viernes, 28 de febrero de 2020

VIERNES DESPUÉS DE CENIZA


Mt 9, 14-15

En aquel tiempo, los discípulos de Juan se le acercan a Jesús, preguntándole:
«Por qué nosotros y los fariseos ayunamos a menudo y, en cambio, tus discípulos no ayunan?»
Jesús les dijo:
«¿Es que pueden guardar luto los amigos del esposo, mientras el esposo está con ellos? Llegarán días en que les arrebatarán al esposo, y entonces ayunaran».


EL AYUNO


Tema recurrente en Cuaresma. Y si sabemos qué es el ayuno y quién y cómo hacerlo, también sabemos que podemos ayunar de cosas no comestibles.

Lo material, lo espiritual, también es objeto de ayuno. Y ese podemos hacerlo todos.

Cada cual sabe de qué puede y debe ayunar.

jueves, 27 de febrero de 2020

JUEVES DESPUÉS DE CENIZA


Lc 9, 22-25

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día».
Entonces decía a todos:
«Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz cada día y me siga. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde o se arruina a sí mismo?»

SU CRUZ CADA DÍA

Ayer nos recordaba la Celebración de la Eucaristía que somos ceniza y que la conversión es nuestra tarea, en esta Cuaresma y siempre.

Hoy el evangelio nos habla de cruz, de la Cruz de Jesús y de la nuestra, la que debemos llevar cada día, porque cada día trae su afán.

Tomemos nuestra cruz, la de cada día, detrás de Aquel que nos enseñó a llevarla, a cargarla y a transformarla en Resurrección.



miércoles, 26 de febrero de 2020

MIÉRCOLES DE CENIZA


 Mt 6, 1-6.16-18


En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario, no tenéis recompensa de vuestro Padre celestial.
Por tanto, cuando hagas limosna, no mandes tocar la trompeta ante ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles para ser honrados por la gente; en verdad os digo que ya han recibido su recompensa.
Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
Cuando recéis, no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vean los hombres. En verdad os digo que ya han recibido su recompensa.
Tú, en cambio, cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo recompensará.
Cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hipócritas que desfiguran sus rostros para hacer ver a los hombres que ayunan. En verdad os digo que ya han recibido su paga.
Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no los hombres, sino tu Padre, que está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará».

DELANTE DE LOS HOMBRES

Comenzamos una nueva Cuaresma, un nuevo miércoles de Ceniza. Y así debe ser: nuevo y renovado. Nuevo para hacer nuevo nuestro corazón y renovado para hacer de nuestra vida tierra buena que pueda germinar buenas obras para el Reino.

Perfúmate la cabeza, lávate la cara, que nadie sepa de tus ayunos y tus sacrificio. Solo Dios y tú. Que no sepa tu mano derecha lo que hace tu izquierda. El amor más grande llama a nuestra puerta esta Cuaresma para hacernos ser entrega y misericordia.

Y con alegría, sabiendo que damos la vida por Cristo. No hay satisfacción más grande que sabernos amados por Él, infinitamente, como solo Jesús sabe. Tenemos una Cuaresma por delante para hacerm vida su amor.

martes, 25 de febrero de 2020

IBA INSTRUYENDO A SUS DISCÍPULOS


Mc 9, 30-37


En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos atravesaron Galilea; no quería que nadie se enterase, porque iba instruyendo a sus discípulos.
Les decía:
«El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres y lo matarán; y, después de muerto, a los tres días resucitará».
Pero no entendían lo que decía, y les daba miedo preguntarle.
Llegaron a Cafarnaún, y, una vez en casa, les preguntó:
«¿De qué discutíais por el camino?»
Ellos callaban, pues por el camino habían discutido quién era el más importante.
Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo:
«Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos».
Y tomando un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo:
«El que acoge a un niño como este en mi nombre, me acoge a mí; y el que me acoge a mí, no me acoge a mí, sino al que me ha enviado».

IBA INSTRUYENDO A SUS DISCÍPULOS


Jesús sabía que tenía una misión: enseñarnos cómo es el Padre, cómo es el Amor misericordioso que nos ofrece y nos tiene.

Para ello instruía a sus discípulos, entonces y ahora. En estos tiempos también nos enseña, de una manera o de otra, cómo amar.

Dónde, cuándo, cómo amar. Su Corazón nos lo descubre.

lunes, 24 de febrero de 2020

¿DE QUÉ DISCUTÍS?


Mc 9, 14-29

En aquel tiempo, Jesús y los tres discípulos bajaron del monte y volvieron a donde estaban los demás discípulos, vieron mucha gente alrededor, y a unos escribas discutiendo con ellos.
Al ver a Jesús, la gente se sorprendió, y corrió a saludarlo. Él les preguntó:
«¿De qué discutís?»
Uno le contestó:
«Maestro, te he traído a mi hijo; tiene un espíritu que no lo deja hablar y, cuando lo agarra, lo tira al suelo, echa espumarajos, rechina los dientes y se queda rígido. He pedido a tus discípulos que lo echen, y no han sido capaces».
Él, tomando la palabra, les dice:
«¡Generación incrédula! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros? ¿Hasta cuándo os tendré que soportar? Traédmelo».
Se lo llevaron.
El espíritu, en cuanto vio a Jesús, retorció al niño; este cayó por tierra y se revolcaba echando espumarajos.
Jesús preguntó al padre:
«¿Cuánto tiempo hace que le pasa esto?»
Contestó él:
«Desde pequeño. Y muchas veces hasta lo ha echado al fuego y al agua para acabar con él. Si algo puedes, ten lástima de nosotros y ayúdanos».
Jesús replicó:
«¿Si puedo? Todo es posible al que tiene fe».
Entonces el padre del muchacho se puso a gritar:
«Creo, pero ayuda mi falta de fe».
Jesús, al ver que acudía gente, increpó al espíritu inmundo, diciendo:
«Espíritu mudo y sordo, yo te lo mando: sal de él y no vuelvas a entrar en él».
Gritando y sacudiéndolo violentamente, salió.
El niño se quedó como un cadáver, de modo que muchos decían que estaba muerto.
Pero Jesús lo levantó cogiéndolo de la mano y el niño se puso en pie.
Al entrar en casa, sus discípulos le preguntaron a solas:
«¿Por qué no pudimos echarlo nosotros?»
El les respondió:
«Esta especie sólo puede salir con oración».

SOLO CON ORACIÓN

Ante la pregunta de los discípulos de por qué no habían podido ellos echar a un demonio, Jesús les responde que solo con oración se puede conseguir.

La oración no es magia, la oración no es analgésico, la oración es fe. Y fe profunda. Adpración y confianza. Esperanza.

La oración es la mayor red social. La oración nos lleva allí donde queremos estar para siempre: el Corazón de Dios. Y allí entenderemos muchas cosas.


domingo, 23 de febrero de 2020

VII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO


Mt 5, 38-48

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Habéis oído que se dijo: "Ojo por ojo, diente por diente". Pero yo os digo: no hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra; al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica, dale también el manto; a quien te requiera para caminar una milla, acompáñale dos; a quien te pide, dale, y al que te pide prestado, no lo rehúyas.
Habéis oído que se dijo: "Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo”.
Pero yo os digo: amad a vuestros enemigos, y rezad por los que os persiguen, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos.
Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y, si saludáis solo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto».

SED SANTOS

Sed santo, sed perfectos. Dos versiones, pero una misma intención por parte de Dios. Ser santos es ser perfectos; perfectos en el seguimiento del Maestro, perfectos en el amor desinteresado al prójimos, perfectos en el perdón, perfectos en la vida diaria.

No se nos pide más, ni nada menos. Nadie dijo que fuera fácil amar a los enemigos, rezar por los que nos persiguen... Por eso se nos pide ser "extra-ordinarios", hacer algo más que lo simplemente ordinario, que lo simplemente diario. Hacer más, algo más que los no creyentes. Porque debemos tender siempre a la perfección. 

Amar al prójimo. Hacer el bien sin mirar a quién. No llevar cuentas del mal. Puede parecer fácil, pero hacerlo con amor cristiano es lo que nos hará perfectos. Seamos extraordinarios. 


viernes, 21 de febrero de 2020

QUIEN SE AVERGÜENCE DE MÍ


 Mc 8, 34-9, 1


En aquel tiempo, llamando a la gente y a sus discípulos, Jesús les dijo:
«Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga. Porque, quien quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará. Pues ¿de qué le sirve al hombre ganar el mundo entero y perder su alma? ¿O qué podrá dar uno para recobrarla? Quien se avergüence de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga con la gloria de su Padre entre sus santos ángeles».
Y añadió:
«En verdad os digo que algunos de los aquí presentes no gustarán la muerte hasta que vean el reino de Dios en toda su potencia».

QUIEN SE AVERGÜENCE DE MÍ

A nosotros, los cristianos, nos parece una falta de respeto que alguien se avergüence de Jesús. Y de sus palabras, de su enseñanza.

De una persona coherente, franca, de corazón limpio, optimista y esperanzada nadie debería avergonzarse. Y así era Jesús.

Debemos estar orgullosos de seguir sus pasos, de querer estar siempre a su lado compartiendo todo lo que tenemos. Y que así lo demostremos con la vida. 


EMPEZÓ A INSTRUIRLOS


Mc 8, 27-33

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se dirigieron a las aldeas de Cesarea de Filipo; por el camino, preguntó a sus discípulos:
«¿Quién dice la gente que soy yo?»
Ellos le contestaron:
«Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, uno de los profetas».
Él les preguntó:
«Y vosotros, ¿quién decís que soy?»
Tomando la palabra Pedro le dijo:
«Tú eres el Mesías».
Y les conminó a que no hablaran a nadie acerca de esto.
Y empezó a instruirlos:
«El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser reprobado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar a los tres días».
Se lo explicaba con toda claridad. Entonces Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo. Pero él se volvió y, mirando a los discípulos, increpó a Pedro:
«¡Ponte detrás de mí, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!»

EMPEZÓ A INSTRUIRLOS

Jesús instruyó a sus discípulos acerca de Sí mismo, del Padre y del Reino. Era parte de su misión.

Hoy en día también nos instruye a nosotros, a cada momento, si nos dejamos.

Que Dios modele nuestro corazón a sus enseñanzas y que seamos dignos discípulos del Maestro.

martes, 18 de febrero de 2020

LLEGARON A BETSAIDA


Mc 8, 22-26


En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron a Betsaida.
Y le trajeron a un ciego pidiéndole que lo tocase.
Él lo sacó de la aldea, llevándolo de la mano, le untó saliva en lo ojos, le impuso las manos y le preguntó:
«¿Ves algo?» 
Levantando los ojos dijo:
«Veo hombres; me parecen árboles, pero andan».
Le puso otra vez las manos en los ojos; el hombre miró: estaba curado y veía todo con claridad.
Jesús lo mandó a casa diciéndole que no entrase en la aldea.

LLEVÁNDOLO DE LA MANO

Así nos lleva siempre Jesús, de la mano. Aun sin saberlo, aun sin ser plenamente conscientes, Él siempre nos lleva de la mano.

Solo hay que dejarse llevar de su mano. No nos llevará a mal lugar, no nos soltará nunca. Porque el que nos lleva es Él.

Confiemos. 


ESTAD ATENTOS


 Mc 8, 14-21

En aquel tiempo, a los discípulos se les olvidó tomar pan, y no tenían más que un pan en la barca.
Y Jesús les ordenaba diciendo:
«Estad atentos, evitad la levadura de los fariseos y de Herodes».
Y discutían entre ellos sobre el hecho de que no tenían panes.
Dándose cuenta, les dijo Jesús:
«¿Por qué andáis discutiendo que no tenéis pan? ¿Aún no entendéis ni comprendéis? ¿Tenéis el corazón embotado? ¿Tenéis ojos y no veis, tenéis oídos y no oís? ¿No recordáis cuántos cestos de sobras recogisteis cuando repartí cinco panes entre cinco mil?»
Ellos contestaron:
«Doce»
«¿Y cuántas canastas de sobras recogisteis cuando repartí siete entre cuatro mil?»
Le respondieron:
«Siete».
Él les dijo:
«¿Y no acabáis de comprender?»

ESTAD ATENTOS

En el evangelio de hoy Jesús nos da una gran recomendación: "Estad atentos". Sí, pero ¿atentos a qué?

A las necesidades de nuestros hermanos, de aquellos que más nos necesitan. Atentos a la Palabra, que nos interpela.

Dejémonos interpelar. Meditemos sobre aquello que debemos estar atentos y pongamos manos a la obra.


UN SIGNO


 Mc 8, 11-13

En aquel tiempo, se presentaron los fariseos y se pusieron a discutir con Jesús; para ponerlo a prueba, le pidieron un signo del cielo.
Jesús dio un profundo suspiro y dijo:
«¿Por qué esta generación reclama un signo? En verdad os digo que no se le dará un signo a esta generación».
Los dejó, se embarcó de nuevo y se fue a la otra orilla.

UN SIGNO

No solo la generación de Jesús recamaba un signo, todas las generaciones pedimos signos.

Signos para creer, signos para seguir, signos para parar, signos de su presencia, signos para entender, signos para...

Y el mayor signo fue el de su Amor, el morir por nosotros en una Cruz, entregarse desinteresadamente y seguir siendo signos después de morir. No tenemos excusa para no seguir, para no creer.++

domingo, 16 de febrero de 2020

VI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO


Mt 5, 17-37

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No creáis que he venido a abolir la Ley y los profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud.
En verdad os digo que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la ley.
El que se salte uno sólo de los preceptos menos importantes, y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos.
Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos.
Porque os digo que si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.
Habéis oído que se dijo a los antiguos: "No matarás", y el que mate será reo de juicio.
Pero yo os digo: todo el que se deja llevar de la cólera contra su hermano será procesado. Y si uno llama a su hermano "imbécil", tendrá que comparecer ante el Sanedrín, y si lo llama "necio", merece la condena de la “gehenna” del fuego.
Por tanto, si cuando vas a presentar tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda.
Con el que te pone pleito, procura arreglarte enseguida, mientras vais todavía de camino, no sea que te entregue al juez, y el juez al alguacil, y te metan en la cárcel. En verdad te digo que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último céntimo.
Habéis oído que se dijo: "No cometerás adulterio".
Pero yo os digo: todo el que mira a una mujer deseándola, ya ha cometido adulterio con ella en su corazón.
Si tu ojo derecho te induce a pecar, sácatelo y tíralo. Más te vale perder un miembro que ser echado entero en la “gehenna”.
Si tu mano derecha te induce a pecar, córtatela y tírala, porque más te vale perder un miembro que ir a parar entero a la “gehenna”.
Se dijo: "El que se repudie a su mujer, que le dé acta de repudio." Pero yo os digo que si uno repudia a su mujer -no hablo de unión ilegítima- la induce a cometer adulterio, y el que se casa con la repudiada comete adulterio.
También habéis oído que se dijo a los antiguos: "No jurarás en falso" y "Cumplirás tus juramentos al Señor".
Pero yo os digo que no juréis en absoluto: ni por el cielo, que es el trono de Dios; ni por la tierra, que es estrado de sus pies; ni por Jerusalén, que es la ciudad del Gran Rey. Ni jures por tu cabeza, pues no puedes volver blanco o negro un solo cabello. Que vuestro hablar sea sí, sí, no, no. Lo que pasa de ahí viene del Maligno».

LA VIDA Y LA MUERTE

Hoy las lecturas nos ponen enfrente las dos posturas que podemos elegir: la vida o la muerte. La vida está de parte de Dios; la muerte, todo lo que no tiene a Dios por principio. Y lo mejor es que Dios nos dio la libertad para elegirle a Él o todo lo que está contra Él. Al crearnos en libertad Dios se la jugó.

No nos quiere robots, no nos quiere asépticos. Nos quiere decididos. Y, como dice el Eclesiástico nos ha puesto delante "fuego y agua", "vida y muerte". A nosotros nos toca decidir. Y ahí está la sabiduría, según san Pablo. Y la alegría: "Dichoso el que camina en la ley del Señor". 

Sabiduría y alegría, dos virtudes que Dios dio a los pequeños en el Reino. Los humildes, los que agradan a Dios nunca elegirán muerte, nunca elegirán la impiedad. Porque Dios "a nadie obligó a ser impío". Elijamos, con la libertad de los hijos de Dios, ser "grandes" en el Reino cumpliendo y enseñando la ley de Dios. 

sábado, 15 de febrero de 2020

SIENTO COMPASIÓN DE LA GENTE


Mc 8, 1-10

Por aquellos días, como de nuevo se había reunido mucha gente y no tenían qué comer, Jesús llamó a sus discípulos y les dijo:
«Siento compasión de la gente, porque llevan ya tres días conmigo y no tienen qué comer, y, si los despido a sus casas en ayunas, van a desfallecer por el camino. Además, algunos han venido desde lejos».
Le replicaron sus discípulos:
« ¿Y de dónde se puede sacar pan, aquí, en despoblado, para saciar a tantos?».
Él les preguntó:
«¿Cuántos panes tenéis?»
Ellos contestaron:
«Siete».
Mandó que la gente se sentara en el suelo, tomando los siete panes, dijo la acción de gracias, los partió y los fue dando a sus discípulos para que los sirvieran. Ellos los sirvieron a la gente.
Tenían también unos cuantos peces; y Jesús pronunció sobres ellos la bendición, y mandó que los sirvieran también.
La gente comió hasta quedar saciada y de los trozos que sobraron llenaron siete canastas; eran unos cuatro mil y los despidió; y enseguida montó en la barca con sus discípulos y se fue a la región de Dalmanuta.


SIENTO COMPASIÓN DE LA GENTE

En el evangelio de hoy Jesús dice a sus discípulos que siente compasión de la gente. Aquella gente que le acompañaba a diario.

Sentir compasión es propio de cristianos, sentir compasión es propio de quien está cerca de Cristo. de su Corazón. Pero no hay que quedarse en sentir compasión.

Por ello, aparte de sentir compasión, contó con sus discípulos para dar de comer a cuatro mil personas. La compasión y la acción hicieron posible el milagro. 




viernes, 14 de febrero de 2020

FIESTA DE SAN CIRILO Y SAN METODIO


Lc 10, 1-9

En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía:
«La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies.
¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias; y no saludéis a nadie por el camino.
Cuando entréis en una casa, decid primero: "Paz a esta casa." Y, si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros.
Quedaos en la misma casa, comiendo y bebiendo de lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa.
Si entráis en una ciudad y os reciben, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, en ella y decidles: "El reino de Dios ha llegado a vosotros"».

EUROPA

Hoy celebramos a san Cirilo y san Metodio, patrones de Europa, evangelizadores principalmente de la Europa eslava. Y el evangelio nos habla de evangelización.

Sin bolsa, sin sandalias de repuesto, sin alforja... hoy vemos que los evangelizadores de otros tiempos fueron unos héroes que nos legaron la fe.

Sin medios de comunicación, sin aviones ni adelantos científicos como tenemos ahora, la fe nos ha llegado. Con los medios que tenemos, transmitamos la fe a las siguientes generaciones.


LA REGIÓN DE TIRO


Mc 7, 24-30


En aquel tiempo, Jesús fue a la región de Tiro.
Entró en una casa procurando pasar desapercibido, pero no logró ocultarse.
Una mujer que tenía una hija poseída por un espíritu impuro se enteró en seguida, fue a buscarlo y se le echó a los pies.
La mujer era pagana, una fenicia de Siria, y le rogaba que echase el demonio de su hija.
Él le dijo:
«Deja que se sacien primero los hijos. No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos».
Pero ella replicó:
« Señor, pero también los perros, debajo de la mesa, comen las migajas que tiran los niños».
Él le contestó:
«Anda, vete, que, por eso que has dicho, el demonio ha salido de tu hija».
Al llegar a su casa, se encontró a la niña echada en la cama; el demonio se había marchado.


LA MUJER ERA PAGANA

En tiempos de Jesús ser mujer no contaba mucho y si era pagana. Pero a Jesús esas cuestiones leguleyas no le interesaban.

A Jesús le interesaba la persona, su corazón, sus circunstancias, su dignidad. Y así sucedía que su trato no era como el de los demás.

Que la gente vea en nosotros servidores de Cristo, decía san Pablo. Que la gente vea en nosotros el mismo trato de Jesús.




miércoles, 12 de febrero de 2020

PURO E IMPURO


 Mc  7, 14-23

En aquel tiempo, llamó Jesús de nuevo a la gente y les dijo:
«Escuchad y entended todos: nada que entre de fuera puede hacer al hombre impuro; lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre».
Cuando dejó a la gente y entró en casa, le pidieron sus discípulos que les explicara la parábola.
Él les dijo:
«¿También vosotros seguís sin entender? ¿No comprendéis? Nada que entre de fuera puede hacer impuro al hombre, porque no entra en el corazón, sino en el vientre y se echa en la letrina».
(Con esto declaraba puros todos los alimentos).
Y siguió:
«Lo que sale de dentro del hombre, eso sí hace impuro al hombre. Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los malos perversos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, malicias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad. Todas esas maldades salen de dentro y hacen al hombre impuro».


DEL CORAZÓN DEL HOMBRE

Ahí, en el corazón se gesta lo bueno y lo malo de las acciones humanas, lo bueno y lo malo de los pensamientos.

Si nuestro corazón pertenece a Dios, si estamos entregados al servicio y la misericordia solo podremos tener corazón para la bueno.

Seamos fieles seguidores de Jesús, coherentes con nuestra fe y así estrenemos cada día un corazón puro para la entrega.


martes, 11 de febrero de 2020

HIPÓCRITAS


Mc 7, 1-13

En aquel tiempo, se reunieron junto a Jesús los fariseos y algunos escribas venidos de Jerusalén; y vieron que algunos discípulos comían con manos impuras, es decir, sin lavarse las manos. (Pues los fariseos, como los demás judíos, no comen sin lavarse antes las manos, restregando bien, aferrándose a la tradición de sus mayores, y, al volver de la plaza, no comen sin lavarse antes, y se aferran a otras muchas tradiciones, de lavar vasos, jarras y ollas.)
Y los fariseos y los escribas le preguntaron:
«¿Por qué no caminan tus discípulos según las tradiciones de los mayores y comen el pan con manos impuras?»
Él les contestó:
«Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, como está escrito:
“Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. El culto que me dan está vacío, porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos.”
Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres».
Y añadió:
«Anuláis el mandamiento de Dios por mantener vuestra tradición. Moisés dijo: “Honra a tu padre y a tu madre” y “el que maldiga a su padre o a su madre es reo de muerte”. Pero vosotros decís: “Si uno le dice a su padre o a su madre: los bienes con que podría ayudarte son ‘corbán’, es decir, ofrenda sagrada”, ya no le permitís hacer nada por su padre o por su madre; invalidando la Palabra de Dios. con esa tradición que os transmitís; y hacéis otras muchas cosas semejantes».


HIPÓCRITAS

Hipócrita es un calificativo que a nadie nos gustaría. Pero hay quien tiene a los cristianos por bastante hipócritas por su diferencia entre sus palabras y obras.

Jesús llamó hipócritas a los fariseos. Es duro que el mismo Jesús te llame hipócrita. Lo contrario es ser coherente. Coherentes con nuestra fe, nuestras creencias.

Miremos qué tenemos que cambiar para no ser considerados hipócritas y seamos coherente con el seguimiento de Jesús. 

LO RECONOCIERON


Mc 6, 53-56

En aquel tiempo, terminada la travesía, Jesús y sus discípulos llegaron a Genesaret y atracaron.
Apenas desembarcados, lo reconocieron y se pusieron a recorrer toda la comarca; cuando se enteraba la gente dónde estaba Jesús, le llevaba los enfermos en camillas.
En los pueblos, ciudades o aldeas donde llegaba colocaban a los enfermos en la plaza y le rogaban que les dejase tocar al menos la orla de su manto; y los que lo tocaban se curaban.

LO RECONOCIERON

Jesús ya tenía una cierta fama adquirida y cuando ina por los diversos pueblos la gente lo reconocñia. Sin que él lo hiciera a propósito.

¿Cuál sería la señal para que se nos reconociese como discípulos de Cristo? ¿Qué tendríamos que cambiar, o no, en nuestras palabras o nuestros actos para que nos reconocieran como cristianos?

Parémonos unos minutos a pensarlo en el día de hoy. Y si alfo debemos cambiar, hagámoslo.



domingo, 9 de febrero de 2020

V DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO


Mt 5, 13-16

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán?
No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente.
Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte.
Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa.
Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielo».

COMO LA AURORA

Así, como la aurora debemos ser para el mundo anuncio de un mediodía lleno de luz. Así, como la aurora debemos anunciar la luz de Cristo, sol de justicia que llega para salvarnos. Cuando digamos "Aquí estoy", brillará nuestra luz en las tinieblas, la oscuridad como el mediodía, como nos dice hoy Isaías.

Y el Salmo nos lo corrobora: "el justo brilla en las tinieblas como una luz". Quizá haya quien solo esté esperando un pequeño rayo de luz para salir adelante, aun sin saberlo. Quizá haya quien solo tenga esperanza al ver cómo brilla la luz de Cristo por nuestro testimonio. Seamos aurora. 

Anunciar a Cristo, y este crucificado, con san Pablo. "Vosotros sois la luz del mundo", nos dice el evangelio. Estamos llamados a ser luz, por lo tanto "alumbre vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielo".


sábado, 8 de febrero de 2020

NO ENCONTRABA NI TIEMPO PARA COMER


 Mc 6, 30-34


En aquel tiempo, los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado.
Él les dijo:
«Venid vosotros a solas a un lugar desierto a descansar un poco».
Porque eran tantos los que iban y venían, que no encontraban tiempo ni para comer.
Se fueron en barca a solas a un lugar desierto.
Muchos los vieron marcharse y los reconocieron; entonces de todas las aldeas fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron. Al desembarcar, Jesús vio una multitud y se compadeció de ella, porque andaban como ovejas que no tienen pastor; y se puso a enseñarles muchas cosas.

NO ENCONTRABA EL TIEMPO NI PARA COMER

La actividad misionera evangélica de Jesús y sus discípulos era tanta que no encontraban tiempo ni para comer. La gente siempre quería escuchar más sobre Dios.

En ocasiones puede que las cosas de Dios nos tengan tan ocupados que, efectivamente no hemos encontrado tiempo ni para comer. A veces la acción agota.

Por eso después nos cuenta el evangelio que se fueron a un lugar apartado a orar. de la oración, del silencio orante surge la fuerza para más amar y más servir.

LA FAMA DE JESÚS


Mc 6, 14-29


En aquel tiempo, como la fama de Jesús se había extendido, el rey Herodes oyó hablar de él.
Unos decían:
«Juan Bautista ha resucitado, y por eso las fuerzas milagrosas actúan en él».
Otros decían:
«Es Elías».
Otros:
«Es un profeta como los antiguos».
Herodes, al oírlo, decía:
«Es Juan, a quien yo decapité, que ha resucitado».
Es que Herodes había mandado prender a Juan y lo había metido en la cárcel encadenado.
El motivo era que Herodes se había casado con Herodías, mujer de su hermano Filipo, y Juan le decía que no le era lícito tener la mujer de su hermano.
Herodías aborrecía a Juan y quería matarlo, pero no podía, porque Herodes respetaba a Juan, sabiendo que era un hombre justo y santo, y lo defendía. Al escucharlo quedaba muy perplejo, aunque lo oía con gusto.
La ocasión llegó cuando Herodes, por su cumpleaños, dio un banquete a sus magnates, a sus oficiales y a la gente principal de Galilea.
La hija de Herodías entró y danzó, gustando mucho a Herodes y a los convidados. El rey le dijo a la joven:
«Pídeme lo que quieras, que te lo daré».
Y le juró:
«Te daré lo que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino».
Ella salió a preguntarle a su madre:
«¿Qué le pido?»
La madre le contestó:
«La cabeza de Juan, el Bautista».
Entró ella enseguida, a toda prisa, se acercó al rey y le pidió:
«Quiero que ahora mismo me des en una bandeja la cabeza de Juan el Bautista».
El rey se puso muy triste; pero, por el juramento y los convidados, no quiso desairarla. En seguida le mandó a uno de su guardia que trajese la cabeza de Juan. Fue, lo decapitó en la cárcel, trajo la cabeza en una bandeja y se la entregó a la joven; la joven se la entregó a su madre.
Al enterarse sus discípulos, fueron a recoger el cadáver y lo pusieron en un sepulcro.

LA FAMA DE JESÚS

La fa,a de Jesús se va extendiendo y la gente le iba siguiendo cada vez más. En este caso la fama hizo que sus seguidores aumentasen.

No debemos dejarnos llevar por la fama, ni aunque hablen bien de nosotros ni aunque hablen mal. Dios sabe por qué y para qué.

Nuestro quehacer diario, nuestra misión diaria, nuestra evangelización diaria nunca dependerá de nuestra buena o mala fama.

jueves, 6 de febrero de 2020

LLAMÓ A LOS DOCE


Mc 6, 7-13

En aquel tiempo, Jesús llamó a los Doce y los fue enviando de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos. Les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más, pero ni pan, ni alforja, ni dinero suelto en la faja; que llevasen sandalias, pero no una túnica de repuesto.
Y decía:
«Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio. Y si un lugar no os recibe ni os escucha, al marcharos sacudíos el polvo de los pies, en testimonio contra ellos».
Ellos salieron a predicar la conversión, echaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban.

SALIERON A PREDICAR LA CONVERSIÓN

Jesús llamó a los Doce y los fue enviando de dos en dos. Ellos salieron a predicar la conversión sin pensar en resultados ni números.

Así deberíamos "salir" nosotros a predicar la conversión de los corazones al Único Corazón que nos ama como nadie lo hará jamás.

Ser discípulos "en salida", para llegar a lo que de verdad importa. Esa es nuestra misión.


miércoles, 5 de febrero de 2020

LO SEGUÍAN SUS DISCÍPULOS


Mc 6, 1-6

En aquel tiempo, Jesús se dirigió a su ciudad y lo seguían sus discípulos.
Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía se preguntaba asombrada:
«¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es esa que le ha sido dada? ¿Y esos milagros que realizan sus manos? ¿No es este el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? Y sus hermanas ¿no viven con nosotros aquí?»
Y se escandalizaban a cuenta de él.
Les decía:
«No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa».
No pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y se admiraba de su falta de fe.
Y recorría los pueblos de alrededor enseñando.

SE ESCANDALIZABAN A CUENTA DE ÉL

Eso pasaba en tiempos de Jesús, que se escandalizaban de Él. La verdad, cientos de años después, miles, seguimos haciéndolo.

Sus palabras revolucionan, escandalizan algunas. Él lo dijo: vino a traer guerra. Y esa revolución y escándalo nos deben servir a los cristianos para algo.

Removernos por dentro, saber que vamos por el buen camino cuando también escandalizan nuestras buenas acciones.Dar ejemplo también es misión.


martes, 4 de febrero de 2020

EL JEFE DE LA SINAGOGA


Mc 5, 21-43

En aquel tiempo, Jesús atravesó de nuevo en barca a la otra orilla, se le reunió mucha gente a su alrededor, y se quedó junto al mar.
Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y, al verlo, se echó a sus pies, rogándole con insistencia:
«Mi niña está en las últimas; ven, impón las manos sobre ella, para que se cure y viva».
Se fue con él, y loo seguía mucha gente que lo apretujaba.
Había una mujer que padecía flujos de sangre desde hacía doce años. Había sufrido mucho a manos de los médicos y se había gastado en eso toda su fortuna; pero, en vez de mejorar, se había puesto peor. Oyó hablar de Jesús y, acercándose por detrás, entre la gente, le tocó el manto, pensando: «Con sólo tocarle el vestido curaré».
Inmediatamente se secó la fuente de sus hemorragias, y notó que su cuerpo estaba curado. Jesús, notando que había salido fuerza de él, se volvió enseguida, en medio de la gente y preguntaba:
«¿Quién me ha tocado el manto?».
Los discípulos le contestaban:
«Ves como te apretuja la gente y preguntas: “¿Quién me ha tocado?”».
Él seguía mirando alrededor, para ver quién había hecho esto. La mujer se acercó asustada y temblorosa, al comprender lo que le había ocurrido, se le echó a los pies y le confesó toda la verdad.
Él le dice:
«Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz y queda curada de tu enfermedad».
Todavía estaba hablando, cuando llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle:
«Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al maestro?».
Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga:
«No temas; basta que tengas fe».
No permitió que lo acompañara nadie, más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegan a casa del jefe de la sinagoga y encuentra el alboroto de los que lloraban y se lamentaban a gritos y después de entrar les dijo:
«¿Qué estrépito y qué lloros son estos? La niña no está muerta, está dormida».
Se reían de él. Pero él los echó fuera a todos y, con el padre y la madre de la niña y sus acompañantes, entró donde estaba la niña, la cogió de la mano y le dijo:
«Talitha qumi» (que significa: «Contigo hablo, niña, levántate»).
La niña se levantó inmediatamente y echó a andar; tenía doce años. Y quedaron fuera de sí llenos de estupor.
Les insistió en que nadie se enterase; y les dijo que dieran de comer a la niña.


JAIRO Y SU HIJA

En contra de lo que pudiera parecer, a Jesús no le gustaba hacer milagros. Los hacía por compasión y misericordia, pero se podían interpretar de otra manera.

Por eso era tan reticente a hacerlos. El evangelio de hoy nos presenta a la hija del jefe de la sinagoga muerta, aunque Él dice que está dormida. Solo se llevó con Él a los más cercanos.

La niña se levantó a la voz de Jesús. Y quedó curada. Levantémonos también nosotros a su voz y queramos ser curados siempre por Él.


domingo, 2 de febrero de 2020

LA REGIÓN DE LOS GERASENOS


Mc 5, 1-20


En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron a la otra orilla del mar, a la región de los gerasenos.
Apenas desembarcó, le salió al encuentro, de entre los sepulcros, un hombre poseído de espíritu inmundo. Y es que vivía entre los sepulcros; ni con cadenas podía ya nadie sujetarlo; muchas veces lo habían sujetado con cepos y cadenas, pero él rompía las cadenas y destrozaba los cepos, y nadie tenía fuerza para dominarlo. Se pasaba el día y la noche en los sepulcros y en los montes, gritando e hiriéndose con piedras. Viendo de lejos a Jesús, echó a correr, se postró ante él y gritó con voz potente:
«¿Qué tienes que ver conmigo, Jesús, Hijo de Dios altísimo? Por Dios te lo pido, no me atormentes».
Porque Jesús le estaba diciendo:
«Espíritu inmundo, sal de este hombre».
Y le preguntó:
«¿Cómo te llamas?»
El respondió:
«Me llamo Legión, porque somos muchos».
Y le rogaba con insistencia que no los expulsara de aquella comarca.
Había cerca una gran piara de cerdos paciendo en la falda del monte. Los espíritus le rogaron:
«Envíanos a los cerdos para que entremos en ellos».
Él se lo permitió. Los espíritus inmundos salieron del hombre y se metieron en los cerdos; y la piara, unos dos mil, se abalanzó acantilado abajo al mar y se ahogó en el mar.
Los porquerizos huyeron y dieron la noticia en la ciudad y en los campos. Y la gente fue a ver qué había pasado.
Se acercaron a Jesús y vieron al endemoniado que había tenido la legión, sentado, vestido y en su juicio. Y se asustaron.
Los que lo habían visto les contaron lo que había pasado al endemoniado y a los cerdos. Ellos le rogaban que se marchase de su comarca.
Mientras se embarcaba, el que había estado poseído por el demonio le pidió que le permitiese estar con él. Pero no se lo permitió, sino que le dijo:
«Vete a casa con los tuyos y anúnciales lo que el Señor ha hecho contigo y que ha tenido misericordia de ti».
El hombre se marchó y empezó a proclamar por la Decápolis lo que Jesús había hecho con él; todos se admiraban.

ANÚNCIALES LO QUE EL SEÑOR HA HECHO CONTIGO

Quizá es lo que debemos hacer para evangelizar: anunciar lo que el Señor ha hecho con nosotros, en nuestra vida, en nuestras realidades.

Porque Él está y es siempre. Él hace con nosotros obras grandes cada día. Lo que nos pide es que lo anunciemos a todos.

Pensemos en cada uno de sus dones en nosotros y en los dones de cada persona. Demos gracias por ello y evangelicemos con ello.


IV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO. PRESENTACIÓN DEL SEÑOR


Lc 2, 22-32


Cuando se cumplieron los días de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: «Todo varón primogénito varón será consagrado al Señor», y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: «un par de tórtolas o dos pichones».
Había entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo estaba con él. Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo.
Y cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo acostumbrado según la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo:
«Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel».

LUZ Y GLORIA

Así define Simeón a Jesús al tenerlo en sus brazos bendiciendo a Dios el día de su presentación en el Templo. Simeón profetizó lo que ahora es Jesús para el mundo y para cada uno de nosotros: luz y gloria. Luz porque nos ilumina y guía y gloria porque no puede haber mayor gloria que conocer a Jesús y seguirle a donde quiera que vaya.

Hay que dejarle entrar en nuestras vidas: ¡que se alcen ñas compuertas, que entre el rey de la gloria! como nos dice hoy el Salmo. Que entre, que entre hasta lo más profundo de nosotros, que habite, que nos sintamos habitados por su presencia, por su luz y por su gloria.

Luz, fuego de fundidor que refina la plata, como dice Malaquías. Fuego ardiente de amor eterno, ese es Dios. Recibirá nuestra ofrenda justa, que agradará al Señor. Seamos luz también para nuestros hermanos, para que vean la gloria de Dios. 


sábado, 1 de febrero de 2020

LA OTRA ORILLA


Mc 4, 35-41

Aquel día, al atardecer, dice Jesús a sus discípulos:
«Vamos a la otra orilla».
Dejando a la gente, se lo llevaron en barca, como estaba; otras barcas lo acompañaban. Se levantó una fuerte tempestad y las olas rompían contra la barca hasta casi llenarla de agua. Él estaba en la popa, dormido sobre un cabezal.
Lo despertaron, diciéndole:
«Maestro, ¿no te importa que perezcamos?»
Se puso en pie, increpó al viento y dijo al mar:
«¡Silencio, enmudece!»
El viento cesó y vino una gran calma.
Él les dijo:
«¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?»
Se llenaron de miedo y se decían unos a otros:
« ¿Pero quién es éste? ¡Hasta el viento y las aguas le obedecen!»

¿POR QUÉ TENÉIS MIEDO?

Es la pregunta que hoy nos hace Jesús. El miedo es humano y no seríamos sinceros si dijéramos que no tenemos miedo de algo. 

Pero en cuanto Jesús habló "vino una gran calma". Y es que con Jesús los problemas, las situaciones, los miedos se sobrellevan de otra manera.

La calma llega al tener fe en Él, la calma llega cuando escuchamos su Palabra, la calma llega cuando estamos en Él.