martes, 18 de febrero de 2020

LLEGARON A BETSAIDA


Mc 8, 22-26


En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron a Betsaida.
Y le trajeron a un ciego pidiéndole que lo tocase.
Él lo sacó de la aldea, llevándolo de la mano, le untó saliva en lo ojos, le impuso las manos y le preguntó:
«¿Ves algo?» 
Levantando los ojos dijo:
«Veo hombres; me parecen árboles, pero andan».
Le puso otra vez las manos en los ojos; el hombre miró: estaba curado y veía todo con claridad.
Jesús lo mandó a casa diciéndole que no entrase en la aldea.

LLEVÁNDOLO DE LA MANO

Así nos lleva siempre Jesús, de la mano. Aun sin saberlo, aun sin ser plenamente conscientes, Él siempre nos lleva de la mano.

Solo hay que dejarse llevar de su mano. No nos llevará a mal lugar, no nos soltará nunca. Porque el que nos lleva es Él.

Confiemos. 


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