres, que habían sido curadas de espíritus malos y de enfermedades: María la Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Cusa, un administrador de Herodes; Susana y otras muchas que les servían con sus bienes.

ACOMPAÑADO

Jesús iba de pueblo en pueblo y de ciudad en ciudad acompañado por los Doce y por algunas mujeres. Creo que eso nos debe hacer pensar que todo no lo podemos hacer en solitario.

No somos islas, como decía el monje trapense Thomas Merton. Estamos destinados a vivir-con los demás, a amar-con los demás, a ser cristianos-con los demás.

Dejémonos acompañar y acompañemos. Sembremos juntos el evangelio.

jueves, 17 de septiembre de 2020

UN PRESTAMISTA TENÍA DOS DEUDORES

Lc 7, 36-50


En aquel tiempo, un fariseo rogaba a Jesús que fuera a comer con él y, entrando en casa del fariseo, se recostó a la mesa. En esto, una mujer que había en la ciudad, una pecadora, al enterarse de que estaba comiendo en casa del fariseo, vino trayendo un frasco de alabastro lleno de perfume y, colocándose detrás junto a sus pies, llorando, se puso a regarle los pies con las lágrimas, se los enjugaba con los cabellos de sus cabeza, los cubría de besos y se los ungía con el perfume. Al ver esto, el fariseo que lo había invitado se dijo: «Si este fuera profeta, sabría quién y qué clase de mujer el la que lo está tocando, pues es una pecadora».
Jesús respondió y le dijo: «Simón, tengo algo que decirte».
Él respondió: «Dímelo, maestro».
Jesús le dijo:
«Un prestamista tenía dos deudores; uno le debía quinientos denarios y el otro cincuenta. Como no tenían con qué pagar, los perdonó a los dos. ¿Cuál de los dos lo amará más?»
Respondió Simón y dijo: «Supongo que aquel a quien le perdonó más».
Le dijo Jesús: «Has juzgado rectamente».
Y, volviéndose a la mujer, dijo a Simón:
«¿Ves a esta mujer? He entrado en tu casa y no me has dado agua para los pies; ella, en cambio, me ha regado los pies con sus lágrimas y me los ha enjugado con sus cabellos. Tú no me diste el beso de paz; ella, en cambio, desde que entré, no ha dejado de besarme los pies. Tú no me ungiste la cabeza con ungüento; ella, en cambio, me ha ungido los pies con perfume. Por eso te digo: sus muchos pecados han quedado perdonados, porque ha amado mucho, pero al que poco se le perdona, ama poco».
Y a ella le dijo: « Han quedado perdonados tus pecados».
Los demás convidados empezaron a decir entre ellos:
«¿Quién es este, que hasta perdona pecados?»
Pero él dijo a la mujer: «Tu fe te ha salvado, vete en paz».


¿CUÁL DE LOS DOS LO AMARÁ MÁS?

Al que poco se le perdona, ama poco. Jesús es claro. Perdonar todo a todo aquel que nos hubiera hecho daño de una manera u otra.

También nosotros somos perdonados siempre por Dios. ¿No tendremos que amar del todo al que todo nos lo perdona?

Amar a Dios, perdonar todo. Buen propósito.



miércoles, 16 de septiembre de 2020

HEMOS TOCADO LA FLAUTA

  Lc 7, 31-35

En aquel tiempo, dijo el Señor:
« ¿A quién, pues, compararé los hombres de esta generación? ¿A quién son semejantes?
Se asemejan a unos niños, sentados en la plaza, que gritan a otros aquello de:
“Hemos tocado la flauta y no habéis bailado, hemos entonado lamentaciones y no habéis llorado".
Porque vino Juan el Bautista, que ni come pan ni bebe vino, y decís: “Tiene un demonio”; vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y decís: "Mirad qué hombre más comilón y borracho, amigo de publicanos y pecadores”.
Sin embargo, todos los hijos de la sabiduría le han dado la razón».

ESTA GENERACIÓN

Con las palabras del evangelio, si llegara Jesús en este hoy y ahora, ¿a quién compararía a esta generación? ¿Qué palabras tendría para nosotros?

Ojalá Jesús viniera y nos lo dijera, ojalá Jesús entre nosotros físicamente y oír su voz. 

Podemos pensarlo, podemos imaginar lo que nos diría. Y si vemos que algo podemos cambiar a mejor, hagámoslo.

martes, 15 de septiembre de 2020

NUESTRA SEÑORA DE LOS DOLORES

  Jn 19, 25-27

Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena.
Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo al que tanto amaba, dijo a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo»
Luego, dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre».
Y desde aquella hora, el discípulo la recibió como algo propio.

DOLORES

Para Jesús sería muy especial cada vez que le dijera "madre" a María. Y en los oídos y en el corazón de María sonaría más especialmente aún. 

Hoy recordamos el sufrimiento y el dolor de María. Un dolor que se solapaba con amor. Sin duda, un amor único.

Su sufrimiento no fue en vano; dio fruto de amor y entrega. Aprendamos de María a transformar el dolor en amor.


lunes, 14 de septiembre de 2020

LA EXALTACIÓN DE LA SANTA CRUZ

 Jn 3, 13-17

En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo:
«Nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre.
Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna.
Porque tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito para que todo el que cree en él no perezca, sino que tengan vida eterna.
Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.
El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Unigénito de Dios».

LA CRUZ

El signo por el que nos distinguimos los cristianos, allí donde murió nuestro Salvador, allí donde se demostró el mayor amor del mundo.

La Cruz, clavada en tierra y clavada en nuestro interior desde el Gólgota. Cruz que salva, Cruz que lava, Cruz donde se derramó amor en forma de Sangre y agua.

La Cruz, bendita Cruz. Bendita la carga que llevó y quien la portó. Cruz que nos recuerda nuestra vida. Cruz que nos grita AMOR.


domingo, 13 de septiembre de 2020

XXIV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

 Mt 18, 21-35

En aquel tiempo, acercándose Pedro a Jesús le preguntó:
«Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonarlo? ¿Hasta siete veces?»
Jesús le contesta:
«No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Por esto, se parece el reino de los cielos a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus criados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así.
El criado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo:
“Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré todo”.
Se compadeció el señor de aquel criado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda. Pero, al salir, el criado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba, diciendo:
“Págame lo que me debes”.
El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba, diciendo:
“Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré”.
Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía.
Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo:
“¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo rogaste. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?”
Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda.
Lo mismo hará con vosotros mi Padre celestial, si cada cual no perdona de corazón a su hermano».


EL PERDÓN

En este domingo las lecturas nos orientan hacia el perdón, la misericordia y la clemencia. Perdón, misericordia y clemencia de Dios y también los nuestros. Tenemos como modelo y ejemplo a Dios, que "es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia", como nos dice el Salmo.

Viviendo todas estas virtudes nos será más fácil el perdón, el "setenta veces siete" del evangelio. Siendo cristianos, teniendo a Jesús de modelo, no nos debería ser difícil. Es más, el libro del Eclesiástico nos dice que "rencor e ira son detestables". No es compatible el ser cristiano y el rencor.

Liberemos el corazón. Liberemos también la mente y tengamos un interior sin rencor, sabiendo que Dios nos perdonó más. Seamos compasivos, como Dios es compasivo con nosotros. Perdonemos de corazón a nuestros hermanos. Setenta veces siete.

sábado, 12 de septiembre de 2020

ÁRBOLES Y FRUTOS

 Lc 6, 43-49

En aquel tiempo, decía Jesús a sus discípulos:
«No hay árbol bueno que dé fruto malo, ni árbol malo que dé fruto bueno; por ello, cada árbol se conoce por su fruto; porque no se recogen higos de las zarzas, ni se vendimian racimos de los espinos.
El hombre bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque de lo que rebosa el corazón habla la boca.
¿Por qué me llamáis “Señor, Señor”, y no hacéis lo que digo?
Todo el que viene a mí, escucha mis palabras y las pone en práctica, os voy a decir a quién se parece: se parece a uno que edificó una casa: cavó, ahondó y puso los cimientos sobre roca; vino una crecida, arremetió el río contra aquella casa, y no pudo derribarla, porque estaba sólidamente construida.
El que escucha y no pone en práctica se parece a uno que edificó una casa sobre tierra, sin cimiento; arremetió contra ella el río, y en seguida se derrumbó desplomándose, y fue grande la ruina de aquella casa».

FRUTO BUENO

En el día del Dulce Nombre de María el evangelio nos regala una parábola sobre los frutos buenos y malos, árboles buenos y malos.

Del árbol bueno de María solo podía surgir el mejor de los frutos: Jesús. Y de su fruto nos alimentamos a diario, es nuestro alimento.

Demos también nosotros frutos en forma de buenas obras, de las mejores obras. Así el mundo será rico en amor.

viernes, 11 de septiembre de 2020

CIEGOS Y VIGAS

 Lc 6, 39-42

En aquel tiempo, dijo Jesús a los discípulos una parábola:
«¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo?
No está un discípulo sobre su maestro, si bien, cuando termine su aprendizaje, será como su maestro.
¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: “Hermano, déjame que te saque la mota del ojo”, sin fijarte en la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Sácate primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la mota del ojo de tu hermano».

ENTONCES VERÁS CLARO

Nos dice Jesús que cuando nos saquemos la mota de polvo de nuestros ojos, veremos claro. La mota de polvo de los ojos de nuestra alma.

Si el alma está limpia, si tenemos un corazón blanco, todo se ve de manera diferente, más sencillo, más transparente, con más claridad.

Y todo cambia con esta otra visión más pura y limpia. Probemos.

jueves, 10 de septiembre de 2020

AMAD A VUESTROS ENEMIGOS

  Lc 6, 27-38

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«A vosotros los que me escucháis os digo: amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os calumnian.
Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite la capa, no le impidas que tome también la túnica. A quien te pide, dale; al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames.
Tratad a los demás como queréis que ellos os traten. Pues, si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien solo a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores hacen lo mismo.
Y si prestáis a aquellos de los que esperáis cobrar, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a otros pecadores, con intención de cobrárselo.
Por el contrario, amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada; será grande vuestra recompensa y seréis hijos del Altísimo, porque él es bueno con los malvados y desagradecidos.
Sed compasivos como vuestro Padre es misericordioso; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante, pues con la medida con que midiereis se os medirá a vosotros».

NO JUZGUÉIS

Está claro, ¿no? Juzgar no es tarea nuestra, no hemos venido a juzgar ni a fijarnos en cómo lo hacen los demás. No juzguéis.

Hemos venido a amar, a ser compasivos como nuestro Padre es misericordioso. Hemos venido a amar generosamente, como Él nos amó.

"Haced el bien y prestad sin esperar nada". Un buen propósito para este curso que empieza. 

miércoles, 9 de septiembre de 2020

BIENAVENTURADOS

 Lc 6, 20-26

En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos hacia sus discípulos, les decía:
«Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el reino de Dios.
Bienaventurados los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis saciados.
Bienaventurados los que ahora lloráis, porque reiréis.
Bienaventurados vosotros cuando os odien los hombres, y os excluyan, y os insulten y proscriban vuestro nombre como infame, por causa del Hijo del hombre. Alegraos ese día y saltad de gozo, porque vuestra recompensa será grande en el cielo. Eso es lo que hacían vuestros padres con los profetas.
Pero, ¡ay de vosotros, los ricos!, porque ya habéis recibido vuestro consuelo.
¡Ay de vosotros, los que estáis saciados, porque tendréis hambre!
¡Ay de los que ahora reís, porque haréis duelo y lloraréis!
¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros! Eso es lo que vuestros padres hacían con los falsos profetas».

LEVANTANDO LOS OJOS

Jesús levantando los ojos hacia sus discípulos, les dijo las bienaventuranzas. Mirar, mirar a los ojos y que esa mirada sea la de Jesús.

Bienaventuranzas que no entendieron, ni muchas veces entendemos nosotros. Contradicciones que desembocan en amor.

Cuando nos encontremos cara a cara con Jesús y Él levante los ojos hacia nosotros entenderemos por fin el Reino y las Bienaventuranzas. 

martes, 8 de septiembre de 2020

NATIVIDAD DE LA VIRGEN MARÍA

 Mt 1, 18-23

La generación de Jesucristo fue de esta manera:
María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.
José, su esposo, que era justo y no quería difamarla, decidió repudiarla en privado. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo:
«José, hijo de David, no temas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados».
Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por medio del profeta:
«Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Enmanuel, que significa "Díos-con-nosotros"».

NATIVIDAD

Hoy celebramos la Natividad de la Virgen María. Cientos de pueblos y ciudades recuerdan a María en diferentes advocaciones. 

Diferente nombre, una misma Madre. Y celebramos que la Madre de Jesús llegó a nuestro mundo. No sabía que su Sí lo cambiaría todo.

¡Cómo puede cambiarlo todo un Sí! Piensa cuál sería tu Sí, el que cambiaría tu vida. 

lunes, 7 de septiembre de 2020

UN SÁBADO

 Lc 6, 6-11

Un sábado, entró Jesús en la sinagoga a enseñar.
Había allí un hombre que tenía la mano derecha paralizada.
Los escribas y los fariseos estaban al acecho para ver si curaba en sábado, y encontrar de qué acusarlo.
Pero él conocía sus pensamientos y dijo al hombre de la mano atrofiada:
«Levántate y ponte ahí en medio».
Y, levantándose, se quedó en pie.
Jesús les dijo:
«Os voy a hacer una pregunta: ¿Qué está permitido en sábado?, ¿hacer el bien o el mal, salvar una vida o destruirla?».
Y, echando en torno una mirada a todos, le dijo:
«Extiende tu mano».
Él lo hizo y su mano quedó restablecida.
Pero ellos, ciegos por la cólera, discutían qué había que hacer con Jesús.


¿HACER EL BIEN O EL MAL?

¿Qué haríais vosotros: el bien o el mal? ¿Qué recomendaríais hacer: el bien o el mal? ¿Qué nos diría Jesús: haced el bien o haced el mal?

Pues si tenemos claras las respuestas a esas preguntas, pongamos por obra el mayor potencial que tenemos a nuestro alcance: el bien.

Sembremos el mundo de bien. 

domingo, 6 de septiembre de 2020

XXIII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

 Mt 18,15-20

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Si tu hermano peca contra ti, repréndelo estando los dos a solas. Si te hace caso, has salvado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un pagano o un publicano.
En verdad os digo que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en los cielos, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en los cielos.
Os digo, además, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre que está en los cielos. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos».

NO ENDUREZCÁIS VUESTRO CORAZÓN

En el comentario de este domingo nos hemos fijado en las palabras del Salmo:"No endurezcáis vuestro corazón". Tener el corazón duro, tener el corazón de piedra es expresión de no tener bondad ni gratitud. Dos actitudes que deberían ser propias de los cristianos. Por eso nos advierte el Salmo: "No os endurezcáis".

Cerrarse, no sentir nada, que nada te afecte, no sentir es propio de ese corazón endurecido. San Pablo nos recuerda que no le debamos nada a los demás, "más que amor", que es lo contrario a un corazón insensible. La plenitud de la ley es el amor, y el amor servicial a todo aquel que lo necesite.

"Amarás al prójimo como a ti mismo" es lo que nos recuerda Pablo. Ahí está una clave de nuestra vida. Tengamos un corazón sensible a los padecimientos del prójimo, un corazón atento y servicial. El amor es lo que distingue a los cristianos. Hagámoslo realidad teniendo un corazón como el de Jesús.

sábado, 5 de septiembre de 2020

SEÑOR DEL SÁBADO

  Lc 6, 1-5

Un sábado, iba Jesús caminando por medio de un sembrado y sus discípulos arrancaban y comían espigas, frotándolas con las manos.
Unos fariseos dijeron:
«¿Por qué hacéis en sábado lo que no está permitido?»
Respondiendo Jesús, les dijo:
«¿No habéis leído lo que hizo David, cuando él y sus hombres sintieron hambre?
Entró en la casa de Dios, y tomando los panes de la proposición, que solo está permitido comer a los sacerdotes, comió él y dio a los que estaban con él».
Y les decía:
«El Hijo del hombre es señor del sábado».

UN SÁBADO

Nos habla el evangelio de que Jesús, en sábado, iba caminando. Los fariseos se cruzaron con Él y empezaron a poner en duda actitudes.

A nosotros también nos ha pasado. Un día cualquiera vamos caminando, nos encontramos con alguien y pone en duda todo aquello que hacemos o decimos desde nuestro ser cristiano.

Aun así Jesús está a nuestro lado, es Señor del sábado, Señor de nuestras vidas. Por eso, abandonados a su voluntad, sintámonos en su Corazón.

viernes, 4 de septiembre de 2020

EL AÑEJO ES MEJOR

  Lc 5, 33-39

En aquel tiempo, los fariseos y los escribas dijeron a Jesús:
«Los discípulos de Juan ayunan a menudo y oran, y los de los fariseos también; en cambio, los tuyos, a comer y a beber».
Jesús les dijo:
«¿Acaso podéis hacer ayunar a los invitados a la boda mientras el esposo está con ellos? Llegarán días en que les arrebatarán al esposo, entonces ayunarán en aquellos días».
Les dijo también una parábola:
«Nadie recorta una pieza de un manto nuevo para ponérsela a un manto viejo; porque, si lo hace, el nuevo se rompe y al viejo no le cuadra la pieza del nuevo.
Nadie echa vino nuevo en odres viejos; porque, si lo hace, el vino nuevo reventará los odres y se derramará, y los odres se estropearán.
A vino nuevo, odres nuevos.
Nadie que cate vino añejo quiere del nuevo, pues dirá: “El añejo es mejor”».

LES ARREBATARÁN AL ESPOSO

En el evangelio de hoy Jesús les adelantó en la parábola que les contaba a los discípulos, así como a los escribas y fariseos, que "les sería arrabatado".

A la fuerza se lo llevaron, a la fuerza le azotaron y lo mataron. Pero eso no pudo arrebatarlo del corazón de los discípulos.

La tristeza y el desánimo puede que estén presentes, pero nunca nadie podrá arrebatar a Jesús de nuestro corazón. 

jueves, 3 de septiembre de 2020

ENSEÑABA A LA GENTE

 Lc 5, 1-11

En aquel tiempo, la gente se agolpaba en torno a Jesús para oír la palabra de Dios. Estando él de pie junto al lago de Genesaret, vio dos barcas que estaban en la orilla; los pescadores habían desembarcado, estaban lavando las redes.
Subiendo a una de las barcas, que era la de Simón, le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente.
Cuando acabó de hablar, dijo a Simón:
-«Rema mar adentro, y echad vuestras redes para la pesca».
Respondió Simón y dijo:
«Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos recogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes».
Y, puestos a la obra, hicieron una redada tan grande de peces que las redes comenzaban a reventarse. Entonces hicieron señas a los compañeros, que estaban en la otra barca, para que vinieran a echarles una mano. Vinieron llenaron las dos barcas, hasta el punto de que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús diciendo:
«Señor, apártate de mí, que soy un hombre pecador».
Y es que el estupor se había apoderado de él y de los que estaban con él, por la redada de peces que habían recogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón.
Jesús dijo a Simón:
-«No temas; desde ahora serás pescador de hombres».
Ellos sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.

LA GENTE SE AGOLPABA

La gente se agolpaba para ver a Jesús. Quizá hoy también nos agolpáramos, pero simplemente por curiosidad y nos alejaríamos pensando que aquel personaje era un vendehumos.

O quizá no. Quizá sus palabras y sus actos nos enamorasen de tal manera que ya no nos fuera posible dejar de seguirle.

También hoy pasa a nuestro lado, de muchas maneras. A nosotros nos toca elegir: alejarnos o seguirle en toda nuestra vida.


miércoles, 2 de septiembre de 2020

EN CASA DE SIMÓN

 Lc 4, 38-44

En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, entró en casa de Simón.
La suegra de Simón estaba con fiebre muy alta y le rogaron por ella.
Él, inclinándose sobre ella, increpó a la fiebre, y se le pasó; ella, levantándose en seguida, se puso a servirles.
Al ponerse el sol, todos cuantos tenían enfermos con diversas dolencias se los llevaban, y él, imponiendo las manos sobre cada uno, los iba curando.
De muchos de ellos salían también demonios, que gritaban y decían: «Tú eres el Hijo de Dios».
Los increpaba y no les dejaba hablar, porque sabían que él era el Mesías.
Al hacerse de día, salió y se fue a un lugar desierto.
La gente lo andaba buscando y, llegando donde estaba, intentaban retenerlo para que no se separara de ellos.
Pero él les dijo: «Es necesario que proclame el reino de Dios también a las otras ciudades, pues para esto he sido enviado».
Y predicaba en las sinagogas de Judea.

LOS IBA CURANDO

Imaginando la escena del evangelio en la que Jesús iba curando a uno tras otro podemos vislumbrar la mirada y el corazón de cada uno de ellos.

También la mirada y el Corazón de Jesús, que los conocía mejor que ellos a sí mismos, que derramaba a cada instante su misericordia por ellos y en ellos.

Dejémonos curar, dejemos que su mirada nos invada, dejemos que derrame su misericordia en nosotros. ¡Cúrame, Señor!


martes, 1 de septiembre de 2020

QUEDARON TODOS ASOMBRADOS

  Lc 4, 31-37

En aquel tiempo, Jesús bajó a Cafarnaún, ciudad de Galilea, y los sábados les enseñaba.
Se quedaban asombrados de su enseñanza, porque su palabra estaba llena de autoridad.
Había en la sinagoga un hombre poseído por un espíritu de demonio inmundo y se puso a gritar con fuerte voz:
«¡Basta! ¿Qué tenemos que ver nosotros contigo, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios».
Pero Jesús le increpó diciendo:
«¡Cállate y sal! de él».
Entonces el demonio, tirando al hombre por tierra en medio de la gente, salió sin hacerle daño.
Quedaron todos asombrados y comentaban entre sí:
« ¿Qué clase de palabra es esta? Pues da órdenes con autoridad y poder a los espíritus inmundos, y salen».
Y su fama se difundía por todos los lugares de la comarca.

QUEDARON TODOS ASOMBRADOS

En el evangelio nos cuentan que los contemporáneos de Jesús solo se asombraban cuando realizaba o decía algo extraordinario.

Y con Jesús debemos asombrarnos siempre, pues siempre hay algo por lo que darle gracias. Somos afortunados de ser tan bien cuidados por Él.

Tengamos siempre presente su Amor infinito y dejémonos sorprender por él.