martes, 28 de julio de 2020

XVII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

 Mt 13, 44-52

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:
«El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo.
El reino de los cielos se parece también a un comerciante de perlas finas, que al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra.
El reino de los cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan, y reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran.
Lo mismo sucederá al final del tiempo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno encendido. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.
¿Habéis entendido todo esto?».
Ellos le contestaron:
«Sí».
Él les dijo:
«Pues bien, un escriba que ese ha hecho discípulo del reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando de su tesoro lo nuevo y lo antiguo».

EL TESORO

El Reino es como un tesoro, nos dice la parábola. Un tesoro, un regalo, algo valioso y no común. Así es el Reino.

Pero también nos dice que está escondido, por lo que hay que buscarlo. Siendo tan valioso debemos emplearnos totalmente en encontrarlo.

Pero este tesoro no es como los demás, que, egoístamente, lo reservamos para nosotros. Este tesoro se multiplica compartiéndolo. Busquemos este tesoro y hagamos todo lo posible por compartirlo.

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