sábado, 18 de julio de 2020

UN VASO FRESCO DE AGUA


 Mt 10, 34 - 11, 1

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:
«No penséis que he venido a la tierra a sembrar paz: no he venido a sembrar paz, sino espada. He venido a enemistar al hombre con su padre, a la hija con su madre, a la nuera con su suegra; los enemigos de cada uno serán los de su propia casa.
El que quiere a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mi; el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí no es digno de mí; y el que no carga con su cruz y me sigue no es digno de mí. El que encuentre su vida la perderá, y el que pierda su vida por mí la encontrará.
El que os recibe a vosotros, me recibe a mí, y el que me recibe, recibe al que me ha enviado; el que recibe a un profeta porque es profeta, tendrá recompensa de profeta; y el que recibe a un justo porque es justo, tendrá recompensa de justo.
El que dé a beber, aunque no sea más que un vaso de agua fresca, a uno de estos pequeños, solo porque es mi discípulo, en verdad os digo no perderá recompensa».
Cuando Jesús acabó de dar instrucciones a sus doce discípulos, partió de allí para enseñar y predicar en sus ciudades.

UN VASO FRESCO DE AGUA

Ahora en verano. con el calor, se agradece un vaso de agua fresca. Y solo eso, un vaso de agua, dice Jesús se tiene en cuenta.

En verdad, con qué poco se conforma Jesús para darnos todo su amor. No perdamos la perspectiva.

Ni siquiera una cosa tan insignificante le pasa desapercibida- ¡Tan grande es su amor...!

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