viernes, 1 de enero de 2021

MIÉRCOLES DE LA OCTAVA DE NAVIDAD

 Lc 2, 36-40

En aquel tiempo, había una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, ya muy avanzada en años. De joven había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo día, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones noche y día. Presentándose en aquel momento, alababa también a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén.
Y, cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, Jesús y sus padres volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño, por su parte, iba creciendo y robusteciéndose, y se lleno de sabiduría; y la gracia de Dios estaba con él.

IBA CRECIENDO

Jesús crece y así como crece Él así debe también crecer nuestra fe en Cristo.

Crecer en la fe es una meta a la que debemos llegar como cristianos para más amar y mejor servir.

Nuestro alimento, la Eucaristía, la Palabra y el saber de tantos siglos de la Iglesia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.