lunes, 30 de marzo de 2020

¿NINGUNO TE HA CONDENADO?


Jn 8, 1 -11

En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al amanecer se presentó de nuevo en el templo, y todo el pueblo acudía a él, y, sentándose, les enseñaba.
Los escribas y los fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio y, colocándola en medio, le dijeron:
«Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras; tú, ¿qué dices?»
Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo.
Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo.
Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo:
«El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra».
E inclinándose otra vez, siguió escribiendo.
Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos.
Y quedó solo Jesús, con la mujer, que seguía allí delante.
Jesús se incorporó y le preguntó:
«Mujer, ¿dónde están tus acusadores?; ¿ninguno te ha condenado?»
Ella contestó:
«Ninguno, Señor».
Jesús dijo:
«Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más».


EN ADELANTE NO PEQUES MÁS

Hoy Jesús vuelve a recordarnos su perdón y su misericordia. Le presentan a una mujer que, según la ley de los judíos, debía ser lapidada.

Y Él, en vez de eso, apela a su corazón y a la misericordia. Examinando cada uno su interior descubre que no es lo mejor optar por la condena.

La misericordia de Dios es infinita. Su perdón también. "Anda, y en adelante no peques más". 




domingo, 29 de marzo de 2020

JAMÁS HA HABLADO NADIE COMO ESTE HOMBRE


 Jn 7, 40-53


En aquel tiempo, algunos de entre la gente, que habían oído los discursos de Jesús, decían:
«Este es de verdad el profeta».
Otros decían:
«Este es el Mesías».
Pero otros decían:
«¿Es que de Galilea va a venir el Mesías? ¿No dice la Escritura que el Mesías vendrá del linaje de David, y de Belén, el pueblo de David?»
Y así surgió entre la gente una discordia por su causa.
Algunos querían prenderlo, pero nadie le puso la mano encima.
Los guardias del templo acudieron a los sumos sacerdotes y fariseos, y estos les dijeron:
«¿Por qué no lo habéis traído?»
Los guardias respondieron:
«Jamás ha hablado nadie como ese hombre».
Los fariseos les replicaron;
«¿También vosotros os habéis dejado embaucar? ¿Hay algún jefe o fariseo que haya creído en él? Esa gente que no entiende de la Ley son unos malditos».
Nicodemo, el que había ido en otro tiempo a visitarlo y que era fariseo, les dijo:
«¿Acaso nuestra ley permite juzgar a nadie sin escucharlo primero y averiguar lo que ha hecho?»
Ellos le replicaron:
«¿También tú eres galileo? Estudia y verás que de Galilea no salen profetas».
Y se volvieron cada uno a su casa.

JAMÁS HA HABLADO NADIE COMO ESTE HOMBRE

Verdaderamente, jamás nadie habló como Él. Jamás nadie fue "la Palabra". Y la Palabra se hizo hombre, se hizo carne.

La Palabra nos habla cada día a través de la escritura. Solo hay que estar atentos y escuchar con el corazón.

Nunca habló nadie como Él. Escuchar y amar.



V DOMINGO DE CUARESMA



Jn 11, 3-7. 17. 20-27. 33b-45


En aquel tiempo, las hermanas de Lázaro le mandaron recado a Jesús, diciendo:

«Señor, el que tú amas está enfermo».
Jesús, al oírlo, dijo:
«Esta enfermedad no es para la muerte, sino que servirá para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella».
Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. Cuando se enteró de que estaba enfermo, se quedó todavía dos días en donde estaba.
Sólo entonces dice a sus discípulos:
«Vamos otra vez a Judea».
Cuando Jesús llegó, Lázaro llevaba ya cuatro días enterrado.
Cuando Marta se enteró de que llegaba Jesús, salió a su encuentro, mientras María se quedo en casa. Y dijo Marta a Jesús:
«Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá».
Jesús le dijo:
«Tu hermano resucitará».
Marta respondió:
«Sé que resucitará en la resurrección en el último día».
Jesús le dijo:
«Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mi, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mi, no morirá para siempre. ¿Crees esto?».
Ella le contestó:
«Si, Señor: yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo».
Jesús se conmovió en su espíritu, se estremeció y preguntó:
«¿Dónde lo habéis enterrado?».
Le contestaron:
«Señor, ven a verlo».
Jesús se echó a llorar. Los judíos comentaban:
«¡Cómo lo quería!»
Pero algunos dijeron:
«Y uno que le ha abierto los ojos a un ciego, ¿no podía haber impedido que este muriera?»
Jesús, conmovido de nuevo en su interior, llegó a la tumba.
Era una cavidad cubierta con una losa. Dijo Jesús:
«Quitad la losa».
Marta, la hermana del muerto, le dice:
«Señor, ya huele mal, porque lleva cuatro días».
Jesús le replico:
«¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?»
Entonces quitaron la losa.
Jesús, levantando los ojos a lo alto, dijo:
«Padre, te doy gracias porque me has escuchado; yo sé que tú me escuchas siempre; pero lo digo por la gente que me rodea, para que crean que tú me has enviado».
Y dicho esto, gritó con voz potente:
«Lázaro, sal afuera».
El muerto salió, los pies y las manos atadas con vendas, y la cara envuelta en un sudario. Jesús les dijo:
«Desatadlo y dejadlo andar».
Y muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él.

LÁZARO

Nos acercamos al final de la Cuaresma y, como consecuencia, a la Semana Santa. Jesús, en el evangelio de hoy, resucita a Lázaro. Aquel a quien quería Jesús, su amigo Lázaro había muerto. Jesús llora ante su tumba y esto despierta en los que lo ven un sentimiento de compasión: "¡Cómo lo quería!"

Pues así de esa manera también nos ama a nosotros. De esa manera tan extraordinaria, tan exclusiva, tan infinita como Él ama. 

A nosotros también nos dice "Sal afuera". Sal de ti, de tus cosas, de tus preocupaciones, de tu yo. Quítate las vendas y vuelve al corazón, a la vida. Resucita cada día.


viernes, 27 de marzo de 2020

PARA QUE VOSOTROS OS SALVÉIS


Jn 5, 31-47


En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos:
«Si yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio no es verdadero. Hay otro que da testimonio de mí, y sé que es verdadero el testimonio que da de mí.
Vosotros enviasteis mensajeros a Juan, y él ha dado testimonio en favor de la verdad. No es que yo dependa del testimonio de un hombre; si digo esto es para que vosotros os salvéis. Juan era la lámpara que ardía y brillaba, y vosotros quisisteis gozar un instante de su luz.
Pero el testimonio que yo tengo es mayor que el de Juan: las obras que el Padre me ha concedido llevar a cabo, esas obras que hago dan testimonio de mí: que el Padre me ha enviado.
Y el Padre que me envió, él mismo ha dado testimonio de mí. Nunca habéis escuchado su voz, ni visto su rostro, y su palabra no habita en vosotros, porque al que él envió no le creéis.
Estudiáis las Escrituras pensando encontrar en ellas vida eterna; pues ellas están dando testimonio de mí, ¡y no queréis venir a mí para tener vida! No recibo gloria de los hombres; además, os conozco y sé que el amor de Dios no está en vosotros.
Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibisteis; si otro viene en nombre propio, a ése si lo recibiréis.
¿Cómo podréis creer vosotros, que aceptáis gloria unos de otros y no buscáis la gloria que viene del único Dios? No penséis que yo os voy a acusar ante el Padre, hay uno que os acusa: Moisés, en quien tenéis vuestra esperanza. Si creyerais a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él. Pero, si no creéis en sus escritos, ¿cómo vais a creer en mis palabras?»

PARA QUE VOSOTROS OS SALVÉIS

En esa frase se puede resumir la presencia de Jesús entre nosotros. Su vida y su Muerte.

Solo quiere que nos salvemos. Para eso vino, para eso predicó, sufrió y murió. Y ahí radica su amor infinito por nosotros.

Su Corazón no desea otra cosa.




RECORRÍA JESÚS GALILEA


Jn 7,1-2.10.25-30


En aquel tiempo, recorría Jesús Galilea, pues no quería andar por Judea porque los judíos trataban de matarlo. Se acercaba la fiesta judía de las Tiendas.
Una vez que sus hermanos se hubieron marchado a la fiesta, entonces subió él también, no abiertamente, sino a escondidas.
Entonces algunos que eran de Jerusalén dijeron:
«¿No es este el que intentan matar? Pues mirad cómo habla abiertamente, y no le dicen nada. ¿Será que los jefes se han convencido de que éste es el Mesías? Pero este sabemos de dónde viene, mientras que el Mesías, cuando llegue, nadie sabrá de dónde viene».
Entonces Jesús, mientras enseñaba en el templo, gritó:
«A mí me conocéis, y conocéis de dónde vengo. Sin embargo, yo no vengo por mi cuenta, sino que el Verdadero es el que me envía; a ese vosotros no lo conocéis; yo lo conozco, porque procedo de él, y él me ha enviado».
Entonces intentaban agarrarlo; pero nadie le pudo echar mano, porque todavía no había llegado su hora.

ÉL ME HA ENVIADO

Jesús era consciente de su misión. Había sido enviado, por el Padre, para darlo a conocer. Después de tantos siglos se les había olvidado cómo era su Corazón de Padre.

Y hoy, tantos siglos después de Cristo, en la era de las telecomunicaciones, de los medios infinitos para absolutamente todo, también se nos ha olvidado cómo es su Corazón.

Padre amoroso, misericordioso, siendo Amor. Ese es Dios.


miércoles, 25 de marzo de 2020

SOLEMNIDAD DE LA ANUNCIACIÓN

Lc 1, 26-38 



En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María.
El ángel, entrando en su presencia, dijo:
«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo».
Ella se turbó grandemente ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo:
«No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin».
Y María dijo al ángel:
«¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?»
El ángel le contestó:
«El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamado Hijo de Dios. También tu pariente Isabel ha concebido un hijo en su vejez, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, “porque para Dios nada hay imposible”».
María contestó:
«He aquí la esclava del Señor; hágase en mi según tu palabra».
Y el ángel se retiró.

ANUNCIACIÓN

En el día de hoy celebramos la Solemnidad de la Anunciación del Señor. El ángel Gabriel anunció a María la mejor noticia de la humanidad. El comienzo de una vida, la llegada de Jesús a nuestro mundo, el comienzo de todo lo bueno que nos llegó después. 

El sí alegre, consciente y confiado de una chica sencilla que no pidió explicaciones, sino que se hizo una con el querer de Dios. Confió, sin más, en que el Señor de la Vida es Amor con mayúsculas.

Seamos nosotros también confiados, siendo uno con la Voluntad de Dios. Hoy, especialmente, se hacen más realidad las palabras del ángel: Dios te salve, María..

martes, 24 de marzo de 2020

EN SÁBADO


 Jn 5, 1-3. 5-16


En aquel tiempo, se celebraba una fiesta de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén.
Hay en Jerusalén, junto a la Puerta de las Ovejas, una piscina que llaman en hebreo Betesda. Esta tiene cinco soportales, y allí estaban echados muchos enfermos, ciegos, cojos, paralíticos.
Estaba también allí un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo.
Jesús, al verlo echado, y sabiendo que ya llevaba mucho tiempo, le dice:
«¿Quieres quedar sano?»
El enfermo le contestó:
«Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se remueve el agua; para cuando llego yo, otro se me ha adelantado».
Jesús le dice:
«Levántate, toma tu camilla y echa a andar».
Y al momento el hombre quedó sano, tomó su camilla y echó a andar.
Aquel día era sábado, y los judíos dijeron al hombre que había quedado sano:
«Hoy es sábado, y no se puede llevar la camilla».
Él les contestó:
«El que me ha curado es quien me ha dicho: “Toma tu camilla y echa a andar”».
Ellos le preguntaron:
«¿Quién es el que te ha dicho que tomes la camilla y eches a andar?»
Pero el que había quedado sano no sabía quién era, porque Jesús, a causa de ese gentío que había en aquel sitio, se había alejado.
Más tarde lo encuentra Jesús en el templo y le dice:
«Mira, has quedado sano; no peques más, no sea que te ocurra algo peor».
Se marchó aquel hombre y dijo a los judíos que era Jesús quien lo había sanado.
Por esto los judíos perseguían a Jesús, porque hacía tales cosas en sábado.

EN SÁBADO

Hoy el evangelio nos da una lección. Otra más. No pongamos por delante la ley al amor. Si hay que guardar el sábado, nada más importa.

Y lo único que debe importar es el amor desinteresado, el servicio, el amor a nuestros hermanos. Amor a Dios y al prójimo. 

Nos lo dijo claro entonces y hoy sigue teniendo vigencia. Hagámoslo vida.


domingo, 22 de marzo de 2020

TU HIJO ESTÁ VIVO


Jn 4, 43-54

En aquel tiempo, salió Jesús de Samaria para Galilea. Jesús mismo había atestiguado:
«Un profeta no es estimado en su propia patria».
Cuando llegó a Galilea, los galileos lo recibieron bien, porque habían visto todo lo que había hecho en Jerusalén durante la fiesta, pues también ellos habían ido a la fiesta.
Fue Jesús otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino.
Había un funcionario real que tenía un hijo enfermo en Cafarnaún. Oyendo que Jesús había llegado de Judea a Galilea, fue a verle, y le pedía que bajase a curar a su hijo que estaba muriéndose.
Jesús le dijo:
«Si no veáis signos y prodigios, no creéis».
El funcionario insiste:
«Señor, baja antes de que se muera mi niño».
Jesús le contesta:
«Anda, tu hijo está vivo».
El hombre creyó en la palabra de Jesús y se puso en camino. Iba ya bajando, cuando sus criados vinieron a su encuentro diciéndole que su hijo vivía. Él les preguntó a qué hora había empezado la mejoría. Y le contestaron:
«Ayer a la hora séptima lo dejó la fiebre».
El padre cayó en la cuenta de que esa era la hora en que Jesús le había dicho: «Tu hijo vive». Y creyó él con toda su familia.
Este segundo signo lo hizo Jesús al llegar de Judea a Galilea.


SIGNOS Y PRODIGIOS

Lo vistoso es hacer signos y prodigios. Lo que entra por los ojos se entiende más inmediatamente. Y Jesús no quería que nos fijáramos en eso.

Lo importante es Jesús. Nuestra profunda creencia en su salvación, en su perdón, en su misericordia infinita será nuestra respuesta agradecida.

Como el funcionario real del evangelio de hoy viendo a su hijo curado, creamos en Jesús.

IV DOMINGO DE CUARESMA. DOMINGO LAETARE


 Jn 9, 1. 6-9. 13-17. 34-38

En aquel tiempo, al pasar, vio Jesús a un hombre ciego de nacimiento.
Entonces escupió en la tierra, hizo barro con la saliva, se lo untó en los ojos al ciego y le dijo:
«Ve a lavarte a la piscina de Siloé (que significa Enviado)».
Él fue, se lavó, y volvió con vista. Y los vecinos y los que antes solían verlo pedir limosna preguntaban:
«¿No es ese el que se sentaba a pedir?»
Unos decían:
«El mismo».
Otros decían:
«No es él, pero se le parece».
El respondía:
«Soy yo».
Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego. Era sábado el día que Jesús hizo barro y le abrió los ojos. También los fariseos le preguntaban cómo había adquirido la vista.
Él les contestó:
«Me puso barro en los ojos, me lavé, y veo».
Algunos de los fariseos comentaban:
«Este hombre no viene de Dios, porque no guarda el sábado».
Otros replicaban:
«¿Cómo puede un pecador hacer semejantes signos?»
Y estaban divididos. Y volvieron a preguntarle al ciego:
«Y tú, ¿qué dices del que te ha abierto los ojos?»
Él contestó:
«Que es un profeta».
Le replicaron:
«Has nacido completamente empecatado ¿y nos vas a dar lecciones a nosotros?»
Y lo expulsaron.
Oyó Jesús que lo había expulsado, lo encontró y le dijo:
«¿Crees tú en el Hijo del hombre?»
Él contestó:
«¿Y quién es, Señor, para que crea en él?»
Jesús le dijo:
«Lo estás viendo: el que te está hablando, ése es».
Él dijo:
«Creo, Señor».
Y se postró ante él.

CIEGOS

Ebn este domingo de Cuaresma, llamado Laetare, el evangelio nos habla del ciego de nacimiento y de su curación. Siempre viene bien que nos recuerden que quizá somos ciegos y necesitamos una cura por parte de Jesús para ver y mirar adecuadamente.

En estos momentos de confinamiento no estaría mal recordar que muchas veces hemos estado ciegos ante los dones de nuestros hermanos, ante el Amor de Dio, ante tantas cosas. Miremos hacia dentro, dejémonos curar por Jesús y nuestra mirada será limpia y blanca.

Y es domingo Laetare. Que la alegría no nos falte. Tenemos más razones para la esperanza que para el desaliento. Miremos dentro, no seamos ciegos y lo descubriremos así. 


sábado, 21 de marzo de 2020

DOS HOMBRES


Lc 18, 9-14

En aquel tiempo, dijo Jesús esta parábola a a algunos que confiaban en sí mismos por considerarse justos y despreciaban a los demás:
«Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, un publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: “¡Oh Dios!, te doy gracias, porque no soy como los demás hombres: ladrones, injustos, adúlteros; ni tampoco como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo”.
El publicano, en cambio, quedándose atrás, no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo: “¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador”.
Os digo que este bajó a su casa justificado, y aquél no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido».


FARISEO Y PUBLICANO

Si estamos sacando enseñanzas de este tiempo de confinamiento y cuarentena, ¿cómo no sacarlo de esta parábola de hoy?

Fariseo y publicano, cada cual con sus defectos y virtudes, acuden a orar al Templo. Ante todo, tienen claro que Dios es el Señor de todo.

Tengámoslo claro también nosotros y acudamos a Él en toda ocasión, también en esta, desde nuestra casa, uniéndonos a nuestros hermanos. Vivamos loa comunión de los santos. 

jueves, 19 de marzo de 2020

EL MANDAMIENTO PRIMERO DE TODOS


Mc 12, 28b-34

En aquel tiempo, un escriba se acercó a Jesús y le preguntó:
«¿Qué mandamiento es el primero de todos?»
Respondió Jesús:
«El primero es: “Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser”. El segundo es este: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. No hay mandamiento mayor que éstos».
El escriba replicó:
«Muy bien, Maestro, sin duda tienes razón cuando dices que el Señor es uno solo y no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser, y amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios».
Jesús, viendo que había respondido sensatamente, le dijo:
«No estás lejos del reino de Dios».
Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.

ESCUCHA, ISRAEL

En estos tiempos de confinamiento y cuarentena quizá deberíamos afinar el oído del corazón y escuchar todo lo que nos está diciendo esta situación.

Sin olvidar poner la vista en la esperanza, sería bueno acercar nuestro corazón al Corazón de Dios, más todavía,

Y así escuchar cómo suena. Escucha, Israel.


SOLEMNIDAD DE SAN JOSÉ


Mt 1, 16. 18-21. 24a

Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo.
El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera. María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.
José, su esposo, que era justo y no quería difamarla, decidió repudiarla en privado. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo:
«José, hijo de David, no tengas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados».
Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor.

JOSÉ, EL SANTO

Hoy es un día especial, en un contexto mundial especial. Celebramos a san José, el custodio de la Sagrada Familia.

Su capacidad de amar no se doblegó nunca. Un amor verdadero, sencillo y, sin duda entregado a María y Jesús.

Aprendamos de José a amar en silencio, en la sencillez de la entrega.

miércoles, 18 de marzo de 2020

LA LEY Y LOS PROFETAS


 Mt 5, 17-19


En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No creáis que he venido a abolir la Ley y los Profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud.
En verdad os digo que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la ley.
El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos.
Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos».

QUIEN LOS CUMPLA Y ENSEÑE

Quien cumpla y enseñe los preceptos de la ley será grande en el Reino de los cielos. Imaginad quien cumpla y enseñe los mandamientos.

Bienaventurados los que así lo hacen, misericordiosos y amables, buenas personas, santos. 

Y en esta época lo que más hacen falta son santos. Personas que nos lleven a Jesús, que cumplan  y enseñen sus preceptos. 


martes, 17 de marzo de 2020

SI MI HERMANO ME OFENDE


Mt 18,21-35

En aquel tiempo, acercándose Pedro a Jesús le preguntó:
«Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces le tengo que perdonarlo? ¿Hasta siete veces?»
Jesús le contesta:
«No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Por esto, se parece el reino de los cielos a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus criados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así.
El criado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo:
"Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré todo."
Se compadeció el señor de aquel criado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda. Pero, al salir, el criado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba, diciendo:
"Págame lo que me debes".
El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba, diciendo:
"Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré."
Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía.
Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo:
"¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo pediste. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?"
Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda.
Lo mismo hará con vosotros mi Padre celestial, si cada cual no perdona de corazón a su hermano».

TEN PACIENCIA CONMIGO

En la parábola de hoy el criado le dice a su señor que tenga paciencia con él y se lo pagará todo. 

Algo de esa actitud hay también en nuestra relación con Dios. Siempre caemos y siempre pedimos paciencia porque nos portaremos bien la próxima.

Y Dios siempre tendrá infinita paciencia, infinito Amor y Misericordia. Siempre, esa palabra que solo se concreta en Dios.

lunes, 16 de marzo de 2020

EN LA SINAGOGA


Lc 4, 24-30

Habiendo llegado Jesús a Nazaret, le dijo al pueblo en la sinagoga:
«En verdad os digo que ningún profeta es aceptado en su pueblo. Puedo aseguraros que en Israel había muchas viudas en los días de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses y hubo una gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías sino a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo, sin embargo, ninguno de ellos fue curado sino Naamán, el sirio».
Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo echaron fuera del pueblo y lo llevaron hasta un precipicio del monte sobre el que estaba edificado su pueblo, con intención de despeñarlo.
Pero Jesús se abrió paso entre ellos y seguía su camino.

SEGUÍA SU CAMINO

Y de eso se trata, seguir el camino, seguir en nuestra misión, seguir creyendo y amando, seguir con fe ante las adversidades.

Son tiempos difíciles, estamos en cuarentena. Pero debemos seguir el camino. Quizá una Cuaresma diferente, quizá más interior.

Siguiendo a Jesús, siguiendo el camino. Resistiendo con fe. 


domingo, 15 de marzo de 2020

III DOMINGO DE CUARESMA


 Jn 4, 5-15. 19-26, 39a. 40-42

En aquel tiempo, llegó Jesús a un ciudad de Samaria llamado Sicar, cerca del campo que dio Jacob a su hijo José; allí estaba el pozo de Jacob.
Jesús, cansado del camino, estaba allí sentado junto al pozo.
Era hacia la hora sexta.
Llega una mujer de Samaria a sacar agua, y Jesús le dice:
«Dame de beber».
Sus discípulos se habían ido al pueblo a comprar comida.
La samaritana le dice:
«¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mi, que soy samaritana?» (porque los judíos no se tratan con los samaritanos).
Jesús le contestó:
«Si conocieras el don de Dios y quién es el que te dice “dame de beber”, le pedirías tú, y él te daría agua viva».
La mujer le dice:
«Señor, si no tienes cubo, y el pozo es hondo, ¿de dónde sacas el agua viva?; ¿eres tú más que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, y de él bebieron él y sus hijos y sus ganados?».
Jesús le contestó:
«El que bebe de esta agua vuelve a tener sed; pero el que beba del agua que yo le daré nunca más tendrá sed: el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna».
La mujer le dice:
«Señor, dame esa agua: así no tendré más sed, ni tendré que venir aquí a sacarla. Veo que tú eres un profeta. Nuestros padres dieron culto en este monte, y vosotros decís que el sitio donde se debe dar culto está en Jerusalén»
Jesús le dice:
«Créeme, mujer: se acerca la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre. Vosotros adoráis a uno que no conocéis; nosotros adoramos a uno que conocemos, porque la salvación viene de los judíos. Pero se acerca la hora, ya está aquí, en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y verdad, porque el Padre desea que lo adoren así. Dios es espíritu, y los que lo adoran deben hacerlo en espíritu y verdad.»
La mujer le dice:
«Sé que va a venir el Mesías, el Cristo; cuando venga, él nos lo dirá todo».
Jesús le dice:
«Soy yo, el que habla contigo.»
En aquel pueblo muchos creyeron en él. Así, cuando llegaron a verlo los samaritanos, le rogaban que se quedara con ellos. Y se quedó allí dos días. Todavía creyeron muchos más por su predicación, y decían a la mujer:
«Ya no creemos por lo que tú dices; nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que él es de verdad el Salvador del mundo».

LA SAMARITANA

Hoy la liturgia nos regala unas lecturas extraordinarias para meditar en esta Cuaresma. El evangelio nos habla de la mujer samaritana con la que se encontró Jesús, o, mejor dicho, con la que quiso encontrarse Jesús para ofrecerle todo un mundo nuevo que recorrer desde su accidentado corazón al Corazón de Dios.

Y quizá sea ese el camino que debemos recorrer en esta Cuaresma. Ofrecer nuestras preocupaciones a Dios y Él sabrá cómo mejor llevarnos hasta su Corazón y Misericordia para hacer morada en ellos. Porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado, como tan bellamente nos dice san Pablo.

"Si conocieras el don de Dios..." Ese deseo de Jesús expresado a la mujer samaritana es el que debemos cumplimentar nosotros, que conocemos al Mesías. Conocer todos los dones de Dios hacia nosotros es un buen propósito para esta Cuaresma. 

 

sábado, 14 de marzo de 2020

ME PONDRÉ EN CAMINO


 Lc 15,1-3.11-32

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús todos los publicanos y los pecadores a escucharle. Y los fariseos y los escribas murmuraban diciendo:
«Ese acoge a los pecadores y come con ellos».
Jesús les dijo esta parábola:
«Un hombre tenía dos hijos; el menor de ellos dijo a su padre:
“Padre, dame la parte que me toca de la fortuna”.
El padre les repartió los bienes.
No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, se marchó a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente.
Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad.
Fue entonces y se contrató con uno de los ciudadanos de aquel país que lo mandó a sus campos a apacentar cerdos. Deseaba saciarse de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba nada.
Recapacitando entonces, se dijo:
“Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me levantaré, me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros”.
Se levantó y vino a donde estaba su padre; cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se le conmovieron las entrañas; y, echando a correr, se le echó al cuello y lo cubrió de besos.
Su hijo le dijo:
“Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo”.
Pero el padre dijo a sus criados:
“Sacad en seguida la mejor túnica y vestídsela; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y sacrificadlo; comamos y celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado”.
Y empezaron a celebrar el banquete.
Su hijo mayor estaba en el campo.
Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y la danza, y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello.
Este le contestó:
“Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha sacrificado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud”.
Él se indignó y no quería entrar; pero su padre salió e intentaba persuadirlo.
Entonces él respondió a su padre:
“Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; en cambio, cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado”.
El padre le dijo:
“Hijo, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo; pero era preciso celebrar un banquete y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado"».

ME PONDRÉ EN CAMINO

Hoy el evangelio nos ofrece la consabida parábola del "hijo pródigo y el padre bueno". En Cuaresma deberíamos meditar lo más posible en este evangelio.

Dice el hijo: "me pondré en camino". Y esa es una de las características de la Cuaresma, ponerse en camino, ir hacia el Corazón del Padre.

No dejemos nunca de ir hacia ese Corazón que nos espera siempre para dar y compartir Amor.


viernes, 13 de marzo de 2020

EL TIEMPO DE LOS FRUTOS


Mt 21, 33-43. 45-46

En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo:
«Escuchad otra parábola:
“Había un propietario que plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar, construyó una torre, la arrendó a unos labradores y se marchó de viaje.
Llegado el tiempo de los frutos, envió sus criados a los labradores para percibir los frutos que le correspondían. Pero los labradores, agarrando a los criados, apalearon a uno, mataron a otro, y a otro lo apedrearon.
Envió de nuevo otros criados, más que la primera vez, e hicieron con ellos lo mismo. Por último les mandó a su hijo, diciéndose: ‘Tendrán respeto a mi hijo’.
Pero los labradores, al ver al hijo, se dijeron: ‘Este es el heredero: venid, lo matamos y nos quedamos con su herencia’.
Y, agarrándolo, lo empujaron fuera de la viña y lo mataron.
Cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?».
Le contestaron:
«Hará morir de mala muerte a esos malvados y arrendará la viña a otros labradores, que le entreguen los frutos a sus tiempos».

LOS FRUTOS A SUS TIEMPOS

La parábola del propietario de la viña nos ofrece grandes enseñanzas. Una de ellas es la de que Dios espera frutos de nosotros, pero a su tiempo.

No nos los pedirá si no estamos preparados. Los labradores de la viña, nosotros, le entregaremos los frutos a su tiempo.

Dios es paciente, Dios siempre espera. Y nosotros solo tenemos que dar fruto. 

jueves, 12 de marzo de 2020

LÁZARO Y EL RICO QUE BANQUETEABA A DIARIO


Lc 16,19-31


En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos:
«Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba cada día.
Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que caía de la mesa del rico.
Y hasta los perros venían y le lamían las llagas.
Sucedió que se murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abrahán.
Murió también el rico y fue enterrado. Y, estando en el infierno, en medio de los tormentos, levantó los ojos y vio de lejos a Abrahán, y a Lázaro en su seno, y gritando, dijo:
“Padre Abrahán, ten piedad de mí y manda a Lázaro que moje en agua la punta del dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas”.
Pero Abrahán le dijo:
“Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro, a su vez, males: por eso ahora él es aquí consuelo, mientras que tú eres atormentado.
Y además, entre nosotros y vosotros se abre un abismo inmenso, para que los que quieran cruzar desde aquí hacia vosotros no puedan hacerlo, ni tampoco pasar de ahí hasta nosotros”.
Él dijo:
"Te ruego, entonces, padre, que le mandes a casa de mi padre, pues tengo cinco hermanos: que les dé testimonio, de estas cosas, no sea que también ellos vengan a este lugar de tormento".
Abrahán le dice:
"Tienen a Moisés y a los profetas: que los escuchen".
Pero él le dijo:
"No, padre Abrahán. Pero si un muerto va a verlos, se arrepentirán".
Abrahán le dijo:
"Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no se convencerán ni aunque resucite un muerto”».


QUE LOS ESCUCHEN

La parábola de hoy nos habla del rico y de Lázaro, el mendigo. Murieron los dos y el rico le pide a Dios avisar a sus hermanos de lo que podían padecer.

Dios le dice: "Tienen a los profetas. Que los escuchen". Nosotros también tenemos a los profetas. Es fácil escucharlos y meditar todo aquello que nos dejaron escrito sobre el Mesías esperado.

Oremos con la Biblia, con el Antiguo Testamento en la mano y en el corazón. Los profetas tiene mucho que decirnos. Escuchémosles.

ESTAMOS SUBIENDO A JERUSALÉN


Mt 20, 17-28


En aquel tiempo, subiendo Jesús a Jerusalén, tomando aparte a los Doce, les dijo por el camino:
«Mirad, estamos subiendo a Jerusalén, y el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas, y lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles, para que se burlen de él, lo azoten y lo crucifiquen; y al tercer día resucitará».
Entonces se le acercó la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos y se postró para hacerle una petición.
Él le preguntó:
«¿Qué deseas?»
Ella contestó:
«Ordena que estos dos hijos míos se sienten en tu reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda»
Pero Jesús replicó:
«No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber el cáliz que yo he de beber?»
Contestaron:
«Podemos».
Él les dijo:
«Mi cáliz lo beberéis; pero sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, es para aquellos para quienes lo tiene reservado mi Padre».
Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra los dos hermanos. Y llamándolos, Jesús, les dijo:
«Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo.
Igual que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido sino a servir y a dar su vida en rescate por muchos».

ESTAMOS SUBIENDO A JERUSALÉN

Jesús sabía hacia dónde dirigía sus pasos. E iba se subida.

El camino hacia la Cruz nunca es fácil y también se nos hace cuesta arriba.

Subamos con Jesús hacia Jerusalén y, en la subida acompañemos su cansancio y, a la llegada, compartamos su Cruz.

martes, 10 de marzo de 2020

LA CÁTEDRA DE MOISÉS


Mt 23, 1-12


En aquel tiempo, Jesús habló a la gente y a sus discípulos, diciendo:
«En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos: haced y cumplid todo lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos dicen, pero no hacen. Lían fardos pesados y se los cargan a la gente en los hombros, pero ellos no están dispuestos a mover un dedo para empujar.
Todo lo que hacen es para que los vea la gente: alargan las filacterias y agrandan las orlas del manto; les gustan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; que les hagan reverencias en las plazas y que la gente los llame “rabbí”.
Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar “rabbí”, porque uno solo es vuestro maestro y todos vosotros sois hermanos.
Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el del cielo.
No os dejéis llamar maestros, porque uno solo es vuestro maestro, el Mesías.
El primero entre vosotros será vuestro servidor.
El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido».


LOS PRIMEROS PUESTOS

Sin duda en esta sociedad tan competitiva, los primeros puestos están muy solicitados. Aunque por lo que cuenta hoy el evangelio, en aquel tiempo también.

Quizá lo que debería permear nuestra sociedad en la cultura de la humildad, del perdón, de la generosidad y la bondad.

Lo vuelve a decir el evangelio: el que se humilla, será enaltecido.



GENEROSA, COLMADA, REMECIDA, REBOSANTE


Lc 6,36-38


En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante, pues con la medida con que midiereis se os medirá a vosotros».

GENEROSA, COLMADA, REMECIDA, REBOSANTE

Así será la medida con la que nos llenarán. Sobre nosotros y en nosotros se colmará la Misericordia de Dios.

La generosidad es fruto del amar sin medida. Rebosar de amor para darlo a los demás debería ser nuestra tarea.

Que Dios nos come de su medida como solo Él sabe. 

domingo, 8 de marzo de 2020

II DOMINGO DE CUARESMA


Mt 17, 1-9


En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y subió con ellos aparte a un monte alto.
Se transfiguró delante de ellos, y su rostro resplandecía como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la luz.
De repente se les aparecieron Moisés y Elías conversando con él.
Pedro, entonces, tomó la palabra y dijo a Jesús:
«Señor, ¡qué bueno es que estemos aquí! Si quieres, haré tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías».
Todavía estaba hablando cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra, y una voz desde la nube decía:
«Este es mi Hijo, el amado, en quien me complazco. Escuchadlo».
Al oírlo, los discípulos cayeron de bruces, llenos de espanto.
Jesús se acercó y, tocándolos, les dijo:
«Levantaos, no temáis».
Al alzar los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús, solo.
Cuando bajaban del monte, Jesús les mandó:
«No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos».


LA TRANSFIGURACIÓN

"Lavantaos, no temáis", es lo que les dice Jesús a los discípulos que presenciaron su Transfiguración en el monte Tabor. Y Tabor hoy es cualquier "monte" en el que lo descubrimos de otra manera, en el que se nos manifiesta más presente, más glorioso, más trascendente.


"Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros como lo esperamos de ti", nos dice el Salmo. Esperar en Él, esperar infinitamente en Él, en su misericordia, así su Misericordia se hará presente en nuestras vidas. 


Su manifestación puede provocarnos miedo y asombro, como a Pedro, Santiago y Juan. Nada más lejos de la realidad. No temamos, porque es Dios, Amor infinito, el que viene a nosotros, el que se nos revela como el inmensamente misericordioso. Seamos, a su imagen, apóstoles de la Misericordia.



AMARÁS A TU PRÓJIMO


Mt 5, 43-48


En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Habéis oído que se dijo: “Amarás a tu prójimo” y aborrecerás a tu enemigo.
Pero yo os digo: amad a vuestros enemigos, y rezad por los que os persiguen, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos.
Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y, si saludáis solo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto».

AMARÁS A TU PRÓJIMO

Fácil y sencillo. Sin ambages. Ama a tu prójimo, ámalo, sencillamente. Por él, por Dios, por amor, por Cristo.

Nada más se nos pide, nada más se nos exige ni se nos exigirá. Nada más se nos preguntará al estar en su Presencia.

Por eso, ama, con todas tus fuerzas, con toda tu alma, con todo tu corazón. Ama como ama Dios. 


PEDID Y SE OS DARÁ


Mt 7, 7-12


En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá; porque todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre.
Si a alguno de vosotros le pide su hijo pan, ¿le dará una piedra?; y si le pide pescado, ¿le dará una serpiente? Pues si vosotros, aun siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que le piden!
Así, pues, todo lo que deseáis que los demás hagan con vosotros, hacedlo vosotros con ellos; pues esta es la Ley y los Profetas».

PEDID Y SE OS DARÁ

Esto que nos dijo Jesús hace cientos de años sigue presente y vigente.

pedir, orar a Jesús, esperar que nos otorgue aquello que necesitamos. Y en esa esperanza debemos vivir.

Pedir, orar, rezar, meditar. Diferentes maneras de rogar a Dios. Por medio de las cuales Él nos da y nos ofrece cada día sus maravillas.

VETE PRIMERO A RECONCILIARTE


Mt 5, 20-26


En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.
Habéis oído que se dijo a los antiguos: “No matarás”, y el que mate será reo de juicio. Pero yo os digo: Todo el que se deja llevar de la cólera contra su hermano será procesado. Y si uno llama a su hermano “imbécil”, tendrá que comparecer ante el Sanedrín, y si lo llama “necio”, merece la condena de la “gehena” del fuego.
Por tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda.
Con el que te pone pleito, procura arreglarte enseguida, mientras vais todavía de camino, no sea que te entregue al juez, y el juez al alguacil, y te metan en la cárcel. En verdad te digo que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último céntimo».


VETE PRIMERO A RECONCILIARTE

Por recomendación de Jesús, antes de ir a la sinagoga a ofrecer ofrendas, antes debemos ir a reconciliarnos.

Con Dios y con los hermanos. Porque no hay vida religiosa sin Diis ni los hermanos. Dios nos enseña a ello.

Pensemos con quién debemos reconciliarnos antes de presentar nuestras ofrendas en el altar.


miércoles, 4 de marzo de 2020

JONÁS


 Lc 11, 29-32

En aquel tiempo, la gente se apiñaba alrededor de Jesús, y él se puso a decirles:
«Esta generación es una generación perversa. Pide un signo, pero no se le dará más signo que el signo de Jonás. Pues como Jonás fue un signo para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del hombre para esta generación.
La reina del Sur se levantará en el juicio contra los hombres de esta generación y hará que los condenen, porque ella vino desde los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón.
Los hombres de Nínive se alzarán en el juicio contra esta generación y harán que la condenen; porque ellos se convirtieron con la proclamación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás».

JONÁS

Jonás proclamó la conversión y sus contemporáneos volvieron su corazón a Dios. La Cuaresma es tiempo de conversión, por eso hoy el evangelio nos trae su recuerdo.

Convertirse, volver al corazón es un buen camino para realizar en esta Cuaresma. Dios siempre espera. 

Los que debemos ir a Él, a su Corazón desde el nuestro, somos nosotros. ¿A qué esperamos?