viernes, 22 de marzo de 2024

Y MUCHOS CREYERON EN ÉL ALLÍ

 Jn 10,31-42

En aquel tiempo, los judíos agarraron piedras para apedrear a Jesús.
Él les replicó:
«Os he hecho ver muchas obras buenas por encargo de mi Padre: ¿por cuál de ellas me apedreáis?».
Los judíos le contestaron:
«No te apedreamos por una obra buena, sino por una blasfemia: porque tú, siendo un hombre, te haces Dios».
Jesús les replicó:
«¿No está escrito en vuestra ley: "Yo os digo: sois dioses"? Si la Escritura llama dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios, y no puede fallar la Escritura, a quien el Padre consagró y envió al mundo, ¿decís vosotros: "¡Blasfemas!" Porque he dicho: "Soy Hijo de Dios"? Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis, pero si las hago, aunque no me creáis a mí, creed a las obras, para que comprendáis y sepáis que el Padre está en mí, y yo en el Padre».
Intentaron de nuevo detenerlo, pero se les escabulló de las manos. Se marchó de nuevo al otro lado del Jordán, al lugar donde antes había bautizado Juan, y se quedó allí.
Muchos acudieron a él y decían:
«Juan no hizo ningún signo; pero todo lo que Juan dijo de este era verdad».
Y muchos creyeron en él allí.


Y MUCHOS CREYERON EN ÉL ALLÍ
Días difíciles los últimos que pasó Jesús entre nosotros. Los judíos le acusaban de blasfemia y estaba perseguido allá donde i ba.
Pero Él intentaba explicarles y les contestaba a todas sus preguntas capciosas. Y, allí también, se hacía vida su misión.
Allí, en el fragor del diálogo, muchos entendías que era el Mesías, pues nunca otro les había hablado así. Cualquier ocasión es buena para los que creen. 

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