jueves, 29 de abril de 2021

DAR GRACIAS

 Mt 11, 25-30

En aquel tiempo, tomó la palabra Jesús y dijo:
«Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, así te ha parecido bien.
Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».

DAR GRACIAS

Ser agradecidos es muestra de buena educación. Y si damos gracias a Dios muestra nuestro reconocimiento a todo aquello que nos da.

Lo pasado, lo presente, lo futuro, lo que tenemos, lo que vivimos, lo que sentimos, lo que pensamos, todo es ocasión para dar gracias a Dios.

Él lo es todo. Démosle gracias por todo, seamos humildes de corazón y encontraremos descanso.

LA LUZ Y LAS TINIEBLAS

  Jn 12, 44-50

En aquel tiempo, Jesús dijo, gritando:
«El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me ha enviado. Y el que me ve a mí, ve al que me ha enviado. Yo he venido al mundo como luz, y así, el que cree en mí no quedará en tinieblas.
Al que oiga mis palabras y no las cumpla, yo no lo juzgo, porque no he venido para juzgar al mundo, sino para salvar al mundo. El que me rechaza y no acepta mis palabras tiene quien lo juzgue: la palabra que yo he pronunciado, esa lo juzgará en el último día. Porque yo no he hablado por cuenta mía; el Padre que me envió es quien me ha ordenado lo que he de decir y cómo he de hablar. Y sé que su mandato es vida eterna. Por tanto, lo que yo hablo, lo hablo como me ha encargado el Padre».

LA LUZ Y LAS TINIEBLAS

Jesús es luz y todo lo que no nos lleve o nos aparte de Él son tinieblas.

La luz ilumina, las tinieblas oscurecen y dan miedo. Y nosotros somos hijos de la luz, no lo somos de las tinieblas.

Demos luz, seamos luz para nuestros hermanos, nunca tinieblas.


SOMOS UNO

  Jn 10, 22-30

Se celebraba en Jerusalén la fiesta de la Dedicación del templo. Era invierno, y Jesús se paseaba en el templo por el pórtico de Salomón.
Los judíos, rodeándolo, le preguntaban:
«¿Hasta cuándo nos vas a tener en suspenso? Si tú eres el Mesías, dínoslo francamente».
Jesús les respondió:
«Os lo he dicho, y no creéis; las obras que yo hago en nombre de mi Padre, ésas dan testimonio de mi. Pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas. Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Lo que mi Padre me ha dado, es más que todas las cosas, y nadie puede arrebatar nada de la mano de mi Padre. Yo y el Padre somos uno».

SOMOS UNO

Lo dice Jesús: "Yo y el Padre somos uno". La unidad es una de las características de Dios, de la Iglesia y de los cristianos.

La unidad en la caridad debe ser lo que nos distinga. Que los demás vean en nosotros siervos del amor.

El amor es lo que debe mover el mundo y nuestros corazones.

BRILLE ASÍ VUESTRA LUZ

 Mt 5, 13-19

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán?
No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente.
Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte.
Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa.
Brille así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielos».

BRILLE ASÍ VUESTRA LUZ

Dios es Luz. Brilla, ilumina, guía, deslumbra. Luz de Luz.

Como hijos de la luz, que no hijos de la tiniebla, debemos brillar así, como la Luz de Dios, que nunca se apaga.

Brille así vuestra luz.

domingo, 25 de abril de 2021

IV DOMINGO DE PASCUA

  Jn 10, 11-18

En aquel tiempo, dijo Jesús:
«Yo soy el buen Pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo las roba y las dispersa; y es que a un asalariado no le importan las ovejas.
Yo soy el buen Pastor, que conozco a las mías, y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas.
Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a esas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño, un solo Pastor.
Por esto me ama el Padre, porque yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente. Tengo poder para entregarla y tengo poder para recuperarla: este mandato he recibido de mi Padre».

EL BUEN PASTOR

En el cuarto domingo de Pascua celebramos el domingo del Buen Pastor. Jesús, el buen pastor de las ovejas nos guía, nos defiende, nos alimenta, nos conoce y da la vida por nosotros. Así se comporta un pastor bueno.

Hay mucho lobo por nuestro mundo y cuando nos sintamos amenazados por ellos o cuando la tormenta se cierna sobre nosotros debemos mirar al Pastor, como hacen las ovejas, para saber qué tenemos que hacer y hacia donde dirigirnos.

Ir hacia Él, hacia su Corazón. Su Amor nos mostrará el Camino hacia el redil. Un solo rebaño, un solo Pastor.


sábado, 24 de abril de 2021

¿TAMBIÉN VOSOTROS QUERÉIS MARCHAROS?

  Jn 6, 60-69

En aquel tiempo, muchos discípulos de Jesús, al oírlo, dijeron: «Este modo de hablar es duro, ¿quién puede hacerle caso?»
Adivinando Jesús que sus discípulos lo criticaban, les dijo:
«¿Esto os escandaliza?, ¿y si vierais al Hijo del hombre subir a donde estaba antes? El Espíritu es quien da vida; la carne no sirve de nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y vida. Y con todo, hay algunos de vosotros que no creen».
Pues Jesús sabía desde el principio quiénes no creían y quién lo iba a entregar.
Y dijo:
«Por eso os he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede».
Desde entonces, muchos discípulos suyos se echaron atrás y no volvieron a ir con él.
Entonces Jesús les dijo a los Doce: «¿También vosotros queréis marcharos?»
Simón Pedro le contestó: «Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo consagrado por Dios».

¿TAMBIÉN VOSOTROS QUERÉIS MARCHAROS?

Quizá alguna vez Jesús pudiera hacernos esta pregunta, uno de esos días en que nos sentimos cansados e incomprendidos en nuestra fe.

Porque los hay. Hay días así en el camino de la fe. Nos desanimamos, pensamos en el sentido de todo lo que hacemos y nos cuesta.

Pero Pedro nos contesta: solo Jesús tiene palabras de vida eterna.

viernes, 23 de abril de 2021

MI CARNE

  Jn 6, 52-59

En aquel tiempo, disputaban los judíos entre sí:
«¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?»
Entonces Jesús les dijo:
«En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.
Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida.
El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él.
Como el Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre, así, del mismo modo, el que me come vivirá por mí.
Éste es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre».
Esto lo dijo Jesús en la sinagoga, cuando enseñaba en Cafarnaún.

MI CARNE

Los judíos desconfiaban de Jesús. Y se escandalizaban: "¿cómo puede darnos a comer su carne?" La lógica de los hombres.

Pero Jesús nos da a comer su carne por amor, nos da a beber su sangre. En su vida el único motivo es el amor.

Y hasta que no lo entendamos siempre desconfiaremos o nos escandalizaremos de sus palabras. ¡Dios es Amor!

jueves, 22 de abril de 2021

EL PAN QUE YO DARÉ ES MI CARNE

 Jn 6, 44-51

En aquel tiempo, dijo Jesús al gentío:
«Nadie puede venir a mí si no lo atrae el Padre que me ha enviado. Y yo lo resucitaré en el último día.
Está escrito en los profetas: “Serán todos discípulos de Dios”. Todo el que escucha al Padre y aprende viene a mí.
No es que alguien haya visto al Padre, a no ser el que está junto a Dios: ese ha visto al Padre. En verdad, en verdad os digo: el que cree tiene vida eterna.
Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron en el desierto el maná y murieron; este es el pan que baja del cielo, para que el hombre coma de él y no muera.
Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre.
Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo».

EL PAN QUE YO DARÉ ES MI CARNE

Así, sin anestesia, como se dice ahora. El Pan que nos da es su carne. Y si es difícil de aceptar y entender ahora, hay que imaginar a aquellos discípulos en aquel tiempo.

Es su carne, que comulgamos. Es su carne, que se hace una con nosotros, haciéndonos ser más Jesús. 

Danos siempre de ese Pan y nunca tendremos hambre.

miércoles, 21 de abril de 2021

EL PAN DE VIDA

  Jn 6, 35-40

En aquel tiempo, dijo Jesús al gentío:
«Yo soy el pan de la vida. El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí no tendrá sed jamás; pero, como os he dicho, me habéis visto y no creéis.
Todo lo que me da el Padre vendrá a mí, y al que venga a mí no lo echaré afuera, porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado.
Ésta es la voluntad del que me ha enviado: que no pierda nada de lo que me dio, sino que lo resucite en el último día.
Esta es la voluntad de mi Padre: que todo el que ve al Hijo y cree en él tenga vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día».

EL PAN DE VIDA

El Pan que de verdad nos alimenta, el Pan que de verdad nos alienta a seguir, el pan que nos da Vida.

No hay otro ni hay otra forma. Él es el Pan. Partido y repartido.

Seamos también nosotros pan. Partido y repartido.

martes, 20 de abril de 2021

¿Y QUÉ SIGNO HACES TÚ?

 Jn 6, 30-35

En aquel tiempo, en gentío dijo a Jesús:
«¿Y qué signo haces tú, para que veamos y creamos en ti? ¿Cuál es tu obra? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: “Pan del cielo les dio a comer”».
Jesús les replicó:
«En verdad, en verdad os digo: no fue Moisés quien os dio pan del cielo, sino que es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo».
Entonces le dijeron:
«Señor, danos siempre de este pan».
Jesús les contestó:
«Yo soy el pan de la vida. El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí nunca tendrá sed».

¿Y QUÉ SIGNO HACES TÚ?

Esa fue la pregunta que le hicieron a Jesús en su tiempo. Y hoy es la que nos hacen a sus discípulos. ¿Y tú, qué haces para que creamos en lo que dices?

Un signo es algo que nos lleva a otra realidad. Y nuestras obras deben ser signo para que lleve a Jesús.

¿Somos signo con nuestras obras?


FUERON EN BUSCA DE JESÚS

  Jn 6, 22-29

Después de que Jesús hubo saciado a cinco mil hombres, sus discípulos lo vieron caminando sobre el mar.
Al día siguiente, la gente que se había quedado al otro lado del mar notó que allí no había habido más que una barca y que Jesús no había embarcado con sus discípulos, sino que sus discípulos se habían marchado solos.
Entretanto, unas barcas de Tiberíades llegaron cerca del sitio donde habían comido el pan después que el Señor había dado gracias. Cuando la gente vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, se embarcaron y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús.
Al encontrarlo en la otra orilla del lago, le preguntaron:
«Maestro, ¿cuándo has venido aquí?»
Jesús les contestó:
«En verdad, en verdad os digo: me buscáis no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros. Trabajad, no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre; pues a éste lo ha sellado el Padre, Dios».
Ellos le preguntaron:
«Y, ¿qué tenemos que hacer para realizar las obras de Dios?»
Respondió Jesús:
«La obra de Dios es Esta: que creáis en el que él ha enviado».

FUERON EN BUSCA DE JESÚS

La gente iba en busca de Jesús cuando no lo encontraban. Cruzaron la orilla y lo encontraron.

Muchas veces hay que cruzar a la otra orilla para encontrar a Jesús. Ir al otro lado, a contrario de donde estamos.

Cambiemos de perspectiva y entonces encontraremos a Jesús.


domingo, 18 de abril de 2021

III DOMINGO DE PASCUA

  Lc 24, 35-48

En aquel tiempo, los discípulos de Jesús contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.
Estaban hablando de estas cosas, cuando él se presentó en medio de ellos y les dice:
«Paz a vosotros».
Pero ellos, aterrorizados y llenos de miedo, creían ver un espíritu. Y él les dijo:
«¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro corazón? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un espíritu no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo».
Dicho esto, les mostró las manos y los pies. Y como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo:
«¿Tenéis ahí algo de comer?»
Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos.
Y les dijo:
«Esto es lo que os dije mientras estaba con vosotros: que era necesario que se cumpliera todo lo escrito en la ley de Moisés y en los Profetas y Salmos acerca de mí».
Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras. Y les dijo:
«Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día, y en su nombre se proclamará la conversión para el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto».

VOSOTROS SOIS TESTIGOS

Efectivamente, somos testigos. Podemos dar testimonio de lo que Dios ha hecho en nuestras vidas y en las vidas de los que conocemos. Testigos del amor de Dios y su Misericordia infinita.

Testigos de la resurrección en vida de tantos hermanos. Conversiones del corazón que cambiaron vidas siendo testigos directos de que Jesús sigue realizando milagros aun hoy.

Testigos para proclamar a los cuatro vientos nuestra fe, nuestro amor, nuestra caridad bien entendida, nuestra fidelidad al Maestro, para proclamar que Dios vive y está con nosotros.

SOY YO, NO TEMÁIS

 Jn 6, 16-21

Al oscurecer, los discípulos de Jesús bajaron al mar, embarcaron y empezaron la travesía hacia Cafárnaún. Era ya noche cerrada, y todavía Jesús no los había alcanzado; soplaba un viento fuerte, y el lago se iba encrespando.
Habían remado unos veinticinco o o treinta estadios, cuando vieron a Jesús que se acercaba a la barca, caminando sobre el mar, y se asustaron.
Pero él les dijo:
«Soy yo, no temáis».
Querían recogerlo a bordo, pero la barca tocó tierra en seguida, en el sitio a donde iban.


SOY YO, NO TEMÁIS

Siempre, siempre es Él, pero no temáis. Siempre a nuestro lado, por eso, no temáis.

Nunca falla, aunque no lo veamos, aunque ni siquiera lo sepamos, siempre está.

Es Jesús, no temáis.


viernes, 16 de abril de 2021

SE SENTÓ CON SUS DISCÍPULOS

 Jn 6, 1-15

En aquel tiempo, Jesús se marchó a la otra parte del mar de Galilea, o de Tiberíades. Lo seguía mucha gente, porque habían visto los signos que hacía con los enfermos.
Subió Jesús entonces a la montaña y se sentó allí con sus discípulos.
Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos. Jesús entonces levantó los ojos, y al ver que acudía mucha gente, dice a Felipe:
«¿Con qué compraremos panes para que coman éstos?»
Lo decía para probarlo, pues bien sabía él lo que iba a hacer.
Felipe le contestó:
«Doscientos denarios de pan no bastan para que a cada uno le toque un pedazo».
Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dice:
«Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces; pero, ¿qué es eso para tantos?»
Jesús dijo:
«Decid a la gente que se siente en el suelo».
Había mucha hierba en aquel sitio. Se sentaron; sólo los hombres eran unos cinco mil.
Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió a los que estaban sentados, y lo mismo todo lo que quisieron del pescado.
Cuando se saciaron, dice a sus discípulos:
«Recoged los pedazos que han sobrado; que nada se pierda».
Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos de los cinco panes de cebada que sobraron a los que habían comido. La gente entonces, al ver el signo que había hecho, decía:
«Este es verdaderamente el Profeta que va a venir al mundo».
Jesús, sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró otra vez a la montaña él solo.


SE SENTÓ CON SUS DISCÍPULOS

A veces nos olvidamos de los gestos tan humanos que versículo tras versículo de los evangelios nos ofrece la vida de Jesús.

Se sentó con sus discípulos, y les habló. Sencillamente, amablemente. Muchas veces es solo eso, sentarse con Él, dejar que nos explique.

Sentarnos con Él a escucharle. Un buen propósito para hoy.

jueves, 15 de abril de 2021

DIOS ES VERAZ

  Jn 3, 31-36

El que viene de lo alto está por encima de todos. El que es de la tierra es de la tierra y habla de la tierra. El que viene del cielo está por encima de todos. De lo que ha visto y ha oído da testimonio, y nadie acepta su testimonio. El que acepta su testimonio certifica que Dios es veraz.
El que Dios envió habla las palabras de Dios, porque no da el Espíritu con medida. El Padre ama al Hijo y todo lo ha puesto en su mano. El que cree en el Hijo posee la vida eterna; el que no crea al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios pesa sobre él.

DIOS ES VERAZ

Dios es veraz. Jesús es la Verdad con mayúsculas, por eso nunca nos engañará. Siempre ha sido fiel, su fidelidad dura por siempre.

Y nosotros, hijos y herederos, debemos ser fieles a esa Verdad, a nuestro Padre bueno que siempre está, que nunca falla.

Tomemos ejemplo y seamos veraces, con todas las consecuencias.


miércoles, 14 de abril de 2021

VIDA ETERNA

  Jn 3, 16-21

Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tengan vida eterna.
Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.
El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Unigénito de Dios.
Este es el juicio: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra el mal detesta la luz, y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras.
En cambio, el que obra la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios.

VIDA ETERNA

De eso se trata, de orientar toda nuestra vida, en ocasiones oscura y siempre caduca, hacia la vida etrerna que nos ofrece Jesús.

Si lo hiciéramos así nuestra realidad cambiaría cien por cien y seríamos, indiscutiblemente, más felices y sinceros con los demás.

Procuremos mirar hacia esa Vida. Nuestra vida cambiará, sin duda. 

martes, 13 de abril de 2021

NACER DE NUEVO

 Jn 3, 5a. 7b-15

En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo:
«Tenéis que nacer de nuevo; el viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que ha nacido del Espíritu».
Nicodemo le preguntó:
«¿Cómo puede suceder eso?»
Le contestó Jesús:
«¿Tú eres maestro en Israel, y no lo entiendes? En verdad, en verdad te digo; hablamos de lo que sabemos y damos testimonio de lo que hemos visto, pero no recibís nuestro testimonio. Si os hablo de las cosas terrenas y no me creéis, ¿cómo creeréis si os hable de las coas celestiales? Nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre.
Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna».

NACER DE NUEVO

Debemos nacer de nuevo, cada Pascua, cada día, cada momento, cada mañana. Jesús nos enseña a hacerlo, nacer del Espíritu.

Nacer, volver a nacer, sabiendo que todo es nuevo, que Jesús hace todas las cosas nuevas. Nosotros debemos hacerlo también.

Ver cada día las cosas nuevas, las situaciones nuevas y las personas también, como si fueran nuevas. Porque lo que deben ser nuevos son nuestros ojos y nuestro corazón. 

LOS SIGNOS QUE TÚ HACES

  Jn 3, 1-8

Había un hombre del grupo de los fariseos llamado Nicodemo, jefe judío. Este fue a ver a Jesús de noche y le dijo:
«Rabí, sabemos que has venido de parte de Dios, como maestro; porque nadie puede hacer los signos que tú haces si Dios no está con él».
Jesús le contestó:
«En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios».
Nicodemo le pregunta:
«¿Cómo puede nacer un hombre siendo viejo? ¿Acaso puede por segunda vez entrar en el vientre de su madre y nacer? ».
Jesús le contestó:
«En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el reino de Dios. Lo que nace de la carne es carne, lo que nace del Espíritu es espíritu. No te extrañes de que te haya dicho: "Tenéis que nacer de nuevo"; el viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que ha nacido del Espíritu».

LOS SIGNOS QUE TÚ HACES

Los signos son algo que se ve y que nos habla de algo que no se ve. y Jesús los utilizó muy pedagógicamente.

Por esos signos muchos entendieron que era el Hijo. Por esos signos muchos creyeron.

Él sigue haciendo signos y muchos de los que hizo los rememora a diario la iglesia. Como Él dijo: "si no me creéis a Mí, creed a los signos". 

II DOMINGO DE PASCUA. DOMINGO DE LA MISERICORDIA

 Jn 20, 19-31

Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:
«Paz a vosotros».
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:
«Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo».
Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo:
«Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».
Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían:
«Hemos visto al Señor».
Pero él les contestó:
«Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo».
A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo:
«Paz a vosotros».
Luego dijo a Tomás:
«Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente».
Contestó Tomás:
«¡Señor mío y Dios mío!»
Jesús le dijo:
«¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto».
Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Éstos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.

HEMOS VISTO AL SEÑOR

En este segundo domingo de Pascua, domingo de la Misericordia, el evangelio nos ofrece una frase para reflexionar: "hemos visto al Señor". Los discípulos lo vieron después de resucitar. ¿Y nosotros?

Jesús ha resucitado, ¿y seguimos sin verle? Él se nos hace presente a cada momento, ¿por qué nos empeñamos en no verlo?

Para. Piensa. Reflexiona. Mira. escucha. Y lo verás, sin duda. Su Misericordia es eterna. 

SÁBADO DE PASCUA

 Mc 16, 9-15

Jesús, resucitado al amanecer del primer día de la semana, se apareció primero a María Magdalena, de la que había echado siete demonios. Ella fue a anunciárselo a sus compañeros, que estaban de duelo y llorando.
Ellos, al oírle decir que estaba vivo y que lo había visto, no la creyeron.
Después se apareció en figura de otro a dos de ellos que iban caminando al campo.
También ellos fueron a anunciarlo a los demás, pero no los creyeron.
Por último, se apareció Jesús a los Once, cuando estaban a la mesa, y les echó en cara su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que lo habían visto resucitado.
Y les dijo:
«ld al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación».

NO LA CREYERON


No creyeron a maría Magdalena. Era aquel tiempo, aquella cultura y aquellas circunstancias. Y ella.

No creían en el testimonio de una mujer. Y eso refuerza que todos lo que nos contaron era verdad. jesús resucitó.

Todavía hoy hay quien no lo cree. pero pasó, nos amó hasta el extremo, sufrió, resucitó. Alégrate y regocíjate.

viernes, 9 de abril de 2021

VIERNES DE PASCUA

 Jn 21, 1-14

En aquel tiempo, Jesús se apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Y se apareció de esta manera:
Estaban juntos Simón Pedro, Tomás apodado el Mellizo, Natanael el de Caná de Galilea, los Zebedeos y otros dos discípulos suyos.
Simón Pedro les dice:
«Me voy a pescar».
Ellos contestan:
«Vamos también nosotros contigo».
Salieron y se embarcaron; y aquella noche no cogieron nada. Estaba ya amaneciendo, cuando Jesús se presentó en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús.
Jesús les dice:
«Muchachos, ¿tenéis pescado?»
Ellos contestaron:
«No».
Él les dice:
«Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis».
La echaron, y no tenían fuerzas para sacarla, por la multitud de peces. Y aquel discípulo a quien Jesús amaba le dice a Pedro:
«Es el Señor».
Al oír que era el Señor, Simón Pedro, que estaba desnudo, se ató la túnica y se echó al agua. Los demás discípulos se acercaron en la barca, porque no distaban de tierra más que unos doscientos codos, remolcando la red con los peces. Al saltar a tierra, ven unas brasas con un pescado puesto encima y pan. Jesús les dice:
«Traed de los peces que acabáis de coger».
Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red repleta de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y aunque eran tantos, no se rompió la red.
Jesús les dice:
«Vamos, almorzad».
Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían bien que era el Señor.
Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado.
Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos, después de resucitar de entre los muertos.

¡ES EL SEÑOR!

Estaban tristes, sin saber qué hacer. Fueron a pescar para despejar la mente. Y lo vieron, aunque de momento no lo reconocieron.

Y Juan, el del corazón atento, gritó:"¡Es el Señor!" Y todo cambió. Pedro se arrojó al arrojó al agua porque ya no soportaban no verle.

Sin palabras, lo supieron. No hicieron falta explicaciones. El Amor no necesita razones: "¡Es el Señor!"

JUEVES DE PASCUA

 Lc 24, 35-48

En aquel tiempo, los discípulos de Jesús contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.
Estaban hablando de estas cosas, cuando él se presentó en medio de ellos y les dice:
«Paz a vosotros».
Pero ellos, aterrorizados y llenos de miedo, creían ver un espíritu.
Y él les dijo:
«¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro corazón? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un espíritu no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo».
Dicho esto, les mostró las manos y los pies. Pero como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo:
«¿Tenéis ahí algo de comer?»
Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos.
Y les dijo:
- «Esto es lo que os dije mientras estaba con vosotros: que era necesario que se cumpliera todo lo escrito en la Ley de Moisés y en los Profetas y Salmos acerca de mí»
Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras.
Y le dijo:
- «Así está escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se proclamará la conversión para el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto».

¿POR QUÉ OS ALARMÁIS?

Es la pregunta que nos hace Jesús. Nos alarmamos por cosas importantes o no tan importantes.

¿Tan importantes como el amor? ¿Tan importantes como la misericordia? ¿O nos alarmamos por bien poco?

Jesús ha resucitado. No nos alarmemos: el Amor venció a la muerte.

MIÉRCOLES DE PASCUA

 Lc 24, 13-35

Aquel mismo día, el primero de la semana, dos de los discípulos de Jesús iban caminando a una aldea llamada Emaús, distante de Jerusalén unos sesenta estadios; iban conversando entre ellos de todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo.
Él les dijo:
- «¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino?».
Ellos se detuvieron con aire entristecido. Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le respondió:
- «¿Eres tú el único forastero en Jerusalén, que no sabe lo que ha pasado allí estos días?».
Él les dijo:
- «¿Qué?».
Ellos le contestaron:
- «Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo; cómo lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él iba a liberar a Israel, pero, con todo esto, ya estamos en el tercer día desde que esto sucedió. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado, pues habiendo ido muy de mañana al sepulcro, y no habiendo encontrado su cuerpo, vinieron diciendo que incluso habían visto una aparición de ángeles, que dicen que estaba vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no lo vieron».
Entonces él les dijo:
- «¡Qué necios y torpes sois para creer lo que dijeron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto y entrará así en su gloria?»
Y, comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas, les explicó lo que se refería a él en todas las Escrituras.
Llegaron cerca de la aldea a donde iban y él hizo simuló que iba a seguir caminando; pero ellos lo apremiaron, diciendo:
- «Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída».
Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció de su vista.
Y se dijeron el uno al otro:
- «¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?».
Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo:
- «Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón».
Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.

Y ENTRÓ

Hoy sigue el relato del evangelio con la alegría pascual, el asombro ante Jesús resucitado. Emaús, con todo lo que conlleva.

Dice el relato que los discípulos le pidieron que se quedara con ellos. Y entró. Deseaba darles todo su Amor y se lo dio.

En forma de su Cuerpo y Sangre, y entró. En el gesto de la entrega, y entró- Dejémosle también nosotros entrar.



martes, 6 de abril de 2021

MARTES DE PASCUA

 Jn 20, 11-18

En aquel tiempo, estaba María fuera, junto al sepulcro, llorando. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados, uno a la cabecera y otro a los pies, donde había estado el cuerpo de Jesús.
Ellos le preguntan:
«Mujer, ¿por qué lloras?»
Ella les contesta:
«Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto».
Dicho esto, se vuelve y ve a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús.
Jesús le dice:
«Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?»
Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta:
«Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré».
Jesús le dice:
«¡María!»
Ella se vuelve y le dice:
«¡Rabboni!», que significa: «¡Maestro!»
Jesús le dice:
«No me retengas, que todavía no he subido al Padre. Pero, anda, ve a mis hermanos y diles: "Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro"».
María Magdalena fue y anunció a los discípulos:
«He visto al Señor y ha dicho esto».

¿POR QUÉ LLORAS?

Es la pregunta del evangelio en este martes de Pascua. Jesús resucitado se la hace a María Magdalena mientras ella lloraba porque no encontraba a Jesús.

Y esto nos ocurre muchas veces. Lloramos y sufrimos porque no encontramos una respuesta y quizá esa respuesta esté delante y no la veamos.

Y al verlo se convirtió en mensajera de la esperanza, de tal modo que esa esperanza ha llegado hasta nosotros. 

lunes, 5 de abril de 2021

LUNES DE PASCUA

  Mt 28, 8-15

En aquel tiempo, las mujeres se marcharon a toda prisa del sepulcro; llenas de miedo y de alegría, corrieron a anunciarlo a los discípulos.
De pronto, Jesús les salió al encuentro y les dijo:
«Alegraos».
Ellas se acercaron, le abrazaron los pies y se postraron ante él.
Jesús les dijo:
«No temáis: id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán».
Mientras las mujeres iban de camino, algunos de la guardia fueron a la ciudad y comunicaron a los sumos sacerdotes todo lo ocurrido. Ellos, reunidos con los ancianos, llegaron a un acuerdo y dieron a los soldados una fuerte suma, encargándoles:
«Decid que sus discípulos fueron de noche y robaron el cuerpo mientras vosotros dormíais. Y si esto llega a oídos del gobernador, nosotros nos lo ganaremos y os sacaremos de apuros.»
Ellos tomaron el dinero y obraron conforme a las instrucciones. Y esta historia se ha ido difundiendo entre los judíos hasta hoy.

LUNES DE PASCUA

Alegraos, es lo que nos dice Jesús, como a las mujeres que lo vieron resucitado. Alegraos, porque no se entiende un cristiano que esté triste.

La alegría es lo que más define el encuentro de dos personas que piensan que no volverían a verse. Alegría santa de volver a ver a Jesús.

¡Alégrate y regocíjate, porque verdaderamente ha resucitado el Señor!


domingo, 4 de abril de 2021

DOMINGO DE RESURRECCIÓN

  Jn 20, 1-9

El primer día de la semana, María la Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro.
Echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo:
«Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto. »
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; e, inclinándose, vio los lienzos tendidos; pero no entró.
Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio los lienzos tendidos y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no con los lienzos, sino enrollado en un sitio aparte.
Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó.
Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos.

RESURRECCIÓN

Brota con fuerza la Vida, se desborda la esperanza y la ilusión. Hasta las flores abren su vida en una explosión de alegría y fiesta.

El Dios de la Vida es nuestro Dios. Y ha resucitado. Por Amor. Por ti, por mí. 

Resucitemos con Él, por Él, por todos. 

sábado, 3 de abril de 2021

VIERNES SANTO

 Pasión de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 

¿A quién buscáis? A Jesús, el Nazareno
Cronista:
En aquel tiempo, salió Jesús con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto, y entraron allí él y sus discípulos. Judas, el que lo iba a entregar, conocía también el sitio, porque Jesús se reunía a menudo allí con sus discípulos. Judas entonces, tomando una cohorte y unos guardias de los sumos sacerdotes y de los fariseos, entró allá con faroles, antorchas y armas. Jesús, sabiendo todo lo que venía sobre él, se adelantó y les dijo:
+ - «¿A quién buscáis?»
C. Le contestaron:
S. - «A Jesús, el Nazareno».
C. Les dijo Jesús:
+ - «Yo soy».
C. Estaba también con ellos Judas, el que lo iba a entregar. Al decirles:«Yo soy», retrocedieron y cayeron a tierra. Les preguntó otra vez:
+ - «¿A quién buscáis?»
C. Ellos dijeron:
S. - «A Jesús, el Nazareno».
C. Jesús contestó:
+ - «Os he dicho que soy yo. Si me buscáis a mi, dejad marchar a estos».
C. Y así se cumplió lo que había dicho: «No he perdido a ninguno de los que me diste».
Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió al criado del sumo sacerdote, cortándole la oreja derecha. Este criado se llamaba Malco. Dijo entonces Jesús a Pedro:
+ - «Mete la espada en la vaina. El cáliz que me ha dado mi Padre, ¿no lo voy a beber?».
Llevaron a Jesús primero a Anás
C. La cohorte, el tribuno y los guardias de los judíos prendieron a Jesús, lo ataron y lo llevaron primero a Anás, porque era suegro de Caifás, sumo sacerdote aquel año; Caifás era el que había dado a los judíos este consejo: «Conviene que muera un solo hombre por el pueblo».
Simón Pedro y otro discípulo seguían a Jesús. Este discípulo era conocido del sumo sacerdote y entró con Jesús en el palacio del sumo sacerdote, mientras Pedro se quedó fuera a la puerta. Salió el otro discípulo, el conocido del sumo sacerdote, habló a la portera e hizo entrar a Pedro. La criada portera dijo entonces a Pedro:
S. - «¿No eres tú también de los discípulos de ese hombre?».
C. Él dijo:
S. - «No lo soy».
C. Los criados y los guardias habían encendido un brasero, porque hacia frío, y se calentaban. También Pedro estaba con ellos de pie, calentándose.
El sumo sacerdote interrogó a Jesús acerca de sus discípulos y de su doctrina.
Jesús le contestó:
+ - «Yo he hablado abiertamente al mundo; yo he enseñado continuamente en la sinagoga y en el templo, donde se reúnen todos los judíos, y no he dicho nada a escondidas. ¿Por qué me preguntas a mí? Pregunta a los que me han oído de qué les he hablado. Ellos saben lo que yo he dicho».
C. Apenas dijo esto, uno de los guardias que estaba allí le dio una bofetada a Jesús, diciendo:
S. - «¿Así contestas al sumo sacerdote?».
C. Jesús respondió:
+ - «Si he faltado al hablar, muestra en qué he faltado; pero si he hablado como se debe, ¿por qué me pegas?»
C. Entonces Anás lo envió atado a Caifás, sumo sacerdote.
¿No eres tú también de sus discípulos? No lo soy
C. Simón Pedro estaba en pie, calentándose, y le dijeron:
S. - «¿No eres tú también de sus discípulos?»
C. Él lo negó, diciendo:
S. - «No lo soy».
C. Uno de los criados del sumo sacerdote, pariente de aquel a quien Pedro le cortó la oreja, le dijo:
S. - «¿No te he visto yo en el huerto con él?»
C. Pedro volvió a negar, y enseguida cantó un gallo.
Mi reino no es de este mundo
C. Llevaron a Jesús de casa de Caifás al pretorio. Era el amanecer, y ellos no entraron en el pretorio para no incurrir en impureza y poder así comer la Pascua. Salió Pilato afuera, adonde estaban ellos, y dijo:
S. - «¿Qué acusación presentáis contra este hombre?»
C. Le contestaron:
S. - «Si éste no fuera un malhechor, no te lo entregaríamos».
C. Pilato les dijo:
S. - «Lleváoslo vosotros y juzgadIo según vuestra ley».
C. Los judíos le dijeron:
S. - «No estamos autorizados para dar muerte a nadie».
C. Y así se cumplió lo que había dicho Jesús, indicando de qué muerte iba a morir.
Entró otra vez Pilato en el pretorio, llamó a Jesús y le dijo:
S. - «¿Eres tú el rey de los judíos?».
C. Jesús le contestó:
+ - «¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mi?».
C. Pilato replicó:
S. - «¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué has hecho?».
C. Jesús le contestó:
+ - «Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí».
C. Pilato le dijo:
S. - «Entonces, ¿tú eres rey?»
C. Jesús le contestó:
+ - «Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz».
C. Pilato le dijo:
«Y, ¿qué es la verdad?»
C. Dicho esto, salió otra vez a donde estaban los judíos y les dijo:
S. - «Yo no encuentro en él ninguna culpa. Es costumbre entre vosotros que por Pascua ponga a uno en libertad. ¿Queréis que os suelte al rey de los judíos?».
C. Volvieron a gritar:
S. - «A ése no, a Barrabás».
C. El tal Barrabás era un bandido.
¡Salve, rey de los judíos!
C. Entonces Pilato tomó a Jesús y lo mandó azotar. Y los soldados trenzaron una corona de espinas, se la pusieron en la cabeza y le echaron por encima un manto color púrpura; y, acercándose a él, le decían:
S. - «¡Salve, rey de los judíos!».
C. Y le daban bofetadas.
Pilato salió otra vez afuera y les dijo:
S. - «Mirad, os lo saco afuera, para que sepáis que no encuentro en él ninguna culpa».
C. Y salió Jesús afuera, llevando la corona de espinas y el manto color púrpura. Pilato les dijo:
S. - «He aquí al hombre».
C. Cuando lo vieron los sumos sacerdotes y los guardias, gritaron:
S. - «¡Crucifícalo, crucifícalo!»
C. Pilato les dijo:
S. - «Lleváoslo vosotros y crucificadlo, porque yo no encuentro culpa en él».
C. Los judíos le contestaron:
S. - «Nosotros tenemos una ley, y según esa ley tiene que morir, porque se ha hecho Hijo de Dios».
C. Cuando Pilato oyó estas palabras, se asusto aún más. Entró otra vez en el pretorio y dijo a Jesús:
S. - «¿De dónde eres tú?».
C. Pero Jesús no le dio respuesta.
Y Pilato le dijo:
S. - «¿A mi no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para soltarte y autoridad para crucificarte?».
C. Jesús le contestó:
+ - «No tendrías ninguna autoridad sobre mí, si no te la hubieran dado de lo alto. Por eso el que me ha entregado a ti tiene un pecado mayor».
¡Fuera, fuera; crucifícalo!
C. Desde este momento Pilato trataba de soltarlo, pero los judíos gritaban:
S. - «Si sueltas a ése, no eres amigo del César. Todo el que se hace rey está contra el César».
C. Pilato entonces, al oír estas palabras, sacó afuera a Jesús y se sentó en el tribunal, en el sitio que llaman «el Enlosado» (en hebreo Gábbata). Era el día de la Preparación de la Pascua, hacia el mediodía.
Y dijo Pilato a los judíos:
S. - « He aquí a vuestro rey».
C. Ellos gritaron:
S. - «¡Fuera, fuera; crucifícalo!».
C. Pilato les dijo:
S. - «¿A vuestro rey voy a crucificar?».
C. Contestaron los sumos sacerdotes:
S. - «No tenemos más rey que al César».
C. Entonces se lo entregó para que lo crucificaran.
Lo crucificaron, y con él a otros dos
C. Tomaron a Jesús, y cargando él mismo con la cruz, salió al sitio llamado «de la Calavera» (que en hebreo se dice Gólgota), donde lo crucificaron; y con él a otros dos, uno a cada lado, y en medio, Jesús. Y Pilato escribió un letrero y lo puso encima de la cruz; en él estaba escrito: «Jesús, el Nazareno, el rey de los judíos».
Leyeron el letrero muchos judíos, porque estaba cerca el lugar donde crucificaron a Jesús, y estaba escrito en hebreo, latín y griego.
Entonces los sumos sacerdotes de los judíos dijeron a Pilato:
S. - «No escribas: "El rey de los judíos", sino: "Este ha dicho: Soy el rey de los judíos”».
C. Pilato les contestó:
S. - «Lo escrito, escrito está».
Se repartieron mis ropas
C. Los soldados, cuando crucificaron a Jesús, cogieron su ropa, haciendo cuatro partes, una para cada soldado, y apartaron la túnica. Era una túnica sin costura, tejida toda de una pieza de arriba abajo. Y se dijeron:
S. - «No la rasguemos, sino echémosla a suerte, a ver a quién le toca».
C. Así se cumplió la Escritura: «Se repartieron mis ropas y echaron a suerte mi túnica». Esto hicieron los soldados.
Ahí tienes a tu hijo. Ahí tienes a tu madre
C. Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su madre:
+ - «Mujer, ahí tienes a tu hijo».
C. Luego, dijo al discípulo:
+ - «Ahí tienes a tu madre».
C. Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa.
Está cumplido
C. Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba cumplido, para que se cumpliera la Escritura dijo:
+ - «Tengo sed».
C. Había allí un jarro lleno de vinagre. Y, sujetando una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo, se la acercaron a la boca. Jesús, cuando tomó el vinagre, dijo:
+ - «Está cumplido».
C. E, inclinando la cabeza, entregó el espíritu.
Todos se arrodillan, y se hace una pausa.
Y al punto salió sangre y agua
C. Los judíos entonces, como era el día de la Preparación, para que no se quedaran los cuerpos en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día grande, pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y que los quitaran, Fueron los soldados, le quebraron las piernas al primero y luego al otro que habían crucificado con él; pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados, con la lanza, le traspasó el costado, y al punto salió sangre y agua. El que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero, y él sabe que dice verdad, para que también vosotros creáis. Esto ocurrió para que se cumpliera la Escritura: «No le quebrarán un hueso»; y en otro lugar la Escritura dice: «Mirarán al que traspasaron».
Envolvieron el cuerpo de Jesús en los lienzos con los aromas
C. Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús aunque oculto por miedo a los judíos, pidió a Pilato que le dejara llevarse el cuerpo de Jesús. Y Pilato lo autorizó. Él fue entonces y se llevó el cuerpo. Llegó también Nícodemo, el que había ido a verlo de noche, y trajo unas cien libras de una mixtura de mirra y áloe.
Tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en los lienzos con los aromas, según se acostumbra a enterrar entre los judíos. Había un huerto en el sitio donde lo crucificaron, y en el huerto, un sepulcro nuevo donde nadie había sido enterrado todavía. Y como para los judíos era el día de la Preparación, y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús.

VIERNES SANTO

Silencio.
Tristeza.
Muerte.

Desolación.
Incertidumbre.
Dolor.

Judas.
Pedro.
María.  

jueves, 1 de abril de 2021

JUEVES SANTO. JUEVES DE FRATERNIDAD

  Jn 13, 1-15

Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo.
Estaban cenando, ya el diablo había suscitado en el corazón de Judas, hijo de Simón Iscariote, la intención de entregarlo; y Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, que venía de Dios y a Dios volvía, se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando una toalla, se la ciñe; luego echa agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a los discípulos, secándoselos con la toalla que se había ceñido.
Llegó a Simón Pedro, y éste le dijo:
- «Señor, ¿lavarme los pies tú a mi?»
Jesús le replicó:
- «Lo que yo hago tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde».
Pedro le dice:
- «No me lavaras los pies jamás».
Jesús le contestó:
- «Si no te lavo, no tienes parte conmigo».
Simón Pedro le dice:
- «Señor, no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza».
Jesús le dice:
- «Uno que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está limpio. También vosotros estáis limpios, aunque no todos».
Porque sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: «No todos estáis limpios».
Cuando acabó de lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo:
- «¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis "el Maestro" y "el Señor", y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros; os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis».

JUEVES DE FRATERNIDAD

Hasta el extremo. ¿Quién ama hasta el extremo? El Maestro y Señor, lavando los pies a sus discípulos. El Rey del mundo, muriendo en una Cruz.

Es el mundo al revés, pero quizá debamos poner el mundo al revés para que todo el mundo vea qué es amar hasta el extremo.

"¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros?", nos dice Jesús. Meditemos en esa pregunta y entenderemos este jueves de fraternidad. 

MIÉRCOLES SANTO

 Mt 26, 14-25

En aquel tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a los sumos sacerdotes y les propuso:
- «¿Qué estáis dispuestos a darme, si os lo entrego?»
Ellos se ajustaron con él en treinta monedas. Y desde entonces andaba buscando ocasión propicia para entregarlo.
El primer día de los Ácimos se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron:
- «¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?»
Él contestó:
- «ld a la ciudad, a casa de quien vosotros sabéis y decidle: "El Maestro dice: Mi hora está cerca; voy a celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos"».
Los discípulos cumplieron las instrucciones de Jesús y prepararon la Pascua.
Al atardecer se puso a la mesa con los Doce. Mientras comían dijo:
- «En verdad os digo que uno de vosotros me va a entregar».
Ellos, muy entristecidos, se pusieron a preguntarle uno tras otro:
- «¿Soy yo acaso, Señor?»
Él respondió:
- «El que ha metido conmigo la mano en la fuente, ése me va a entregar. El Hijo del hombre se va como está escrito de él; pero, ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre es entregado!, más le valdría a ese hombre no haber nacido».
Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar:
- «¿Soy yo acaso, Maestro?»
Él respondió:
- «Tú lo has dicho».

TRAICIÓN

Se siente en el ambiente la tristeza de la traición de Judas. Miedo, sorpresa e incomprensión.

Judas somos todos aquellos que le entregamos, y muchas veces, por menos de treinta monedas.

Hoy, todo corazón humano se encoge al saber la traición de un amigo, de un querido discípulo, de un compañero de Jesús.