lunes, 7 de agosto de 2023

A UN LUGAR DESIERTO

 Mt 14,13-21

En aquel tiempo, al enterarse Jesús de la muerte de Juan el Bautista, se marchó de allí en barca, a solas, a un lugar desierto. Cuando la gente lo supo, lo siguió por tierra desde los poblados.
Al desembarcar vio Jesús una multitud, se compadeció de ella y curó a los enfermos. Como se hizo tarde, se acercaron los discípulos a decirle:
«Estamos en despoblado y es muy tarde, despide a la multitud para que vayan a las aldeas y se compren comida».
Jesús les replicó:
«No hace falta que vayan, dadles vosotros de comer».
Ellos le replicaron:
«Si aquí no tenemos más que cinco panes y dos peces».
Les dijo:
«Traédmelos».
Mandó a la gente que se recostara en la hierba y tomando los cinco panes y los dos peces, alzando la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos; los discípulos se los dieron a la gente. Comieron todos y se saciaron y recogieron doce cestos llenos de sobras. Comieron unos cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños.

A UN LUGAR DESIERTO
Nos dice hoy el evangelio que Jesús, al enterarse de la muerte de Juan, se fue a un lugar desierto. Después de un acontecimiento trascendental, Jesús ora.
En nuestra vida la oración debería tener un lugar más principal del que normalmente tiene. Retirarse a un lugar en soledad a orar es fundamental.
Y allí, corazón a Corazón, profundizar en nosotros y, si vemos algo que debemos cambiar, hagámoslo. Vayamos a un lugar desierto, con Él. 

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