jueves, 28 de mayo de 2020

QUE TE CONOZCAN A TI


 Jn 17, 1-1 1a

En aquel tiempo, levantando los ojos al cielo, dijo Jesús:
«Padre, ha llegado la hora, glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique y, por el poder que tú le has dado sobre toda carne, dé la vida eterna a todos los que le dado sobre todo carne, dé la vida eterna: que te conozcan a ti, único Dios verdadero, y a tu enviado, Jesucristo.
Yo te he glorificado sobre la tierra, he llevado a cabo la obra que me encomendaste. Y ahora, Padre, glorifícame junto a ti, con la gloria que yo tenía junto a ti antes que el mundo existiese.
He manifestado tu nombre a los que me diste de en medio del mundo. Tuyos eran, y tú me los diste, y ellos han guardado tu palabra. Ahora han conocido que todo lo que me diste procede de ti, porque yo les he comunicado las palabras que tú me diste, y ellos las han recibido, y han conocido verdaderamente que yo salí de ti, y han creído que tú me has enviado.
Te ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por estos que tú me diste, porque son tuyos. Y todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y en ellos he sido glorificado. Ya no voy a estar en el mundo, pero ellos están en el mundo, mientras yo voy a ti».


QUE TE CONOZCAN A TI

Ese fue el único deseo de Jesús, su misión, aquello que vino a decirnos con todas sus fuerzas: que conozcan al Padre.

Y es que, conociéndole a Él, nuestra vida cambiaría radicalmente. Conocer a Dios, su amor infinito por nosotros, cambia la vida.

O debería cambiarla. Todo queda de nuestra parte. Hagamos todo lo posible por conocer al Padre. El mundo cambiará

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