jueves, 21 de enero de 2021

HABÍA CURADO A MUCHOS

 Mc 3, 7-12

En aquel tiempo, Jesús se retiró con sus discípulos a la orilla del mar, y lo siguió una gran muchedumbre de Galilea.
Al enterarse de las cosas que hacía, acudía mucha gente de Judea, de Jerusalén, Idumea, Transjordania y cercanías de Tiro y Sidón.
Encargó a sus discípulos que le tuviesen preparada una barca, no lo fuera a estrujar el gentío.
Como había curado a muchos, todos los que sufrían de algo se le echaban encima para tocarlo.
Los espíritus inmundos, cuando lo veían, se postraban ante él y gritaban:
«Tú eres el Hijo de Dios».
Pero él les prohibía severamente que lo diesen a conocer.

HABÍA CURADO A MUCHOS

Jesús curó a muchas personas, reconocido por todos, le pedían un milagro en su vida. ¿Quién no ha pedido un milagro en alguna ocasión?

Pero no curó sólo físicamente. Las curaciones interiores, del alma, fueron también innumerables. Era el Hijo de Dios.

Pidámosle que nos cure de todo aquello en lo que estemos enfermos. Que cure a esta Humanidad herida.

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