jueves, 27 de febrero de 2020

JUEVES DESPUÉS DE CENIZA


Lc 9, 22-25

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día».
Entonces decía a todos:
«Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz cada día y me siga. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde o se arruina a sí mismo?»

SU CRUZ CADA DÍA

Ayer nos recordaba la Celebración de la Eucaristía que somos ceniza y que la conversión es nuestra tarea, en esta Cuaresma y siempre.

Hoy el evangelio nos habla de cruz, de la Cruz de Jesús y de la nuestra, la que debemos llevar cada día, porque cada día trae su afán.

Tomemos nuestra cruz, la de cada día, detrás de Aquel que nos enseñó a llevarla, a cargarla y a transformarla en Resurrección.



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