sábado, 25 de diciembre de 2021

IV DOMINGO DE ADVIENTO

Lc 1, 39-45

En aquellos días, María se levanto y se puso en camino de prisa hacia la montaña, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y levantando la voz, exclamo:
«¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Pues, en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Bienaventurada la que ha creído, porque lo que le ha dicho el Señor se cumplirá».

PEQUEÑA

En este IV domingo de Adviento hay una palabra que resuena en todas las lecturas: pequeña. Una ciudad pequeña era Belén y una pequeña joven era María. Y Jesús nació en Belén y nació de maría.

La pequeñez es una de las virtudes que más gusta a Dios. Por eso debemos ser pequeños, humildes, con corazón de niños y los ojos puestos en su Padre.

El Niño está cerca, María está preparada y José está solícito a lo que se necesite. Lo que nos toca es ser humildes y nacer también nosotros en el Corazón del Padre.

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