lunes, 8 de febrero de 2016

LOS QUE LO TOCABAN, SE CURABAN


Mc 6, 53-56 


En aquel tiempo, terminada la travesía, Jesús y sus discípulos llegaron a Genesaret y atracaron. Apenas desembarcados, lo reconocieron y se pusieron a recorrer toda la comarca; cuando se enteraba la gente dónde estaba Jesús, le llevaba los enfermos en camillas. En los pueblos, ciudades o aldeas donde llegaba colocaban a los enfermos en la plaza y le rogaban que les dejase tocar al menos la orla de su manto; y los que lo tocaban se curaban.

LA ORLA DE SU MANTO

Los contemporáneos de Jesús, al irse extendiendo su fama, lo seguían por todos los pueblos, ciudades o aldeas y le llevaban enfermos para que los curase. 

Se agolpaba tanta gente que se conformaban con tocarle la orla del manto. Pensaban que aunque fuera un poquito, al tocarle, algo de su fuerza les llegaría. 

A nosotros este pasaje del evangelio de hoy nos debería enseñar esa fe tan profunda que tenían entonces y esas ganas por conocer a Jesús y seguirle a donde fuera con tal de experimentar un poco de su compañía. Busquemos hoy a Jesús con ese empeño, en nuestra familia, en un Sagrario, en nuestro trabajo, en cualquier hermano necesitado, en la oración... y que al "tocarle" en cualquiera de esas realidades, nos cure.




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