martes, 15 de octubre de 2019

SANTA TERESA


Mt 11, 25-30

En aquel tiempo, tomó la palabra Jesús y dijo:
«Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, así te ha parecido bien.
Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».

DE CORAZÓN

Según el evangelio de hoy lo más importante en lo que debemos seguir a Jesús es en el ser mansos y humildes de corazón.

La mansedumbre y la humildad no deben ser fingidas, no deben ser forzadas, no deben ser sin corazón.

Y es que el corazón es el que marca la diferencia. El motor de nuestras vidas. El motor del Amor.


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