domingo, 29 de septiembre de 2019

XXVI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO


 Lc 16, 19-31

En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos: «Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba cada día.

Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que caía de la mesa del rico. Y hasta los perros venían y le lamían las llagas. Sucedió que se murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abrahán.

Murió también el rico y fue enterrado. Y, estando en el infierno, en medio de los tormentos, levantó los ojos y vio de lejos a Abrahán, y a Lázaro en su seno, y gritando, dijo: "Padre Abrahán, ten piedad de mí y manda a Lázaro que moje en agua la punta del dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas".

Pero Abrahán le dijo: "Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro, a su vez, males: por eso ahora él aquí consolado, mientras que tú eres atormentado. Y además, entre nosotros y vosotros se abre un abismo inmenso, para que quieran cruzar desde aquí hacia vosotros no puedan hacerlo, ni tampoco pasar de ahí hasta nosotros".

El dijo: "Te ruego, entonces, padre, que mandes a Lázaro a casa de mi padre, pues tengo cinco hermanos: que les dé testimonio de estas cosas, no sea que también vengan ellos a este lugar de tormento".

Abrahán le dice: "Tienen a Moisés y a los profetas: que los escuchen". Pero él de dijo: "No, padre Abrahán. Pero si un muerto va a ellos, se arrepentirán".

Abrahán le dijo: "Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no se convencerán ni aunque resucite un muerto"».

DE PÚRPURA Y LINO

El rico del que hoy nos habla el evangelio vestía de púrpura y lino y banqueteaba cada día. Vivía una vida de lujo y excesos mientras un indigente dormía a su puerta pasando hambre y frío. No podría haber una comparación mejor con lo que sucede hoy en nuestro mundo.

No podemos estar ciegos ante lo que sucede a nuestro lado con nuestros hermanos. Los menos afortunados, los últimos son los primeros para Dios. No nos olvidemos de practicar la misericordia siempre que podamos en favor de quien lo necesite.

Misericordia es amor, tiempo, sonrisas, abrazos, escucha... no solo ayuda material. Misericordia es recordar que todos tenemos la misma dignidad de hijos de Dios. Así Dios reinará eternamente, manteniendo su fidelidad perpetuamente, como nos dice bellamente el salmo de hoy. 


VA A SER ENTREGADO


Lc 9, 43b-45

En aquel tiempo, entre la admiración general por lo que hacía, Jesús dijo a sus discípulos:

«Meteos bien en los oídos estas palabras: al Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres».
Pero ellos no entendían este lenguaje; les resultaba tan oscuro, que no captaban el sentido.
Y les daba miedo preguntarle sobre el asunto.

VA A SER ENTREGADO

Si siempre tenemos que tomar ejemplo de Jesús, en el evangelio de hoy está más clar.

Jesús va a ser entregado por los hombres y a veces nosotros también somos entregados por los hombres por envidia o malos entendidos.

Aun así, tomemos ejemplo de nuestro Maestro y perdonemos a todos aquellos que no saben o no entienden los planes de Dios para con nosotros.








viernes, 27 de septiembre de 2019

EL MESÍAS DE DIOS


Lc 9, 18-22

Una vez que Jesús estaba orando solo, en presencia de sus discípulos, les preguntó: «¿Quién dice la gente que soy yo?» Ellos contestaron: «Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros dicen que ha vuelto a la vida uno de los antiguos profetas.»

Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?»

Pedro tomó la palabra y dijo: «El Mesías de Dios.»

Él les prohibió terminantemente decírselo a nadie. Y añadió: «El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día».

PEDRO TOMÓ LA PALABRA

En el evangelio de hoy Jesús les pregunta a los discípulos por quién dice la gente que es. Después de diversas respuestas, Pedro tomó la palabra.

Y acertó de pleno. Pedro, que era autoridad entre los apóstoles, aclaró las opiniones e hizo de guía para posteriores momentos.

Así sucede con los sucesores de Pedro. Guían al pueblo con su autoridad y magisterio.


jueves, 26 de septiembre de 2019

EL TETRARCA HERODES


Lc 9, 7-9

En aquel tiempo, el tetrarca Herodes se enteró de lo que pasaba sobre Jesús y no sabía a qué atenerse, porque unos decían que Juan había resucitado de entre los muertos; otros, en cambio, que había aparecido Elías, y otros que había vuelto a la vida uno de los antiguos profetas.

Herodes se decía: «A Juan lo mandé decapitar yo. ¿Quién es este de quien oigo semejantes cosas?» 

Y tenía ganas de verlo.

TENÍA GANAS DE VERLO

Al tetrarca Herodes, al oír hablar de Jesús le entraron ganas de verlo. Pudo ser curiosidad o para comprobar efectivamente que no era Juan, al que él mandó decapitar.

Nosotros deberíamos aprender a hablar de tal manera de Jesús que a todo aquel que nos oyera le entraran ganas de conocerlo.

Las Escrituras y nuestros hermanos más necesitados (dando por sentado siempre que la necesidad no tiene por qué ser económica) nos lo enseñan a nosotros. 



martes, 24 de septiembre de 2019

PODER Y AUTORIDAD

 Lc 9, 1-6 

En aquel tiempo, habiendo convocado Jesús a los Doce, les dio poder y autoridad sobre toda clase de demonios y para curar enfermedades.

Luego los envió a proclamar el reino de Dios y a curar a los enfermos, diciéndoles: «No llevéis nada para el camino: ni bastón ni alforja, ni pan ni dinero; tampoco tengáis dos túnicas cada uno.

Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio. Y si algunos no os reciben, al salir de aquel pueblo sacudíos el polvo de vuestros pies, como testimonio contra ellos».

Se pusieron en camino y fueron de aldea en aldea, anunciando la Buena Noticia y curando en todas partes.

NADA PARA EL CAMINO

Para seguir a Jesús es necesario hacer vida la libertad de los hijos de Dios. Seguir a Jesús implica no llevar nada para el camino.

Ser libres, no atarnos a ideas preconcebidas que dañan la limpieza del corazón que se quiere dar del todo a Jesús.

El camino es duro, y a veces cuesta arriba pero el no llevar lastres que nos pesen es fundamental para llegar a la cima.


TU MADRE Y TUS HERMANOS


Lc 8, l9-21

En aquel tiempo, vinieron a ver a Jesús su madre y sus hermanos, pero con el gentío no lograban llegar hasta él.

Entonces le avisaron: «Tu madre y tus hermanos están fuera y quieren verte».

Él respondió diciéndoles: «Mi madre y mis hermanos son estos: los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen».

TU MADRE Y TUS HERMANOS

En el día en que celebramos a Nuestra Señora de las Mercedes el evangelio nos habla de la Madre de Jesús.

Mi madre y mis hermanos, dice, son los que escuchan la Palabra y la cumplen. No hay más, ni queramos ver más.

Jesús hablaba con claridad meridiana y si queremos considerarnos sus hermanos solo tenemos que escuchar y cumplir la Palabra. Simple y claro. 


lunes, 23 de septiembre de 2019

AL QUE TIENE SE LE DARÁ


Lc 8, 16-18

En aquel tiempo, dijo Jesús al gentío:
«Nadie ha encendido una lámpara, la tapa con una vasija o lo mete debajo de la cama; sino que la pone en el candelero para que los que entren vean la luz.
Pues nada hay oculto que no llegue a descubrirse ni nada secreto que no llegue a saberse y hacerse público.
Mirad, pues, cómo oís, pues al que tiene se le dará y al que no tiene se le quitará hasta lo que cree tener».

EN EL CANDELERO

Así debemos estar los cristianos, en el candelero. Pero en el sentido de ser luz, de iluminar, de ser guía para los demás.

Jesús así lo estuvo y en Él veían la luz. Iluminar las mentes, los corazones y la mirada de los demás debería darnos la fuerza para seguir cada día.

Dios es la luz. No dejemos que las tinieblas reinen en los corazones, no dejemos que venza la oscuridad.


domingo, 22 de septiembre de 2019

XXV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO


Lc 16, 1-13

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Un hombre rico tenía un administrador, a quien acusaron ante él de derrochar sus bienes. Entonces lo llamó y le dijo: "¿Qué es eso que estoy oyendo de ti? Dame cuenta de tu administración, porque en adelante no podrás seguir administrando".

El administrador se puso a decir para sí: "¿Qué voy a hacer, pus mi señor me quita la administración? Para cavar no tengo fuerzas; mendigar me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer para que, cuando me echen de la administración, encuentre quien me reciba en su casa."

Fue llamando uno a uno a los deudores de su amo y dijo al primero: "¿Cuánto debes a mi amo?" Éste respondió: "Cien barriles de aceite." Él le dijo: "Aquí está tu recibo; aprisa, siéntate y escribe cincuenta."

Luego dijo a otro: "Y tú, ¿cuánto debes?" Él contestó: "Cien fanegas de trigo". Le dijo: "Aquí está tu recibo, escribe ochenta".

Y el amo felicitó al administrador injusto, por la astucia con que había procedido. Ciertamente, los hijos de este mundo son más astutos con su gente que los hijos de la luz.

Y yo os digo: ganaos amigos con el dinero de iniquidad, para que, cuando os falte, os reciban en las moradas eternas. El que es de fiar en lo poco, también en lo mucho es fiel; el que es injusto en lo poco, también en lo mucho es injusto.

Pues, si no fuisteis fieles en la riqueza injusta, ¿quién os confiará la verdadera? Si no fuisteis fieles en lo ajeno, ¿lo vuestro, quién os lo dará?

Ningún siervo puede servir a dos señores, porque, o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero».


DOS SEÑORES

El evangelio de hoy nos recuerda que un corazón dividido no puede ser fiel a los dos señores a los que sirva. Siempre rendirá pleitesía más a uno que a otro. ¿Y si los dos "señores" a los que sirve un corazón son Dios y el dinero?

Los "anawim" son los pobres de Dios, los humildes de Dios, aquellos que solo sirven a un Señor, aquellos que les da lo mismo lo que digan de ellos, mientras hacen el bien y reparten misericordia a manos llenas. Y Dios los guarda en lo más profundo de su corazón.

Nos lo dice en profeta Amós: "No olvidará ninguna de sus acciones". Y también el salmo: "Alza de la basura al pobre para sentarlo con los príncipes". Así con toda piedad y respeto, como recuerda san Pablo, la humanidad alzará sus manos limpias, sin ira ni divisiones, sirviendo a un solo Señor.



sábado, 21 de septiembre de 2019

SAN MATEO


 Mt 9, 9-13

En aquel tiempo, al pasar vio Jesús a un hombre llamado Mateo sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: «Sígueme».

Él se levantó y lo siguió. Y estando en la casa, sentado en la mesa, muchos publicanos y pecadores, que habían acudido, se sentaban con Jesús y sus discípulos.

Los fariseos, al verlo, preguntaron a los discípulos: «¿Cómo es que vuestro maestro come con publicanos y pecadores?»

Jesús lo oyó y dijo: «No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Andad, aprended lo que significa "Misericordia quiero y no sacrificio": que no he venido a llamar a justos, sino a los pecadores».

SAN MATEO

Muchas veces pensamos que los contemporáneos de Jesús y especialmente los apóstoles, que estuvieron muy cerca de Jesús, tuvieron mucha suerte de conocerlo.

Sin ser lo mismo, nosotros también podemos conocerlo, en las obras de sus seguidores y en sus palabras. Y también en las suyas, si leemos con atención la Escritura.

San Mateo fue uno de ellos, al que encontró Jesús ante la mesa de los impuestos y allí lo dejó todo para seguirle. Y Mateo nos dejó uno de los evangelios. Allí le encontraremos. 


viernes, 20 de septiembre de 2019

IBA CAMINANDO


Lc 8, 1-3

En aquel tiempo, Jesús iba caminando de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo, proclamando y anunciando la Buena Noticia del reino de Dios, acompañado por los Doce, y por algunas mujeres, que habían sido curadas de espíritus malos y de enfermedades: María la Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Cusa, un administrador de Herodes; Susana y otras muchas que les servían con sus bienes.

BUENA NOTICIA

Jesús iba de pueblo en pueblo y de ciudad en ciudad proclamando y anunciando la Buena Noticia del reino. Buena noticia, porque proclamar a Dios no puede ser de otra manera.

Es Buena y es Noticia. Al ser buena no se puede proclamar con tristeza o desidia. La alegría debería ser una de las cosas que caracterizara a los cristianos.

Y es la mejor noticia que podemos dar. Con palabras, pero también con obras. Anunciemos la Buena Noticia.


jueves, 19 de septiembre de 2019

TU FE TE HA SALVADO


Lc 7, 36-50

En aquel tiempo, un fariseo rogaba a Jesús que fuera a comer con él, entrando en casa del fariseo, se recostó a la mesa. En esto, una mujer que había en la ciudad, una pecadora, al enterarse de que estaba comiendo en casa del fariseo, vino trayendo un frasco de alabastro lleno de perfume y, colocándose detrás junto a sus pies, llorando, se puso a regarle los pies con las lágrimas, se los enjugaba con los cabellos de su cabeza, los cubría de besos y se los ungía con el perfume. Al ver esto, el fariseo que lo había invitado se dijo: «Si este fuera profeta, sabría quién y qué clase de mujer es la que lo está tocando, pues es una pecadora».

Jesús respondió y le dijo: «Simón, tengo algo que decirte». El contestó: «Dímelo, maestro».

Jesús le dijo: «Un prestamista tenía dos deudores: uno le debía quinientos denarios y el otro cincuenta. Como no tenían con qué pagar, los perdonó a los dos. ¿Cuál de ellos le mostrará más amor?» Respondió Simón y dijo: «Supongo que aquel a quien le perdonó más».

Le dijo Jesús: «Has juzgado rectamente».

Y, volviéndose a la mujer, dijo a Simón: «¿Ves a esta mujer? He entrado en tu casa y no me has dado agua para los pies; ella, en cambio, me ha regado los pies con sus lágrimas y me los ha enjugado con sus cabellos. Tú no mediste el beso de paz; ella, en cambio, desde que entré, no ha dejado de besarme los pies. Tú no me ungiste la cabeza con ungüento; ella, en cambio, me ha ungido los pies con perfume. Por eso te digo: sus muchos pecados han quedado perdonados, porque ja amado mucho, pero al que poco se le perdona, ama poco».

Y a ella le dijo: «Han quedado perdonados tus pecados».

Los demás convidados empezaron a decir entre ellos: «¿Quién es este, que hasta perdona pecados?»

Pero él dijo a la mujer: «Tu fe te ha salvado, vete en paz».

TENGO ALGO QUE DECIRTE

Jesús, en casa de Simón, después de su encuentro con la mujer que con sus lágrimas le regó sus pies, le dijo a este: "Tengo algo que decirte".

Simón hacía estado pensando mal de la actitud de Jesús y la de la mujer. Y Jesús, viendo su interior, le enseñó con su pedagogía divina.

Si Jesús nos dijera: "Tengo algo que decirte", ¿qué sería? Pensémoslo.


martes, 17 de septiembre de 2019

COMILÓN Y BORRACHO


Lc 7, 31-35

En aquel tiempo, dijo el Señor: «¿A quién, pues, compararé los hombres de esta generación? ¿A quién son semejantes?

Se asemejan a unos niños, sentados en la plaza, que gritan a otros aquello de : "Hemos tocado la flauta y no habéis bailado, hemos entonado lamentaciones y no habéis llorado".

Porque vino Juan el Bautista, que ni come pan ni bebe vino, y decís: “Tiene un demonio; viene el Hijo del hombre, que come y bebe, y decís: "Mirad qué hombre más comilón y borracho, amigo de publicanos y pecadores."

Sin embargo, todos los hijos de la sabiduría le han dado la razón».


ESTA GENERACIÓN

Las personas que escuchaban a Jesús en aquella época, su generación, tuvieron respuestas muy diferentes ante su predicación.

Algunos se convencían de que era el Mesías y otros pensaban que era un impostor que se atribuía el nombre y poder de Dios.

¿Y esta generación, la nuestra, la de hoy? ¿Habremos aprendido algo después de veinte siglos?




NO LLORES


Lc 7, 11-17

En aquel tiempo, iba Jesús camino de una ciudad llamada Naín, y caminaban con él sus discípulos y mucho gentío.

Cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, resultó que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda; y un gentío considerable de la ciudad la acompañaba. Al verla el Señor, le dio lástima y le dijo: No llores».

Y acercándose al ataúd, lo tocó (los que lo llevaban se pararon) y dijo: «¡ Muchacho, a ti te lo digo, levántate!»

El muerto se incorporo y empezó a hablar, y Jesús se lo entregó a su madre. Todos, sobrecogidos de temor, daban gloria a Dios, diciendo: «Un gran Profeta ha surgido entre nosotros», y «Dios ha visitado a su pueblo».

Este hecho se divulgó por toda Judea y por toda la comarca circundante.


DIOS HA VISITADO A SU PUEBLO

El pueblo de Israel sabía reconocer la presencia de Dios entre ellos desde hacía muchos siglos. Profetas, reyes, acontecimientos... habían sido prueba de ello.

También en tiempos de Jesús supieron ver que en Él estaba esa presencia, esa delicadeza de Dios en mostrarse de la manera más adecuada a cada persona.

Y hoy su presencia está velada por tantas y tantas distracciones, pero es posible verla si miramos con atención. Hoy también. En nosotros y nuestras circunstancias. Solo miremos con delicadeza, como Él, y allí lo veremos. 


lunes, 16 de septiembre de 2019

UN CENTURIÓN


 Lc 7, 1-10

En aquel tiempo, cuando Jesús terminó de exponer todas sus enseñanzas al pueblo, entró en Cafarnaún.

Un centurión tenía enfermo, a punto de morir, a un criado a quien estimaba mucho. Al oír hablar de Jesús, el centurión le envió unos ancianos de los judíos, rogándole que viniese a curar a su criado. Ellos, presentándose a Jesús, le rogaban encarecidamente: «Merece que se lo concedas, porque tiene afecto a nuestro pueblo y nos ha construido la sinagoga».

Jesús se puso en camino con ellos. No estaba lejos de la casa, cuando el centurión le envió unos amigos a decirle: «Señor, no te molestes; no soy yo quién para que entres bajo mi techo; por eso tampoco me creí digno de venir personalmente. Dilo de palabra, y mi criado quedará sano. Porque también yo soy un hombre sometido a una autoridad y con soldados a mis órdenes; y le digo a uno: "Ve", y va; al otro: "Ven", y viene; y a mi criado: "Haz esto", y lo hace».

Al oír esto, Jesús se admiró de él y, volviéndose a la gente que lo seguía, dijo: «Os digo que ni en Israel he encontrado tanta fe».

Y al volver a casa, los enviados encontraron al siervo sano.

JESÚS SE ADMIRÓ DE ÉL

En el evangelio de hoy Jesús se admira por la fe de un centurión romano. No era judío, no estaba dentro de la ley y, sin embargo, Jesús lo alaba.

La fe es difícil de probar científicamente porque no está dentro de los límites de lo científico. La fe está en otra dimensión.

La dimensión de la confianza, de creer sin reservas en el amor de un Dios que se entregó por nosotros.


domingo, 15 de septiembre de 2019

XXIV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO


 Lc 15, 1-32


En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús todos los publicanos y los pecadores a escucharle. Y los fariseos y los escribas murmuraban diciendo:
«Ese acoge a los pecadores y come con ellos».
Jesús les dijo esta parábola:
«¿Quien de vosotros que tiene cien ovejas y pierde una de ellas , no deja las noventa y nueve en el desierto y va tras la descarriada, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, se la carga sobre los hombros, muy contento; y, al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos, y les dice:
"¡Alegraos, conmigo!, he encontrado la oveja que se me había perdido".
Os digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse.
O ¿qué mujer tiene diez monedas, si se le pierde una, no enciende una lámpara y barre la casa y busca con cuidado, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, reúne a las amigas y a las vecinas y les dice:
“¡Alegraos conmigo!, he encontrado la moneda que se me había perdido".
Os digo que la misma alegría tendrán los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta».
También les dijo:
«Un hombre tenía dos hijos; el menor de ellos dijo a su padre:
"Padre, dame la parte que me toca de la fortuna."
El padre les repartió los bienes.
No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, emigró a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente.
Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad.
Fue entonces y se contrato con uno de los ciudadanos de aquel país que lo mandó a sus campos a apacentar cerdos. Deseaba saciarse de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba nada.
Recapacitando entonces, se dijo:
"Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me levantaré, me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros".
Se levanto y vino adonde estaba su padre; cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se le conmovieron las entrañas; y, echando a correr, se le echó cuello y lo cubrió de besos.
Su hijo le dijo:
"Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo."
Pero el padre dijo a sus criados:
"Sacad enseguida el mejor túnica y vestídsela; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y sacrificadlo; comamos y celebramos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado".
Y empezaron el banquete.
Su hijo mayor estaba en el campo. Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y la danza, y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello.
Este le contestó:
"Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha sacrificado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud".
Él se indignó y no quería entrar, pero su padre salió e intentaba persuadirlo.
Entonces él respondió a su padre:
"Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; en cambio, cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tu bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado".
El padre le dijo:
"Hijo, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo: pero era preciso celebrar un banquete y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado"».

CAPACES DE DIOS

En este domingo en el que el evangelio nos recuerda la parábola del hijo pródigo y el padre bueno, hay una frase de san Pablo a Timoteo que deberíamos recordar en todo tiempo. Cristo le hizo "capaz".
San Agustín decía que somos "capaces de Dios", que somos capaces de Él.

Y cuando nos damos cuenta de ello, nos ponemos en camino hacia el Padre, como el protagonista de la parábola. Y cambiamos, y nuestra vida es servicio. Con un corazón puro, con espíritu firme, como nos recuerda el salmo.

El evangelio nos ofrece las parábolas de la misericordia, y en ella debemos vivir para ser coherentes con nuestro ser cristiano. Hoy también recordamos a María en su advocación de Dolores. Ella, apóstol de la Misericordia, nos recuerda con su vida y su corazón traspasado de dolor la compasión como fuente de vida.


sábado, 14 de septiembre de 2019

EXALTACIÓN DE LA SANTA CRUZ


Jn 3, 13-17

En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo:
«Nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre.
Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna.
Porque tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito para que todo el que cree en él no perezca, sino que tengan vida eterna.
Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.
El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Unigénito de Dios».

LA CRUZ

El salmo de hoy tiene una frase sobre la que podemos reflexionar mucho tiempo: "no olvidéis las acciones del Señor". Y hoy, el día que celebramos especialmente que Jesús nos salvó en una Cruz, no debemos olvidar sus acciones.

Jesús pudo haber salvado el mundo con una sonrisa, pero lo hizo clavado en una Cruz, esa Cruz que nos parece a la vez cruel y a la vez nos recuerda su Salvación, el sentido de su venida a este mundo.

Por medio de una sencilla Cruz Jesús salvó al mundo. Por medio de la Cruz sigamos nosotros dando a conocer a Jesús.


viernes, 13 de septiembre de 2019

LA VIGA EN EL OJO


Lc 6,39-42

En aquel tiempo, dijo Jesús a los discípulos una parábola: «¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo?

No está el discípulo sobre su maestro, si bien, cuando termine su aprendizaje, será como un maestro.
¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: "Hermano, déjame que te saque la mota del ojo", sin fijarte en la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Sácate primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la mota del ojo de tu hermano».

ENTONCES VERÁS CLARO

Si la vista está turbia, nada se ve bien ni claro. Nos hace daño el sol y solo queremos estar a oscuras. Si nuestros ojos están sanos es todo lo contrario.

Hoy el evangelio nos pone delante que, si los ojos del alma están turbios, todo se verá turbio, mal y la luz de Cristo nos molestará.

Tengamos una mirada limpia, como la de Jesús. ¿Cómo sería esa mirada que a nadie dejó indiferente? Y un corazón limpio, como el de Jesús, que tampoco deja a nadie indiferente. 


jueves, 12 de septiembre de 2019

NO SE LO RECLAMES


Lc 6, 27-38


En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«A vosotros los que me escucháis os digo: amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os calumnian.
Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite la capa, no le impidas que tome también la túnica. A quien te pide, dale; al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames.
Tratad a los demás como queréis que ellos os traten. Pues, si amáis sólo a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien solo a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores hacen lo mismo.
Y si prestáis a aquellos de los que esperáis cobrar, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a otros pecadores, con intención de cobrárselo.
Por el contrario, amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada; será grande vuestra recompensa y seréis hijos del Altísimo, porque él es bueno con los malvados y desagradecidos.
Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante, pues con la medida con que midiereis se os medirá a vosotros».


¿QUÉ MÉRITO TENÉIS?

Jesús hoy, una vez más, en su discurso del evangelio va contra corriente. Nos pide no solo amar a nuestros amigos y familiares. Si solo los amamos a ellos, ¿qué mérito tenemos?

Lo difícil, el do de pecho, el amor desinteresado, como el suyo, va más allá. Amar incluso a aquellos que no nos aman o que pretenden hacernos daño.

Eso es evangelio puro, Amar como Él ama y nos ama. A todos, sin excepción. 



miércoles, 11 de septiembre de 2019

BIENAVENTURADOS


Lc 6, 20-26

En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos hacia sus discípulos, les decía:
«Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el reino de Dios.
Bienaventurados los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis saciados.
Bienaventurados los que ahora lloráis, porque reiréis.
Bienaventurados vosotros cuando os odien los hombres, y os excluyan, y os insulten, y proscriban vuestro nombre como infame, por causa del Hijo del hombre. Alegraos ese día y saltad de gozo, porque vuestra recompensa será grande en el cielo. Eso es lo que hacían vuestros padres con los profetas.
Pero, ¡ay de vosotros, los ricos, porque ya habéis recibido vuestro consuelo!.
¡Ay de vosotros, los que estáis saciados, porque tendréis hambre!.
¡Ay de los que ahora reís, porque haréis duelo y lloraréis!
¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros! Eso es lo que vuestros padres hacían con los falsos profetas».

BIENAVENTURADOS

Las bienaventuranzas son el meollo del evangelio, de nuestra vida cristiana, de nuestra entrega incondicional a la misión que Jesús nos encomendó.

Bienaventurados seremos cuando no entendamos nada de los que nos sucede, pero estemos contentos por amar.

Aunque, probablemente el mundo no entienda nuestra alegría, alegrémonos y pongamos nuestra vida en sus manos. Hagamos vida las bienaventuranzas.



martes, 10 de septiembre de 2019

PASÓ LA NOCHE ORANDO


 Lc 6, 12-19

En aquellos días, Jesús salió al la monte a orar y pasó la noche orando a Dios.
Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, escogió de entre ellos a doce, a los que también nombró apóstoles: Simón, al que puso de nombre Pedro, y Andrés, su hermano, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Simón, llamado el Zelote; Judas el de Santiago y Judas Iscariote, que fue el traidor.
Después de bajar con ellos, se paró en un llanura con un grupo grande de discípulos y una gran muchedumbre del pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón.
Venían a oírlo y a que los curara de sus enfermedades; los atormentados por espíritus inmundos quedaban curados, y toda la gente trataba de tocarlo, porque salía de él una fuerza que los curaba a todos.

LLAMÓ A SUS DISCÍPULOS

Al comienzo de la vida pública de Jesús llamó a sus discípulos y escogió entre ellos a doce. Y los nombró apóstoles.

Él es el que escoge, el que nombra, el que llama. Nuestra actitud debe ser dejarnos escoger, dejarnos nombrar, dejarnos llamar.

Y, con ea confianza, ir a predicar la misericordia infinita de un Dios que lo dio todo por nosotros. Actuemos en consecuencia.



lunes, 9 de septiembre de 2019

HACER EL BIEN O EL MAL


Lc 6, 6-11


Un sábado, entró Jesús en la sinagoga y se puso a enseñar.

Había allí un hombre que tenía la mano derecha paralizada. Los escribas y los fariseos estaban al acecho para ver si curaba en sábado, y encontrar de qué acusarlo.

Pero él conocía sus pensamientos y dijo al hombre de la mano atrofiada: «Levántate y ponte ahí en medio». Y, levantándose, se quedó en pie.

Jesús les dijo: «Os voy a hacer una pregunta: ¿Qué está permitido en sábado?, ¿hacer el bien o el mal, salvar una vida o destruirla?»

Y, echando en torno una mirada a todos, le dijo: «Extiende tu mano». Él lo hizo y su mano quedó restablecida. Pero ellos, ciegos por la cólera, discutían qué había que hacer con Jesús.


OS VOY A HACER UNA PREGUNTA

Jesús predicaba, hacía milagros, curaba, sanaba con sus manos y con su mirada... y hacía preguntas. Esas preguntas de la pedagogía divina que tanto nos enseñan.

Como a los protagonistas del evangelio, ¿es mejor hacer el bien o el mal? Y sabemos la respuesta. 

¿Qué pregunta nos haría hoy Jesús a nosotros? ¿Cuál sería nuestra respuesta? 


domingo, 8 de septiembre de 2019

XXXIII SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO


Lc 14, 25-33

En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; él se volvió y les dijo: «Si alguno viene a mí y no pospone a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío.

Quien no carga con su cruz y viene en pos de mí, no puede ser discípulo mío.

Así, ¿quién de vosotros, si quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla? No sea que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran, diciendo: "Este hombre empezó a construir y no ha sido capaz de acabar."

¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que le ataca con veinte mil? Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz.

Así pues, todo aquel de entre vosotros que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío».

RENUNCIAR A LOS BIENES

El evangelio de este domingo pone en nuestro punto de mira preguntarnos qué tiene más sitio en nuestro corazón, el seguimiento de Jesús o todos nuestros bienes. Entendiendo por bienes todo aquello bueno que tenemos. El equilibrio está en ponerlos a disposición de Jesús y los hermanos.

Así podremos llegar mejor al corazón de Dios y, como nos dice el libro de la Sabiduría, los hombres aprendieron lo que agrada a Dios. La dignidad del hombre, en la que todos somos iguales, nos hace considerar al prójimo como a uno mismo. Y en esa unidad, ser uno con Dios, en su misericordia.

El salmo nos anima a elevar una petición a Dios: "sácianos de tu misericordia". Cuando seamos misericordia, el mundo cambiará y ya todos nuestros bienes, materiales o no, habrán pasado a un segundo plano para estar pendientes de lo que verdaderamente importa: ser discípulo de Jesús. 


sábado, 7 de septiembre de 2019

SEÑOR DEL SÁBADO


Lc 6, 15

Un sábado, iba Jesús caminando por medio de un sembrado y sus discípulos arrancaban y comían espigas, frotándolas con las manos.

Unos fariseos dijeron: «¿Por qué hacéis en sábado lo que no está permitido?»

Respondiendo Jesús, les dijo: «¿No habéis leído lo que hizo David, cuando él y sus hombres sintieron hambre?

Entró en la casa de Dios, tomando los panes de la proposición, que sólo está permitido comer a los sacerdotes, comió él y dio a sus a los que estaban con él».

Y les decía: «El Hijo del hombre es señor del sábado».

LA CASA DE DIOS

El evangelio de hoy nos habla del rey David. Y que ya en aquella época ya se tenía conciencia de "la casa de Dios" como un lugar sagrado.

Hoy, la conciencia de lo sagrado se difumina en los actos y en las mentes de mucha gente. Hay que recuperar esa conciencia.

La casa de Dios, el templo, la iglesia es un lugar donde encontrar a Dios. Sin olvidarnos de encontrarlo en los hermanos. 


jueves, 5 de septiembre de 2019

EL VINO Y EL ESPOSO


Lc 5, 33-39

En aquel tiempo, los fariseos y los escribas dijeron a Jesús: «Los discípulos de Juan ayunan a menudo y oran, y los de los fariseos también; en cambio, los tuyos, a comer y a beber».

Jesús les contestó: «¿Acaso podéis hacer ayunar a los invitados a la boda mientras el esposo está con ellos? Llegarán días en que les arrebatarán al esposo, entonces ayunarán en aquellos días».

Les dijo también una parábola: «Nadie recorta una pieza de un manto nuevo para ponérsela a un manto viejo; porque, si lo hace se rompe y al viejo no le cuadra la pieza del nuevo. el nuevo. Nadie echa vino nuevo en odres viejos; porque, si lo hace, el vino nuevo reventará los odres y se derramará, y los odres se estropearán.

A vino nuevo, odres nuevos.

Nadie que cate vino añejo quiere del nuevo, pues dirá: "El añejo es mejor"».


VINO NUEVO

El vino se hace a partir de muchos racimos. Así la Iglesia se compone de muchas personas que dan lo mejor de sí mismas.

De ello se compone el vino nuevo del que nos habla en evangelio de hoy. Pero para este vino nuevo hacen falta odres nuevos.

Hay que poner todo lo que somos y podemos para hacer de la Iglesia el odre nuevo que sea faro para el mundo de hoy.


DOS BARCAS EN LA ORILLA


 Lc 5, 1-11

En aquel tiempo, la gente se agolpaba en torno a Jesús para oír la Palabra de Dios. Estando él de pie junto al lago de Genesaret, vio dos barcas que estaban en la orilla; los pescadores, que habían desembarcado, estaban lavando las redes.

Subió a una de las barcas, que era la de Simón, le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente. Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: «Rema mar adentro, y echad vuestras redes para la pesca».

Respondió Simón y dijo: «Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos recogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes».

Y, puestos a la obra, hicieron una redada tan grande de peces que las redes comenzaban a reventarse. Entonces hicieron señas a los compañeros, que estaban en la otra barca, para que vinieran a echarles una mano. Vinieron y llenaron las dos barcas, hasta el punto de que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús diciendo: «Señor, apártate de mí, que soy un hombre pecador».

Y es que el estupor se había apoderado de él y de los que estaban con él, por la redada de peces que habían recogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón.

Y Jesús dijo a Simón: «No temas; desde ahora serás pescador de hombres». Ellos sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.


REMA MAR ADENTRO

La imagen del inmenso mar suele llevar a la idea de un Dios inmenso, infinito, en el que adentrarse, que nunca podremos apropiarnos de Él del todo.

Hoy el evangelio nos anima a remar mar adentro. Y es como si Jesús nos animase a remar mar adentro en Dios.

No olvidemos la vida interior. Las obras tendrán su sentido si se lo encontramos en la oración. 




miércoles, 4 de septiembre de 2019

LA SUEGRA DE SIMÓN


Lc 4, 38-44

En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, entró en casa de Simón. La suegra de Simón estaba con fiebre muy alta y le rogaron por ella.

Él, inclinándose sobre ella, increpó a la fiebre, y se le pasó; ella, levantándose enseguida, se puso a servirles.

Al ponerse el sol, todos cuantos tenían enfermos con diversas dolencias se los llevaban, y él, imponiendo las manos sobre cada uno, los iba curando. De muchos de ellos salían también demonios, que gritaban y decían: «Tú eres el Hijo de Dios».

Los increpaba y no les dejaba hablar, porque sabían que él era el Mesías. Al hacerse de día, salió a un lugar desierto. La gente lo andaba buscando y, llegando donde estaba, intentaban retenerlo para que no se separara de ellos.

Pero él les dijo: «Es necesario que proclame el reino de Dios también a las otras ciudades, pues para esto he sido enviado». Y predicaba en las sinagogas de Judea.

ÉL ERA EL MESÍAS

Algunos de los contemporáneos de Jesús entendieron que era el Mesías. Lo oyeron, lo vieron, fueron testigos de sus milagros.

Así era fácil creer. ¡Cuántas veces hemos pensado que si hubiéramos vivido junto a Él hubiéramos creído al instante...!

Veinte siglos después también sabemos que es el Mesías que esperaban las naciones y los vemos y lo oímos en nuestros hermanos.