martes, 7 de febrero de 2017

SU CORAZÓN ESTÁ LEJOS DE MÍ

Mc 7, 1-13

En aquel tiempo, se reunieron junto a Jesús los fariseos y algunos escribas venidos de Jerusalén; y vieron que algunos discípulos comían con manos impuras, es decir, sin lavarse las manos. (Pues los fariseos, como los demás judíos, no comen sin lavarse antes las manos, restregando bien, aferrándose a la tradición de sus mayores, y, al volver de la plaza, no comen sin lavarse antes, y se aferran a otras muchas tradiciones, de lavar vasos, jarras y ollas).
Y los fariseos y los escribas le preguntaron: «¿Por qué no caminan tus discípulos según las tradiciones de los mayores y comen el pan con manos impuras?».
Él les contestó: «Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, como está escrito: "Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. El culto que me dan está vacío, porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos."
Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres».
Y añadió: «Anuláis el mandamiento de Dios por mantener vuestra tradición. Moisés dijo: "Honra a tu padre y a tu madre" y "el que maldiga a su padre o a su madre es reo de muerte". Pero vosotros decís: “Si uno le dice a su padre o a la madre: los bienes con que podría ayudarte son ‘corbán’, es decir, ofrenda sagrada”, ya no le permitís hacer nada por su padre o por su madre, invalidando la palabra de Dios con esa tradición que os trasmitís; y hacéis otras muchas cosas semejantes».


COMÍAN CON MANOS IMPURAS


Para los contemporáneos de Jesús era muy importante el tema de estar puros o impuros. Tenían leyes y leyes para establecer cuándo y cuándo no estaban "puros".

El no lavarse las manos antes de comer estaba mal visto. Y así se lo hicieron ver a Jesús cuando sus discípulos no se las lavaron. Pero Él no ponía la importancia en estas cosas externas. Lo importante para Jesús era el corazón.

Tener el corazón limpio es más importante que tener las manos limpias, No caigamos nosotros también en lo mismo que los fariseos. Miremos al corazón que, si está limpio, lo demás no tiene mayor importancia.


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