martes, 29 de diciembre de 2020

MARTES DE LA OCTAVA DE NAVIDAD

 Lc 2, 22-35

Cuando se cumplieron los días de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: «Todo varón primogénito será consagrado al Señor», y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: «un par de tórtolas o dos pichones».
Había entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo estaba con él. Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo.
Y cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo acostumbrado según la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo:
«Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz.
Porque mis ojos “han visto a tu Salvador”, a quien has presentado ante todos los pueblos: “luz para alumbrar a las naciones” y gloria de tu pueblo Israel».
Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño. Simeón los bendijo, diciendo a María su madre:
«Este ha sido puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; y será como un signo de contradicción - y a ti misma una espada te traspasará el alma - para que se pongan de manifiesto los pensamientos de muchos corazones».

SIGNO DE CONTRADICCIÓN

Jesús siempre será signo de contradicción. Los que seguimos su estela somos muchas veces incomprendidos y rechazados.

Y los que no siguen su estela rechazan este camino. Siempre entre Dios, el hombre y su libertad. Libertad otorgada por Dios.

La fe, la libertad. Dios se nos da, y ¿nosotros? 

SANTOS

  Mt 2, 13-18

Cuando se retiraron los magos, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo:
«Levántate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise; porque Herodes va a buscar al niño para matarlo».
José se levantó, tomó al niño y a su madre, de noche, se fue a Egipto y se quedó hasta la muerte de Herodes para que se cumpliese lo que dijo el Señor por medio del profeta:
«De Egipto llamé a mi hijo».
Al verse burlado por los magos, Herodes montó en cólera y mandó matar a todos los niños de dos años para abajo, en Belén y sus alrededores, calculando el tiempo por lo que había averiguado de los magos.
Entonces se cumplió lo dicho por medio del profeta Jeremías:
«Un grito se oye en Ramá, llanto y lamentos grandes; es Raquel que llora por sus hijos, y rehúsa el consuelo, porque ya no viven».


TOMÓ AL NIÑO Y A SU MADRE
En el día en que celebramos a los Santos Inocentes el evangelio nos dice que José tomó al Niño y a su Madre y se los llevó, avisado por el ángel.
En este hoy también debemos proteger a los niños de todo mal que pudiera llegarles.
Desde nuestra posición, creencia, conciencia... defendamos a los niños.

domingo, 27 de diciembre de 2020

LA SAGRADA FAMILIA: JESÚS, MARÍA Y JOSÉ

Lc 2, 36-40

Cuando se cumplieron los días de la purificación, según la ley de Moisés, los padre de Jesús lo llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor.

Y cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, Jesús y sus padres volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño, por su parte, iba creciendo y robusteciéndose, lleno de sabiduría; y la gracia de Dios estaba con él. 


SED AGRADECIDOS

En el domingo de la Octava de Navidad celebramos la Fiesta de la Sagrada Familia. Fijándonos en las lecturas llama nuestra atención una frase de san Pablo a los hermanos de Colosas: "Sed agradecidos". Tener una familia es como para dar gracias a Dios siempre.

Una familia que nos acoge tal como somos, como el Corazón de Dios, acogedor siempre, que no excluye a nadie, especialmente acogedor ante aquellos más vulnerables por tantas y tantas razones, haciendo de todos nosotros una familia inmensa.

Familia, hermanos. Así somos. Así nos enseñaron Jesús, María y José. Sed agradecidos. 

sábado, 26 de diciembre de 2020

SAN ESTEBAN

  Mt 10, 17-22

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«¡Cuidado con la gente!, porque os entregarán a los tribunales, os azotarán en las sinagogas y os harán comparecer ante gobernadores y reyes por mi causa; para dar testimonio ante ellos y ante los gentiles.
Cuando os entreguen, no os preocupéis de lo que vais a decir o de cómo lo diréis: en aquel momento se os sugerirá lo que tenéis que decir, porque no seréis vosotros los que habléis, sino el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros.
El hermano entregará al hermano a la muerte, el padre al hijo; se rebelarán los hijos contra sus padres y los matarán.
Y seréis odiados por todos a causa de mi nombre; pero el que persevere hasta el final, se salvará».


SAN ESTEBAN

Hoy celebramos a san Esteban. Mártir, perseguido y muerto por defender la fe. El primero de los mártires. Y parece que queda tan lejos.

Pero hoy también hay mártires por defender la fe. No es noticia, a casi nadie importa, pero hoy también se muere por defender la fe.

No sé si llegaremos alguna vez a tal acto de generosidad, pero, mientras estemos vivos, defendamos nuestra fe con actos y palabras. 

viernes, 25 de diciembre de 2020

SOLEMNIDAD DE LA NATIVIDAD DEL SEÑOR

  Jn 1. 1-18

En el principio existía el Verbo y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios.
Él estaba en el principio junto a Dios.
Por medio de él se hizo todo, y sin él no se hizo nada de cuanto se ha hecho.
En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
Y la luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no lo recibió.
Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: este venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él.
No era él la luz, sino el que daba testimonio de la luz.
El Verbo era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, viniendo al mundo.
En el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de él, y el mundo no la conoció.
Vino a su casa, y los suyos no la recibieron.
Pero a cuantos lo recibieron, les dio poder de ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre.
Estos no han nacido de sangre, ni de deseo de carne, ni de deseo de varón, sino que han nacido de Dios.
Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.
Juan da testimonio de él y grita diciendo: «Este es de quien dije: el que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo».
Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia.
Porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad nos han llegado por medio de Jesucristo.
A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios unigénito, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.

TIEMPO DE NAVIDAD

"Dios nos ha hablado por el Hijo", nos dice la Carta a los Hebreos y hoy especialmente podemos decir que es así. Venir a nosotros, en carne, como uno de nosotros es la mayor prueba del amor de Dios. Ha hablado y ha dicho "Amor".

Nos ha amanecido un día sagrado, único, magnífico, en el que los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios. "Romped a cantar", nos dice Isaías y así deberíamos hacerlo. Que la alegría rompa en nosotros y llegue a toda la Humanidad.

La luz, el Verbo, la Vida ha llegado y lo ha hecho para quedarse en tu corazón. ¡Santa y Feliz Navidad!

BENDITO SEA EL SEÑOR

  Lc 1, 67-79

En aquel tiempo, Zacarías, padre de Juan, se lleno del Espíritu Santo y profetizó diciendo:
«”Bendito sea el Señor, Dios de Israel”, porque ha visitado y “redimido a su pueblo”, suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; realizando la “misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza” y “el juramento que juró a nuestro padre Abrahán” para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante “del Señor a preparar sus caminos”, anunciando a su pueblo la salvación por el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz».
Palabra del Señor.

BENDITO SEA EL SEÑOR

Bendito sea, por siempre. Por todas las maravillas que hace en nosotros.

Bendito sea por querer venir a nosotros, a nuestro corazón, a nuestras vidas.

Esperemos con ilusión la mayor y mejor noticia de la Humanidad.

miércoles, 23 de diciembre de 2020

´¡OH, EMMANUEL!

 Lc 1, 57-66

A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y se alegraban con ella.
A los ocho días vinieron a circuncidar al niño, y querían llamarlo Zacarías, como su padre; pero la madre intervino diciendo:
«¡No! Se va a llamar Juan».
Y le dijeron:
«Ninguno de tus parientes se llama así».
Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre». Y todos se quedaron maravillados.
Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios.
Los vecinos quedaron sobrecogidos, y se comentaban todos estos hechos por toda la montaña de Judea. Y todos los que los oían reflexionaban diciendo:
«Pues ¿qué será este niño?»
Porque la mano del Señor estaba con él.

¡OH, EMMANUEL!

Emmanuel, Dios con nosotros. Emoción de espera ante su inminente llegada. Pensemos cómo será el recibimiento por nuestra parte.

Sencillez ante un Dios hecho niño.

Acoger a un niño que es Dios. Dios con nosotros, Emmanuel.

¡Oh, Emmanuel, rey y legislador nuestro, esperanza de las naciones y salvador de los pueblos, ven a salvarnos, Señor Dios nuestro!

martes, 22 de diciembre de 2020

¡OH, REY!

  Lc 1, 46-56

En aquel tiempo, María dijo:
«Proclama mi alma la grandeza del Señor, “se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava”.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: “su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación”.
Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, “derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia” - como lo había prometido a “nuestros padres” - en favor de Abrahán y su descendencia por siempre».
María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa.

¡OH, REY!

Si Él es el Rey, indiscutiblemente María es la Reina. Señora del Magníficat, que tan bellamente relata el evangelio de hoy.

Rey del mundo que quiso llegar de manos de una doncella humilde. Así nació y así murió, Rey en una Cruz, al lado de María.

Reina siempre en nuestros corazones.

¡Oh Rey de las naciones y Deseado de los pueblos, Piedra angular de la Iglesia, que haces de dos pueblos uno solo, ven y salva al hombre que formaste del barro de la tierra!


lunes, 21 de diciembre de 2020

¡OH, SOL!

 Lc 1, 39-45

En aquellos días, María se levantó y se puso en camino deprisa hacia la montaña, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y levantando la voz, exclamó:
«¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!
¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Pues en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Bienaventurada la que ha creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá».

¡OH, SOL!

Se acerca el día del Sol, aquel Sol que nos da la verdadera luz, que nos quema con verdadero fuego, que nos calienta con la llama verdadera.

Llama que nunca se apaga, luz que resplandece desde siempre hasta el fin de los tiempos y más allá. Fuego que enciende corazones.

Sol que vence a las tinieblas de la muerte, visítanos con tu resplandor.

¡Oh, Sol que naces de lo alto, Resplandor de la luz eterna, Sol de justicia, ven ahora a iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte!

Oh Sol que naces de lo alto, Resplandor de la luz eterna, Sol de justicia, ven ahora a iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte.

domingo, 20 de diciembre de 2020

IV DOMINGO DE ADVIENTO

 Lc 1, 26-38

En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María.
El ángel, entrando en su presencia, dijo:
«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo».
Ella se turbó grandemente ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo:
«No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le podrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin».
Y María dijo al ángel:
«¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?». El ángel le contestó:
«El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. También tu pariente Isabel ha concebido un hijo en su vejez, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible».
María contestó:
«He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra».
Y el ángel se retiró.


¡OH, LLAVE!

En el cuarto domingo de Adviento, muy cerquita de la celebración de a venida de Jesús en carne, la liturgia nos ofrece el evangelio de la Anunciación. No se entiende un acontecimiento sin el otro. El sí de María cambió el mundo. Su "Fiat" revolucionó todo. 

Jesús vino al mundo y el cielo vino a María. Ella nos lo entregó y en la Cruz Jesús nos la dio como Madre. Un sí que nos hace reconocer todos los "síes" que pronunciamos en favor del amor y la caridad de un mundo tan necesitado.

Jesús es la Llave que nos abre las puertas, como nos dice la Antífona de hoy. Llave que abre y cierra, que da luz al abrir nuestras vidas a Dios y al amor. Llave que también nos abrió las puertas de María. 

¡Oh, Llave de David y Cetro de la Casa de Israel, que abres y nadie puede cerrar, cierras y nadie puede abrir, ven a librar a los cautivos que viven en tinieblas y en sombras de muerte!


sábado, 19 de diciembre de 2020

¡OH, RENUEVO!

 Lc 1, 5-25

En los días de Herodes, rey de Judea, había un sacerdote de nombre Zacarías, del turno de Abías, casado con una descendiente de Aarón, cuyo nombre era Isabel.
Los dos eran justos ante Dios, y caminaban sin falta según los mandamientos y leyes del Señor. No tenían hijos, porque Isabel era estéril, y los dos eran de edad avanzada.
Una vez que Zacarías oficiaba delante de Dios con el grupo de su turno, según la costumbre de los sacerdotes, le tocó en suerte a él entrar en el santuario del Señor a ofrecer el incienso; la muchedumbre del pueblo estaba fuera rezando durante la ofrenda del incienso.
Y se le apareció el ángel del Señor, de pie a la derecha del altar del incienso. Al verlo, Zacarías se sobresaltó y quedó sobrecogido de temor.
Pero el ángel le dijo:
«No temas, Zacarías, porque tu ruego ha sido escuchado: tu mujer Isabel te dará un hijo, y le pondrás por nombre Juan. Te llenarás de alegría y gozo, y muchos se alegrarán de su nacimiento. Pues será grande a los ojos del Señor: no beberá vino ni licor; estará lleno del Espíritu Santo ya en el vientre materno, y convertirá muchos hijos de Israel al Señor, su Dios. Irá delante del Señor, con el espíritu y poder de Elías, “para convertir los corazones de los padres hacía los hijos”, y a los desobedientes, a la sensatez de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto».
Zacarías replicó al ángel:
«¿Cómo estaré seguro de eso? Porque yo soy viejo, y mi mujer es de edad avanzada».
Respondiendo el ángel le dijo:
«Yo soy Gabriel, que sirvo en presencia de Dios; he sido enviado para hablarte y comunicarte esta buena noticia. Pero te quedarás mudo, sin poder hablar, hasta el día en que esto suceda, porque no has dado fe a mis palabras, que se cumplirán en su momento oportuno».
El pueblo, que estaba aguardando a Zacarías, se sorprendía de que tardase tanto en el santuario. Al salir no podía hablarles, y ellos comprendieron que había tenido una visión en el santuario. Él les hablaba por señas, porque seguía mudo.
Al cumplirse los días de su servicio en el templo volvió a casa. Días después concibió Isabel, su mujer, y estuvo sin salir cinco meses, diciendo:
«Esto es lo que ha hecho por mí el Señor cuando se ha fijado en mi para quitar mi oprobio ante la gente».

¡OH, RENUEVO!

Un renuevo, un brote, una ilusión y una esperanza. Así consideran hoy en la liturgia la venida de Jesús. Un signo de que algo empieza.

Y lo que empieza, siempre empieza pequeño y hay que cuidarlo, alimentarlo, regarlo. Pues eso debemos hacer con la vida que comienza ahora en nosotros.

Seamos nosotros también un signo de amor entre tanta desafección que nos rodea.

¡Oh, Renuevo del tronco de Jesé, que te alzas como un signo para los pueblos, ante quien los reyes enmudecen y cuyo auxilio imploran las naciones, ven a librarnos, no tardes más!

viernes, 18 de diciembre de 2020

¡OH, ADONAI!

 Mt 1, 18-24

La generación de Jesucristo fue de esta manera:
María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.
José, su esposo, como era justo y no quería difamarla, decidió repudiarla en privado. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo:
«José, hijo de David, no temas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados».
Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por medio del profeta.
«Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrán por nombre Enmanuel, que significa “Dios-con-nosotros”».
Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y acogió a su mujer.

¡OH, ADONAI!

El Dios-con-nosotros, el Señor vendrá, vendrá pronto y a nosotros nos toca esperar, con el corazón abierto a su llegada.

Esperar con las manos abiertas para ayudar a todo aquel que se acerque a nosotros. Esperar con la alegría del reencuentro.

El Señor, Pastor de corazón fiel, ven a librarnos, ven a nuestro corazón, ven ya. 

¡Oh, Adonai, Pastor de la casa de Israel, que te apareciste a Moisés en la zarza ardiente y en el Sinaí les diste tu ley; ven a librarnos con el poder de tu brazo!

jueves, 17 de diciembre de 2020

¡OH, SABIDURÍA!

 Mt 1, 1-17

Genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abrahán.
Abrahán engendró a Isaac, Isaac engendró a Jacob, Jacob engendró a Judá y a sus hermanos. Judá engendró, de Tamar, a Farés y a Zará, Farés engendró a Esrón, Esrón engendró a Aram, Aram engendró a Aminadab, Aminadab engendró a Naasón, Naasón engendró a Salmón, Salmón engendró, de Rahab, a Booz; Booz engendró, de Rut, a Obed; Obed engendró a Jesé, Jesé engendró a David, el rey.
David, de la mujer de Urías, engendró a Salomón, Salomón engendró a Roboam, Roboam engendró a Abías, Abías engendró a Asaf, Asaf engendró a Josafat, Josafat engendró a Joram, Joram engendró a Ozías, Ozías engendró a Joatán, Joatán engendró a Acaz, Acaz engendró a Ezequías, Ezequías engendró a Manasés, Manasés engendró a Amós, Amós engendró a Josías; Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos, cuando el destierro de Babilonia.
Después del destierro de Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel, Salatiel engendró a Zorobabel, Zorobabel engendró a Abiud, Abiud engendró a Eliaquín, Eliaquín engendró a Azor, Azor engendró a Sadoc, Sadoc engendró a Aquim, Aquim engendró a Eliud, Eliud engendró a Eleazar, Eleazar engendró a Matán, Matán engendró a Jacob; y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo.
Así, las generaciones desde Abrahán a David fueron en total catorce; desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce; y desde la deportación a Babilonia hasta el Mesías, catorce.

¡OH, SABIDURÍA!

17 de diciembre, Nuestra Señora de la Esperanza, Nuestra Señora de la O, Nuestra Señora de la Expectación. Y es que faltan unos días para la mejor noticia de la humanidad.

Jesús llega, y no tardará. María lo espera junto a José. Esperanza activa, esperanza ilusionante de la venida de un Niño divino.

Y hoy litúrgicamente comienzan las "Oes", antífonas de alabanza a un Dios hecho hombre. La de hoy, especialmente bella.

¡Oh, Sabiduría, que brotaste de los manos del Altísimo, abarcando del uno al otro confín, y ordenándolo todo con firmeza y suavidad, ven y muéstranos el camino de la salvación!

miércoles, 16 de diciembre de 2020

¿TENEMOS QUE ESPERAR A OTRO?

  Lc 7, 19-23

En aquel tiempo, Juan, llamando a dos de sus discípulos, los envió al Señor diciendo:
«¿Eres tú el que ha de venir, o tenemos que esperar a otro?»
Los hombres se presentaron ante él y le dijeron:
«Juan el Bautista nos ha mandado a ti para decirte: “¿Eres tú el que ha de venir, o tenemos que esperar a otro?”». En aquella hora Jesús curó a muchos de enfermedades, achaques y malos espíritus, y a muchos ciegos les otorgó la vista.
Y respondiendo, les dijo:
«Id a anunciad a Juan lo que habéis visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos resucitan, los pobres son evangelizados. Y ¡bienaventurado el que no se escandalice de mí!»

¿TENEMOS QUE ESPERAR A OTRO?

La espera del Mesías era un tema latente en el pueblo judío. Al aparecer Jesús dudaban si era Él o no hasta el punto que Juan mandó a sus discípulos para que, de una vez, se convencieran.

Juan lo sabía, no le hacía falta. Pero por la falta de fe de sus discípulos los envió a que vieran con sus ojos y lo oyeran por sí mismos del mismo Jesús.

Nosotros sabemos que no tenemos que esperar a otro. Jesús es a quien esperamos. Siempre.

martes, 15 de diciembre de 2020

VOY, SEÑOR

 Mt 21, 28-32

En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo:
«¿Qué os parece? Un hombre tenía dos hijos. Se acercó al primero y le dijo: "Hijo, ve hoy a trabajar en la viña." Él le contestó: "No quiero." Pero después se arrepintió y fue.
Se acercó al segundo y le dijo lo mismo. Él le contestó: "Voy, señor". Pero no fue.
¿Quién de los dos cumplió la voluntad de su padre?»
Contestaron:
«El primero».
Jesús les dijo:
«En verdad os digo que los publicanos y las prostitutas van por delante de vosotros en el reino de Dios. Porque vino Juan a vosotros enseñándoos el camino de la justicia y no le creísteis; en cambio, los publicanos y prostitutas le creyeron. Y, aun después de ver esto, vosotros no os arrepentisteis ni le creísteis».

VOY, SEÑOR

Pero no fue. ¿Somos así nosotros, como nos dice la parábola del evangelio? Voy, Señor. Y luego ni nos roza el clamor de nuestros hermanos.

Voy, Señor, debería ser siempre nuestra respuesta ante las necesidades de nuestro alrededor. Y llevarlo a la práctica, también.

Voy, Señor. Siempre. Por ti. Por todos. 

lunes, 14 de diciembre de 2020

AUTORIDAD

 Mt 21, 23-27

En aquel tiempo, Jesús llegó al templo y, mientras enseñaba, se le acercaron los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo para preguntarle:
«¿Con qué autoridad haces esto? ¿Quién te ha dado semejante autoridad?»
Jesús les replicó:
«Os voy a hacer yo también una pregunta; si me la contestáis, os diré yo también con qué autoridad hago esto. El bautismo de Juan ¿de dónde venía, del cielo o de los hombres?»
Ellos se pusieron a deliberar:
«Si decimos "del cielo", nos dirá: "¿Por qué no le habéis creído?" Si le decimos "de los hombres", tememos a la gente; porque todos tienen a Juan por profeta».
Y respondieron a Jesús:
«No sabemos.»
Él, por su parte, les dijo:
«Pues tampoco yo os digo con qué autoridad hago esto».

¿CON QUÉ AUTORIDAD HACES ESTO?

Jesús hablaba con autoridad porque la tenía. Nosotros podemos aceptarlo o no, pero Él sigue teniendo la autoridad.

Por eso dice lo que dice y cómo lo dice. Su autoridad se traduce en su Palabra. Y nosotros la traducimos en la vida si la ponemos en práctica.

Autoridad divina que señorea el mundo y nuestras vidas. 

domingo, 13 de diciembre de 2020

III DOMINGO DE ADVIENTO

  Jn 1, 6-8. 19-28

Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: este venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él.
No era él la luz, sino el que daba testimonio de la luz.
Y este es el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a que le preguntaran:
«¿Tú quién eres?»
Él confesó y no negó; confesó:
«Yo no soy el Mesías».
Le preguntaron:
«¿Entonces, qué? ¿Eres tú Elías?»
El dijo:
«No lo soy».
«¿Eres tú el Profeta?»
Respondió: «No».
Y le dijeron:
«¿Quién eres? Para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado, ¿Qué dices de ti mismo?»
Él contestó:
«Yo soy la voz que grita en el desierto: "Allanad el camino del Señor", como dijo el profeta Isaías».
Entre los enviados había fariseos y le preguntaron:
«Entonces, ¿por qué bautizas, si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?»
Juan les respondió:
«Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que viene detrás de mí, y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia».
Esto pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde estaba Juan bautizando.

¿QUIÉN ERES?

Alguna vez de nuestra vida debemos hacernos esa pregunta. ¿Quién soy?  Y tarde o temprano Jesús contesta, de una forma u otra, pero contesta y lo hace con la fuerza del Amor. Porque no podemos ser sin los demás, sin Jesús, sin Dios.

Juan era la voz y Jesús era la Palabra. ¿Por qué no podemos ser también nosotros voz, la voz de Jesús que retumbe en el corazón de la humanidad y de cada uno de los que nos rodean? ¿Por qué no nos decidimos a ser la voz de la Palabra?

Allanad el camino, quitad todo lo que estorbe hacia el camino que lleva a Jesús. Seamos la voz que lleva al mundo al Mesías que nos salva. ¿Quién eres tú?


NO LO RECONOCIERON

 Mt 17, 10-13

Cuando bajaban del monte, los discípulos preguntaron a Jesús: «¿Por qué dicen los escribas que primero tiene que venir Elías?»
Él les contestó:
«Elías vendrá y lo renovará todo. Pero os digo que Elías ya ha venido, y no lo reconocieron, sino que han hecho con él lo que han querido. Así también el Hijo del hombre va a padecer a manos de ellos».
Entonces entendieron los discípulos que se refería a Juan el Bautista.

NO LO RECONOCIERON

Los contemporáneos de Jesús, aun conociendo las Escrituras, no reconocieron a Mesías. Sabían que vendría, pero que sería según ellos pensaban.

Y vino, pero como quiso Dios: pobre, humilde, sin ruido, reinando en un pesebre, de familia humilde.

Reconozcamos a Jesús, no como nosotros pensamos, sino como Él quiera. Nos toca estar atentos.



¿A QUIÉN SE PARECE ESTA GENERACIÓN?

 Mt 11, 16-19

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:
«¿A quién se parece esta generación?
Se asemeja a unos niños sentados en la plaza, que gritan diciendo:
“Hemos tocado la flauta, y no habéis bailado; hemos entonado lamentaciones, y no habéis llorado”.
Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: “Tiene un demonio”. Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: “Ahí tenéis a un comilón y borracho, amigo de publicanos y pecadores”.
Pero la sabiduría se ha acreditado por sus obras».

¿ A QUIÉN SE PARECE ESTA GENERACIÓN?

Es la pregunta que hizo Jesús a sus contemporáneos y que nos podría hacer hoy a nosotros también. ¿A quién se parece esta generación?

La generación de la comunicación, de Internet y a la vez de la soledad, el silencio, la sordera ante tanto grito desgarrado.

¿A quién nos parecemos; a los discípulos de Jesús, repartiendo misericordia y compasión? ¿O no tenemos nada que ver con el Corazón de Cristo?

jueves, 10 de diciembre de 2020

NADIE MAYOR QUE JUAN, EL BAUTISTA

  Mt 11, 11-15

En aquel tiempo, dijo Jesús al gentío:
«En verdad os digo que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan el Bautista; aunque el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él.
Desde los días de Juan el Bautista, hasta ahora el reino de los cielos sufre violencia y los violentos lo arrebatan. Los profetas y la Ley han profetizado hasta que vino Juan; él es Elías, el que tenía que venir, con tal que queráis admitirlo.
El que tenga oídos, que oiga».

EL QUE TENGA OÍDOS, QUE OIGA

Una de las cosas de las que adolece la sociedad actual es la falta de escucha. Consecuencias de ello son la individualidad exacerbada en la que vivimos.

Oír, escuchar al prójimo, a Dios. Y el prójimo nos grita; Dios también. Solo hay que saber escuchar. Con los oídos y con el corazón.

Tenemos oídos, tenemos corazón y tenemos la misión de que todos escuchen la voz del Señor. Seamos como Juan, el Bautista. 

miércoles, 9 de diciembre de 2020

MI CARGA LIGERA

 Mt 11, 28-30

En aquel tiempo, Jesús tomó la palabra y dijo:
«Venid a mi todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré.
Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».

MI CARGA LIGERA

La carga de Jesús, en realidad no pesa, es ligera. Si una carga no pesa, no es carga, en el sentido literal. No molesta su peso.

Una carga ligera que ha echado sobre nuestros hombros para no hacernos perecer bajo el peso de todo aquello que nos ha tocado vivir.

Levantémonos y, cargados con ella, ofrezcamos el amor de Dios a todos. Así, la carga ni se siente. 

martes, 8 de diciembre de 2020

INMACULADA CONCEPCIÓN DE LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA

  Lc 1.26-38

En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María.
El ángel, entrando en su presencia, dijo:
«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo».
Ella se turbó grandemente ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo:
«No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin».
Y María dijo al ángel:
«¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?»
El ángel le contestó:
«El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. También tu pariente Isabel ha concebido un hijo en su vejez, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, “porque para Dios nada hay imposible».
María contestó:
«He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra».
Y el ángel se retiró.

INMACULADA

Preservada de todo pecado para ser digna Madre de Dios. Sin mancha ni arruga, Purísima, la que debía tener entre sus brazos a Jesús.

Inmaculada, criatura elegida, humilde esclava, entregada y ofrecida con generosidad. Recibida con la mayor alegría.

Dios la eligió. Dios nos la dio como Madre. Y fue la Madre de Dios, Inmaculada. 

lunes, 7 de diciembre de 2020

LEVÁNTATE

 Lc 5, 17-26

Un día, estaba Jesús enseñando, y estaban sentados unos fariseos y maestros de la ley, venidos de todas las aldeas de Galilea, Judea y Jerusalén. Y el poder del Señor estaba con él para realizar curaciones.
En esto, llegaron unos hombres que traían en una camilla a un hombre paralítico y trataban de introducirlo y colocarlo delante de él. No encontrando por donde introducirlo a causa del gentío, subieron a la azotea, lo descolgaron con la camilla a través de las tejas, y lo pusieron en medio, delante de Jesús. Él, viendo la fe de ellos, dijo:
«Hombre, tus pecados están perdonados».
Entonces se pusieron a pensar los escribas y los fariseos:
«¿Quién es este que dice blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados sino solo Dios?»
Pero Jesús, conociendo sus pensamientos, respondió y les dijo:
«¿Qué estáis pensando en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil: decir "Tus pecados te son perdonados", o decir “Levántate y echa a andar”? Pues, para que veáis que el Hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar pecados - dijo al paralítico -: “A ti te lo digo, ponte en pie, toma tu camilla y vete a tu casa”».
Y, al punto, levantándose a la vista de ellos, tomó la camilla donde había estado tendido y se marchó a su casa dando gloria a Dios
El asombro se apoderó de todos y daban gloria a Dios. Y, llenos de temor, decían:
«Hoy hemos visto maravillas».

LEVÁNTATE

Hoy, una vez más, nos lo dice Jesús. ¡Levántate!, vamos, arriba. Hay mucho por hacer, muchas vivencias, muchas almas que no conocen a Jesús.

¡Levántate!, habla, mira, escucha, sonríe. Así también se evangeliza y se da a conocer a Jesús. Cristianos en pie, decididos a ser apóstoles.

Echemos a andar, no seamos de corazón quieto, sino de corazón inquieto hasta encontrar a Dios. 

domingo, 6 de diciembre de 2020

II DOMINGO DE ADVIENTO

  Mc 1, 1-8

Comienza el Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios.
Está escrito en el profeta Isaías: «Yo envío mi mensajero delante de ti para que te prepare el camino.
Una voz grita en el desierto: “Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos.”»
Juan bautizaba en el desierto; predicaba que se convirtieran y se bautizaran, para que se les perdonasen los pecados. Acudía la gente de Judea y de Jerusalén, confesaban sus pecados, y él los bautizaba en el Jordán.
Juan iba vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. 
Y proclamaba: «Detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo no merezco agacharme para desatarle las sandalias.
Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo».

PREPARAD Y CONSOLAD

Dos verbos que cruzan este domingo y esta semana de Adviento. Preparar la casa, el corazón de cada uno para recibir al Señor del mundo es tarea para los cristianos. Preparémonos, estemos alerta, atentos a las señales que nos llegan, a la Palabra que se nos regala.

Consolar a los que necesitan ayuda, escucha, una mano es también tarea de los cristianos, y no solo en estos días, sino siempre. Consolar a los que nunca han oído el nombre de Jesús, el verdadero Consuelo para la humanidad.

Preparemos el corazón y consolemos toda necesidad. Dos caras de la misma moneda que no se entienden la una sin la otra. Llega el Consuelo, preparemos al mundo. 


SE COMPADECÍA

 Mt 9, 35-10, 1. 6-8

En aquel tiempo, Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, proclamando el Evangelio del reino y curando toda enfermedad y toda dolencia.
Al ver a las muchedumbres, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, «como ovejas que no tienen pastor».
Entonces dice a sus discípulos:
«La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies».
Llamó a sus doce discípulos y les dio autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y toda dolencia.
A estos doce los envió Jesús con estas instrucciones:
«ld a las ovejas descarriadas de Israel. Id y proclamad que ha llegado el reino de los cielos. Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, arrojad demonios. Gratis habéis recibido, dad gratis».

SE COMPADECÍA

Jesús, el Compasivo. Así deberíamos llamarle también. Siempre atento, siempre con la mano extendida, siempre viviendo en caridad.

Así deberíamos vivir nosotros, a su ejemplo. Así deberíamos vivir todos los cristianos.

Compasión. Misericordia. Amor. Cambiemos el mundo haciendo vida esas tres palabras. 

HABLARON DE ÉL POR TODA LA COMARCA

 Mt 9, 27-31

En aquel tiempo, dos ciegos seguían a Jesús, gritando: «Ten compasión de nosotros, hijo de David».
Al llegar a la casa se le acercaron los ciegos, y Jesús les dijo: - «¿Creéis que puedo hacerlo?»
Contestaron: «Sí, Señor».
Entonces les tocó los ojos, diciendo: «Que os suceda conforme a vuestra fe».
Y se les abrieron los ojos. Jesús les ordenó severamente: «¡Cuidado con que lo sepa alguien!»
Pero ellos, al salir, hablaron de él por toda la comarca.

HABLARON DE ÉL POR TODA LA COMARCA

Así como los dos ciegos a los que curó Jesús fueron hablando de él por toda la comarca, así deberíamos ser nosotros.

Ciegos a veces ante lo importante, ante lo que de verdad nos llene el corazón, debemos dejar que Dios nos cure la ceguera.

Dejémonos curar y seamos agradecidos.

jueves, 3 de diciembre de 2020

EL HOMBRE PRUDENTE

 Mt 7, 21. 24-27

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No todo el que me dice "Señor, Señor" entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.
El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca.
El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se derrumbó. Y su ruina fue grande».

LA VOLUNTAD DE MI PADRE

El que hace la voluntad de Dios entrará en el Reino de los cielos, eso nos dice hoy Jesús. En el día se san Francisco Javier.

Un santo que sí supo discernir la Voluntad del Padre y seguirla a pie juntillas allá donde la misión le llevara.

Un ejemplo a seguir, en su actividad misionera y en su constante discernimiento de la Voluntad de Dios. 

miércoles, 2 de diciembre de 2020

¿CUÁNTOS PANES TENÉIS?

 Mt 15, 29-37

En aquel tiempo, Jesús se dirigió al mar de Galilea, subió al monte y se sentó en él.
Acudió a él mucha gente llevando tullidos, ciegos, lisiados, sordomudos y muchos otros; los ponían a sus pies, y él los curaba.
La gente se admiraba al ver hablar a los mudos, sanos a los lisiados, andar a los tullidos y con vista a los ciegos, y daban gloria al Dios de Israel.
Jesús llamó a sus discípulos y les dijo:
«Siento compasión de la gente, porque llevan ya tres días conmigo y no tienen qué comer. Y no quiero despedirlos en ayunas, no sea que desfallezcan en el camino».
Los discípulos le dijeron:
«¿De dónde vamos a sacar en un despoblado panes suficientes para saciar a tanta gente?»
Jesús les dijo:
«¿Cuántos panes tenéis?»
Ellos contestaron:
«Siete y algunos peces».
Él mandó que la gente se sentara en el suelo. Tomó los siete panes y los peces, pronunció la acción de gracias, los partió y los fue dando a los discípulos, y los discípulos a la gente.
Comieron todos hasta saciarse y recogieron las sobras: siete canastos llenos.

¿CUÁNTOS PANES TENÉIS?

Muchas veces se trata de eso. Dios nos hace ver una necesidad y nos indica que, de alguna manera, debemos solucionarla.

Y pensamos si nosotros seremos capaces. "¿Cuántos panes tenéis?" es la pregunta que nos hace entonces Jesús, o sea: "¿En qué estás dispuesto a ayudar?"

De tus "panes", de lo que estés dispuesto a dar con generosidad dependerá que sobren, o no, "siete canastos llenos". 

martes, 1 de diciembre de 2020

GRACIAS

 Lc 10, 21-24

En aquella hora Jesús se lleno de alegría en el Espíritu Santo y dijo:
«Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y a los entendidos, y las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así te ha parecido bien.
Todo me lo ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre; ni quién es el Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiere revelar».
Y volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte:
«¡Bienaventurados los ojos que ven lo que vosotros veis! Porque os digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que vosotros veis, y no lo vieron; y oír lo que vosotros oís, y no lo oyeron».

GRACIAS

Gracias debería ser la palabra que nunca se cayera de nuestros labios al orar, al hablar con Dios. Y Jesús hoy en el evangelio da gracias al Padre.

Gracias por este mes que comienza. Gracias por este Adviento recién estrenado. Gracias por la vida, gracias por el hoy y por el futuro.

Gracias porque hoy, aquí y ahora puedo ser y existir.