martes, 23 de julio de 2024

FRUTO ABUNDANTE

 Jn 15,1-8

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento que no da fruto en mí lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto.
Vosotros ya estáis limpios por la palabra que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros.
Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.
Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden.
Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará.
Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos».

FRUTO ABUNDANTE
Todos sabemos que si un árbol o una planta da fruto abundante es porque ha tenido  buena tierra, cuidados y buen abono.
Igual nosotros en la vida espiritual. Es necesaria la buena tierra de nuestra alma, los cuidados del Espíritu y el buen abono de la oración y las buenas obras.
¿Qué debo hacer en mi vida espiritual para dar fruto abundante?

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