viernes, 30 de septiembre de 2022

HACE TIEMPO QUE SE HABRÍAN CONVERTIDO

 Lc 10, 13-16

En aquel tiempo, dijo Jesús:
«¡Ay de ti, Corozaín; ay de ti, Betsaida! Pues si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que en vosotras, hace tiempo que se habrían convertido, vestidos de sayal y sentados en la ceniza.
Por eso el juicio les será más llevadero a Tiro y a Sidón que a vosotras.
Y tú, Cafarnaún, ¿piensas escalar el cielo? Bajarás al infierno.
Quien a vosotros escucha, a mí me escucha; quien a vosotros rechaza, a mí me rechaza; y quien me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado».


HACE TIEMPO QUE SE HABRÍAN CONVERTIDO

Jesús hoy nos habla de conversión y milagros. "Si hubiéramos visto los milagros de Jesús, creeríamos", hemos escuchado muchas veces.

Si Jesús hoy hiciera los milagros que hizo en su tiempo, efectivamente no nos quedaría más que caer rendidos a sus pies.

El caso es que hoy, ahora, ante nuestros ojos se producen milagros, milagros cotidianos de los que ni nos damos cuenta. Miremos con profundidad. 

TÚ ERES EL HIJO DE DIOS

 Jn 1, 47-51

En aquel tiempo, vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él:
«Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño».
Natanael le contesta:
«¿De qué me conoces?»
Jesús le responde:
«Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi».
Natanael respondió:
«Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel».
Jesús le contestó:
«¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores».
Y le añadió:
«En verdad, en verdad os digo: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre».

TÚ ERES EL HIJO DE DIOS

Nuestra vida como cristianos debe tener como uno de sus pilares que Jesús es el Hijo de Dios, segunda persona de la Santísima Trinidad.

Cuando acabemos esta vida y nos veamos cara a cara con Jesús, deslumbrante ante nosotros, reconoceremos también que es el Hijo de Dios. 

SÍGUEME

 Lc 9, 57-62

En aquel tiempo, mientras Jesús y sus discípulos iban de camino, le dijo uno:
«Te seguiré adondequiera que vayas».
Jesús le respondió:
«Las zorras tienen madriguera, y los pájaros del cielo nidos, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza».
A otro le dijo:
«Sígueme»
Él respondió:
«Señor, déjame primero ir a enterrar a mi padre».
Le contestó:
«Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios».
Otro le dijo:
«Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de los de mi casa».
Jesús le contestó:
Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás vale para el reino de Dios».

SÍGUEME

Es una de las palabras claves de Jesús. Sígueme, a donde quiera que te envíe, sígueme, allá donde no se me conozca.

Sígueme, para ser uno conmigo, sígueme, para llevar mi nombre hasta el fin de la tierra, sígueme, en cada ocasión y momento. 

Sígueme, estaré siempre contigo.

ENVIÓ MENSAJEROS DELANTE DE ÉL

 Lc 9, 51-56

Cuando se completaron los días en que iba a ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén. Y envió mensajeros delante de él.
Puestos en camino, entraron en una aldea de samaritanos para hacer los preparativos. Pero no lo recibieron, porque su aspecto era el de uno que caminaba hacia Jerusalén.
Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le dijeron:
«Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo que acabe con ellos?»
Él se volvió y los regañó. Y se encaminaron hacia otra aldea.


ENVIÓ MENSAJEROS DELANTE DE ÉL

Hoy, esos mensajeros que Jesús envió delante de Él somos nosotros. Mensajeros de su amor, de su misericordia infinita.

Mensajeros con la misión de enseñar al mundo lo único verdaderamente importante: su inefable amor.

Apóstoles del Amor. apóstoles en todo tiempo para llevar al mundo el Reino de Dios. 

CONOCIENDO LOS PENSAMIENTOS DE SUS CORAZONES

 Lc 9, 46-50

En aquel tiempo, se suscitó entre los discípulos una discusión sobre quién sería el más importante.
Entonces Jesús, conociendo los pensamientos de sus corazones, tomó de la mano a un niño, lo puso a su lado y les dijo:
«El que acoge a este niño en mi nombre, me acoge a mí; y el que me acoge a mí, acoge al que me ha enviado. Pues el más pequeño de vosotros es el más importante».
Entonces Juan tomó la palabra y dijo:
«Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre y, como no es de los nuestros, se lo hemos querido impedir».
Jesús le respondió:
«No se lo impidáis: el que no está contra vosotros, está a favor vuestro».

CONOCIENDO LOS PENSAMIENTOS DE SUS CORAZONES

Jesús conoce los pensamientos de nuestro corazón, puesto que no solo pensamos con la cabeza, sino con el corazón.

Y de él salen los mejores pensamientos, pero también pueden salir los peores. Y Jesús conoce tanto unos como otros.

Tengamos siempre buenos pensamientos y los mejores sentimientos hacia nuestros hermanos, hacia nuestro prójimo. Amor y Misericordia. 

ESTABA ORANDO SOLO

 Lc 9, 18-22

Una vez que Jesús estaba orando solo, lo acompañaban sus discípulos y les preguntó:
«¿Quién dice la gente que soy yo?»
Ellos contestaron:
«Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros dicen que ha resucitado uno de los antiguos profetas».
Él les preguntó:
«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?»
Pedro respondió:
«El Mesías de Dios».
Él les prohibió terminantemente decírselo a nadie. porque decía:
«El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día».

ESTABA ORANDO SOLO

La oración es algo que fue inherente a la vida de Jesús y que debe ser absolutamente necesario en las nuestras. hablar con Dios, contarle y cantarle.

Y no solo hacer oración con nuestros hermanos, en grupo, sino hacerlo solos, en la intimidad de Corazón a corazón, darnos tiempo para ello a diario.

Hagamos oración, a solas con nuestro Dios.


¿QUIÉN ES ESTE?

 Lucas 9, 7-9

En aquel tiempo, el tetrarca Herodes se enteró de lo que pasaba y no sabía a qué atenerse, porque unos decían que Juan había resucitado de entre los muertos; otros en cambio, que había aparecido Elías, y otros que había vuelto a la vida uno de los antiguos profetas.
Herodes se decía:
«A Juan lo mandé decapitar yo. ¿Quién es este de quien oigo semejantes cosas?»
Y tenía ganas de verlo.


¿QUIÉN ES ESTE?

En cualquier etapa de la historia de la humanidad siempre ha habido alguien que se ha hecho esta pregunta, llegando así a profundizar sobre las últimas preguntas de la vida.

¿Quién es este? Sencillamente, es Jesús. Aquel que se entregó por salvarnos, el mismo Amor entregado, partido y repartido.

Quiso quedarse con nosotros. Es el que nos ama tal como somos. El que quiere que seamos felices. Y felices para siempre. Ese es Él.ç

COME CON PUBLICANOS Y PECADORES

 Mt 9, 9-13

En aquel tiempo, al pasar vio Jesús a un hombre llamado Mateo sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo:
«Sígueme».
Él se levantó y lo siguió.
Y estando en la casa, sentado en la mesa, muchos publicanos y pecadores, que habían acudido, se sentaban con Jesús y sus discípulos.
Los fariseos, al verlo, preguntaron a los discípulos:
«¿Cómo es que vuestro maestro come con publicanos y pecadores?»
Jesús lo oyó y dijo:
«No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Andad, aprended lo que significa "Misericordia quiero y no sacrificio": que no he venido a llamar a justos, sino a los pecadores».

COME CON PUBLICANOS Y PECADORES

A Jesús lo acusaban de comer con publicanos y pecadores. ¡Menuda falta! Si era lo que había venido a hacer...

Su misión era estar al lado de publicanos y pecadores, estar al lado de todo aquel que lo necesitara, al lado de todo aquel que necesitara compasión.

A nosotros también nos acusan de muchas cosas que se tergiversan y no son ciertas. Pero tenemos quien nos dé ejemplo: JESÚS.

VINIERON A VER A JESÚS

 Lc 8, 19-21

En aquel tiempo, vinieron a ver a Jesús su madre y sus hermanos, pero con el gentío no lograban llegar hasta él.
Entonces lo avisaron:
«Tu madre y tus hermanos están fuera y quieren verte».
Él respondió diciéndoles:
«Mi madre y mis hermanos son estos: los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen».

VINIERON A VER A JESÚS

La gente contemporánea de Jesús iban a verle, le seguían por su predicación y por sus obras. Iban a verle porque predicaba el Amor y la Misericordia. 

Así predicaban también sus apóstoles. El Amor de Dios, aquel que es totalmente desinteresado y completamente blanco y transparente.

Así debemos predicar nosotros con palabras y con obras. Vivamos el Amor, vivamos la Misericordia. 

PARA QUE LOS QUE ENTRAN TENGAN LUZ

  Lc 8, 16-18

En aquel tiempo, dijo Jesús al gentío:
«Nadie que ha encendido una lámpara, la tapa con una vasija o lo mete debajo de la cama, sino que la pone en el candelero para que los que entran tengan luz.
Pues nada hay oculto que no llegue a descubrirse ni nada secreto que no llegue a saberse y hacerse público.
Mirad, pues, cómo oís, pues al que tiene se le dará y al que no tiene se le quitará hasta lo que cree tener».

PARA QUE LOS QUE ENTRAN TENGAN LUZ

Dios es la Luz y nosotros somos hijos de la luz. Esa luz que ilumina, que muestra el camino, que da calor y guía. Esa luz también debemos ser nosotros para los demás.

La luz de Dios debe iluminar nuestras vidas y las de todos aquellos que se crucen con nosotros. Que los que entren en nosotros tengan luz.


XXVI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

 Lc 16, 19-31

En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos:
- «Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba cada día.
Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que caía de la mesa del rico.
Y hasta los perros venían y le lamían las llagas.
Sucedió que se murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abrahán.
Murió también el rico y fue enterrado. Y, estando en el infierno, en medio de los tormentos, levantó los ojos y vio de lejos a Abrahán, y a Lázaro en su seno, y gritando, dijo:
"Padre Abrahán, ten piedad de mí y manda a Lázaro que moje en agua la punta del dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas".
Pero Abrahán le dijo:
"Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro, a su vez, males: por eso ahora él aquí consolado, mientras que tú eres atormentado.
Y además, entre nosotros y vosotros se abre un abismo inmenso, para que quieran cruzar desde aquí hacia vosotros no puedan hacerlo, ni tampoco pasar de ahí hasta nosotros".
El dijo:
"Te ruego, entonces, padre, que mandes a Lázaro a casa de mi padre, pues tengo cinco hermanos: que les dé testimonio de estas cosas, no sea que también vengan ellos a este lugar de tormento".
Abrahán le dice:
"Tienen a Moisés y a los profetas: que los escuchen".
Pero él de dijo:
"No, padre Abrahán. Pero si un muerto va a ellos, se arrepentirán"
Abrahán le dijo:
"Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no se convencerán ni, aunque resucite un muerto"».

UN HOMBRE RICO Y UN MENDIGO

Es la versión del evangelio de "hombre rico, hombre pobre". Aunque sabemos que a Dios, los bienes que tengamos, muchos o pocos, le da absolutamente igual. Lo que a Dios le importa es otra cosa.

Y no hay mucho que explicar. Lo que agrada a Dios es nuestro amor entregado, nuestro amor partido y repartido, nuestra compasión y misericordia hacia el prójimo.

Seamos ricos en lo importante y mendigos de amor de Dios. Ricos en misericordia y orantes pedigüeños de su amor infinito. El amor, que es lo verdaderamente importante, triunfará.




domingo, 18 de septiembre de 2022

XXV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

 Lc 16, 1-13

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Un hombre rico tenía un administrador, a quien acusaron ante él de derrochar sus bienes.
Entonces lo llamó y le dijo:
“¿Qué es eso que estoy oyendo de ti? Dame cuenta de tu administración, porque en adelante no podrás seguir administrando”.
El administrador se puso a decir para sí:
“¿Qué voy a hacer, pues mi señor me quita la administración? Para cavar no tengo fuerzas; mendigar me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer para que, cuando me echen de la administración, encuentre quien me reciba en su casa”.
Fue llamando uno a uno a los deudores de su amo y dijo al primero:
“¿Cuánto debes a mi amo?”
Este respondió:
“Cien barriles de aceite”.
Él le dijo:
“Aquí está tu recibo; aprisa, siéntate y escribe cincuenta”.
Luego dijo a otro:
“Y tú, ¿cuánto debes?”
Él contestó:
“Cien fanegas de trigo”.
Le dijo:
“Aquí está tu recibo, escribe ochenta”.
Y el amo felicitó al administrador injusto, por la astucia con que había procedido. Ciertamente, los hijos de este mundo son más astutos con su gente que los hijos de la luz.
Y yo os digo: ganaos amigos con el dinero de iniquidad, para que, cuando os falte, os reciban en las moradas eternas.
El que es de fiar en lo poco, también en lo mucho es fiel; el que es injusto en lo poco, también en lo mucho es injusto.
Pues, si no fuisteis fieles en la riqueza injusta, ¿quién os confiará la verdadera? Si no fuisteis fieles en lo ajeno, ¿lo vuestro, quién os lo dará?
Ningún siervo puede servir a dos señores, porque, o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero».

FIEL EN LO POCO

Eso nos dice hoy el evangelio, que seamos fieles en lo poco para así poder ser fieles cuando nos exijan algo más o mayor de lo que hacemos a diario. Fidelidad, una palabra grande.

Y, si somos fieles, la haremos más grande todavía. Ser fieles en lo poco, lo que a nosotros nos parece poco, pero que a Dios no le parece tan poco. 

Poco o mucho, primeros o últimos, dos panes y siete peces... son palabras en nuestro mundo. Pero que, pasadas por el tapiz de Dios, siempre significan Amor y Fidelidad. 

DAN FRUTO VON PERSEVERANCIA

 Lc 8, 4-15

En aquel tiempo, habiéndose reunido una gran muchedumbre y gente que salía de toda la ciudad, dijo esta parábola:
«Salió el sembrador a sembrar su semilla.
Al sembrarla, algo cayó al borde del camino, lo pisaron, y los pájaros del cielo se lo comieron.
Otra parte cayó en terreno pedregoso y, después de brotar, se secó por falta de humedad.
Otra parte cayó entre abrojos, y los abrojos, creciendo al mismo tiempo, lo ahogaron.
Y otra parte cayó en tierra buena y, después de brotar, dio fruto al ciento por uno».
Dicho esto, exclamó:
«El que tenga oídos para oír, que oiga».
Entonces le preguntaron los discípulos qué significa esa parábola.
Él dijo:
«A vosotros se os ha otorgado conocer los misterios del reino de Dios; pero a los demás, en parábolas, “para que viendo no vean y oyendo no entiendan”.
El sentido de la parábola es éste: la semilla es la palabra de Dios.
Los del borde del camino son los que escuchan, pero luego viene el diablo y se lleva la palabra de sus corazones, para que no crean y se salven.
Los del terreno pedregoso son los que, al oír, reciben la palabra con alegría, pero no tienen raíz; son los que por algún tiempo creen, pero en el momento de la prueba fallan.
Lo que cayó entre abrojos son los que han oído, pero, dejándose llevar por los afanes, riquezas y placeres de la vida, se quedan sofocados y no llegan a dar fruto maduro.
Lo de la tierra buena son los que escuchan la palabra con un corazón noble y generoso, lo guardan y dan fruto con perseverancia».

DAN FRUTO CON PERSEVERANCIA

No queda otra. Si somos tierra buena daremos fruto con perseverancia. Si al finalizar nuestra vida terrena hemos conseguido dar buenos frutos, podremos estar contentos.

En cada situación, en cada momento, cada día debemos dar fruto, buen fruto de evangelio,  buen fruto de misión, buen fruto de amor desinteresado.

Seamos buena tierra, demos buenos frutos.

IBA CAMINANDO DE CIUDAD EN CIUDAD

 Lc 8, 1-3

En aquel tiempo, Jesús iba caminando de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo, proclamando y anunciando la Buena Noticia del reino de Dios, acompañado por los Doce y por algunas mujeres, que habían sido curadas de espíritus malos y de enfermedades: María la Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Cusa, un administrador de Herodes; Susana y otras muchas que le servían con sus bienes.

IBA CAMINANDO DE CIUDAD EN CIUDAD

Tenía una misión que realizar, encomendada por su Padre y tenía prisa por cumplirla y que todo se cumpliese según la Voluntad de Dios.

Iba caminando. ¡Cuánto nos hubiera gustado caminar a su lado y escuchar tanto de sus labios...! Pero, por extraño que parezca, hoy también `podemos hacerlo.

Caminemos escuchando sus palabras de vida, el evangelio que nos dejó, caminando a su lado, siempre en escucha y siempre en misión.

SU MADRE

 Jn 19, 25-27

Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena.
Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo al que amaba, dijo a su madre:
«Mujer, ahí tienes a tu hijo».
Luego, dijo al discípulo:
«Ahí tienes a tu madre».
Y desde aquella hora, el discípulo la recibió como algo propio.

SU MADRE

Así la nombra el evangelio de hoy en dos ocasiones. Su Madre, que le acompañó, como toda madre, en su sufrimiento y dolor.

Hoy celebramos esa advocación mariana. Nuestra Señora de los Dolores que, como a Jesús, nos acompaña y nos socorre en los nuestros.

Vayamos siempre de su mano, la cual nos llevará a Jesús, el varón de Dolores que se entregó por nosotros en la Cruz.


miércoles, 14 de septiembre de 2022

EXALTACIÓN DE LA SANTA CRUZ

 Jn 3, 13-17

En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo:
«Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre.
Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna.
Porque tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna.
Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.
El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Unigénito de Dios».

CRUZ EXALTADA

En el día en que toda la Iglesia celebra la Exaltación de la Santa Cruz debiéramos meditar en tan gran don. El mismo Dios se ofreció en rescate por todos en una cruz.

Símbolo de los cristianos, símbolo universal del Amor único de Dios hacia nosotros, que entregó a su Unigénito para que tengamos vida eterna.

Cruz amiga, cruz adorada, cruz luminosa que hace más hermosa nuestra vida. 

martes, 13 de septiembre de 2022

NO LLORES

 Lc 7, 11-17

En aquel tiempo, iba Jesús camino de una ciudad llamada Naín, y caminaban con él sus discípulos y mucho gentío.
Cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, resultó que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda; y un gentío considerable de la ciudad la acompañaba.
Al verla el Señor, se compadeció de ella y le dijo:
«No llores».
Y acercándose al ataúd, lo tocó (los que lo llevaban se pararon) y dijo:
«¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate!»
El muerto se incorporó y empezó a hablar, y se lo entregó a su madre.
Todos, sobrecogidos de temor, daban gloria a Dios, diciendo:
«Un gran Profeta ha surgido entre nosotros», y «Dios ha visitado a su pueblo.»
Este hecho se divulgó por toda Judea y por toda la comarca circundante.

NO LLORES

Lo dijo Jesús, y a una madre que iba a enterrar a su hijo. ¡Qué dolor no tendría esa madre! Pero Él sabía que ese no es el final.

Y se lo dijo al joven: "¡Levántate!" Y se levantó. Y resucitó. Las lágrimas ya no tenían sentido porque Dios visita a su pueblo.

No llores. Ten fe.

JESÚS SE PUSO EN CAMINO CON ELLOS

 Lc 7, 1-10

En aquel tiempo, cuando Jesús terminó de exponer todas sus enseñanzas al pueblo, entró en Cafarnaún.
Un centurión tenía enfermo, a punto de morir, a un criado a quien estimaba mucho. Al oír hablar de Jesús, el centurión le envió unos ancianos de los judíos, rogándole que viniese a curar a su criado. Ellos, presentándose a Jesús, le rogaban encarecidamente:
«Merece que se lo concedas, porque tiene afecto a nuestra gente y nos ha construido la sinagoga».
Jesús se puso en camino con ellos. No estaba lejos de la casa, cuando el centurión le envió unos amigos a decirle:
«Señor, no te molestes; porque no soy digno de que entres bajo mi techo; por eso tampoco me creí digno de venir a ti personalmente. Dilo de palabra, y mi criado quedará sano. Porque también yo soy un hombre sometido a una autoridad y con soldados a mis órdenes; y le digo a uno: "Ve", y va; al otro: "Ven", y viene; y a mi criado: "Haz esto", y lo hace».
Al oír esto, Jesús se admiró de él y, volviéndose a la gente que lo seguía, dijo:
- «Os digo que ni en Israel he encontrado tanta fe».
Y al volver a casa, los enviados encontraron al siervo sano.

JESÚS SE PUSO EN CAMINO CON ELLOS

No podía ser de otra manera. Jesús siempre va de camino con nosotros. De hecho, Él es el Camino.

Un Camino que recorrer en nuestra historia cotidiana, en lo más sencillo, en lo más natural. Ahí, en lo pequeño, está Jesús, con nosotros.

Hacer camino juntos, junto a Jesús para no sentirnos abandonados.

XXIV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

 Lucas 15, 1-32

En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús todos los publicanos y los pecadores a escucharle. Y los fariseos y los escribas murmuraban diciendo:
«Ese acoge a los pecadores y come con ellos».
Jesús les dijo esta parábola:
«¿Quién de vosotros que tiene cien ovejas y pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto y va tras la descarriada, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, se la carga sobre los hombros, muy contento; y, al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos, y les dice:
“¡Alegraos, conmigo!, he encontrado la oveja que se me había perdido”.
Os digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse.
O ¿qué mujer tiene diez monedas, si se le pierde una, no enciende una lámpara y barre la casa y busca con cuidado, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, reúne a las amigas y a las vecinas y les dice:
“¡Alegraos conmigo!, he encontrado la moneda que se me había perdido”.
Os digo que la misma alegría tendrán los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta».
También les dijo:
«Un hombre tenía dos hijos; el menor de ellos dijo a su padre:
“Padre, dame la parte que me toca de la fortuna”.
El padre les repartió los bienes.
No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, emigró a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente.
Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad.
Fue entonces y se contrató con uno de los ciudadanos de aquel país que lo mandó a sus campos a apacentar cerdos. Deseaba saciarse de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba nada.
Recapacitando entonces, se dijo:
“Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me levantaré, me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros”.
Se levantó y vino adonde estaba su padre; cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se le conmovieron las entrañas; y, echando a correr, se le echó cuello y lo cubrió de besos.
Su hijo le dijo:
“Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo”.
Pero el padre dijo a sus criados:
“Sacad enseguida la mejor túnica y vestídsela; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y sacrificadlo; comamos y celebramos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado”.
Y empezaron el banquete.
Su hijo mayor estaba en el campo. Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y la danza, y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello.
Este le contestó:
“Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha sacrificado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud”.
Él se indignó y no quería entrar, pero su padre salió e intentaba persuadirlo.
Entonces él respondió a su padre:
“Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; en cambio, cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado”.

¡ALEGRAOS CONMIGO!

Las lecturas de este domingo traen a nuestra consideración y meditación parábolas preciosas en las que Jesús nos enseña lo que es la misericordia auténtica de un Dios que nos ama como a hijos.

En el texto hay una frase: "¡Alegraos conmigo!", que es una de las acciones más difíciles de encontrar en este mundo tan egoísta. Alegrarnos del bien ajeno también es Amor. Alegrarnos de que nuestros prójimos sean felices y les vaya bien.

El propósito de esta semana podría ser ese: dejar la envidia a un lado y hacer vida el amor y la misericordia que nos enseña Jesús en las parábolas de hoy. Vivamos la alegría de ser alegres con los demás. 
El padre le dijo:
“Hijo, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo: pero era preciso celebrar un banquete y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado”».

ÁRBOLES Y FRUTOS

 Lc 6, 43-49

En aquel tiempo, decía Jesús a sus discípulos:
«No hay árbol bueno que dé fruto malo, ni árbol malo que dé fruto bueno; por ello, cada árbol se conoce por su fruto; porque no se recogen higos de las zarzas, ni se vendimian racimos de los espinos.
El hombre bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque de lo que rebosa el corazón habla la boca.
¿Por qué me llamáis "Señor, Señor", y no hacéis lo que digo?
Todo el que viene a mí, escucha mis palabras y las pone en práctica, os voy a decir a quién se parece: se parece a uno que edificó una casa: cavó, ahondó y puso los cimientos sobre roca; vino una crecida, arremetió el río contra aquella casa, y no pudo derribarla, porque estaba sólidamente construida.
El que escucha y no pone en práctica se parece a uno que edificó una casa sobre tierra, sin cimiento; arremetió contra ella el río, y en seguida se derrumbó desplomándose, y fue grande la ruina de aquella casa».

ÁRBOLES Y FRUTOS

Un árbol bueno da frutos buenos. Un árbol sano, curado, saneado, sin parásitos tiene que dar fruto bueno, con buen sabor y hermoso.

Nosotros debemos ser ese árbol. Cuidados por el Espíritu, sin parásitos del enemigo que estorben los frutos ni las flores, curados por el Amor y la Misericordia.

Demos frutos buenos, de Amor y Misericordia.

LA VIGA EN EL OJO

 Lc 6, 39-42

En aquel tiempo, dijo Jesús a los discípulos una parábola:
«¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo?
No está un discípulo sobre su maestro, sí bien, cuando termine su aprendizaje, será como su maestro.
¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: “Hermano, déjame que te saque la mota del ojo”, sin fijarte en la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Sácate primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la mota del ojo de tu hermano».

LA VIGA EN EL OJO

Somos muy dados a ver la mota de polvo en el ojo ajeno antes de ver o negar la viga de hormigón armado en el nuestro. El ser humano es así.

Y por eso lo dijo Jesús. Reconozcamos nuestros errores, no le echemos la culpa a los demás sabiendo que nosotros también tenemos algo de responsabilidad.

Hagamos examen de conciencia, miremos hacia adentro y volvamos al corazón. Quitemos las bigas de nuestros ojos; mejorará nuestra visión y nuestro corazón.

MARÍA, SU MADRE

 Mt 1, 18-23

La generación de Jesucristo fue de esta manera:
María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.
José, su esposo, que era justo y no quería difamarla, decidió repudiarla en privado. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo:
«José, hijo de David, no temas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados».
Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por medio del profeta:
«Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Enmanuel, que significa "Dios-con-nosotros"».

MARÍA, SU MADRE

En este día tan bonito de celebración, fiesta en muchísimas localidades, el evangelio nos recuerda que María era su Madre.

Ser Madre de Jesús fue su mayor gloria, y por eso celebramos en la Iglesia incluso su natividad, puesto que así nos recuerda la Natividad de Jesús.

Honremos a María, honremos a la Madre de Jesús y madre nuestra. ¡Feliz cumpleaños, Madre!

BIENAVENTURADOS LOS POBRES

 Lc 6, 20-26

En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos hacia sus discípulos, les decía:
«Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el reino de Dios.
Bienaventurados los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis saciados.
Bienaventurados los que ahora lloráis, porque reiréis.
Bienaventurados vosotros cuando os odien los hombres, y os excluyan, y os insulten y proscriban vuestro nombre como infame, por causa del Hijo del hombre. Alegraos ese día y saltad de gozo, porque vuestra recompensa será grande en el cielo. Eso es lo que hacían vuestros padres con los profetas.
Pero, ¡ay de vosotros, los ricos!, porque ya habéis recibido vuestro consuelo.
¡Ay de vosotros, los que estáis saciados, porque tendréis hambre!
¡Ay de los que ahora reís, porque haréis duelo y lloraréis!
¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros! Eso es lo que hacían vuestros padres con los falsos profetas».

BIENAVENTURADOS LOS POBRES

El evangelio de hoy comparte con nosotros las bienaventuranzas. Una de ellas es "bienaventurados los pobres". Y podemos preguntarnos: ¿quiénes son los pobres hoy?

¿Quién es bienaventurado hoy por ser pobre? ¿Cuáles son las pobrezas de hoy? ¿Somos bienaventurados por ser pobres?

Sea cual sea nuestra pobreza, seremos bienaventurados porque el Reino es de aquellos ricos en bondad.

PASÓ LA NOCHE ORANDO A DIOS

  Lc 6, 12-19

En aquellos días, Jesús salió al monte a orar y pasó la noche orando a Dios.
Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, escogió de entre ellos a doce, a los que también nombró apóstoles: Simón, al que puso de nombre Pedro, y Andrés, su hermano, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Simón, llamado el Zelotes; Judas el de Santiago y Judas Iscariote, que fue el traidor.
Después de bajar con ellos, se paró en un llanura con un grupo grande de discípulos y una gran muchedumbre del pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón.
Venían a oírlo y a que los curara de sus enfermedades; los atormentados por espíritus inmundos quedaban curados, y toda la gente trataba de tocarlo, porque salía de él una fuerza que los curaba a todos.

PASÓ LA NOCHE ORANDO A DIOS

Así fue Jesús. Uno con el Padre, orando a Dios a cada ocasión, pasando la noche en oración. ¡Qué ternura desprenderían! El Amor orando al Amor.

La oración es una de las maneras de unirnos al Corazón de Dios, allí donde debemos hacer nuestro nido, a donde siempre debemos volver.

Al retomar nuestras actividades, después de un merecido descanso en vacaciones, retomemos o iniciemos nuestra oración diaria para llegar a ese sagrado Corazón.

SALVAR UNA VIDA O DESTRUIRLA

  Lc 6, 6-11

Un sábado, entró Jesús en la sinagoga a enseñar.
Había allí un hombre que tenía la mano derecha paralizada.
Los escribas y los fariseos estaban al acecho para ver si curaba en sábado, y encontrar de qué acusarlo.
Pero él conocía sus pensamientos y dijo al hombre de la mano atrofiada:
«Levántate y ponte ahí en medio».
Y, levantándose, se quedó en pie.
Jesús les dijo:
- «Os voy a hacer una pregunta: ¿Qué está permitido en sábado?, ¿hacer el bien o el mal, salvar una vida o destruirla?».
Y, echando en torno una mirada a todos, le dijo:
«Extiende tu mano».
Él lo hizo y su mano quedó restablecida.
Pero ellos, ciegos por la cólera, discutían qué había que hacer con Jesús.

SALVAR UNA VIDA O DESTRUIRLA

En estos tiempos en que la coherencia brilla por su ausencia a los cristianos se nos pide ser más coherentes que nuestros hermanos, sean del signo que sean.

Debemos defender la vida, no destruirla; defender la naturaleza, no destruirla; defender todo aquello que sea bueno, no destruirlo.

Salvemos vidas, salvemos almas. Allí donde estemos, seamos fieles discípulos del Salvador.

XXIII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

 Lc 14, 25-33

En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; él se volvió y les dijo:
«Si alguno viene a mí y no pospone a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío.
Quien no carga con su cruz y viene en pos de mí, no puede ser discípulo mío.
Así, ¿quién de vosotros, si quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla? No sea que, sí echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran, diciendo:
"Este hombre empezó a construir y no ha sido capaz de acabar."
¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que le ataca con veinte mil?
Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz.
Así pues, todo aquel de entre vosotros que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío».

SI ALGUNO VIENE A MÍ

Lo primero que podemos destacar de esa afirmación es la libertad que nos da Jesús. No obliga, no impone, no exige que le sigamos a costa de todo.

"Si alguno viene a mí", es una invitación tan dulce y especial que cómo negarse a ir tras de Él, siguiéndole a donde quiera que vaya. Seguirle es amarle, como decía san Agustín.

Seguirle, amarle, ser uno con Él. Propósito para seguir durante toda la vida. Así cambiará nuestra vida y la de todo aquél que quiera seguir a Jesús. 

JESÚS CAMINANDO

 Lc 6, 1-5

Un sábado, iba Jesús caminando por medio de un sembrado y sus discípulos arrancaban y comían espigas, frotándolas con las manos.
Unos fariseos dijeron:
«¿Por qué hacéis en sábado lo que no está permitido?»
Respondiendo Jesús, les dijo:
«¿No habéis leído lo que hizo David, cuando él y sus hombres sintieron hambre?
Entró en la casa de Dios, y tomando los panes de la proposición, que solo está permitido comer a los sacerdotes, comió él y dio a los que estaban con él».
Y les decía:
«El Hijo del hombre es señor del sábado».

JESÚS CAMINANDO

Nos dice el evangelio que "un sábado, iba Jesús caminando". Jesús camina a nuestro lado y a veces nos damos cuenta de que está y a veces, no.

Decía san Agustín que "temía a Jesús transeúnte", temía que Jesús anduviese a su lado y no se diera cuenta. Sería una auténtica pena.

Estemos atentos para que, si Jesús pasa a nuestro lado, nos demos cuenta y podamos disfrutar de su compañía. Él nos ama.

EL AÑEJO ES EL MEJOR

 Lc 5, 33-39

En aquel tiempo, los fariseos y los escribas dijeron a Jesús:
«Los discípulos de Juan ayunan a menudo y oran, y los de los fariseos también; en cambio, los tuyos, a comer y a beber».
Jesús les dijo:
«¿Acaso podéis hacer ayunar a los invitados a la boda mientras el esposo está con ellos? Llegarán días en que les arrebatarán al esposo, entonces ayunarán en aquellos días».
Les dijo también una parábola:
«Nadie recorta una pieza de un manto nuevo para ponérsela a un manto viejo; porque, si lo hace, el nuevo se rompe y al viejo no le cuadra la pieza del nuevo.
Nadie echa vino nuevo en odres viejos; porque, si lo hace, el vino nuevo reventará los odres y se derramará, y los odres se estropearán.
A vino nuevo, odres nuevos.
Nadie que cate vino añejo quiere del nuevo, pues dirá: “El añejo es mejor”».

EL AÑEJO ES EL MEJOR

Hoy Jesús nos explica la parábola de los odres nuevos y los odres viejos. El vino nuevo y el vino añejo. Y remata diciendo: "el añejo es el mejor".

El vino viejo, como los amigos probados, son los mejores. Y el mejor amigo es Jesús. Nunca nos traicionará, nunca nos abandonará.

Y su vino nuevo estará en nosotros si somos odres nuevos, dispuestos a acogerlo en nosotros.

ECHARÉ LAS REDES

 Lc 5, 1-11

En aquel tiempo, la gente se agolpaba en torno a Jesús para oír la palabra de Dios. Estando él de pie junto al lago de Genesaret, vio dos barcas que estaban en la orilla; los pescadores habían desembarcado, estaban lavando las redes.
Subiendo a una de las barcas, que era la de Simón, le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente.
Cuando acabó de hablar, dijo a Simón:
«Rema mar adentro, y echad vuestras redes para la pesca».
Respondió Simón y dijo:
«Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos recogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes».
Y, puestos a la obra, hicieron una redada tan grande de peces que las redes comenzaban a reventarse. Entonces hicieron señas a los compañeros, que estaban en la otra barca, para que vinieran a echarles una mano. Vinieron llenaron las dos barcas, hasta el punto de que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús diciendo:
«Señor, apártate de mí, que soy un hombre pecador».
Y es que el estupor se había apoderado de él y de los que estaban con él, por la redada de peces que habían recogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón.
Jesús dijo a Simón:
«No temas; desde ahora serás pescador de hombres».
Ellos sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.

ECHARÉ LAS REDES

Apóstoles, pescadores, hombres. En tiempos de Jesús los pescadores convertidos en apóstoles echaron las redes en nombre de Jesús.

Aun sabiendo que su raciocinio les decía que era imposible pescar algo en aquellas circunstancias. Pero por el nombre de Jesús...

Apóstoles, nosotros, hombres y mujeres. Debemos convertirnos en pescadores de hombres, aunque nos parezca imposible. Pero por el nombre de Jesús...

LOS IBA CURANDO

 Lc 4, 38-44

En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, entró en casa de Simón.
La suegra de Simón estaba con fiebre muy alta y le rogaron por ella.
Él, inclinándose sobre ella, increpó a la fiebre, y se le pasó; ella, levantándose en seguida, se puso a servirles.
Al ponerse el sol, todos cuantos tenían enfermos con diversas dolencias se los llevaban, y él, imponiendo las manos sobre cada uno, los iba curando.
De muchos de ellos salían también demonios, que gritaban y decían:
«Tú eres el Hijo de Dios».
Los increpaba y no les dejaba hablar, porque sabían que él era el Mesías.
Al hacerse de día, salió y se fue a un lugar desierto.
La gente lo andaba buscando y, llegando donde estaba, intentaban retenerlo para que no se separara de ellos.
Pero él les dijo:
«Es necesario que proclame el reino de Dios también a las otras ciudades, pues para esto he sido enviado».
Y predicaba en las sinagogas de Judea.

LOS IBA CURANDO

Jesús es el Salvador, el Sanador. Bálsamo para todos, creamos o no. En aquel tiempo, curó y sanó a muchos, todo aquel que se lo pedía.

Ahora, viviendo en esta sociedad increyente, también le podemos pedir que nos cure, que nos salve. Y no solo el cuerpo, también el alma.

Pidámosle siempre que sea nuestro bálsamo espiritual. Y Él nos curará.