domingo, 6 de diciembre de 2020

SE COMPADECÍA

 Mt 9, 35-10, 1. 6-8

En aquel tiempo, Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, proclamando el Evangelio del reino y curando toda enfermedad y toda dolencia.
Al ver a las muchedumbres, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, «como ovejas que no tienen pastor».
Entonces dice a sus discípulos:
«La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies».
Llamó a sus doce discípulos y les dio autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y toda dolencia.
A estos doce los envió Jesús con estas instrucciones:
«ld a las ovejas descarriadas de Israel. Id y proclamad que ha llegado el reino de los cielos. Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, arrojad demonios. Gratis habéis recibido, dad gratis».

SE COMPADECÍA

Jesús, el Compasivo. Así deberíamos llamarle también. Siempre atento, siempre con la mano extendida, siempre viviendo en caridad.

Así deberíamos vivir nosotros, a su ejemplo. Así deberíamos vivir todos los cristianos.

Compasión. Misericordia. Amor. Cambiemos el mundo haciendo vida esas tres palabras. 

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