lunes, 26 de julio de 2021

XVII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

 Mt 20, 20-28

En aquel tiempo, se acercó a Jesús la madre de los hijos de Zebedeos con sus hijos y se postró para hacerle una petición.
Él le preguntó:
¿«Qué deseas?»
Ella contestó:
«Ordena que estos dos hijos míos se sienten en tu reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda».
Pero Jesús replicó:
«No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber el cáliz que yo he de beber?»
Contestaron:
«Podemos».
Él les dijo:
«Mi cáliz lo beberéis; pero sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mi concederlo, es para aquellos para quienes lo tiene reservado mi Padre».
Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra los dos hermanos. Y llamándolos, Jesús les dijo:
«Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo.
Igual que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido sino a servir y a dar su vida en rescate por muchos».

EL CÁLIZ

Como los Zebedeos, el cáliz que debemos beber los discípulos de Jesús no es dulce, ni mucho menos agradable o se nos va a hacer sencillo. Jesús es, como siempre, sincero en este tema.

Su seguimiento no es un camino de rosas, su seguimiento requiere esfuerzo, ganas, esperanza, amor, alma y espíritu, palabra y hecho. No es fácil, pero tampoco complicado.

Poniendo la confianza en Dios, poniendo nuestro corazón en su Corazón, asentados en su Misericordia será el Padre quien decida a quién corresponde un lugar a su derecha o su izquierda. Confiemos.

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