miércoles, 1 de febrero de 2017

EL HIJO DE MARÍA

Mc 6, 1-6

En aquel tiempo, Jesús se dirigió a su ciudad y lo seguían sus discípulos.
Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía se preguntaba asombrada: «¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es esa que le ha sido dada? ¿Y esos milagros que realizan sus manos? ¿No es este el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? Y sus hermanas ¿no viven con nosotros aquí?».
Y se escandalizaban a cuenta de él.
Les decía: «No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa».
No pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y se admiraba de su falta de fe.
Y recorría los pueblos de alrededor enseñando.


SE ADMIRABA DE SU FALTA DE FE


Comenzamos febrero y la liturgia nos sigue mostrando a diario las maravillas del evangelio de Marcos. Hoy nos vuelve a sorprender.

Jesús se admiraba de la falta de fe de sus contemporáneos. Pero, ¿no esperaban al Mesías? ¿No eran tan religiosos? ¿No creían en el Dios de los dioses, el Dios de Abraham, Isaac y Jacob?

Algo así nos podrían decir a nosotros hoy. Todo lo que conocemos debería hacernos crecer en la fe, Tenemos a mano toda la formación del mundo, pero nos falta fe. La fe es un don, que se nos regala. "Señor, yo creo, pero aumenta mi fe". 


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