martes, 30 de noviembre de 2021

SIMÓN Y ANDRÉS

 Mt 4, 18-22

En aquel tiempo, pasando Jesús junto al mar de Galilea vio a dos hermanos, a Simón, llamado Pedro, y a Andrés, su hermano, que estaban echando la red en el mar, pues eran pescadores.
Les dijo:
«Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres».
Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.
Y pasando adelante vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo de Zebedeo, y a Juan, su hermano, que estaban en la barca repasando las redes con Zebedeo, su padre, y los llamó.
Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron.

    SIMÓN Y ANDRÉS

Simón y Andrés, dos hermanos, dos apóstoles, dos líderes que llevaron a la Iglesia a ser lo que es ahora. Simón y Andrés, dos ejemplos de fe.

Hoy celebramos a san Andrés, finalizamos noviembre y nos ponemos las pilas para vivir con intensidad el presente Adviento.

Esperanza, Iglesia, apóstoles... Hoy meditemos en ello. Las tres tienen que ver con nuestra vivencia cristiana. Pongamos todas nuestras fuerzas.

TANTA FE

 Mt 8, 5-11

En aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaún, un centurión se le acercó rogándole:
«Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho».
Le contestó:
«Voy yo a curarlo».
Pero el centurión le replicó:
«Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo. Basta que lo digas de palabra, y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; y le digo a uno: "Ve", y va; al otro: "Ven", y viene; a mi criado: "Haz esto", y lo hace».
Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían:
«En verdad os digo que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe. Os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos».


TANTA FE

Tanta fe como la del centurión, así debería ser nuestra fe, nos lo dice Jesús. Alaba la fe de un romano.

Quizá los que menos pensamos son aquellos que tienen más fe. la fe no se gana, ni se compra, se vive.

Por eso hay que pedirle a Jesús que nos la aumente, con sencillez, con alegría, con la esperanza de este Adviento.

domingo, 28 de noviembre de 2021

I DOMINGO DE ADVIENTO

 Lc 21, 25-28. 34-36

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, perplejas por el estruendo del mar y el oleaje, desfalleciendo los hombres por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues las potencias del cielo serán sacudidas.
Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y gloria.
Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación.
Tened cuidado de vosotros, no sea que se emboten vuestros corazones con juergas, borracheras y las inquietudes de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra.
Estad, pues, despiertos en todo tiempo, pidiendo que podáis escapar de todo lo que está por suceder y manteneros en pie ante el Hijo del hombre».

ALZAD LA CABEZA

Estamos en el primer domingo de Adviento. Comenzamos año litúrgico y comenzamos nueva aventura de este año. Y el comienzo debe ser recordando la Majestad y el Poder de Dios, Porque vendrá, llegará y lo hará de la manera más humilde, como un niño.

¿Qué tiene que ver la Majestad con la Humildad de un niño? ¿Qué nos está queriendo decir Dios? ¿Qué significa ese signo? El signo de la humildad, sorprendente venida de Dios, porque Él siempre nos sorprende, nunca podemos adivinar por dónde vendrá.

Por eso, alzad la cabeza, bien erguida, vigilantes y expectantes, esperando su signo, su venida, su Amor encarnado que vendrá. Vendrá en gloria al final de los tiempos, vendrá en carne hecho Niño y viene cada día a nuestro corazón. Alzad la cabeza, se acerca vuestra liberación.

sábado, 27 de noviembre de 2021

DESPIERTOS EN TODO TIEMPO

 Lc 21, 34-36

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Tened cuidado de vosotros, no sea que se emboten vuestros corazones con juergas, borracheras y las inquietudes de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra.
Estad, pues, despiertos en todo tiempo, pidiendo que podáis escapar de todo lo que está por suceder y manteneros en pie ante el Hijo del hombre».

DESPIERTOS EN TODO TIEMPO

Así debemos estar, despiertos en todo tiempo, como nos dice el evangelio de hoy. Atentos a todo lo que tenga que ver con Dios.

Porque todo lo demás no tiene sentido ni es por Él, con él y en Él. Para Él siempre seremos los más amados, los más queridos.

Despiertos en todo tiempo estaremos más disponibles, más dispuestos a ser apóstoles de la misericordia para despertar a todos.

MIS PALABRAS NO PASARÁN

 Lc 21, 29-33

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos una parábola:
«Fijaos en la higuera y en todos los demás árboles: cuando veis que ya echan brotes, conocéis por vosotros mismos que ya está llegando el verano.
Igualmente vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios.
En verdad os digo que no pasará esta generación sin que todo suceda. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán».

MIS PALABRAS NO PASARÁN

Lo dijo hace más de dos mil años y así ha sido. Sus palabras no han pasado, ni pasarán y seguirán llegando al corazón de los hombres.

Nada de lo que tenga que ver con Dios para desapercibido, ni pasa. nada de lo que tenga que ver con Dios nos es ajeno.

Sus palabras siguen salvando corazones, siguen salvando almas, siguen estando muy presentes. Atendamos a sus palabras y prendamos fuego en los corazones.

jueves, 25 de noviembre de 2021

CON GRAN PODER Y GLORIA

 Lc , 20-28

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuando veáis a Jerusalén sitiada por ejércitos, sabed que entonces está cerca su destrucción.
Entonces, los que estén en Judea, que huyan a los montes; los que estén en medio de Jerusalén, que se alejen; los que estén en los campos, que no entren en ella; porque estos son “días de venganza” para que se cumpla todo lo que está escrito.
¡Ay de las que estén encinta o criando en aquellos días!
Porque habrá una gran calamidad en esta tierra y un castigo para este pueblo.
“Caerán a filo de espada”, los llevarán cautivos “a todas las naciones”, y “Jerusalén será pisoteada por los gentiles”, hasta que alcancen su plenitud los tiempos de los gentiles.
Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, perplejas por el estruendo del mar y el oleaje, desfalleciendo los hombres por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues las potencias del cielo serán sacudidas.
Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y gloria.
Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación».

CON GRAN PODER Y GLORIA

No puede ser de otra manera. Cuando Cristo aparezca será con gran poder y gloria, con majestad, mostrando su reinado.

Es el Rey, el Soberano de todo y todo está bajo sus pies. Cuando tengamos esto claro sabremos a quién acudir y a quién adorar.

Su poder y su gloria sean siempre para nosotros salvación y misericordia. 


miércoles, 24 de noviembre de 2021

DAR TESTIMONIO

  Lc 21, 12-19

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a las cárceles y haciéndoos comparecer ante reyes y gobernadores, por causa de mi nombre. Esto os servirá de ocasión para dar testimonio.
Por ello, meteos bien en la cabeza que no tenéis que preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro.
Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os entregarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán de mi nombre. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas».

DAR TESTIMONIO

Si somos testigos, damos testimonio se sobreentiende que contamos algo que hemos visto, sentido o en primera persona.

Y a eso nos anima Jesús, a dar testimonio de lo que hemos vivido con respecto a Él, sobre todo, ante quien no cree, como nos dice hoy el evangelio.

Vivamos a Jesús para poder dar testimonio de lo que hemos visto y oído.

martes, 23 de noviembre de 2021

QUE NADIE OS ENGAÑE

 Lc 21, 5-11

En aquel tiempo, algunos hablaban del templo, de lo bellamente adornado que estaba con piedra de calidad y exvotos, Jesús les dijo:
«Esto que contempláis, llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea destruida».
Ellos le preguntaron:
«Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?»
Él dijo:
«Mirad que nadie os engañe. Porque muchos vendrán en mi nombre, diciendo: "Yo soy", o bien "Esta llegando el tiempo"; no vayáis tras ellos. Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico. Porque es necesario que eso ocurra primero, pero el final no será enseguida».
Entonces les decía:
«Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países, hambre y pestes. Habrá también fenómenos espantosos y grandes signos en el cielo».

QUE NADIE OS ENGAÑE


El mundo actual está lleno de engaños . Falsos perfiles en las redes sociales, falsas fotos de alegría siendo las personas más tristes en casa.

Y eso es lo mínimo. Engaños en las relaciones, falsas amistades, falsas esperanzas. Por eso, que nadie nos engañe.

La única Verdad es Jesús y su Palabra. La única Verdad es el Amor.

lunes, 22 de noviembre de 2021

ALZANDO LOS OJOS

  Lc 21, 1-4

En aquel tiempo, Jesús, alzando los ojos, vio unos ricos que echaban donativos en el tesoro del templo; vio también una viuda pobre que echaba dos monedillas y dijo:
«En verdad os digo que esa viuda pobre ha echado más que todos, porque todos esos han contribuido a los donativos con lo que les sobra, pero ella, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir».

ALZANDO LOS OJOS

No debemos quedarnos con la mirada ni el corazón en las cosas de la tierra. Debemos "alzar los ojos" y mirar más allá, más arriba, siempre más.

Alzar los ojos es mirar a aquello que, ordinariamente, nos pasa desapercibido, no nos damos cuenta y quizá es lo más importante.

Alcemos la mirada, alcemos el corazón para tenerlo levantado hacia el Señor. Porque es justo y necesario. 

domingo, 21 de noviembre de 2021

XXXIV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO. SOLEMNIDAD DE JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO

 Jn 18, 33b-37

En aquel tiempo, Pilato dijo a Jesús:
«¿Eres tú el rey de los judíos?»
Jesús le contestó:
«¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?»
Pilato replicó:
«¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué has hecho?».
Jesús le contestó:
«Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí».
Pilato le dijo:
«Entonces, ¿tú eres rey?»
Jesús le contestó:
«Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo; para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz».

CRISTO, REY

"El Señor reina, vestido de Majestad", nos dice el Salmo de este domingo. Un domingo muy especial en el que recordamos la majestad, el señorío y el poder de Dios sobre todo el universo. Él es Rey y le debemos trato como el que es. 

Rey del universo, Rey de nuestras almas, Rey de todo y de todos, el Alfa y Omega, Principio y Fin, aquel que viene, que era y que es. Cuando lo reconozcamos así, nuestra vida cambiará. Sin Él no podemos hacer nada. Es Rey.

A Él la gloria y el poder por los siglos de los siglos.

LOS MUERTOS RESUCITAN

 Lc 20, 27-40

En aquel tiempo, se acercaron algunos saduceos, a los que dicen que no hay resurrección, y preguntaron a Jesús:
«Maestro, Moisés nos dejó escrito: “Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer, pero sin hijos, que tome la mujer como esposa y dé descendencia a su hermano”. Pues bien, había siete hermanos; el primero se casó y murió sin hijos. Y el segundo y el tercero se casaron con ella, y así los siete, y murieron todos sin dejar hijos. Por último, también murió la mujer. Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será la mujer? Porque los siete la tuvieron como mujer».
Jesús les dijo:
«En este mundo los hombres se casan y las mujeres toman esposo, pero los que sean juzgados dignos de tomar parte en el mundo futuro y en la resurrección de entre los muertos no se casarán ni ellas serán dadas en matrimonio. Pues ya no pueden morir, ya que son como ángeles; y son hijos de Dios, porque son hijos de la resurrección.
Y que los muertos resucitan, lo indicó el mismo Moisés en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor “Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob”. No es Dios de muertos, sino de vivos; porque para él todos están vivos».
Intervinieron unos escribas:
«Bien dicho, Maestro».
Y ya no se atrevían a hacerle más preguntas.

LOS MUERTOS RESUCITAN

Son palabras de Jesús, frente a aquellos que no creen en un mundo futuro, siguiente al que vivimos actualmente. Al morir no está el vacío, sino la plenitud.

La Resurrección nos da una lección de vida. Nos recuerda que, al morir, nos espera otra dimensión, otro mundo.

No es un Dios de muertos, es un Dios de vivos.
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TODOS LOS DÍAS ENSEÑABA EN EL TEMPLO

 Lc 19, 45-48

En aquel tiempo, Jesús entró en el templo y se puso a echar a los vendedores, diciéndoles:
«Escrito está: “Mi casa será casa de oración”; pero vosotros la habéis hecho una “cueva de bandidos”».
Todos los días enseñaba en el templo.
Por su parte, los sumos sacerdotes, los escribas y los principales del pueblo buscaban acabar con él, pero no sabían qué hacer, porque todo el pueblo estaba pendiente de él, escuchándolo.

TODOS LOS DÍAS ENSEÑABA EN EL TEMPLO

Jesús tenía muy claro cuál era su misión: enseñar, mostrar el Corazón del Padre a todos, sin excepción. Como discípulos suyos, también debemos enseñar a diario.

Sin excepciones, a todos. Todos deben conocer el amor con que Dios nos ama y los ama. Nadie nos ama como Él.

Y nadie como Él para mostrarnos su Corazón.

LLORÓ SOBRE ELLA

 Lc 19, 41-44

En aquel tiempo, al acercarse Jesús a Jerusalén y ver la ciudad, lloró sobre ella, mientras decía:
«¡Si reconocieras tú también en este día lo que conduce a la paz! Pero ahora está escondido a tus ojos.
Pues vendrán días sobre ti en que tus enemigos te rodearán de trincheras, te sitiarán, apretarán el cerco, de todos lados, te arrasarán con tus hijos dentro, y no dejarán piedra sobre piedra. Porque no reconociste el tiempo de tu visita».

LLORÓ SOBRE ELLA

A veces se nos olvida que Jesús tenía corazón humano. Lloró por su amigo Lázaro y lloró por Jerusalén, como nos cuenta hoy el evangelio.

la humanidad le duele. No tenemos otro lenguaje, ni otra manera de decirlo, le dolemos, Y lloró.

Hagamos lo posible por transformar evangélicamente este mundo, que todo el mundo conozca a Jesús. 

CAMINABA DELANTE DE ELLOS

Lc 19, 11-28

En aquel tiempo, Jesús dijo una parábola, porque estaba él cerca de Jerusalén y pensaban que el reino de Dios iba a manifestarse enseguida.
Dijo, pues:
«Un hombre noble se marchó a un país lejano para conseguirse el título de rey, y volver después.
Llamó a diez siervos suyos y les repartió diez minas de oro, diciéndoles:
"Negociad mientras vuelvo".
Pero sus conciudadanos lo aborrecían y enviaron tras de él una embajada diciendo:
"No queremos que este llegue a reinar sobre nosotros".
Cuando regresó de conseguir el título real, mandó llamar a su presencia a los siervos a quienes había dado el dinero, para enterarse de lo que había ganado cada uno.
El primero se presentó y dijo:
"Señor, tu mina ha producido diez".
Él le dijo:
"Muy bien, siervo bueno; ya que has sido fiel en lo pequeño, recibe el gobierno de diez ciudades".
El segundo llegó y dijo:
"Tu mina, señor, ha rendido cinco".
A ese le dijo también:
"Pues toma tú el mando de cinco ciudades".
El otro llegó y dijo:
"Señor, aquí está tu mina; la he tenido guardada en un pañuelo, porque tenía miedo, porque eres un hombre exigente que retiras lo que no has depositado y siegas lo que no has sembrado".
Él le dijo:
"Por tu boca te juzgo, siervo malo. ¿Conque sabías que soy exigente, que retiro lo que no he depositado y siego lo que no he sembrado? Pues, ¿por qué no pusiste mi dinero en el banco? Al volver yo, lo habría cobrado con los intereses".
Entonces dijo a los presentes:
"Quitadle a éste la mina y dádsela al que tiene diez minas".
Le dijeron:
"Señor, si ya tiene diez minas".
"Os digo: al que tiene se le dará, pero al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene. Y en cuanto a esos enemigos míos, que no querían que llegase a reinar sobre ellos, traedlos acá y degolladlos en mi presencia"».
Dicho esto, caminaba delante de ellos, subiendo hacia Jerusalén.

CAMINABA DELANTE DE ELLOS

Jesús va delante, siempre va delante. Y nos guía allá donde vayamos. Seguirle es nuestra mayor suerte.

va delante y caminando, sin prisa, pero sin pausa. Caminemos también, caminemos a su ritmo, que es el mejor de todos.


Seguir a Cristo es imitarle, decía san Agustín. Sigámosle e imitémosle.

LO RECIBIÓ CONTENTO

 Lc 19, 1-10

En aquel tiempo, entró Jesús en Jericó e iba atravesando la ciudad.
En esto, un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de ver quién era Jesús, pero no lo lograba a causa del gentío, porque era pequeño de estatura. Corriendo más adelante, se subió a un sicomoro para verlo, porque tenía que pasar por allí.
Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y le dijo:
«Zaqueo, date prisa y baja, porque es necesario que hoy me quede en tu casa».
Él se dio prisa en bajar y lo recibió muy contento.
Al ver esto, todos murmuraban, diciendo:
«Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador».
Pero Zaqueo, de pie, y dijo al Señor:
«Mira, Señor, la mitad de mis bienes se la doy a los pobres; y si he defraudado a alguno, le restituyo cuatro veces más».
Jesús le dijo:
«Hoy ha sido la salvación de esta casa, pues también este es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido».

LO RECIBIÓ CONTENTO

Zaqueo recibió contento a Jesús en su casa. Y es que, cuando en nuestra casa, en nuestro corazón entra Jesús, todo es alegría.

Ser cristiano no es ser un fastidión y un triste y enfadado, Jesús es alegría y así debemos reflejarlo en nuestra vida y nuestra cara.

recibámosle contentos cuando venga a nosotros.

PERO ÉL GRITABA MÁS FUERTE

 Lc 18, 35-43

Cuando se acercaba Jesús a Jericó, había un ciego sentado al borde del camino pidiendo limosna.
Al oír que pasaba gente, preguntaba qué era aquello; y le informaron:
«Pasa Jesús Nazareno».
Entonces empezó a gritar:
«¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!»
Los que iban delante le regañaban para que se callara, pero él gritaba más fuerte:
«¡Hijo de David, ten compasión de mí!»
Jesús se paró y mandó que se lo trajeran.
Cuando estuvo cerca, le preguntó:
«¿Qué quieres que haga por ti?»
Él dijo:
«Señor, que recobre la vista».
Jesús le dijo:
«Recobra la vista, tu fe te ha salvado».
Y enseguida recobró la vista y lo seguía, glorificando a Dios.
Y todo el pueblo, al ver esto, alabó a Dios.

PERO ÉL GRITABA MÁS FUERTE

Hoy el evangelio es un ejemplo de que, aunque todos te digan lo contrario, si quieres seguir a Jesús, hazlo. Porque nadir lo entenderá más que tú.

Cuando todo te diga no, tú di sí. Un sí a Jesús grande y generoso que enseñe a todos cómo y cuál es el amor verdadero, el que nos ofrece y da Dios.

Grita más fuerte que nadie, en las azoteas y las plazas, que Dios es Amor.

domingo, 14 de noviembre de 2021

XXXIII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

Mc 13, 24-32

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«En aquellos días, después de esa gran angustia, el sol se oscurecerá, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, los astros se tambalearán.
Entonces verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y gloria; enviará a los ángeles y reunirá a sus elegidos de los cuatro vientos, desde el extremo de la tierra hasta el extremo el cielo.
Aprended de esta parábola de la higuera: cuando las ramas se ponen tiernas y brotan las yemas, deducís que el verano está cerca; pues cuando veáis vosotros que esto sucede, sabed que él está cerca, a la puerta. En verdad os digo que no pasará esta generación sin que todo suceda. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. En cuanto al día y la hora, nadie lo conoce, ni los ángeles del cielo ni el Hijo, solo el Padre».

NI EL DÍA NI LA HORA

Nadie sabe el día ni la hora de la segunda venida de Jesús, nadie sabe ni el día ni la hora en que tendremos que ponernos ante su presencia y toda nuestra vida pase ante nuestros ojos y su Corazón. Y sus palabras no pasarán.

Nunca pasan, nunca han pasado desde que las pronunció. Siempre han anidado en el corazón de alguna persona. Y es imposible dejarlas para uno solo. Es un tesoro que hay que compartir. 

"Por toda la eternidad", como nos dice el profeta Daniel. Cuando llegue gloriosamente, por toda la eternidad, seremos libres, seremos misericordiosos, seremos. No sabemos el día ni la hora. Estemos atentos.



FE

 Lc 18, 1-8

En aquel tiempo, Jesús, dijo a sus discípulos una parábola para enseñarles que es necesario orar siempre, sin desfallecer.
«Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres.
En aquella ciudad había una viuda que solía ir a decirle:
“Hazme justicia frente a mi adversario”.
Por algún tiempo se estuvo negando, pero después se dijo a sí mismo:
“Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esta viuda me está molestando, le voy a hacer justicia, no sea que siga viviendo a cada momento a importunarme”».
Y el Señor añadió:
«Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que claman ante él día y noche?; ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?»

FE

Cuando vuelva Jesús, ¿encontrará fe en la tierra, encontrará fe en los corazones, encontrará fe en este mundo?

La sociedad es descreída, Dios no importa, no es un tema que interese, ni siquiera se plantea en las conversaciones ni en los debates.

La fe es personal y debemos hacerla crecer al lado de Aquel que nos ama. Que cuando vuelva Jesús, encuentre fe en la tierra, en nuestros corazones.

¿DÓNDE, SEÑOR?

  Lc, 17, 26-37

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Como sucedió en los días de Noé, así será también en los días del Hijo del hombre: comían, bebían, se casaban los hombres y las mujeres tomaban esposo, hasta el día que Noé entró en el arca; entonces llegó el diluvio y acabó con todos.
Asimismo, como sucedió en los días de Lot: comían, bebían, compraban, vendían, sembraban, construían; pero el día que Lot salió de Sodoma, llovió fuego y azufre del cielo y acabó con todos.
Así sucederá el día que se revele el Hijo del hombre.
Aquel día, el que esté en la azotea y tenga sus cosas en casa no baje a recogerlas; igualmente, el que esté en el campo, no vuelva atrás.
Acordaos de la mujer de Lot.
El que pretenda guardar su vida, la perderá; y el que la pierda la recobrará.
Os digo que aquella noche estarán dos juntos: a uno se lo llevarán y al otro lo dejarán; estarán dos moliendo juntas: a una se la llevarán y a la otra la dejarán».
Ellos le preguntaron:
«¿Dónde, Señor?».
Él les dijo:
«Donde está el cadáver, allí se reúnen los buitres».

¿DÓNDE, SEÑOR?

Pregunta interesante y significativa para nuestra vida espiritual. Nunca sabemos por dónde puede aparecer el Señor, por eso hay que estar preparados.

No sabemos el día ni la hora en que Dios nos tiene preparado un encuentro especial, una noticia maravillosa o una situación que nos haga pensar.

Cada mañana, cada instante pensemos que Dios nos sorprenderá, por donde menos lo esperemos. Estemos atentos. 


EL REINO DE DIOS NO VIENE APARATOSAMENTE

 Lc, 17, 20-25

En aquel tiempo, los fariseos preguntaron a Jesús:
«¿Cuándo va a llegar el reino de Dios?»
Él les contesto:
«El reino de Dios no viene aparatosamente, ni dirán: “Está aquí “o “Está allí”, porque, mirad, el reino de Dios está en medio de vosotros».
Dijo a sus discípulos:
«Vendrán días en que desearéis ver un solo día del Hijo del hombre, y no lo veréis.
Entonces se os dirá: “Está aquí “o “Está allí”; no vayáis ni corráis detrás, pues como el fulgor del relámpago brilla de un extremo al otro del cielo, así será el Hijo del hombre en su día.
Pero primero es necesario que padezca mucho y sea reprobado por esta generación».

EL REINO DE DIOS NO VIENE APARATOSAMENTE

Las cosas de Dios nunca son aparatosas. Dios es más sencillo, más humilde. La "aparatosidad" no es cristiana ni la misericordia es aparatosa.

La caridad es sencilla, humilde, mansa, como el Reino de Dios. Y tenemos que hacer partícipe a todos de ese Reino.

Misericordia, sublime manera de sembrar el Reino, sencillamente, sin aparatosidad.

TU FE TE HA SALVADO

 Lc 17, 11-19

Una vez, yendo Jesús camino de Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea. Cuando iba a entrar en una ciudad, vinieron a su encuentro diez hombres leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían:
«Jesús, maestro, ten compasión de nosotros».
Al verlos, les dijo:
«Id a presentaros a los sacerdotes».
Y, sucedió que, mientras iban de camino, quedaron limpios. Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se postró a los pies de Jesús, rostro en tierra, dándole gracias.
Este era un samaritano.
Jesús tomó la palabra y dijo:
«¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios más que este extranjero? »
Y le dijo:
«Levántate, vete; tu fe te ha salvado».


TU FE TE HA SALVADO

Hoy no está de moda creer, como tantas cosas relacionadas con la Religión. La fe no está de moda. Y quizá sea más necesaria que nunca.

Creer en Jesús nos salvará, nos lo dice el evangelio. Creer en Jesús nos dará la medida para darnos de verdad a la compasión.

Creer nos hará crecer en el amor.

martes, 9 de noviembre de 2021

SIGNOS

 Jn 2, 13-22

Se acercaba la Pascua de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo:
«Quitad esto de aquí; no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre».
Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito:
«El celo de tu casa me devora».
Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron:
«¿Qué signos nos muestras para obrar así?»
Jesús contestó:
«Destruid este templo, y en tres días lo levantaré».
Los judíos replicaron:
«Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?»
Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Y, cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y creyeron a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús.

SIGNOS

La historia se repite. A Jesús le pedían signos y solo les dio el signo de los tres días, de la resurrección, pero ellos no lo entendieron.

A nosotros muchas veces nos piden signos y pruebas de la existencia de Dios, nos piden evidencias de que Dios existe.

¡Y hay tantas que sería un no parar!: respirar, ver, oler, el cielo, las nubes, la lluvia, nuestros padres, nuestros amigos, una célula, el universo... Y todos piden signos, pero nadie los ve. 

LO PERDONARÁS

  Lc 17, 1-6

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Es imposible que no haya escándalos; pero ¡ay del que los provoca!
Al que escandaliza a uno de estos pequeños, más le valdría que le ataran al cuello una piedra de molino y lo arrojasen al mar. Tened cuidado.
Si tu hermano te ofende, repréndelo, y si se arrepiente, perdónalo; si te ofende siete veces en un día, y siete veces vuelve a decirte: “Me arrepiento”, lo perdonarás».
Los apóstoles le dijeron al Señor:
«Auméntanos la fe».
El Señor dijo:
«Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa morera: “Arráncate de raíz y plántate en el mar”, y os obedecería».

LO PERDONARÁS

No hay otra. Sea lo que sea, lo perdonarás. Haga lo que haga, lo perdonarás. Y setenta veces siete.

Perdona, olvida. Si no, nuestro ser cristiano sería mentira. perdón, misericordia y amor debe ser nuestro lema.

No dejemos nunca de perdonar ni de implorar perdón para nosotros y para el prójimo. Dios es Perdón. 


DOMINGO XXXII DEL TIEMPO ORDINARIO

 Mc 12, 38-44

En aquel tiempo, Jesús, instruyendo al gentío, les decía:
«¡Cuidado con los escribas! Les encanta pasearse con amplio ropaje y que les hagan reverencias en la plaza, buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y devoran los bienes de las viudas y aparentan hacer largas oraciones. Esos recibirán una condenación más rigurosa».
Estando Jesús sentado enfrente del tesoro del templo, observaba a la gente que iba echando dinero: muchos ricos echaban mucho; se acercó una viuda pobre y echó dos monedillas, es decir, un cuadrante.
Llamando a sus discípulos, les dijo:
«En verdad os digo que esta viuda pobre ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero esta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir».

ALABA, ALMA MÍA, AL SEÑOR

Hoy hemos querido fijarnos en esta frase del Salmo. Alabar al Señor, sea en la circunstancia que sea. Porque Él es el Señor de la vida y del mundo, el Señor de nuestras vidas.

La viuda del evangelio alabó al Señor con lo que tenía, sus dos monedillas, sus dos céntimos diríamos nosotros. Todo lo que tenía.

Así nosotros debemos alabar al Señor con todo lo que tengamos, sean dos céntimos o nuestra vida entera. De esa manera alabará nuestra alma al Señor. 

sábado, 6 de noviembre de 2021

FIEL EN LO POCO

 Lc 16, 9-15

En aquel tiempo, decía Jesús a sus discípulos:
«Ganaos amigos con el dinero de iniquidad, para que, cuando os falte, os reciban en las moradas eternas.
El que es fiel en lo poco, también en lo mucho es fiel; el que es injusto en lo poco, también en lo mucho es injusto.
Pues, si no fuisteis fieles en la riqueza injusta, ¿quién os confiará la verdadera? Si no fuisteis fieles en lo ajeno, ¿lo vuestro, quién os lo dará?
Ningún siervo puede servir a dos señores, porque, o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero».
Los fariseos, que eran amigos del dinero, estaban escuchando todo esto y se burlaban de él.
Y les dijo:
«Vosotros os las dais de justos delante de los hombres, pero Dios conoce vuestros corazones, pues lo que es sublime entre los hombres es abominable ante Dios».

FIEL EN LO POCO

Jesús nos pide ser fieles en lo poco, ya que, si somos fieles en los detalles, se supone que seremos fieles en las cosas grandes.

Los detalles son los que nos dan la diferencia entre un amor superficial o profundo. Y Dios tiene detalles a cada momento con nosotros.

Su amor es el más profundo. tanto, que llegó a morir por nosotros. Tanto, que cada flor está ahí para nosotros. Detalles...

viernes, 5 de noviembre de 2021

LOS HIJOS DE LA LUZ

Lc 16, 1-8

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Un hombre rico tenía un administrador, a quien acusaron ante él de derrochar sus bienes.
Entonces lo llamó y le dijo:
“¿Qué es eso que estoy oyendo de ti? Dame cuenta de tu administración, porque en adelante no podrás seguir administrando”.
El administrador se puso a echar sus cálculos:
“¿Qué voy a hacer, pues mi señor me quita la administración? Para cavar no tengo fuerzas; mendigar me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer para que, cuando me echen de la administración, encuentre quien me reciba en su casa”.
Fue llamando uno a uno a los deudores de su amo y dijo al primero:
“¿Cuánto debes a mi amo?”
Este respondió:
“Cien barriles de aceite”.
Él le dijo:
“Toma tu recibo; aprisa, siéntate y escribe cincuenta”.
Luego dijo a otro:
“Y tú, ¿cuánto debes?”.
Él dijo:
“Cien fanegas de trigo”.
Le dice:
“Toma tu recibo, escribe ochenta”.
Y el amo alabó al administrador injusto, porque había actuado con astucia. Ciertamente, los hijos de este mundo son más astutos con su propia gente que los hijos de la luz».

LOS HIJOS DE LA LUZ

En el evangelio hoy Jesús parece que les echa un piropo a los que se portan con cierta malicia astuta. Y lo compara con el obrar de "los hijos de la luz".

Si le damos la vuelta, debemos quedarnos con que los hijos de la luz (se supone que somos nosotros, que hemos conocido la luz que es Cristo) debemos ser más sagaces en la siembra del evangelio.

La buena noticia necesita personas sencillas como palomas y astutas como serpientes, como Jesús nos dijo en otra ocasión, siempre para hacer el bien, siempre para llevar a todos los corazones la Luz.

ACOGE A LOS PECADORES

 Lc 15, 1-10

En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús todos los publicanos y los pecadores a escucharlo. Y los fariseos y los escribas murmuraban entre ellos:
«Ese acoge a los pecadores y come con ellos».
Jesús les dijo esta parábola:
«¿Quién de vosotros que tiene cien ovejas y pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto y va tras la descarriada, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, se la carga sobre los hombros, muy contento; y, al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos, y les dice:
“¡Alegraos conmigo!, he encontrado la oveja que se me había perdido”.
Os digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse.
O ¿qué mujer que tiene diez monedas, si se le pierde una, no enciende una lámpara y barre la casa y busca con cuidado, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, reúne a las amigas y a las vecinas y les dice:
“¡Alegraos conmigo!, he encontrado la moneda que se me había perdido”.
Os digo que la misma alegría tendrán los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta».


ACOGE A LOS PECADORES

Cuando Jesús escuchase de qué lo acusaban, probablemente se reiría por dentro. "Acoge a los pecadores". ¿A quién, si no?

Acoger es una palabra preciosa, Coger a, acoger. Tener contigo, tener a tu lado, cuidar con amor y misericordia, estar pendiente de cada detalle hacia esa persona, abrazar.

Y Jesús acogía a pecadores. ¿A quién, si no?

MUCHA GENTE ACOMPAÑABA A JESÚS

 Lc 14, 25-33

En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; él se volvió y les dijo:
«Si alguno viene a mí y no pospone a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío.
Quien no carga con su cruz y viene en pos de mí, no puede ser discípulo mío.
Así, ¿quién de vosotros, si quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla?
No sea que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran, diciendo:
"Este hombre empezó a construir y no pudo acabar”.
¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que lo ataca con veinte mil?
Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz.
Así pues, todo aquel de entre vosotros que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío».


MUCHA GENTE ACOMPAÑABA A JESÚS

En los tiempos de Jesús lo acompañaba mucha gente. Sabían, intuían que era algo más, que Él sabía más y podía más. 

Sencillamente, sabían que era el Mesías tan esperado por el pueblo de Israel. Por eso iban con Él adondequiera que iba.

Nosotros también debemos seguirle. Acompañándole, son sus discípulos y apóstoles, siéndolo nosotros también. 

CREED EN DIOS

 Jn 14, 1-6

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No se turbe vuestro corazón, creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas moradas; si no; os lo habría dicho, porque me voy a prepararos un lugar. Cuando vaya y os prepare un lugar, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino».
Tomás le dice:
«Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?»
Jesús le responde:
«Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí».

CREED EN DIOS

Nos lo dice hoy Jesús en el evangelio: creed en Dios y creed en mí. Creer no es fácil, no son matemáticas, que suman exactas.

Creer significa poner toda tu confianza en quien no ves. Creer lo que no se ve y eso no son matemáticas.

Cree en Dios. Cree en Jesús. Cree y vive lo que crees.

lunes, 1 de noviembre de 2021

SOLEMNIDAD DE TODOS LOS SANTOS

 Mt 5, 1-12a

En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió al monte, se sentó y se acercaron sus discípulos; y, abriendo su boca, les enseñaba diciendo:
«Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra.
Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados.
Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo».

TODOS LOS SANTOS

Hoy celebramos a todos los santos, todos aquellos que están viendo continuamente a Dios, viviendo siempre con Él, allí donde la palabra siempre tiene sentido. Vivir en Dios para siempre, ¿podríamos llamar así a las bienaventuranzas?

Vivirlas, hacerlas vida y con Dios, en Dios, para Dios, por Dios. Todos los santos nos acompañan, todos los santos viven, todos los santos hacen vida ya lo que deseamos aquí en la tierra, a lo que aspiramos día tras día los cristianos.

Allí, viviendo en su Corazón, donde no hay tristeza ni pesar, donde el Amor ya ha vencido, donde la belleza es infinita y la alegría reina de verdad en los corazones. Allí están ellos ya, todos los santos. Pidámosles que nos ayuden a llegar. 

XXXI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

 Mc 12, 28b-34

En aquel tiempo, un escriba se acercó a Jesús y le preguntó:
«¿Qué mandamiento es el primero de todos?»
Respondió Jesús:
«El primero es: “Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser.” El segundo es este: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo.” No hay mandamiento mayor que éstos».
El escriba replicó:
«Muy bien, Maestro, sin duda tienes razón cuando dices que el Señor es uno solo y no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser, y amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios».
Jesús, viendo que había respondido sensatamente, le dijo:
«No estás lejos del reino de Dios».
Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.

ESCUCHA

Este domingo una de las palabras clave es "escucha". Y no una escucha cualquiera, sino, aplica el oído, que voy a decirte cosas importantes para ti y para tu vida. Escucha, que Dios va a hablarte, escucha lo que nadie más te dirá.

Escucha, pueblo, yo soy tu Dios y tú eres mi pueblo. Por eso lo amaremos con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma y con todas nuestras fuerzas. nadie nos ama como Él, nadie nos entiende como Él.

Debemos escuchar cómo nos ama, escuchar por dónde llega cada día, escuchar su voz en la voz del hermano necesitado y escucharla también en el hermano que nos quiere. Escucha, Israel.

LA HUMILDAD

Lc 14, 1.7-11

Un sábado, entró Jesús en casa de uno de los principales fariseos para comer, y ellos le estaban espiando.
Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les decía una parábola:
«Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal, no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú; y venga el que os convidó a ti y al otro y te dirá:
"Cédele el puesto a éste".
Entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto.
Al revés, cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que, cuando venga el que te convidó, te diga:
"Amigo, sube más arriba".
Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales.
Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido».

LA HUMILDAD

Todo cristiano debería conocer los beneficios de una vida humilde y sencilla. Es más, todo cristiano debería ser humilde para ser buen cristiano.

Y humildad no es ser menos, ni rebajar la propia dignidad, puesto que el cristianismo siempre defenderá la dignidad de la persona.

Humildad es andar en verdad, como dijo santa Teresa. Seamos humildes, seamos veraces, seamos cristianos.


EL SÁBADO

 Lc 14, 1-6

Un sábado, entró Jesús en casa de uno de los principales fariseos para comer, y ellos lo estaban espiando.
Había allí, delante de él un hombre enfermo de hidropesía y tomando la palabra, dijo a los maestros de la ley y a los fariseos:
«¿Es lícito curar los sábados, o no?».
Ellos se quedaron callados.
Jesús, tocando al enfermo, lo curó y lo despidió.
Y a ellos les dijo:
«¿A quién de vosotros se le cae al pozo el asno o el buey y no lo saca en seguida en día de sábado?»
Y no pudieron replicar a esto.

EL SÁBADO

Hoy nos queda claro que a Jesús le importaba la salud de aquel hombre, pero quiso dejarnos claro también que la caridad está por encima de la ley.

Por encima de la ley está la dignidad de la persona. Debemos seguir su ejemplo y saber discernir lo que es relativo de lo fundamental.

Y lo fundamental es el amor.

VENÍAN A OÍRLO

 Lc 6, 12-19

En aquellos días, tiempo, Jesús salió al monte a orar y pasó la noche orando a Dios.
Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, escogió de entre ellos a doce, a los que también nombró apóstoles: Simón, al que puso de nombre Pedro, y Andrés, su hermano, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Simón, llamado el Zelote, Judas el de Santiago y Judas Iscariote, que fue el traidor.
Después de bajar con ellos, se paró en una llanura, con un grupo grande de discípulos y una gran muchedumbre del pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón.
Venían a oírlo y a que los curara de sus enfermedades; los atormentados por espíritus inmundos quedaban curados, y toda la gente trataba de tocarlo, porque salía de él una fuerza que los curaba a todos.

VENÍAN A OÍRLO

En tiempos de Jesús sus discípulos y todo aquel que se enteraba de que pasaba por allí, iban a oírle.

¿No estarían cansados de palabras y palabras? Y aun así iban a oírle. Porque sus palabras eran palabra de vida.

Hoy estamos también saturados de palabras, muchas de ellas vacías. Acudamos a oír a Jesús y actuemos en consecuencia.

PASABA POR LAS CIUDADES ENSEÑANDO

 Lc 13, 22-30

En aquel tiempo, Jesús pasaba por ciudades y aldeas enseñando y se encaminaba hacia Jerusalén.
Uno le preguntó:
«Señor, ¿son pocos los que se salven?»
Él les dijo:
«Esforzaos en entrar por la puerta estrecha, pues os digo que muchos intentarán entrar y no podrán. Cuando el amo de la casa se levante y cierre la puerta, os quedaréis fuera y llamaréis a la puerta diciendo:
“Señor, ábrenos”; pero él os dirá:
“No sé quiénes sois”:
Entonces comenzaréis a decir:
“Hemos comido y bebido contigo, y tú has enseñado en nuestras plazas”.
Pero él os dirá:
“No sé de dónde sois. Alejaos de mí todos los que obráis la iniquidad”.
Allí será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abrahán, a Isaac y a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, pero vosotros os veáis arrojados fuera. Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios.
Mirad: hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos».


PASABA POR LAS CIUDADES ENSEÑANDO

Así deberíamos pasar nosotros por todos los sitios por donde pasemos. Pasar enseñando, pero enseñando a amar.

Amor del bueno, amor del que no se olvida, amor de entrega, amor de cruz. ese es el amor que debemos enseñar por donde pasemos.

Que sepamos dar amor del bueno a todo aquel que lo pida o necesite.

CRECIÓ

 Lc 13, 18-21

En aquel tiempo, decía Jesús:
¿A qué es semejante el reino de Dios o a qué lo compararé?
Es semejante a un grano de mostaza que un hombre toma y siembra en su huerto; creció, se hizo un árbol y los pájaros del cielo anidaron en sus ramas».
Y dijo de nuevo:
¿ A qué compararé el reino de Dios?
Es semejante a la levadura que una mujer tomó y metió en tres medidas de harina, hasta que todo fermentó».

CRECIÓ

Como la semilla cae al suelo,  muere, da fruto y crece, así debemos ser nosotros en nuestra vida espiritual y de caridad.

Nos siembran, nos riegan, pero nosotros debemos encargarnos de crecer y dar fruto. Nosotros somos los que debemos empeñarnos en crecer.

Y creceremos si estamos abonados por la gracia, el Espíritu, el fuego. Dejemos entrar al Espíritu para que la semilla crezca.