miércoles, 18 de septiembre de 2024

SE ASEMEJAN A UNOS NIÑOS

 Lc 7,31-35

En aquel tiempo, dijo el Señor:
«¿A quién, pues, compararé los hombres de esta generación? ¿A quién son semejantes?
Se asemejan a unos niños, sentados en la plaza, que gritan a otros aquello de:
“Hemos tocado la flauta
y no habéis bailado,
hemos entonado lamentaciones,
y no habéis llorado”.
Porque vino Juan el Bautista, que ni come pan ni bebe vino, y decís: “Tiene un demonio”; vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y decís: “Mirad qué hombre más comilón y borracho, amigo de publicanos y pecadores”.
Sin embargo, todos los hijos de la sabiduría le han dado la razón».

SE ASEMEJAN A UNOS NIÑOS
Sabemos lo que opinaba Jesús de los niños, pero en esta ocasión el evangelio nos habla de actitudes infantiles.
Podemos ser como niños, pero lo incorrecto es, siendo maduros, tener actitudes infantiles, como tenían aquellos en tiempos de Jesús.
Vivamos nuestra fe como cristianos maduros, comprometidos, entregados. Llevemos la fe a la vida. 

martes, 17 de septiembre de 2024

¡LEVÁNTATE!

 Lc 7,11-17

En aquel tiempo, iba Jesús camino de una ciudad llamada Naín, y caminaban con él sus discípulos y mucho gentío.
Cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, resultó que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda; y un gentío considerable de la ciudad la acompañaba.
Al verla el Señor, se compadeció de ella y le dijo:
«No llores».
Y acercándose al ataúd, lo tocó (los que lo llevaban se pararon) y dijo:
«¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate!».
El muerto se incorporó y empezó a hablar, y se lo entregó a su madre.
Todos, sobrecogidos de temor, daban gloria a Dios diciendo:
«Un gran Profeta ha surgido entre nosotros», y «Dios ha visitado a su pueblo».
Este hecho se divulgó por toda Judea y por toda la comarca circundante.

¡LEVÁNTATE!
A nosotros nos lo dice: ¡levántate! A nosotros, que vivimos en un mundo en el que no está Él presente casi nunca.
¡Levántate  y sé valiente! Anuncia que Jesús es la Vida y el Amor, que es el único Salvador y nuestra eterna Luz.
Sepamos levantarnos y levantar a todo aquel que esté hundido en lo profundo de la tristeza. Anunciemos nuestra alegría; ¡levántate!

lunes, 16 de septiembre de 2024

SE PUSOEN CAMINO CON ELLOS

 Lc 7,1-10

En aquel tiempo, cuando Jesús terminó de exponer todas sus enseñanzas al pueblo, entró en Cafarnaún.
Un centurión tenía enfermo, a punto de morir, a un criado a quien estimaba mucho. Al oír hablar de Jesús, el centurión le envió unos ancianos de los judíos, rogándole que viniese a curar a su criado. Ellos, presentándose a Jesús, le rogaban encarecidamente:
«Merece que se lo concedas, porque tiene afecto a nuestra gente y nos ha construido la sinagoga».
Jesús se puso en camino con ellos. No estaba lejos de la casa, cuando el centurión le envió unos amigos a decirle:
«Señor, no te molestes, porque no soy digno de que entres bajo mi techo; por eso tampoco me creí digno de venir a ti personalmente. Dilo de palabra y mi criado quedará sano. Porque también yo soy un hombre sometido a una autoridad y con soldados a mis órdenes; y le digo a uno: "Ve", y va; al otro: "Ven", y viene; y a mi criado: "Haz esto", y lo hace».
Al oír esto, Jesús se admiró de él y, volviéndose a la gente que lo seguía, dijo:
«Os digo que ni en Israel he encontrado tanta fe».
Y al volver a casa, los enviados encontraron al siervo sano.

SE PUSO EN CAMINO CON ELLOS
El evangelio de hoy nos habla del centurión de Cafarnaúm. Los ancianos le pidieron que le ayudase, "se lo merecía", porque se había portado bien con ellos.
Y Jesús se puso en camino con ellos. Caminar con alguien es entender su camino, pisar por las mismas piedras y ver los mismos paisajes.
Pidamos a Jesús que siempre se ponga en camino con nosotros, que nos ayude en las dificultades y nos haga ver lo bello de caminar con Él. 

jueves, 12 de septiembre de 2024

MISERICORDIA

 Lc 6,27-38

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«A vosotros los que me escucháis os digo: amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os calumnian.
Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite la capa, no le impidas que tome también la túnica. A quien te pide, dale; al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames.
Tratad a los demás como queréis que ellos os traten. Pues, si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien solo a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores hacen lo mismo.
Y si prestáis a aquellos de los que esperáis cobrar, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a otros pecadores, con intención de cobrárselo.
Por el contrario, amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada; será grande vuestra recompensa y seréis hijos del Altísimo, porque él es bueno con los malvados y desagradecidos.
Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante, pues con la medida con que midiereis se os medirá a vosotros».

MISERICORDIA
Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso, nos dice hoy Jesús. Un buen consejo que nunca deberíamos olvidar.
Y sigue: no juzguéis, no condenéis, perdonad. Y el Señor será generoso con vosotros hasta la exageración, como solo puede serlo Él.
Misericordia, compasión, amor. Tres premisas para ser un buen cristiano. 

martes, 10 de septiembre de 2024

UNA FUERZA QUE LOS CURABA

 Lc 6,12-19

En aquellos días, Jesús salió al monte a orar y pasó la noche orando a Dios.
Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, escogió de entre ellos a doce, a los que también nombró apóstoles: Simón, al que puso de nombre Pedro, y Andrés, su hermano; Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Simón, llamado el Zelote; Judas el de Santiago y Judas Iscariote, que fue el traidor.
Después de bajar con ellos, se paró en una llanura con un grupo grande de discípulos y una gran muchedumbre del pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón.
Venían a oírlo y a que los curara de sus enfermedades; los atormentados por espíritus inmundos quedaban curados, y toda la gente trataba de tocarlo, porque salía de él una fuerza que los curaba a todos.

UNA FUERZA QUE LOS CURABA
Nos dice hoy el evangelio que salía de Jesús una fuerza que los curaba a todos. No sabían contarlo, pero se notaba.
De Jesús siempre sale una fuerza que cura los cuerpos y las almas. Los apóstoles eran los primeros testigos y nos lo contaron.
Que nosotros también seamos apóstoles de Jesús y proclamemos su fuerza curativa. 

domingo, 8 de septiembre de 2024

XXIII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

 Mc 7,31-37

En aquel tiempo, dejando Jesús el territorio de Tiro, pasó por Sidón, camino del mar de Galilea, atravesando la Decápolis. Y le presentaron un sordo, que, además, apenas podía hablar; y le piden que le imponga la mano.
Él, apartándolo de la gente, a solas, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua.
Y mirando al cielo, suspiró y le dijo:
«Effetá» (esto es, «ábrete»).
Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba correctamente.
Él les mandó que no lo dijeran a nadie; pero, cuanto más se lo mandaba, con más insistencia lo proclamaban ellos.
Y en el colmo del asombro decían:
«Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos».

EFFETÁ
Effetá, ábrete. Palabra que dijo Jesús al sordomudo para abrir sus oídos y liberar su lengua. Las personas que lo vieron comentaban, asombradas, que todo lo hacía bien. Tuvo que ser un impacto en aquella sociedad.
Y hoy Jesús sigue haciéndolo todo bien, curando, sanando, poniendo su mano en todo aquello que no está bien en nuestras vidas para abrirlo y dejar que entre el Espíritu santificador.
Pensemos qué debe sanar Jesús en nosotros, qué debemos dejarnos sanar para poder hablar sobre Él a todos y escuchar todo aquello que quiera decirnos.

sábado, 7 de septiembre de 2024

SEÑOR DEL SÁBADO

 Lc 6,1-5

Un sábado, iba Jesús caminando por medio de un sembrado y sus discípulos arrancaban y comían espigas, frotándolas con las manos.
Unos fariseos dijeron:
«¿Por qué hacéis en sábado lo que no está permitido?».
Respondiendo Jesús, les dijo:
«¿No habéis leído lo que hizo David, cuando él y sus compañeros sintieron hambre?
Entró en la casa de Dios, y tomando los panes de la proposición, que solo está permitido comer a los sacerdotes, comió él y dio a los que estaban con él».
Y les decía:
«El Hijo del hombre es señor del sábado».

SEÑOR DEL SÁBADO

Hoy el evangelio nos muestra a Jesús llamándose a sí mismo "señor del sábado". Él es el Señor de todo y de todos.
Señor pacífico y consolador, siempre a nuestro lado, siempre mostrándose cercano y Señor de nuestras vidas.
Pidámosle que siempre nos importe más el amor que las leyes, la coherencia y la transparencia que el cumplimiento. 

viernes, 6 de septiembre de 2024

LOS FARISEOS Y LOS ESCRIBAS

 Lc 5,33-39

En aquel tiempo, los fariseos y los escribas dijeron a Jesús:
«Los discípulos de Juan ayunan a menudo y oran, y los de los fariseos también; en cambio, los tuyos, a comer y a beber».
Jesús les dijo:
«¿Acaso podéis hacer ayunar a los invitados a la boda mientras el esposo está con ellos? Llegarán días en que les arrebatarán al esposo, entonces ayunarán en aquellos días».
Les dijo también una parábola:
«Nadie recorta una pieza de un manto nuevo para ponérsela a un manto viejo; porque, si lo hace, el nuevo se rompe y al viejo no le cuadra la pieza del nuevo.
Nadie echa vino nuevo en odres viejos: porque, si lo hace, el vino nuevo reventará los odres y se derramará, y los odres se estropearán.
A vino nuevo, odres nuevos.
Nadie que cate vino añejo quiere del nuevo, pues dirá: "El añejo es mejor"».

LOS FARISEOS Y LOS ESCRIBAS
En tiempos de Jesús todos estaban pendientes de sus palabras: unos, para seguirlas y hacer el bien; otros, para pillarle en cualquier error.
Todos oían y escuchaban con atención, pero lo que cambia es la intención. La bondad o maldad del corazón.
Que siempre tengamos el buen corazón de seguir a Jesús adonde quiera que vaya. 

jueves, 5 de septiembre de 2024

DEJÁNDOLO TODO

 Lc 5,1-11

En aquel tiempo, la gente se agolpaba en torno a Jesús para oír la palabra de Dios. Estando él de pie junto al lago de Genesaret, vio dos barcas que estaban en la orilla; los pescadores, que habían desembarcado, estaban lavando las redes.
Subiendo a una de las barcas, que era la de Simón, le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente.
Cuando acabó de hablar, dijo a Simón:
«Rema mar adentro, y echad vuestras redes para la pesca».
Respondió Simón y dijo:
«Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos recogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes».
Y, puestos a la obra, hicieron una redada tan grande de peces que las redes comenzaban a reventarse. Entonces hicieron señas a los compañeros, que estaban en la otra barca, para que vinieran a echarles una mano. Vinieron y llenaron las dos barcas, hasta el punto de que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús diciendo:
«Señor, apártate de mí, que soy un hombre pecador».
Y es que el estupor se había apoderado de él y de los que estaban con él, por la redada de peces que habían recogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón.
Y Jesús dijo a Simón:
«No temas; desde ahora serás pescador de hombres».
Entonces sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.

DEJÁNDOLO TODO
Jesús nos dice en el evangelio de hoy que los apóstoles se decidieron a seguirle, dejándolo todo.
Es difícil dejar todo por alguien, aunque, a veces, ocurre. Pero es también difícil dejarlo todo por Alguien, por el Único que merece la pena.
Aun así, Jesús los eligió para ser pescadores de hombres. Sigamos pidiendo para que siempre haya quien lo deje todo por Jesús. 

miércoles, 4 de septiembre de 2024

LOS IBA CURANDO

 Lc 4,38-44

En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, entró en la casa de Simón.
La suegra de Simón estaba con fiebre muy alta y le rogaron por ella.
Él, inclinándose sobre ella, increpó a la fiebre, y se le pasó; ella, levantándose enseguida, se puso a servirles.
Al ponerse el sol, todos cuantos tenían enfermos con diversas dolencias se los llevaban, y él, imponiendo las manos sobre cada uno, los iba curando.
De muchos de ellos salían también demonios, que gritaban y decían:
«Tú eres el Hijo de Dios».
Los increpaba y no les dejaba hablar, porque sabían que él era el Mesías.
Al hacerse de día, salió y se fue a un lugar desierto.
La gente lo andaba buscando y, llegando donde estaba, intentaban retenerlo para que no se separara de ellos.
Pero él les dijo:
«Es necesario que proclame el reino de Dios también a las otras ciudades, pues para esto he sido enviado».
Y predicaba en las sinagogas de Judea.

LOS IBA CURANDO
Jesús nos salva. Y, aunque parezca una frase hecha, el evangelio de hoy nos demuestra que no solo cura el alma, sino también el cuerpo.
Dejémonos curar el alma y pidamos también que cure las enfermedades de todos aquellos que estén pasándolo mal. 
Los curaba y nos sigue curando.