domingo, 15 de octubre de 2023

XXVIII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

 Mt 22,1-10

En aquel tiempo, Jesús volvió a hablar en parábolas a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo, diciendo:
«El reino de los cielos se parece a un rey que celebraba la boda de su hijo; mandó a sus criados para que llamaran a los convidados, pero no quisieron ir. Volvió a mandar otros criados encargándoles que dijeran a los convidados:
"Tengo preparado el banquete, he matado terneros y reses cebadas y todo está a punto. Venid a la boda".
Pero ellos no hicieron caso; uno se marchó a sus tierras, otro a sus negocios, los demás agarraron a los criados y los maltrataron y los mataron.
El rey montó en cólera, envió sus tropas, que acabaron con aquellos asesinos y prendieron fuego a la ciudad.
Luego dijo a sus criados:
"La boda está preparada, pero los convidados no se la merecían. Id ahora a los cruces de los caminos y a todos los que encontréis, llamadlos a la boda".
Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos. La sala del banquete se llenó de comensales.

ALEGRÍA
En las lecturas litúrgicas de este domingo Dios presenta la salvación como la participación en una boda alegre y abundante. Una fiesta, por eso hay que ponerse traje adecuado, de fiesta.
Comparamos esta invitación a la invitación que nos hace cada semana a la Misa dominical y, puede ser que, como los invitados del evangelio, pongamos mil excusas para no ir.
Pongámonos el "traje de fiesta", un corazón blanco y misericordioso, y acudamos con inmensa alegría a la mayor de las fiestas, el banquete de la Eucaristía, donde Dios se parte y se reparte para nosotros.


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