domingo, 26 de octubre de 2025

XXX DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

          

                                                                                 Lc 18, 9-14


 En aquel tiempo, dijo Jesús esta parábola a algunos que confiaban en sí mismos por considerarse justos y despreciaban a los demás:

«Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: “¡Oh, Dios!, te doy gracias porque no soy como los demás hombres: ladrones, injustos, adúlteros; ni tampoco como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo”.
El publicano, en cambio, quedándose atrás, no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo: “¡Oh, Dios!, ten compasión de este pecador”.
Os digo que este bajó a su casa justificado, y aquel no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido».

PUBLICANOS Y FARISEOS
Dos hombres subieron al Templo a orar. En apariencia, eran dos hombres buenos que cumplían con su deber de buenos judíos. Uno era publicano y otro fariseo.
Pero lo que cuenta, como siempre, es la intención. Y no se puede ir a la oración en actitud soberbia, como el publicano que, en principio, era el cumplidor.
El fariseo, en apariencia el falso y pecador, se sentía un pobre humilde ante Dios. Suplicaba perdón y misericordia ante el Señor del mundo. Seamos humildes y oremos en todo tiempo. 

domingo, 12 de octubre de 2025

XXVIII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

                                                                          Lc 17, 11-19   

En aquel tiempo, cuando Jesús iba de camino a Jerusalén, pasó entre Samaria y Galilea. Estaba cerca de un pueblo, cuando le salieron al encuentro diez leprosos, los cuales se detuvieron a lo lejos y a gritos le decían: “Jesús, maestro, ten compasión de nosotros”.

Al verlos, Jesús les dijo: “Vayan a presentarse a los sacerdotes”. Mientras iban de camino, quedaron limpios de la lepra.

Uno de ellos, al ver que estaba curado, regresó, alabando a Dios en voz alta, se postró a los pies de Jesús y le dio las gracias. Ese era un samaritano. Entonces dijo Jesús: “¿No eran diez los que quedaron limpios? ¿Dónde están los otros nueve? ¿No ha habido nadie, fuera de este extranjero, que volviera para dar gloria a Dios?” Después le dijo al samaritano: “Levántate y vete. Tu fe te ha salvado”.

LEPRA

La lepra era la enfermedad maldita en tiempos de Jesús. Nadie quería acercarse a ellos, tenían que esconderse, los confinaban en sitios muy apartados y cubrían sus cuerpos y rostros a las miradas y conciencias de los demás. 

En los tiempos actuales también existen muchas clases de lepra, personas que se esconden por vergüenza y se confinan voluntariamente para no "herir" miradas y conciencias. ¿Y nosotros? ¿Somos misericordiosos o nos siguen hiriendo las "lepras" de nuestros hermanos?

Y aun así, la fe sigue salvando a todos, a nosotros también, de las "lepras" cotidianas. Demos siempre gracias a Dios, demos gracias por hacer posible la vida que nos ha regalado. Demos gracias por la vida.

domingo, 5 de octubre de 2025

XXVII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

                                                                          Lc 17,5-10

En aquel tiempo, los apóstoles le dijeron al Señor:
«Auméntanos la fe».
El Señor dijo:
«Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa morera:
“Arráncate de raíz y plántate en el mar», y os obedecería.
¿Quién de vosotros, si tiene un criado labrando o pastoreando, le dice cuando vuelve del campo: “Enseguida, ven y ponte a la mesa”?
¿No le diréis más bien: “Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo, y después comerás y beberás tú”?
¿Acaso tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado? Lo mismo vosotros: cuando hayáis hecho todo lo que se os ha mandado, decid:
“Somos siervos inútiles, hemos hecho lo que teníamos que hacer”».


AUMÉNTANOS LA FE

La fe, aunque el mundo quiera hacernos ver lo contrario, es parte fundamental de nuestra vida. De una manera o de otra, tenemos fe, creemos en algo o alguien.

En nuestra vida de cristianos, la fe tiene un solo referente, Dios, el Señor, Rey de reyes y Señor de señores, aquel que el mar y el viento obedecen. Fe en Aquel que culmina la obra de Dios en su Vida y Muerte.

Auméntanos la fe, Señor, para que siempre sepamos que podemos poner nuestra vida en tus amables manos. Auméntanos la fe.