martes, 21 de abril de 2020

EL HIJO DEL HOMBRE


Jn 3, 5a. 7b-l 5

En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo:
«Tenéis que nacer de nuevo; el viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que ha nacido del Espíritu».
Nicodemo le preguntó:
«¿Cómo puede suceder eso?»
Le contestó Jesús:
« ¿Tú eres maestro en Israel, y no lo entiendes? En verdad, en verdad te digo: hablamos de lo que sabemos y damos testimonio de lo que hemos visto, pero no recibís nuestro testimonio. Si os hablo de las cosas terrenas y no me creéis, ¿cómo creeréis si os hablo de las cosas celestiales? Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre.
Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna».


TIENE QUE SER ELEVADO EL HIJO DEL HOMBRE

Y así como lo anunció, sucedió. El Hijo del hombre, Jesús, el Mesías fue elevado a una Cruz. Elevado a un castigo ignominioso que nos llevó a la salvación.

Elevado para que nosotros seamos elevados, muerto para que nosotros tengamos vida, resucitó para que nosotros resucitemos.

Así todo el que crea tendrá vida eterna.


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