miércoles, 1 de enero de 2020

SOLEMNIDAD DE SANTA MARÍA, MADRE DE DIOS


Lc 2, 16-21

En aquel tiempo, los pastores fueron corriendo hacía Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que se les había dicho de aquel niño.
Todos los que lo oían se admiraban de lo que les habían dicho los pastores. María, por su parte, conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.
Y se volvieron los pastores dando gloria y alabanza a Dios por todo lo que habían oído y visto; conforme a lo que se les había dicho.
Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidar al niño, le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción.

SANTA MARÍA

El primer día del año la Iglesia lo quiere dedicar a santa María, la madre de Dios. Ella, la llena de Gracia, la que acompaña, la que consuela y ampara, la que auxilia y socorre, siempre Madre, siempre María.

No podía haber otra que fuera la Madre de Dios, no encontró Dios otra mujer para una misión tan importante, la más importante de la Historia: ser Madre de Dios, Madre del Creador, Madre del Salvador, siempre Madre, siempre María.

Cuidó de Jesús, lo alimentó, , lo crió. Le enseñó a decir madre, a decir Dios, a decir hermano. Y si es Madre de Dios, Madre nuestra también, para nosotros siempre Madre, siempre María.



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