viernes, 30 de septiembre de 2022

XXVI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

 Lc 16, 19-31

En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos:
- «Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba cada día.
Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que caía de la mesa del rico.
Y hasta los perros venían y le lamían las llagas.
Sucedió que se murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abrahán.
Murió también el rico y fue enterrado. Y, estando en el infierno, en medio de los tormentos, levantó los ojos y vio de lejos a Abrahán, y a Lázaro en su seno, y gritando, dijo:
"Padre Abrahán, ten piedad de mí y manda a Lázaro que moje en agua la punta del dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas".
Pero Abrahán le dijo:
"Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro, a su vez, males: por eso ahora él aquí consolado, mientras que tú eres atormentado.
Y además, entre nosotros y vosotros se abre un abismo inmenso, para que quieran cruzar desde aquí hacia vosotros no puedan hacerlo, ni tampoco pasar de ahí hasta nosotros".
El dijo:
"Te ruego, entonces, padre, que mandes a Lázaro a casa de mi padre, pues tengo cinco hermanos: que les dé testimonio de estas cosas, no sea que también vengan ellos a este lugar de tormento".
Abrahán le dice:
"Tienen a Moisés y a los profetas: que los escuchen".
Pero él de dijo:
"No, padre Abrahán. Pero si un muerto va a ellos, se arrepentirán"
Abrahán le dijo:
"Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no se convencerán ni, aunque resucite un muerto"».

UN HOMBRE RICO Y UN MENDIGO

Es la versión del evangelio de "hombre rico, hombre pobre". Aunque sabemos que a Dios, los bienes que tengamos, muchos o pocos, le da absolutamente igual. Lo que a Dios le importa es otra cosa.

Y no hay mucho que explicar. Lo que agrada a Dios es nuestro amor entregado, nuestro amor partido y repartido, nuestra compasión y misericordia hacia el prójimo.

Seamos ricos en lo importante y mendigos de amor de Dios. Ricos en misericordia y orantes pedigüeños de su amor infinito. El amor, que es lo verdaderamente importante, triunfará.




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