sábado, 29 de enero de 2022

LA SEMILLA VA CRECIENDO SIN QUE ÉL SEPA CÓMO

 Mc 4, 26-34

En aquel tiempo, Jesús decía al gentío:
«El reino de Dios se parece a un hombre que echa simiente en la tierra. Él duerme de noche y se levanta de mañana; la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo. La tierra va produciendo fruto sola: primero los tallos, luego la espiga, después el grano. Cuando el grano está a punto, se mete la hoz, porque ha llegado la siega».
Dijo también:
«¿Con qué podemos comparar el reino de Dios? ¿Qué parábola usaremos? Con un grano de mostaza: al sembrarlo en la tierra es la semilla más pequeña, pero después de sembrada crece, se hace más alta que las demás hortalizas y echa ramas tan grandes que los pájaros pueden anidar en su sombra».
Con muchas parábolas parecidas les exponía la palabra, acomodándose a su entender. Todo se lo exponía con parábolas, pero a sus discípulos se lo explicaba todo en privado.

LA SEMILLA VA CRECIENDO SIN QUE ÉL SEPA CÓMO

En el día en que la Iglesia celebra a santo Tomás de Aquino, el evangelio nos cuenta la parábola de la semilla que crece sola sin que el labrador sepa cómo.

La semilla de la Iglesia ha crecido desde su comienzo a lo largo de los siglos, sin que nadie sepa cómo, en medio de dificultades.

A veces también en medio de situaciones buenas, de buenas personas, que las hay siempre y en todo lugar, que siguen a Jesús a donde quiera que vaya.

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