lunes, 23 de agosto de 2021

HIPÓCRITAS

Mt 23, 13-22

En aquel tiempo, Jesús dijo:
«¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que cerráis a los hombres el reino de los cielos!
Ni entráis vosotros, ni dejáis entrar a los que quieren.
¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que viajáis por tierra y mar para ganar un prosélito, y cuando lo conseguís, lo hacéis digno de la “gehenna” el doble que vosotros!
¡Ay de vosotros, guías ciegos, que decís: “Jurar por el templo no obliga, jurar por el oro del templo sí obliga”! ¡Necios y ciegos! ¿Qué es más, el oro o el templo que consagra el oro?
O también: “Jurar por el altar no obliga, jurar por la ofrenda que está en el altar sí obliga” ¡Ciegos! ¿Qué es más, la ofrenda o el altar que consagra la ofrenda? Quien jura por el altar, jura por él y por quien habita en él; y quien jura por el cielo, jura por el trono de dios y también por el que está sentado en él».

HIPÓCRITAS

Jesús, cuando quería denunciar las injusticias que se hacían en nombre de Dios, lo hacía con fuerza e intensidad. Llamar hipócritas a los fariseos era ganarse muchos enemigos.

Pero Él era Jesús y los fariseos eran unos hipócritas. Quizá hoy también nos lo llamaría a nosotros. Los cristianos no debemos ser hipócritas, sino cristalinos y transparentes.

Auténticos, como el mejor oro; auténticos, como la mejor perla; auténticos, como Jesús, sin doblez. así nos quiere, sin hipocresía. 

XXI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

 Jn 6,60-69


En aquel tiempo, muchos de los discípulos de Jesús, dijeron:
«Este modo de hablar es duro, ¿quién puede hacerle caso?»
Sabiendo Jesús que sus discípulos lo criticaban, les dijo:
«¿Esto os escandaliza?, ¿y si vierais al Hijo del hombre subir a donde estaba antes? El Espíritu es quien da vida; la carne no sirve de nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y vida. Y con todo, hay algunos de vosotros que no creen».
Pues Jesús sabía desde el principio quiénes no creían y quién lo iba a entregar.
Y dijo:
«Por eso os he dicho que nadie puede venir a mí si el Padre no se lo concede».
Desde entonces, muchos discípulos suyos se echaron atrás y no volvieron a ir con él.
Entonces Jesús les dijo a los Doce:
«¿También vosotros queréis marcharos?»
Simón Pedro le contestó:
«Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios».

¿TAMBIÉN VOSOTROS QUERÉIS MARCHAROS?

Ahora que tanta gente abandona la práctica de la religión, que las iglesias están ¿vacías?, que siempre nos vemos los mismos en los mismos sitios y responsabilidades de la Iglesia tiene sentido también esa pregunta.

¿También vosotros queréis marcharos? Es Jesús quien nos hace esa pregunta al corazón. Miremos nuestra realidad, nuestra relación con Él y pensemos en la pregunta.

De la respuesta surgirá nuestro estilo de vida, nuestra esperanza, la manera en cómo empleamos el tiempo y nuestras manos, nuestros talentos. No abandonemos al que nunca nos abandona.

PARA QUE LOS VEA LA GENTE

 Mt 23, 1-12

En aquel tiempo, habló Jesús a la gente y a sus discípulos, diciendo:
«En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos: haced y cumplid todo lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos dicen , pero no hacen.
Lían fardos pesados y se los cargan a la gente en los hombros, pero ellos no están dispuestos a mover un dedo para empujar.
Todo lo que hacen es para que los vea la gente: alargan las filacterias y agrandan las orlas del manto; les gustan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; que les hagan reverencias en las plazas y que la gente los llame “rabbi”.
Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar “rabbi”, porque uno solo es vuestro maestro, y todos vosotros sois hermanos.
Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el del cielo.
No os dejéis llamar maestros, porque uno solo es vuestro maestro, el Mesías.
El primero entre vosotros será vuestro servidor.
El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido».

PARA QUE LOS VEA LA GENTE

La caridad se hace, y punto. Aunque a veces se vea su cara en la de algunas personas que hacen todo por los demás. A veces es inevitable.

Pero la caridad no debería tener cara, sino manos, pies y corazón. Y, claro, no ejercer la caridad para que nos vea la gente. Es una incongruencia.

Debemos r caritativos y sencillos, caritativos y anónimos. Aunque a veces esas manos, pies y corazón sorprendan con una cara alegre y conocida. 

AMARÁS

 Mt 22, 34-40

En aquel tiempo, los fariseos, al oír que Jesús había hecho callar a los saduceos, se reunieron en un lugar y uno de ellos, un doctor de la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba:
«Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?»
Él le dijo:
«”Amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente”.
Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él:
“Amarás a tu prójimo como a ti mismo”.
En estos dos mandamientos se sostienen toda la Ley y los Profetas».

AMARÁS

Es lo que se nos manda, amar. ¿Fácil, verdad? Aunque a veces nos parezca tan difícil. Amar a todo y  todos.

Siempre, en cualquier situación, ante cualquier circunstancia, a todos, sin distinción, sin excluir a nadie.

Amar como Dios, no se nos pide otra cosa. 

jueves, 19 de agosto de 2021

EL BANQUETE

 Mt 22, 1-14

En aquel tiempo, Jesús volvió hablar en parábolas a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo, diciendo:
«El reino de los cielos se parece a un rey que celebraba la boda de su hijo; mandó a sus criados para que llamaran a los convidados, pero no quisieron ir. Volvió a mandar otros criados, encargándoles que dijeran a los convidados:
“Tengo preparado el banquete, he matado terneros y reses cebadas, y todo está a punto. Venid a la boda”.
Pero ellos no hicieron caso; uno se marchó a sus tierras, otro a sus negocios; los demás agarraron a los criados y los maltrataron y los matarlos.
El rey montó en cólera, envió sus tropas, que acabaron con aquellos asesinos y prendieron fuego a la ciudad.
Luego dijo a sus criados:
“La boda está preparada, pero los convidados no se la merecían. Id ahora a los cruces de los caminos, y a todos los que encontréis, convidadlos a la boda.”
Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos. La sala del banquete se llenó de comensales. Cuando el rey entró a saludar a los comensales, reparó en uno que no llevaba traje de fiesta y le dijo: “Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin el vestido de boda?”
El otro no abrió la boca.
Entonces el rey dijo a los servidores:
“Atadlo de pies y manos y arrojadlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes”.
Porque muchos son los llamados, pero pocos los elegidos».

EL BANQUETE

En todo banquete hay anfitriones, invitados, comensales, comida, bebida, alegría, música... y así es el banquete al que nos invita a diario Jesús.

El banquete del que nos habla hoy el evangelio es al que somos invitados. Debemos ir con el vestido adecuado, limpio.

No seamos de los que rechazamos la invitación, al contrario, respondamos siempre con un Sí a las invitaciones de Dios. Siempre será un banquete.

PENSABAN QUE RECIBIRÍAN MÁS

 Mt 20, 1-16a

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:
«El reino de los cielos se parece a un propietario que al amanecer salió a contratar jornaleros para su viña. Después de ajustarse con ellos en un denario por jornada, los mandó a la viña.
Salió otra vez a media mañana, vio a otros que estaban en la plaza sin trabajo, y les dijo:
“Id también vosotros a mi viña, y os pagaré lo debido”.
Ellos fueron.
Salió de nuevo hacia mediodía y a media tarde, e hizo lo mismo.
Salió al caer la tarde y encontró a otros, parados, y les dijo:
"¿Cómo es que estáis aquí el día entero sin trabajar?”
Le respondieron:
“Nadie nos ha contratado”.
Él les dijo:
“Id también vosotros a mi viña”.
Cuando oscureció, el dueño dijo al capataz:
“Llama a los jornaleros y págales el jornal, empezando por los últimos y acabando por los primeros”.
Vinieron los del atardecer y recibieron un denario cada uno.
Cuando llegaron los primeros, pensaban que recibirían más, pero ellos también recibieron un denario cada uno. Al recibirlo se pusieron a protestar contra el amo:
“Estos últimos han trabajado solo una hora y los has tratado igual que a nosotros, que hemos aguantado el peso del día y el bochorno”.
Él replicó a uno de ellos:
“Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No nos ajustamos en un denario? Toma lo tuyo y vete. Quiero darle a este último igual que a ti. ¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis asuntos? ¿O vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?”.
Así, los últimos serán los primeros y los primeros los últimos».

PENSABAN QUE RECIBIRÍAN MÁS

En el evangelio de hoy Jesús nos habla de últimos, primeros, pagas, denarios, más, menos, iguales, diferentes.

Los primeros pensaban que recibirían más. Y es que en los temas de Dios no se puede ser egoísta.

Sencillez, aceptación y saber que Dios siempre nos dará todo, absolutamente todo lo que necesitemos. 

CIEN VECES MÁS

 Mt 19, 23-30

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
«En verdad os digo que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. Lo repito: más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de los cielos».
Al oírlo, los discípulos dijeron espantados:
«Entonces, ¿quién puede salvarse?»
Jesús se les quedó mirando y les dijo:
«Es imposible para los hombres, pero Dios lo puede todo».
Entonces dijo Pedro a Jesús:
«Ya ves, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué nos va a tocar?»
Jesús les dijo:
«En verdad os digo: cuando llegue la renovación y el Hijo del hombre se siente en el trono de su gloria, también vosotros, los que me habéis seguido, os sentaréis en doce tronos para juzgar a las doce tribus de Israel.
Todo el que por mí deja casa, hermanos o hermanas, padre o madre, mujer, hijos o tierras, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna.
Pero muchos primeros serán últimos y muchos últimos primeros».

CIEN VECES MÁS

Es la promesa de Jesús. El que le siga y deje todo por Él, recibirá cien veces más en todo.

¡Y qué verdad es! Lo dijo y lo cumple a diario. dejarlo todo por Él, dejarlo todo en sus manos se nos devuelve a diario cien veces más cumplido.

Dejémonos en sus manos, abandono de niño en brazos de su padre. Y Él hará el resto.


UNO SOLO ES BUENO

  Mt 19, 16-22

En aquel tiempo, se acercó uno a Jesús y le preguntó:
«Maestro, ¿qué tengo que hacer de bueno para obtener la vida eterna?»
Jesús le contestó:
« ¿Por qué me preguntas qué es bueno? Uno solo es Bueno. Mira, si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos».
Él le preguntó:
«¿Cuáles?»
Jesús le contestó:
«No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre, y ama a tu prójimo como a ti mismo».
El joven le dijo:
«Todo eso lo he cumplido. ¿Qué me falta?»
Jesús le contestó:
«Si quieres ser perfecto, anda, vende tus bienes, da el dinero a los pobres – así tendrás un tesoro en el cielo - y luego ven y sígueme».
Al oír esto, el joven se fue triste, porque era muy rico.

UNO SOLO ES BUENO

Bueno es Dios y nosotros aprendemos de Él, que es la Bondad absoluta. Debemos ser los apóstoles de la Bondad.

En este mundo tan castigado por la maldad, consciente o inconsciente, de algunas personas debemos defender la práctica de la bondad.

Sed buenos, sed perfectos, como vuestro Padre es Bueno y Perfecto.

XX DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO. SOLEMNIDAD DE LA ASUNCIÓN DE MARÍA

 Lc 1, 39-56

En aquellos días, María se levantó y se puso en camino de prisa hacia la montaña, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
Aconteció que. en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel de Espíritu Santo y levantando la voz, exclamó:
«¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!
¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Pues, en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Bienaventurada la que ha creído, porque lo que le ha dicho el Señor se cumplirá».
María dijo:
«Proclama mi alma la grandeza del Señor, “se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humildad de su esclava”.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes en mi: “su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación”.
Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, “derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia” - como lo había prometido a “nuestros padres” - en favor de Abrahán y su descendencia por siempre».
María se quedó con Isabel unos tres meses y volvió a su casa.

SE PUSO EN CAMINO

María se puso en camino. El amor, y más el amor de una madre, nunca está quieto ni inerte. María llevaba al Amor mismo en su seno, por eso el amor al prójimo brotaba en sus acciones.

María estuvo toda su vida en camino, ayudando, rezando, ofreciéndose. Camino de amor y entrega, ofrenda de misericordia y bondad. maría guardaba todo en su corazón.

Y al final de su vida fue asunta al cielo. Final de su vida en la tierra y comienzo de nuestra dicha por tener la mejor intercesora. maría, asunta al Cielo, ruega por nosotros. 

LE PRESENTARON UNOS NIÑOS

   Mt 19, 13-15

En aquel tiempo, le presentaron unos niños a Jesús para que les impusiera las manos y orase, pero los discípulos los regañaban.
Jesús dijo:
«Dejadlos, no impidáis a los niños acercarse a mí; de los que son como ellos es el reino de los cielos».
Les impuso las manos y se marchó de allí.

LE PRESENTARON UNOS NIÑOS

De los que son como ellos es el reino de los cielos. Aceptar y vivir el Reino con la inocencia y la felicidad de los niños podría ser un buen propósito.

Sorprendernos y dejarnos sorprender siempre por la Bondad y el Amor. Dios, que está siempre dispuesto a dar su Amor, nos sorprende a cada instante.

Recibamos el Reino como los niños, aceptando que la generosidad de Dios es insuperable.

NO TODOS ENTIENDEN ESTO

 Mt 19, 3-12

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos fariseos y le preguntaron, para ponerlo a prueba:
«¿Es lícito a un hombre repudiar a su mujer por cualquier motivo?»
Él les respondió:
« ¿No habéis leído que el Creador, en el principio, los creó hombre y mujer, y dijo: “Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne”? De modo que ya no son dos, sino una sola carne.
Pues lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre».
Ellos insistieron:
« ¿Y por qué mandó Moisés darle acta de divorcio y repudiarla? »
Él les contestó:
«Por la dureza de vuestro corazón os permitió Moisés repudiar a vuestras mujeres; pero, al principio, no era así. Pero yo os digo que, si uno repudia a su mujer - no hablo de unión ilegítima - y se casa con otra, comete adulterio».
Los discípulos le replicaron:
«Si esa es la situación del hombre con la mujer, no trae cuenta casarse».
Pero él les dijo:
«No todos entienden esto, solo los que han recibido ese don. Hay eunucos que salieron así del vientre de su madre, a otros los hicieron los hombres, y hay quienes se hacen eunucos ellos mismos por el reino de los cielos. El que pueda entender, entienda».

NO TODOS ENTIENDEN ESTO

Por mucho que Jesús insistía y explicaba las parábolas y profundizaba en su doctrina para que la entendiesen mejor, no acababan de entender.

Entender, comprender todo aquello que nos dice y nos explica Dios, es un don. Y no acabamos de entender.

pasar tiempo con Él, profundizar en su Corazón, cantarle y contarle todo lo nuestro nos hará entender lo único importante: su Amor.

DE CORAZÓN

 Mt18, 21-19, 1

En aquel tiempo, acercándose Pedro a Jesús le preguntó:
«Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonarlo? ¿Hasta siete veces?»
Jesús le contesta:
«No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Por esto, se parece el reino de los cielos a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus criados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así.
El criado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo:
"Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré todo".
Se compadeció el señor de aquel criado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda. Pero, al salir, el criado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba, diciendo:
"Págame lo que me debes".
El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba, diciendo:
"Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré".
Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía.
Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo:
"¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo rogaste. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?"
Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda.
Lo mismo hará con vosotros mi Padre celestial, si cada cual no perdona de corazón a su hermano».
Cuando acabó Jesús estos discursos, partió de Galilea y vino a la región de Judea, al otro lado del Jordán.

DE CORAZÓN

Así es como hay que perdonar, como nos dice hoy el evangelio. Perdono, pero no olvido es una frase que solemos escuchar y, a veces, también la solemos decir.

Perdonar de corazón es perdonar y olvidar. Que no quede nada en nuestra memoria de rencor ni maldad.

Así perdona Dios, de corazón. Perdonad como somos perdonados por Dios, La vida nos cambiará. 


DONDE DOS O TRES

  Mt 18, 15-20

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Si tu hermano peca contra ti, repréndelo estando los dos a solas. Si te hace caso, has salvado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un pagano o un publicano.
En verdad os digo que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en los cielos.
Os digo, además, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre que está en los cielos. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos».

DONDE DOS O TRES

El cristiano es comunitario por excelencia. Como Dios Trinidad. Uno y Trino. No somos islas, somos comunidad.

Donde dos o tres estén reunidos, allí está Dios. Somos Uno, somos Unidad. la fe también se vive en común.

Somos más que dos o tres. Somos muchos con una misma fe y un mismo Dios. Vivamos la Comunidad.

martes, 10 de agosto de 2021

DONDE ESTÉ YO

 Jn 12, 24-26

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«En verdad, en verdad os digo: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto.
El que ama a sí mismo, se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se guardará para la vida eterna. El que quiere servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sierva, el Padre lo honrará».


DONDE ESTÉ YO

¡Que mejor lugar para estar, vivir, sentir, amar que donde esté Jesús! Y hoy nos dice que donde esté Él, allí estará su servidor.

Ser servidor de Jesús. ¿Cabe mayor honor y delicia en esta vida? Servir a Dios y al prójimo, con elegancia, con transparencia y serenidad.

Servir es reinar. Seamos grano de trigo fecundo y el Padre nos honrará.

SERÁ ENTREGADO

 Mt 17, 22-27

En aquel tiempo, mientras Jesús y los discípulos recorrían juntos Galilea, les dijo:
«El Hijo del hombre será entregado en manos de los hombres, lo matarán, pero resucitará al tercer día».
Ellos se pusieron muy tristes.
Cuando llegaron a Cafarnaún, los que cobraban el impuesto de las dos dracmas se acercaron a Pedro y le preguntaron:
«¿Vuestro Maestro no paga las dos dracmas?»
Contestó:
«Si».
Cuando llegó a casa, Jesús se adelantó a preguntarle:
«¿Qué te parece, Simón? Los reyes del mundo, ¿a quién le cobran impuestos y tasas, a sus hijos o a los extraños?».
Contestó:
«A los extraños».
Jesús le dijo:
«Entonces, los hijos están exentos. Sin embargo, para no darles mal ejemplo, ve al mar, echa el anzuelo, coge el primer pez que pique, ábrele la boca y encontrarás una moneda de plata. Cógela y págales por mí y por ti».

SERÁ ENTREGADO

Cuando Jesús dijo esto a los apóstoles se pusieron muy tristes. Normal, por otra parte.

Si a cualquiera nos dijeran que algo malo le va a pasar a alguien que queremos, también nos pondríamos tristes.

Pero la muerte de Jesús, su Cruz, fue motivo de alegría y resurrección. Nos nos pongamos tristes: la cruz trae la luz.

XIX DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

 Jn 6, 41-51

En aquel tiempo, los judíos murmuraban de Jesús porque había dicho: «Yo soy el pan bajado del cielo», y decían:
«¿No es este Jesús, el hijo de José? ¿No conocemos a su padre y a su madre? ¿Cómo dice ahora que ha bajado del cielo?»
Jesús tomó la palabra y les dijo:
«No critiquéis. Nadie puede venir a mí si no lo atrae el Padre que me ha enviado.
Y yo lo resucitaré en el último día.
Está escrito en los profetas: “Serán todos discípulos de Dios”.
Todo el que escucha al Padre y aprende, viene a mí.
No es que alguien haya visto al Padre, a no ser el que está junto a Dios: ese ha visto al Padre. En verdad, en verdad os digo: el que cree tiene vida eterna.
Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron en el desierto el maná y murieron: este es el pan que baja del cielo, para que el hombre coma de él y no muera.
Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre.
Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo».

EL PAN BAJADO DEL CIELO

Este domingo todas las lecturas, aunque no nos lo parezca, se refieren a la Eucaristía. Elías estaba derrotado, no podía más, y recibió un alimento que le dio fuerzas hasta el final del camino.

El Salmo nos habla de lo bueno que es el Señor, que lo gustemos. Y Pablo nos habla de entrega, de ofrenda, de víctima de suave olor.

¿Se podría definir la Eucaristía de forma más preciosa? Es nuestro alimento, se entregó hasta darnos su Cuerpo. Gustad y ved qué bueno es el Señor. 

POR VUESTRA POCA FE

 Mt 17, 14-20

En aquel tiempo, se acercó a Jesús un hombre que, de rodillas, le dijo:
«Señor, ten compasión de mi hijo que es lunático y sufre mucho: muchas veces se cae en el fuego o en el agua. Se lo he traído a tus discípulos, y no han sido capaces de curarlo».
Jesús tomó la palabra y dijo:
«¡Generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros, hasta cuándo tendré que soportaros? Traédmelo».
Jesús increpó al demonio, y salió; en aquel momento se curó el niño.
Los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron aparte:
«¿Y por qué no pudimos echarlo nosotros?».
Les contestó:
«Por vuestra poca fe. En verdad os digo que, si tuvierais fe como un grano de mostaza, le diríais a aquel monte: “Trasládate desde ahí hasta aquí”, y se trasladaría. Nada os sería imposible».

POR VUESTRA POCA FE

Eso nos dice hoy Jesús. Por nuestra poca fe no podemos hacer más y conseguir más de lo que conseguimos a diario.

La fe es don, regalo al alama. La fe es trabajo diario y con tesón. Fe, esperanza activa, creer.

Crecer en la fe. Que nunca sea poca. Hagamos que crezca cada día.

LA TRANSFICURACIÓN DEL SEÑOR

 Mc 9, 2-10

En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, subió aparte con ellos solos a un monte alto, y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo.
Se les parecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús:
Entonces Pedro tomó la palabra y dijo a Jesús:
«Maestro, ¡qué bueno es que estemos aquí! Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías».
No sabía qué decir, pues estaban asustados.
Se formó una nube que los cubrió y salió una voz de la nube: «Este es mi Hijo, el amado; escuchadlo».
De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos.
Cuando bajaban del monte, les ordenó que no contasen a nadie lo que habían visto hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos.
Esto se les quedo grabado y discutían qué quería decir aquello de resucitar de entre los muertos.

TRANSFIGURACIÓN

Pasaron a otra dimensión, otro nivel de unión con Dios, otra dimensión del corazón y de la mente en la que se encontraron en un abismo de amor.

¿Podríamos llamar así a la Transfiguración? Un latido eterno de amor, sentido en lo más profundo del ser.

Y a partir de ese día Pedro, Santiago y Juan sintieron nostalgia del mayor Amor. Transfigúrame, Señor, transfigúrame.

PREGUNTÓ A SUS DISCÍPULOS

 Mt 16, 13-23

En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos:
«¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?».
Ellos contestaron:
«Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas».
Él les preguntó:
«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?»
Simón Pedro tomó la palabra y dijo:
«Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo».
Jesús le respondió:
«¡Bienaventurado tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos.
Ahora yo te digo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra, quedará atado en los cielo, y lo que desates en la tierra, quedará desatado en los cielos»
Y les mandó a los discípulos que no dijesen a nadie que él era el Mesías.
Desde entonces comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho por parte de los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, y que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día.
Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo:
«¡Lejos de ti tal cosa, Señor! Eso no puede pasarte».
Jesús se volvió y dijo a Pedro:
«¡Ponte detrás de mí, Satanás! Eres para mí piedra de tropiezo, porque tú piensas como los hombres, no como Dios».

PREGUNTÓ A SUS DISCÍPULOS

Si te encontrases con Jesús, ¿qué crees que te preguntaría? ¿Qué piensas? Preguntaría por ti, por tu familia, por tus estudios...

¿O preguntaría por todo aquello que te preocupa? ¿Te preguntaría por tu fe, por tu corazón?

Ora sobre ello. Y de tu respuesta sabrás qué relación existe entre tú y Jesús. 


TEN COMPASIÓN DE MÍ

 Mt 15, 21-28

En aquel tiempo, Jesús se retiró al país de Tiro y Sidón.
Entonces una mujer cananea, saliendo de uno de aquellos lugares, se puso a gritarle:
«Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David. Mi hija tiene un demonio muy malo».
Él no le respondió nada. Entonces los discípulos se le acercaron a decirle:
«Atiéndela, que viene detrás gritando»
Él les contestó:
«Solo he sido enviado a las ovejas descarriadas de Israel».
Ella se acerco y se postró ante él diciendo:
«Señor, ayúdame».
Él le contestó:
«No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos».
Pero ella repuso:
«Tienes razón, Señor; pero también los perritos se comen las migajas que caen de la mesa de los amos».
Jesús le respondió:
«Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas».
En aquel momento quedó curada su hija.

TEN COMPASIÓN DE MÍ

El grito de la mujer cananea a Jesús todavía resuena hoy en nuestros oídos y en nuestro corazón. ¡Cuántas veces lo habremos dicho¡

Y sí, Jesús claro que tiene compasión. Una compasión infinita que nos demuestra a cada momento.

Jesús compasivo es el que espera de nosotros compasión hacia el prójimo.


SUBIÓ AL MONTE A SOLAS PARA ORAR

 Mt 14, 22-36

Después que la gente se hubo saciado, enseguida Jesús apremió a sus discípulos a que subieran a la barca y se le adelantaran a la otra orilla, mientras él despedía a la gente.
Y después de despedir a la gente, subió al monte a solas para orar. Llegada la noche, estaba allí solo.
Mientras tanto, la barca iba ya muy lejos de tierra, sacudida por las olas, porque el viento era contrario. A la cuarta vela de la noche se les acercó Jesús andando sobre el mar. Los discípulos, viéndole andar sobre el agua, se asustaron y gritaron de miedo, pensando que era un fantasma.
Jesús les dijo enseguida:
«¡ Ánimo, soy yo, no tengáis miedo! »
Pedro le contestó:
«Señor, si eres tú, mándame ir hacia ti sobre el agua».
Él le dijo:
«Ven».
Pedro bajó de la barca y echó a andar sobre el agua, acercándose a Jesús; pero, al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, empezó a hundirse y gritó:
«Señor, sálvame».
Enseguida Jesús extendió la mano, lo agarró y le dijo:
«¡Hombre de poca fe! ¿Por qué has dudado?».
En cuanto subieron a la barca amainó el viento.
Los de la barca se postraron ante él, diciendo:
«Realmente eres Hijo de Dios».
Terminada la travesía, llegaron a tierra en Genesaret. Y los hombres de aquel lugar apenas lo reconocieron, pregonaron la noticia por toda aquella comarca y trajeron a todos los enfermos.
Le pedían tocar siquiera la orla de su manto. Y cuantos la tocaban quedaban curados.

SUBIÓ AL MONTE A SOLAS PARA ORAR

Como siempre, Jesús también nos da ejemplo en la oración. Dice el evangelio que subió. Dios es siempre más y por eso hay que subir.

Y los montes siempre han sido en la Biblia lugares de encuentro. Deberíamos subir a un monte, aunque no sea literalmente, a diario.

A orar. Porque sin oración nada de lo que hagamos tiene sentido y menos, sentido cristiano. Oremos a diario, subamos a ese monte.

Y SE SACIARON

 Mt 14, 13-21

En aquel tiempo, al enterarse Jesús de la muerte de Juan, el Bautista, se marchó de allí en barca, a solas, a un lugar desierto. Cuando la gente lo supo, lo siguió por tierra desde los poblados.
Al desembarcar vio Jesús una multitud, se compadeció de ella y curó a los enfermos. Como se hizo tarde, se acercaron los discípulos a decirle:
«Estamos en despoblado y es muy tarde, despide a la multitud para que vayan a las aldeas y se compren de comer».
Jesús les replicó:
«No hace falta que vayan, dadles vosotros de comer».
Ellos le replicaron:
«Si aquí no tenemos más que cinco panes y dos peces».
Les dijo:
«Traédmelos».
Mandó a la gente que se recostara en la hierba y, tomando los cinco panes y los dos peces, alzando la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos; los discípulos se los dieron a la gente. Comieron todos y se saciaron y recogieron doce cestos llenos de sobras. Comieron unos cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños.

Y SE SACIARON

Así es cuando tratamos con Jesús: siempre nos sacia, de su vida, de su doctrina, de su amor, de su misericordia.

Pero para saciarnos debemos querer hacerlo. Jesús siempre nos espera, siempre deseando darnos su amor.

Que Dios siempre se vuelque en nosotros hasta ser nuestro Divino huésped. El Amor quiere ser amor en nosotros. 

domingo, 1 de agosto de 2021

XVIII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

  Jn 6, 24-35

En aquel tiempo, cuando la gente vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, se embarcaron y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús.
Al encontrarlo en la otra orilla del lago, le preguntaron:
«Maestro, ¿cuándo has venido aquí?»
Jesús les contestó:
«En verdad, en verdad os digo: me buscáis no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros. Trabajad, no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre; pues a este lo ha sellado el Padre, Dios».
Ellos le preguntaron:
«Y, ¿qué tenemos que hacer para realizar las obras de Dios?»
Respondió Jesús:
«La obra que Dios es esta: que creáis en el que él ha enviado»
Le replicaron:
«¿Y qué signo haces tú, para que veamos y creamos en ti? ¿Cuál es tu obra? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: “Pan del cielo les dio a comer “».
Jesús les replicó:
«En verdad, en verdad os digo: no fue Moisés quien os dio pan del cielo, sino que es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo».
Entonces le dijeron:
Señor, danos siempre de este pan».
Jesús les contestó:
«Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí no tendrá sed jamás».

EL SEÑOR LES DIO PAN DEL CIELO

El Señor nos dio pan del cielo. Pan que alimenta cuerpo y alma. Su propio Cuerpo y su Sangre que dan vida. Ante esta verdad de fe nos seguimos arrodillando dando culto y adoración a Nuestro Señor. Señor de nuestro cuerpo y alma.

Se nos dio de tal forma que murió por nosotros. Pero no le pareció suficiente y nos dio su Cuerpo, Pan del cielo, Pan de vida. 

No hay mayor alimento. No hay mejor alimento. Nadie nos ama como Él.

FUERON A CONTÁRSELO A JESÚS

 Mt 14, 1-12

En aquel tiempo, oyó el tetrarca Herodes lo que se contaba de Jesús y dijo a sus cortesanos:
«Ese es Juan Bautista, que ha resucitado de entre los muertos, y por eso las fuerzas milagrosas actúan en él».
Es que Herodes había mandado prender a Juan y lo había metido en la cárcel encadenado, por motivo de Herodías, mujer de su hermano Filipo; porque Juan le decía que no le era lícito vivir con ella. Quería mandarlo matar, pero tuvo miedo de la gente, que lo tenía por profeta.
El día del cumpleaños de Herodes, la hija de Herodías danzó delante de todos, y le gustó tanto a Herodes, que juró darle lo que pidiera.
Ella, instigada por su madre, le dijo:
«Dame ahora mismo en una bandeja la cabeza de Juan el Bautista».
El rey lo sintió; pero, por el juramento y los invitados, ordenó que se la dieran; y mandó decapitar a Juan en la cárcel.
Trajeron la cabeza en una bandeja, se la entregaron a la joven, y ella se la llevó a su madre.
Sus discípulos recogieron el cadáver, lo enterraron, y fueron a contárselo a Jesús.

FUERON A CONTÁRSELO A JESÚS

Ante la decapitación de san Juan Bautista, la reacción de los discípulos fue ir a contárselo a Jesús. Su desolación tuvo esa reacción.

El ejemplo que podemos extraer de todo ello es que, ante todas situación de la vida, debemos discernirla delante de Jesús. Él es quien puede entender y entendernos.

La oración diaria y meditación ante su presencia siempre nos llevará, tarde o temprano, a un acercamiento a la Voluntad de Dios.

POR SU FALTA DE FE

 Mt 13, 54-58

En aquel tiempo, Jesús fue a su ciudad y se puso a enseñar en su sinagoga.
La gente decía admirada.
«De dónde saca este esa sabiduría y esos milagros? ¿No es el hijo del carpintero? ¿No es su madre María, y sus hermanos Santiago, José Simón y Judas? ¿No viven aquí todas sus hermanas? Entonces, ¿de dónde saca todo eso?».
Y se escandalizaban a causa de él.
Jesús les dijo:
«Solo en su tierra y en su casa desprecian a un profeta».
Y no hizo allí muchos milagros, por su falta de fe.

POR SU FALTA DE FE

La fe es don. Nadie te puede dar más cantidad ni quitarte. Aunque sí pueden hacer que aumente la manera como crees.

Existen personas, circunstancias, momentos, oraciones, vidas y muertes que hacen que tu fe sea más consciente y coherente.

La fe mueve montañas y, como sugiere hoy el evangelio, también el Corazón de Dios.