martes, 23 de abril de 2024

YO Y EL PADRE SOMOS UNO

 Jn 10,22-30

Se celebraba en Jerusalén la fiesta de la Dedicación del templo. Era invierno, y Jesús se paseaba en el templo por el pórtico de Salomón.
Los judíos, rodeándolo, le preguntaban:
«¿Hasta cuándo nos vas a tener en suspenso? Si tú eres el Mesías, dínoslo francamente».
Jesús les respondió:
«Os lo he dicho, y no creéis; las obras que yo hago en nombre de mi Padre, esas dan testimonio de mí. Pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas. Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Lo que mi Padre me ha dado es más que todas las cosas, y nadie puede arrebatar nada de la mano de mi Padre. Yo y el Padre somos uno».

YO Y EL PADRE SOMOS UNO
No hacía falta más. Los contemporáneos de Jesús lo entendieron enseguida. Jesús les estaba diciendo que era igual al Padre.
Como luego recitamos en el Credo, "de la misma naturaleza del Padre", de naturaleza divina, Dios.
Y en esa unidad del Padre y del Hijo solo reina en Amor, que es el Espíritu. Se lo dijo, pero no acababan de entender. 

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