martes, 28 de septiembre de 2021

ENVIÓ MENSAJEROS DELANTE DE ÉL

  Lc 9, 51-56

Cuando se completaron los días en que iba a ser llevado al cielo, Jesús tornó la decisión de ir a Jerusalén. Y envió mensajeros delante de él.
De camino, entraron en una aldea de samaritanos para hacer los preparativos. Pero no lo recibieron, porque su aspecto era el de uno que caminaba hacia Jerusalén Jerusalén.
Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le dijeron:
«Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo que acabe con ellos?»
Él se volvió y los regañó. Y se encaminaron hacia otra aldea.

ENVIÓ MENSAJEROS DELANTE DE ÉL

Jesús envió delante de Él discípulos que explicaran su mensaje a todas las aldeas a las que tenía que ir. Su hora estaba cerca y el tiempo apremiaba.

Hoy también el tiempo apremia. Y Jesús quiere discípulos que vayan a predicar y proclamar que el Reino está cerca.

Somos enviados, somos mensajeros. Y vamos de parte de Jesús. Hagamos vida su mensaje.

lunes, 27 de septiembre de 2021

EL MÁS IMPORTANTE

  Lc 9, 46-50

En aquel tiempo, se suscitó entre los discípulos una discusión sobre quién sería el más importante.
Entonces Jesús, conociendo los pensamientos de sus corazones, tomó de la mano a un niño, lo puso a su lado y les dijo:
«El que acoge a este niño en mi nombre, me acoge a mí; y el que me acoge a mí, acoge al que me ha enviado. Pues el más pequeño de vosotros es el más importante».
Entonces Juan tomó la palabra y dijo:
«Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre y, se lo hemos prohibido, porque no anda con nosotros».
Jesús le respondió:
«No se lo impidáis; el que no está contra vosotros está a favor vuestro».

EL MÁS IMPORTANTE

¿Quién es el más importante de una casa, de una familia, de un país, de una empresa, de una institución, de un colegio? ¿Sabríamos decirlo?

Jesús vino a decirnos que nadie es más importante que nadie, que todos somos hijos, que todos somos iguales como hijos de Dios y hermanos.

Todos distintos, todos iguales.

domingo, 26 de septiembre de 2021

XXVI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

Mac 9, 38-43. 45. 47-48

En aquel tiempo, Juan dijo a Jesús:
«Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no viene con nosotros».
Jesús respondió:
«No se lo impidáis, porque quien hace un milagro en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros está a favor nuestro.
Y el que os dé a beber un vaso de agua porque sois de Cristo, en verdad os digo que no se quedará sin recompensa. El que escandalice a uno de estos pequeñuelos que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar. Si tu mano te induce a pecar, córtatela: más te vale entrar manco en la vida, que ir con las dos manos a la “gehenna”, al fuego que no se apaga.
Y, si tu pie te hace pecar, córtatelo: más te vale entrar cojo en la vida, que ser echado con los dos pies a la “gehenna.”
Y, si tu ojo te induce a pecar, sácatelo: más te vale entrar tuerto en el reino de Dios, que ser echado con los dos ojos a la “gehenna”, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga».

A FAVOR Y EN CONTRA

En este domingo del Tiempo ordinario el Antiguo y el Nuevo Testamento nos hablan de estar a favor o en contra de todo lo que tiene que ver con Dios o con lo divino. Y Jesús nos deja claro que en cuestión de su seguimiento no hay partidos.

No es "ellos y nosotros", no se trata de "buenos y malos", sino de seguir a Cristo. Quien tiene a Cristo como norte y bandera debe tener una determinada manera de ponerlo en práctica. Y seguir a Cristo conlleva hacer del amor y la misericordia nuestra razón de ser.

"¡Ojalá todo el pueblo profetizara...!", nos dice el libro de los Números. Unamos fuerzas, unamos manos, unamos todos los corazones y el mundo será mejor siguiendo a Cristo.

VA A SER ENTREGADO

 Lc 9, 43b-45

En aquel tiempo, entre la admiración general por lo que hacía, Jesús dijo a sus discípulos:
«Meteos bien en los oídos estas palabras: el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres».
Pero ellos no entendían este lenguaje; les resultaba tan oscuro, que no captaban el sentido.
Y les daba miedo preguntarle sobre el asunto.

VA A SER ENTREGADO

Y no lo entendían. Se lo dijo a los discípulos en varias ocasiones, sería entregado y sufriría. Lo que tuvieron que descubrir fue que lo hizo por amor.

El sacrificio, la entrega que se hacer por nosotros o ante nosotros nos hace entender hasta qué punto se ama o nos aman.

Entregarse hasta la muerte, eso es amor.

viernes, 24 de septiembre de 2021

JESÚS ESTABA ORANDO SOLO

Lc 9, 18-22

Una vez que Jesús estaba orando solo, en presencia de sus discípulos, les preguntó:
«¿Quién dice la gente que soy yo?»
Ellos contestaron:
«Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros dicen que ha resucitado uno de los antiguos profetas».
Él les preguntó:
«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?»
Pedro respondió:
«El Mesías de Dios».
Él les prohibió terminantemente decírselo a nadie. porque decía:
«El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día».

JESÚS ESTABA ORANDO SOLO

Jesús hacía oración, se comunicaba con su Padre en la intimidad, hablaban de corazón a corazón. Y dice el evangelio que oraba "solo".

Hacer oración en la soledad, estar a solas con quien sabemos nos ama, como decía santa Teresa es una de los mayores dones que nos hace el Espíritu.

Y después de hacer oración les hizo a los discípulos una pregunta que debemos responder todos alguna vez en la vida: "¿Quién decís que soy yo?" De esa respuesta depende cómo sea nuestra vida. 

jueves, 23 de septiembre de 2021

TENÍA GANAS DE VERLO

  Lc 9, 7-9

En aquel tiempo, el tetrarca Herodes se enteró de lo que pasaba sobre Jesús y no sabía a qué atenerse, porque unos decían que Juan había resucitado de entre los muertos; otros, en cambio, que había aparecido Elías, y otros que había vuelto a la vida uno de los antiguos profetas.
Herodes se decía:
«A Juan lo mandé decapitar yo. ¿Quién es este de quien oigo semejantes cosas?»
Y tenía ganas de verlo.

TENÍA GANAS DE VERLO

Herodes tenía ganas de ver a Jesús, pero por la curiosidad malsana y pensar que era Juan, el Bautista, a quien él mandó decapitar.

La curiosidad malsana no debe ser el argumento para querer conocer a Jesús. Nosotros queremos conocerle, cuanto más, mejor. Pero por otros motivos.

Jesús es el Camino, la Verdad y la Vida. Ése debe ser el motivo. 

SE PUSIERON EN CAMINO

 Lc 9, 1-6

En aquel tiempo, habiendo convocado Jesús a los Doce, les dio poder y autoridad sobre toda clase de demonios y para curar enfermedades.
Luego los envió a proclamar el reino de Dios y a curar a los enfermos, diciéndoles:
«No llevéis nada para el camino: ni bastón ni alforja, ni pan ni dinero; tampoco tengáis dos túnicas cada uno.
Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio.
Y si algunos no os reciben, al salir de aquel pueblo sacudíos el polvo de vuestros pies, como testimonio contra ellos».
Se pusieron en camino y fueron de aldea en aldea, anunciando la Buena Noticia y curando en todas partes.

SE PUSIERON EN CAMINO

Ponernos en camino, dar un paso adelante para llevar cada vez más lejos el mensaje del evangelio hasta el confín de la tierra.

Nos ponemos en camino, repartimos caridad, proclamamos la Buena nueva de Jesús. Con alegría, con amor.

Esa es nuestra misión.

martes, 21 de septiembre de 2021

SE SENTABAN CON JESÚS

 Mt 9, 9-13

En aquel tiempo, al pasar vio Jesús a un hombre llamado Mateo sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo:
«Sígueme».
Él se levantó y lo siguió.
Y estando en la casa, sentado en la mesa, muchos publicanos y pecadores, que habían acudido, se sentaban con Jesús y sus discípulos.
Los fariseos, al verlo, preguntaron a los discípulos:
«¿Cómo es que vuestro maestro come con publicanos y pecadores?»
Jesús lo oyó y dijo:
«No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Andad, aprended lo que significa "Misericordia quiero y no sacrificio": que no he venido a llamar a justos, sino a los pecadores».

SE SENTABAN CON JESÚS

Publicanos y pecadores se sentaban con Jesús, para escuchar y aprender de Él y, en ocasiones, también para pillarle en lo que decía.

Sentados con Jesús, siempre aprendemos, siempre nos habla, siempre ponemos en su Corazón nuestro corazón.

Tenemos necesidad de ser sanados, muchas veces, muchos días. Sentémonos a sus pies y, sencillamente, escuchemos con el corazón.

lunes, 20 de septiembre de 2021

PARA QUE LOS QUE ENTREN VEAN LA LUZ

 Lc 8, 16-18

En aquel tiempo, dijo Jesús al gentío:
«Nadie ha encendido una lámpara, la tapa con una vasija o lo mete debajo de la cama; sino que la pone en el candelero para que los que entren vean la luz.
Pues nada hay oculto que no llegue a descubrirse ni nada secreto que no llegue a saberse y hacerse público.
Mirad, pues, cómo oís. al que tiene se le dará y al que no tiene se le quitará hasta lo que cree tener».

PARA QUE LOS QUE ENTREN VEAN LA LUZ

Dios es Luz, y la luz nos permite ver y nos guía en la oscuridad. En la medida que Dios está en nosotros, seremos luz para los demás.

Y dejemos que vengan, que entren, para que vean la luz todos aquellos que quieran verla. Dios es nuestra guía y nosotros podemos ser guía de los demás.

Seamos luz. Apóstoles de la Luz.

XXV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

 Mc 9, 30-37

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos atravesaron Galilea; no quería que nadie se enterase, porque iba instruyendo a sus discípulos.
Les decía:
«El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán; y, después de muerto, a los tres días resucitará».
Pero no entendían lo que decía, y les daba miedo preguntarle.
Llegaron a Cafarnaún, y, una vez en casa, les preguntó
«¿De qué discutíais por el camino?»
Ellos callaban, pues por el camino habían discutido quién era el más importante.
Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo:
«Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos».
Y tomando un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo:
«El que acoge a un niño como este en mi nombre, me acoge a mí; y el que me acoge a mí, no me acoge a mí, sino al que me ha enviado».

ME ACOGE A MÍ

Acoger es un gesto de entrega a todo aquel que llega. Acoger es dar entrada en tu corazón a toda persona y a toda su persona, con lo bueno y no tan bueno que traiga su mochila.

Así acogía Jesús, a todo el que llegaba, con lo bueno y lo malo que traía, sabiendo siempre que en su Corazón caben y cabemos todos. "El Señor sostiene mi vida", nos dice el Salmo. Nos acoge y nos sostiene.

Acojamos nosotros a Jesús en nuestro corazón, sabiendo que, muchas veces, seremos incomprendidos y acabaremos perseguidos y crucificados, como Él. Pero el Amor es más fuerte que la muerte.


sábado, 18 de septiembre de 2021

LA SEMILLA

 Lc 8, 4-15

En aquel tiempo, habiéndose reunido una gran muchedumbre y gente que salía de toda la ciudad, dijo Jesús en parábola:
«Salió el sembrador a sembrar su semilla.
Al sembrarla, algo cayó al borde del camino, lo pisaron, y los pájaros se lo comieron.
Otra parte cayó en terreno pedregoso y, después de brotar, se secó por falta de humedad.
Otra parte cayó entre abrojos, y los abrojos, creciendo al mismo tiempo, la ahogaron.
Y otra parte cayó en tierra buena y, después de brotar, dio fruto al ciento por uno».
Dicho esto, exclamó:
«El que tenga oídos para oír, que oiga».
Entonces le preguntaron los discípulos qué significaba esa parábola.
Él dijo:
«A vosotros se os ha otorgado conocer los misterios del reino de Dios; pero a los demás, en parábolas,” para que viendo no vean y oyendo no entiendan”.
El sentido de la parábola es este: la semilla es la palabra de Dios.
Los del borde del camino son los que escuchan, pero luego viene el diablo y se lleva la palabra de sus corazones, para que no crean y se salven.
Los del terreno pedregoso son los que, al oír, reciben la palabra con alegría, pero no tienen raíz; son los que por algún tiempo creen, pero en el momento de la prueba fallan.
Lo que cayó entre abrojos son los que han oído, pero, dejándose llevar por los afanes y riquezas y placeres de la vida, se quedan sofocados y no llegan a dar fruto maduro.
Lo de la tierra buena son los que escuchan la palabra con un corazón noble y generoso, la guardan y dan fruto con perseverancia».


LA SEMILLA

Sembrar, abonar, quitar malas hierbas, crecer, crecer más, flor y fruto, Es sencillo, así funciona y todos lo sabemos.

Así también funciona la semilla de la fe y del amor cristiano. Así también funciona la semilla del Reino.

Y todos lo sabemos. Solo nos toca sembrar.

viernes, 17 de septiembre de 2021

PROCLAMANDO

 Lc 8, 1-3

En aquel tiempo, Jesús iba caminando de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo, proclamando y anunciando la Buena Noticia del reino de Dios, acompañado por los Doce, y por algunas mujeres, que habían sido curadas de espíritus malos y de enfermedades: María la Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Cusa, un administrador de Herodes; Susana y otras muchas que les servían con sus bienes.

PROCLAMANDO

Proclamar es decir una cosa en voz alta y públicamente, en especial si se hace de forma solemne. Y así nos dice el evangelio que Jesús anunciaba la Buena Nueva.

Con ganas, con esperanza, con visión de futuro. gritando a todos el Amor de Dios, el que nos tiene y el que nos tendrá siempre, infinito y eterno.

¿Proclamamos así el evangelio?

jueves, 16 de septiembre de 2021

TENGO ALGO QUE DECIRTE

 Jn 7, 36-50

En aquel tiempo, un fariseo rogaba a Jesús que fuera a comer con él, entrando en casa del fariseo, se recostó a la mesa. En esto, una mujer que había en la ciudad, una pecadora, al enterarse de que estaba comiendo en casa del fariseo, vino trayendo un frasco de alabastro lleno de perfume y, colocándose detrás junto a sus pies, llorando, se puso a regarle los pies con las lágrimas, se los enjugaba con los cabellos de su cabeza, los cubría de besos y se los ungía con el perfume. Al ver esto, el fariseo que lo había invitado se dijo:
«Si este fuera profeta, sabría quién y qué clase de mujer es la que que lo está tocando, pues es una pecadora».
Jesús respondió y le dijo:
«Simón, tengo algo que decirte».
El contestó:
«Dímelo, maestro».
Jesús le dijo:
«Un prestamista tenía dos deudores: uno le debía quinientos denarios y el otro cincuenta. Como no tenían con qué pagar, los perdonó a los dos. ¿Cuál de ellos le mostrará más amor?»
Respondió Simón y dijo:
«Supongo que aquel a quien le perdonó más».
Le dijo Jesús:
«Has juzgado rectamente».
Y, volviéndose a la mujer, dijo a Simón:
«¿Ves a esta mujer? He entrado en tu casa y no me has dado agua para los pies; ella, en cambio, me ha regado los pies con sus lágrimas y me los ha enjugado con sus cabellos. Tú no mediste el beso de paz; ella, en cambio, desde que entré, no ha dejado de besarme los pies. Tú no me ungiste la cabeza con ungüento; ella, en cambio, me ha ungido los pies con perfume. Por eso te digo: sus muchos pecados han quedado perdonados, porque ja amado mucho, pero al que poco se le perdona, ama poco».
Y a ella le dijo:
«Han quedado perdonados tus pecados».
Los demás convidados empezaron a decir entre ellos:
«¿Quién es este, que hasta perdona pecados?»
Pero él dijo a la mujer:
«Tu fe te ha salvado, vete en paz».

TENGO ALGO QUE DECIRTE

En el evangelio de hoy Jesús, al explicarle al fariseo una parábola sobre el perdón, le dijo: "Tengo algo que decirte".

¿También tendrá algo que decirnos a nosotros sobre el perdón? Perdonamos o no perdonamos, olvidamos o no olvidamos.

El único que perdona y olvida es Jesús. Por eso siempre tendrá algo que decirnos.

BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA DE LOS DOLORES

 Jn 19, 25-27

Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena.
Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo al que amaba, dijo a su madre:
«Mujer, ahí tienes a tu hijo».
Luego, dijo al discípulo:
«Ahí tienes a tu madre».
Y desde aquella hora, el discípulo la recibió como algo propio.

JUNTO A LA CRUZ DE JESÚS

Ayer recordábamos la Cruz e, inevitablemente, junto a la Cruz de Jesús estaba maría, allí, de pie, a su lado.

Viendo a su Hijo, el sufrimiento al que le sometieron, el Dolor de María fue la espada que les atravesó el alma, como a Jesús la lanza.

El Dolor de María nos lleva hasta la Cruz de Jesús. Y a sus pies estaba María. Siempre a nuestro lado en el dolor.

martes, 14 de septiembre de 2021

EXALTACIÓN DE LA SANTA CRUZ

 Jn 3, 13-17

En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo:
«Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre.
Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna.
Porque tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna.
Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.
El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Unigénito de Dios».

LA CRUZ Y LA LUZ

Hoy celebramos la Exaltación de la Santa Cruz. Cruz siempre suena a negativo, pero es la Cruz la que nos hace ver la Luz.

Tu Cruz, mi Cruz. Tu Cruz... mi vida, mi única esperanza, Dios entregado. Grito de amor, quejido enamorado.

Preciosa Cruz, mi bienaventuranza, beso de Dios, mi cuna, mi consuelo, mi paz, mi secreto, alas de mi vuelo. 

lunes, 13 de septiembre de 2021

TANTA FE

 Lc 7, 1-10

En aquel tiempo, cuando Jesús terminó de exponer todas sus enseñanzas al pueblo, entró en Cafarnaún.
Un centurión tenía enfermo, a punto de morir, a un criado a quien estimaba mucho. Al oír hablar de Jesús, el centurión le envió unos ancianos de los judíos, rogándole que viniese a curar a su criado. Ellos, presentándose a Jesús, le rogaban encarecidamente: «Merece que se lo concedas, porque tiene afecto a nuestra gente y nos ha construido la sinagoga».
Jesús se puso en camino con ellos. No estaba lejos de la casa, cuando el centurión le envió unos amigos a decirle:
«Señor, no te molestes; no soy yo quién para que entres bajo mi techo; por eso tampoco me creí digno de venir personalmente. Dilo de palabra, y mi criado quedará sano. Porque también yo soy un hombre sometido a una autoridad y con soldados a mis órdenes; y le digo a uno: "Ve", y va; al otro: "Ven", y viene; y a mi criado: "Haz esto", y lo hace».
Al oír esto, Jesús se admiró de él y, volviéndose a la gente que lo seguía, dijo: «Os digo que ni en Israel he encontrado tanta fe».
Y al volver a casa, los enviados encontraron al siervo sano.

TANTA FE

A veces quisiéramos tener tanta fe como la del centurión. Se fía de Jesús como espera que sus soldados se fíen de Él.

El líder va delante, en vanguardia, haciendo camino. Los demás seguimos sus pasos y sus órdenes, sabiendo de quién nos fiamos.

Y con tan buen Capitán, como decía santa Teresa, "que ayuda y da esfuerzo", cómo no fiarse y seguirle. 

domingo, 12 de septiembre de 2021

XXIV SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

Mc 8, 27-35

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se dirigieron a las aldeas de Cesarea de Filipo; por el camino, preguntó a sus discípulos:
«¿Quién dice la gente que soy yo?»
Ellos le contestaron:
«Unos, Juan Bautista; otros, Elías; y otros, uno de los profetas».
Él les preguntó:
«Y vosotros, ¿quién decís que soy?»
Pedro le contestó:
«Tú eres el Mesías».
Y les conminó a que no hablaran a nadie acerca de esto.
Y empezó a instruirlos:
«El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser reprobado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar a los tres días».
Se lo explicaba con toda claridad. Entonces Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo. Pero él se volvió y, mirando a los discípulos, increpó a Pedro:
«¡Ponte detrás de mí, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!».
Y llamando a la gente y a sus discípulos, y les dijo:
«Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio la salvará. Pues ¿de qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero y perder su alma».

EL MESÍAS

Si somos católicos es porque reconocemos que Jesús de Nazaret es el Mesías esperado por Israel. El Mesías es el Hijo de Dios, segunda persona de la Trinidad, Dios mismo. Por eso debemos hacernos siempre la pregunta de hoy en el evangelio: "Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?"

El Mesías, al que, como dice Isaías, "Ofrecí la espalda a los que me golpeaban, las mejillas a los que mesaban mi barba; no escondí el rostro ante ultrajes y salivazos." Se ofreció por nosotros, por eso debemos caminar en su presencia, como dice el Salmo.

Pero la fe sin obras está muerta, nos lo recuerda san Pablo. Fe sin obras y obras sin fe no se entiende. Dos caras de la misma moneda, que no se entienden la una sin la otra, Y ninguna se entiende sin Jesucristo, el Compasivo. 

NO HAY ÁRBOL BUENO QUE DÉ FRUTOS MALOS

 Lc 6, 43-49

En aquel tiempo, decía Jesús a sus discípulos:
«No hay árbol bueno que dé fruto malo, ni árbol malo que dé fruto bueno; por ello, cada árbol se conoce por su fruto; porque no se recogen higos de las zarzas, ni se vendimian racimos de los espinos.
El hombre bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque de lo que rebosa del corazón lo habla la boca.
¿Por qué me llamáis “Señor, Señor”, y no hacéis lo que digo?
Todo el que se viene a mí, escucha mis palabras y las pone en práctica, os voy a decir a quién se parece: se parece a uno que edificó una casa: cavó, ahondó y puso los cimientos sobre roca; vino una crecida, arremetió el río contra aquella casa, y no pudo derribarla, porque estaba sólidamente construida.
El que escucha y no pone por obra se parece a uno que edificó una casa sobre tierra, sin cimiento; arremetió contra ella el río, y en seguida se derrumbó desplomándose, y fue grande la ruina de aquella casa».
NO HAY ÁRBOL BUENO QUE DÉ FRUTOS MALOS

Es de cajón. Verdades como puños que repite Jesús en su misión de enseñarnos quién y cómo es el Padre.

A nosotros nos toca dar frutos buenos, porque Él plantó árboles buenos, porque Él plantó árboles buenos. Y nos cuida para que los sigamos dando.

Demos nuestros mejores frutos.

LA VIGA EN EL TUYO

 Lc 6, 39-42

En aquel tiempo, dijo Jesús a los discípulos una parábola:
«¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo?
No está el discípulo sobre su maestro, si bien, cuando termine su aprendizaje, será como un maestro.
¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: "Hermano, déjame que te saque la mota del ojo", sin fijarte en la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Sácate primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la mota del ojo de tu hermano».

LA VIGA EN EL TUYO

Muchas veces solo vemos la mota en el hermano y la viga en el nuestro se nos pasa. O, si la vemos, disimulamos.

Todo un triunfo de la coherencia, dicho con ironía. Examinemos nuestra conciencia, en silencio, con verdad.

Y si encontramos algo que no es correcto ni coherente, cambiemos, Un ejercicio de bondad y transparencia ante Dios y nuestros hermanos.


jueves, 9 de septiembre de 2021

HACED EL BIEN

 Lc 6, 27-38

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«A vosotros los que me escucháis os digo: amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os calumnian.
Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite la capa, no le impidas que tome también la túnica. A quien te pide, dale; al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames.
Tratad a los demás como queréis que ellos os traten. Pues, si amáis sólo a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien solo a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores hacen lo mismo.
Y si prestáis a aquellos de los que esperáis cobrar, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a otros pecadores, con intención de cobrárselo.
Por el contrario, amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada; será grande vuestra recompensa y seréis hijos del Altísimo, porque él es bueno con los malvados y desagradecidos.
Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante, pues con la medida con que midiereis se os medirá a vosotros».

HACED EL BIEN

Sin complicaciones, es sencillo. Hacer el bien. Ya lo dice la sabiduría popular: "Haz el bien y no mires a quién". Para los cristianos es algo que debemos llevar innato. 

Ser misericordiosos, no juzgar, perdonar, dar, ser generosos, como nos dice hoy el evangelio, son diferentes maneras de hacer el bien. 

Todos sabemos lo que está bien y lo que está mal. Toca mover ficha.

miércoles, 8 de septiembre de 2021

LA NATIVIDAD DE LA SANTÍSIMA VIRGEN

 Mt 1,1-16.18-23

La generación de Jesucristo fue de esta manera:
María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.
José, su esposo, que era justo y no quería difamarla, decidió repudiarla en privado. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo:
«José, hijo de David, no temas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados».
Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por medio del profeta:
«Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Enmanuel, que significa “Dios-con-nosotros”».

NATIVIDAD

Canten hoy, pues nacéis vos, los ángeles, gran Señora,
y, ensáyense, desde ahora, para cuando nazca Dios.

Lope de Vega nos dejó estos versos para celebrar el día de hoy. Recordamos el nacimiento de María, acontecimiento que cambió el destino de la humanidad.

Nació aquella que sería la Madre de Dios. Nació la Estrella, la Señora, blanca pureza que vino a renovar el mundo.

Celebremos la misericordia de Dios, que nos quiso regalar tal Madre. 

VENÍAN A OÍRLO

 Lc 6, 12-19

En aquellos días, Jesús salió al la monte a orar y pasó la noche orando a Dios.
Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, escogió de entre ellos a doce, a los que también nombró apóstoles: Simón, al que puso de nombre Pedro, y Andrés, su hermano, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Simón, llamado el Zelote; Judas el de Santiago y Judas Iscariote, que fue el traidor.
Después de bajar con ellos, se paró en un llanura con un grupo grande de discípulos y una gran muchedumbre del pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón.
Venían a oírlo y a que los curara de sus enfermedades; los atormentados por espíritus inmundos quedaban curados, y toda la gente trataba de tocarlo, porque salía de él una fuerza que los curaba a todos.

VENÍAN A OÍRLO

En tiempos de Jesús iban a oírlo toda clase de personas. Les interesaba lo que decía, para disfrutarlo o para criticarlo.

Iban a oírle. ¿Cuántas veces vamos nosotros a oírle? ¿Y escucharle? la oración debe ser un espacio diario de escucha.

Oigamos a Dios, oigamos todo lo que nos tenga que decir. El amor no se cansa de escuchar a la persona que se ama.

LA MANO DERECHA PARALIZADA

 Lc 6, 6-11

Un sábado, entró Jesús en la sinagoga y se puso a enseñar.
Había allí un hombre que tenía la mano derecha paralizada.
Los escribas y los fariseos estaban al acecho para ver si curaba en sábado, y encontrar de qué acusarlo.
Pero él conocía sus pensamientos y dijo al hombre de la mano atrofiada:
«Levántate y ponte ahí en medio».
Y, levantándose, se quedó en pie.
Jesús les dijo:
«Os voy a hacer una pregunta: ¿Qué está permitido en sábado?, ¿hacer el bien o el mal, salvar una vida o destruirla?».
Y, echando en torno una mirada a todos, le dijo:
«Extiende tu mano».
Él lo hizo y su mano quedó restablecida.
Pero ellos, ciegos por la cólera, discutían qué había que hacer con Jesús.

LA MANO DERECHA PARALIZADA

Que nunca nos paralicemos, Jesús. Que siempre tengamos la conciencia tranquila y serena por hacer tu Voluntad.

Que nunca se paralice nuestra mano derecha para que siempre tenga algo que dar y no lo sepa nuestra mano izquierda.

Que nunca se paralice nuestro corazón. 

domingo, 5 de septiembre de 2021

XXIII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

  Mc 7, 31-37

En aquel tiempo, dejando Jesús el territorio de Tiro, pasó por Sidón, camino del mar de Galilea, atravesando la Decápolis. Y le presentaron un sordo que, además, apenas podía hablar; y le piden que le imponga las manos.
Él, apartándolo de la gente, a solas, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua.
Y, mirando al cielo, suspiró y le dijo:
«Effetá», (esto es: «ábrete»).
Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba correctamente.
Él les mandó que no lo dijeran a nadie; pero, cuanto más se lo mandaba, con más insistencia lo proclamaban ellos.
Y en el colmo del asombro decían:
«Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos».

EFFETÁ

Effetá, ábrete. Es la palabra significativa del evangelio de hoy. Muchas veces estamos cerrados a todo y a todos. Cerrados incluso a Dios. Cerrada la vida y el corazón y hemos echado la llave a lo profundo del mar para que nada ni nadie se pueda meter, ni siquiera Dios.

Ábrete, ábrete a los demás, a las necesidades del prójimo, al infinito amor de Dios que desea darse y darnos como es, absolutamente amor sin medida. Ábrete a ese Amor y podrás abrir tu corazón a todo aquel que necesite amor de Dios sin medida.

Abre los oídos para oír lo que dios quiere decirte con sus palabras y sus obras. Y se abrirá tu boca para proclamar con tus palabras y tus obras la Bondad y Misericordia de Dios. Abre tu corazón.

SEÑOR DEL SÁBADO

 Lc 6, 1-5

Un sábado, iba Jesús caminando por medio de un sembrado y sus discípulos arrancaban y comían espigas, frotándolas con las manos.
Unos fariseos dijeron:
«¿Por qué hacéis en sábado lo que no está permitido?»
Respondiendo Jesús, les dijo:
«¿No habéis leído lo que hizo David, cuando él y sus hombres sintieron hambre?
Entró en la casa de Dios, tomando los panes de la proposición, que sólo está permitido comer a los sacerdotes, comió él y dio a sus a los que estaban con él».
Y les decía:
«El Hijo del hombre es señor del sábado».

SEÑOR DEL SÁBADO

Él es el Señor del mundo, del Universo. Y hoy el evangelio nos lo presenta como Señor del sábado. Y es que la ley nunca puede estar por encima del amor.

El Señor, el Amor mismo ha querido darnos a conocer su poder y misericordia. Y su humildad.

Autoridad y sencillez nos hablan de Dios, un Dios que es dueño del mundo. Y aun así, deja que le busquemos para que nos habite.

MANTO NUEVO, MANTO VIEJO

  Lc 5, 33-39

En aquel tiempo, los fariseos y los escribas dijeron a Jesús :
«Los discípulos de Juan ayunan a menudo y oran, y los de los fariseos también; en cambio, los tuyos, a comer y a beber».
Jesús les contestó:
«¿Acaso podéis hacer ayunar a los invitados a la boda mientras el esposo está con ellos? Llegarán días en que les arrebatarán al esposo, entonces ayunarán en aquellos días».
Les dijo también una parábola:
«Nadie recorta una pieza de un manto nuevo para ponérsela a un manto viejo; porque, si lo hace se rompe y al viejo no le cuadra la pieza del nuevo. el nuevo.
Nadie echa vino nuevo en odres viejos; porque, si lo hace, el vino nuevo reventará los odres y se derramará, y los odres se estropearán.
A vino nuevo, odres nuevos.
Nadie que cate vino añejo quiere del nuevo, pues dirá: “El añejo es mejor”».

MANTO NUEVO, MANTO VIEJO

Nadie pone tela nueva en tela vieja, porque se rompe. Y es peor. Sabiduría popular incontestable.

Como las parábolas de Jesús. Su sabiduría no tiene medida y siempre nos sorprende. Lo viejo y lo nuevo.

Sacar de lo viejo si nos sirve para hacer crecer en nosotros el amor sin medida que nos enseñó Jesús.

NO TEMAS

 Lc 5, 1-11

En aquel tiempo, la gente se agolpaba en torno a Jesús para oír la palabra de Dios. Estando él de pie junto al lago de Genesaret, vio dos barcas que estaban en la orilla; los pescadores, que habían desembarcado, estaban lavando las redes.
Subió a una de las barcas, que era la de Simón, le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente.
Cuando acabó de hablar, dijo a Simón:
«Rema mar adentro, y echad vuestras redes para la pesca».
Respondió Simón y dijo:
«Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos recogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes».
Y, puestos a la obra, hicieron una redada tan grande de peces que las redes comenzaban a reventarse. Entonces hicieron señas a los compañeros, que estaban en la otra barca, para que vinieran a echarles una mano. Vinieron y llenaron las dos barcas, hasta el punto de que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús diciendo:
«Señor, apártate de mí, que soy un hombre pecador».
Y es que el estupor se había apoderado de él y de los que estaban con él, por la redada de peces que habían recogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón.
Y Jesús dijo a Simón:
«No temas; desde ahora serás pescador de hombres».
Ellos sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.

NO TEMAS

Frase que se repite en el Evangelio alguna que otra vez. Estando con Dios, no podemos temer a nada ni a nadie. Esa es nuestra fortaleza.

Ser cristianos es creer en Jesús, que murió por nosotros, se entregó hasta dar la vida, nació, vivió, predicó, murió y resucitó por nosotros.

Jesucristo es nuestra base y nuestra raíz. Con tan gran Capitán, nada podemos temer.


DE PIE A SU LADO

 Lc 4, 38-44

En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, entró en casa de Simón.
La suegra de Simón estaba con fiebre muy alta y le rogaron por ella.
Él, inclinándose sobre ella, increpó a la fiebre, y se le pasó; ella, levantándose en seguida, se puso a servirles.
Al ponerse el sol, todos cuantos tenían enfermos con diversas dolencias se los llevaban; y él, imponiendo las manos sobre cada uno, los iba curando.
De muchos de ellos salían también demonios, que gritaban y decían:
«Tú eres el Hijo de Dios».
Los increpaba y no les dejaba hablar, porque sabían que él era el Mesías.
Al hacerse de día, salió y se fue a un lugar desierto.
La gente lo andaba buscando; dieron con él e intentaban retenerlo para que no se les fuese.
Pero él les dijo:
-«También a los otros pueblos tengo que anunciarles el reino de Dios, para eso me han enviado».
Y predicaba en las sinagogas de Judea.

DE PIE A SU LADO

La suegra de Simón estaba con fiebre y pidieron a Jesús que la curase. Él, lo hizo, de pie a su lado.

Cuando pedimos a Jesús por alguien, o, por nosotros mismos, Él está de pie, a nuestro lado. No lo vemos, pero está.

No deja de preocuparse por nosotros, por nuestras cosas, por todo lo que nos concierne. A nuestro lado, de pie, en actitud vigilante y de cuidado. Observemos con atención.

LES ENSEÑABA

 Lc 4, 31-37

En aquel tiempo, Jesús bajó a Cafarnaún, ciudad de Galilea, y los sábados les enseñaba.
Se quedaban asombrados de su enseñanza, porque su palabra estaba llena de autoridad.
Había en la sinagoga un hombre poseído por un espíritu de demonio inmundo y se puso a gritar con fuerte voz:
¡Basta! ¿Qué tenemos que ver nosotros contigo, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios».
Pero Jesús le increpó diciendo:
«¡Cállate y sal de él!»
Entonces el demonio, tirando al hombre por tierra en medio de la gente, salió sin hacerle daño.
Quedaron todos asombrados y comentaban entre sí:
«¿Qué clase de palabra es esta? Pues da órdenes con autoridad y poder a los espíritus inmundos, y salen».
Y su fama se difundía por todos los lugares de la comarca.

LES ENSEÑABA

Jesús vino con una misión que articulaba toda su vida. su autoridad hacía que los que le escuchaban quedaran prendados.

Enseñaba con autoridad porque hablaba al corazón desde la razón y la vida.

Preparemos el corazón porque su enseñanza es continua.

Y SEGUÍA SU CAMINO

Lc 4, 16-30

En aquel tiempo, Jesús fue a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el rollo del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito:
«El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista; a poner en libertad a los oprimidos; a proclamar el año de gracia del Señor».
Y, enrollando el rollo y devolviéndolo al que lo ayudaba, s sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos clavados en él.
Y él comenzó a decirles:
«Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír».
Y todos le expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salían de su boca. Y decían:
«¿No es el hijo de José?».
Pero Jesús les dijo:
«Sin duda me diréis aquel refrán: “Médico, cúrate a ti mismo”, haz también aquí, en tu pueblo, lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaún».
Y añadió:
«En verdad os digo que ningún profeta es aceptado en su pueblo. Puedo aseguraros que en Israel había muchas viudas en los días de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses y hubo una gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías sino a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo, sin embargo, ninguno de ellos fue curado sino Naamán y el sirio».
Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo echaron fuera del pueblo y lo llevaron hasta un precipicio del monte sobre el que estaba edificado su pueblo, con intención de despeñarlo.
Pero Jesús se abrió paso entre ellos y seguía su camino.

Y SEGUÍA SU CAMINO

Jesús tenía una misión y tenía muy claro que debía cumplirla a pesar de todo y a pesar de todos. Y sabía también cómo acabaría.

Aun así siguió adelante con ella. Muchas veces sabemos que el seguir una vida cristiana acarrea el nadar contra corriente y la incomprensión de los demás.

Pero hay que seguir el camino, el camino hacia Dios.


XXII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

 Mc 7, 1-8. 14-15. 21-23

En aquel tiempo, se reunieron junto a Jesús los fariseos y algunos escribas venidos de Jerusalén; y vieron que algunos discípulos comían con manos impuras, es decir, sin lavarse las manos. (Pues los fariseos, como los demás judíos, no comen sin lavarse antes las manos, restregando bien, aferrándose a la tradición de sus mayores, y al volver de la plaza, no comen sin lavarse antes, y se aferran a otras muchas tradiciones, de lavar vasos, jarras y ollas).
Y los fariseos y los escribas le preguntaron:
«¿Por qué no caminan tus discípulos según las tradiciones de los mayores y comen el pan con las manos impuras?».
Él les contestó:
«Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, como está escrito:
"Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. El culto que me dan está vacío, porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos."
Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres».
Llamó Jesús de nuevo a la gente y les dijo:
«Escuchad y entended todos: nada que entre de fuera puede hacer al hombre impuro; lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre.
Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los pensamientos perversos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, malicias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad. Todas esas maldades salen de dentro y hacen al hombre impuro».

CON LAS MANOS IMPURAS

¿Cuántas veces habremos hecho, pensado, actuado, con manos impuras, con intención impura, con una intención no clara ni cristalina?

La pureza del corazón, la autenticidad debería ser una característica del cristiano en todo momento y ocasión. Ser puros en nuestros hechos, nuestros pensamientos, nuestras acciones debería ser nuestro rasgo constante.

Seamos puros, como nuestro Padre es puro. Seamos auténticos, como nuestro Padre es auténtico, seamos dignos del nombre de cristiano.

LOS TALENTOS

 Mt 25, 14-30

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:
«Un hombre, al irse de viaje, llamó a sus siervos y los dejó al cargo de sus bienes: a uno le dejó cinco talentos, a otro dos, a otro uno, a cada cual según su capacidad; luego se marchó.
El que recibió cinco talentos fue en seguida a negociar con ellos y ganó otros cinco. El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos.
En cambio, el que recibió uno fue a hacer un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor.
Al cabo de mucho tiempo viene el señor de aquellos siervos y se pone a ajustar las cuentas con ellos.
Se acercó el que había recibido cinco talentos y le presentó otros cinco, diciendo:
“Señor, cinco talentos me dejaste; mira, he ganado otros cinco”.
Su señor le dijo:
“¡Bien, siervo bueno y fiel!; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; entra en el gozo de tu señor”.
Se acercó luego el que había recibido dos talentos y dijo:
“Señor, dos talentos me dejaste; mira, he ganado otros dos”.
Su señor le dijo:
“¡Bien, siervo bueno y fiel!; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; entra en el gozo de tu señor”.
Se acercó el que había recibido un talento y dijo:
“Señor, sabía que eres exigente, que siegas donde no siembras y recoges donde no esparces, tuve miedo y fui a esconder tu talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo”.
El señor le respondió:
“Eres un empleado negligente y holgazán. ¿Con que sabias que siego donde no siembro y recojo donde no esparzo? Pues debías haber puesto mi dinero en el banco, para que, al volver yo, pudiera recoger lo mío con los intereses. Quitadle el talento y dádselo al que tiene diez. Porque al que tiene se le dará y le sobrará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. Y a ese empleado inútil echadle fuera, a las tinieblas; allí será el llanto y rechinar de dientes”».

LOS TALENTOS

Talento equivale a don. Todos los dones que recibimos son regalos que Dios nos hace para vivir la vida en su Voluntad.

Podemos aprovecharlos o no. Podemos ponerlos al servicio de Dios o no. Podemos ponerlos al servicio de los hermanos o no.

Nuestra libertad es también un don precioso. Aprovechemos nuestra libertad en favor de una vida digna de tan gran don. Como Agustín.

VELAD

  Mt 25, 1-13

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:
«El reino de los cielos se parece a diez vírgenes que tomaron sus lámparas y salieron al encuentro del esposo.
Cinco de ellas eran necias y cinco eran prudentes.
Las necias, al tomar las lámparas, no se proveyeron de aceite; en cambio, las prudentes se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas.
El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron.
A medianoche se oyó una voz:
“¡Que llega el esposo, salid a su encuentro!”.
Entonces se despertaron todas aquellas vírgenes y se pusieron a preparar sus lámparas.
Y las necias dijeron a las prudentes:
“Dadnos de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas”.
Pero las prudentes contestaron:
“Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis”.
Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta.
Más tarde llegaron también las otras vírgenes, diciendo:
“Señor, señor, ábrenos”.
Pero él respondió:
“En verdad os digo que no os conozco”.
Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora».

VELAD

Velar es vigilar, estar atentos, con la lámpara encendida, esperando activamente la llegada de algo o alguien importante.

velad, nos dice Jesús., porque no sabéis el día ni la hora. Velad, esperando a Jesús, su llegada, porque llegará y vendrá en gloria.

Velad y sed perfectos. Velad. esperemos con alegría a Aquel que es nuestra salvación.


ESTAD EN VELA

 Mt 24, 42-51

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor.
Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejarla abrir un boquete en su casa.
Por eso, estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre.
¿Quién es el criado fiel y prudente, a quien el señor encarga de dar a la servidumbre la comida a sus horas?
Bienaventurado ese criado, si el señor, al llegar, lo encuentra portándose así. En verdad os digo que le confiará la administración de todos sus bienes.
Pero si dijere aquel mal siervo para sus adentros: “Mi señor tarda en llegar”, y empieza a pegar a sus compañeros, y a comer y beber con los borrachos, el día y la hora que menos se lo espera, llegará el amo y lo castigará con rigor y le hará compartir la suerte de los hipócritas.
Allí será el llanto y el rechinar de dientes.»

ESTAD EN VELA

Estad en vela, pendientes de todo aquello que tenga que ver con Dios, con las necesidades del prójimo, con nuestra experiencia de unión con Dios.

Estad en vela, porque llegará pronto, por donde menos lo esperamos. Llegará. Pero también llega a diario, en cada momento.

Estad en vela porque Jesús está presente en cada ocasión, persona o circunstancia que se nos presenta. dios está, solo hay que mirar y escuchar.


¡AY DE VOSOTROS!

 Mt 23, 27-32

En aquel tiempo, Jesús dijo:
«¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que os parecéis a los sepulcros blanqueados! Por fuera tienen buena apariencia, pero por dentro están llenos de huesos y podredumbre; lo mismo vosotros: por fuera parecéis justos, pero por dentro estáis repletos de hipocresía y crueldad.
¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que edificáis sepulcros a los profetas y ornamentáis los mausoleos de los justos, diciendo: "Si hubiéramos vivido en tiempo de nuestros padres, no habríamos sido cómplices suyos en el asesinato de los profetas"! Con esto atestiguáis en vuestra contra, que sois hijos de los que asesinaron a los profetas. ¡ Colmad también vosotros la medida de vuestros padres!»

¡AY DE VOSOTROS!

Las lamentaciones de Jesús sobre los escribas y fariseos son una enseñanza sobre lo que no debe ser un cristiano en cualquier tiempo y momento.

Hipócritas, decía Jesús. La hipocresía es lo más contrario a lo que debemos ser: transparentes, coherentes, auténticos.

Como el mejor de los dones, como el mejor de los regalos, sinceros, profundamente misericordiosos. Así nos quiere Jesús. 


¿DE QUÉ ME CONOCES?

 Jn 1, 45-51

En aquel tiempo, Felipe encuentra a Natanael y le dijo:
«Aquel de quien escribieron Moisés en la ley y los profetas, lo hemos encontrado: Jesús, hijo de José, de Nazaret».
Natanael le replicó:
«¿De Nazaret puede salir algo bueno?»
Felipe le contestó:
«Ven y verás».
Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él:
«Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño».
Natanael le contesta:
«¿De qué me conoces?»
Jesús le responde:
«Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi».
Natanael respondió:
«Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel».
Jesús le contestó:
« ¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores».
Y le añadió:
«En verdad, en verdad os digo: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre».

¿DE QUÉ ME CONOCES?

Es la pregunta de Natanael (Bartolomé) a Jesús. Y nosotros, que lo leemos veinte siglos después, nos reímos por dentro ante tal pregunta.

¿Que de qué nos conoce Jesús? Nos conoce de siempre, desde antes de nacer y con el mayor amor que se puede amar.

Hazle esa pregunta a Jesús:"¿De qué me conoces?" Y Él, sin ninguna duda, te responderá. Solo tenemos que escuchar.