martes, 11 de mayo de 2021

VI DOMINGO DE PASCUA

 Jn 15, 9-17

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor.
Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.
Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud.
Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado.
Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos.
Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando.
Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer.
No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca.
De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé.
Esto os mando: que os améis unos a otros».

LO QUE PIDÁIS AL PADRE

Como nos dice Jesús en otra ocasión, si le pides a tu padre pan, no te dará una piedra. El amor va implícito en la solicitud por ser padre. Y nada menos que nuestro Padre lo es de manera muy especial.

Cuando somos niños y necesitamos algo, se lo pedimos a nuestro padre o a nuestra madre, sabiendo que nos lo dará todo y en la medida que pueda. Así también nuestro Padre del cielo.

Pidamos a Dios sin miedo, con la confianza de un niño, como un hijo habla con su padre, con la esperanza de que el corazón de un padre siempre está para todo lo que necesite un hijo. Pedid y se os dará.

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