lunes, 6 de junio de 2022

JESUCRISTO, SUMO Y ETERNO SACERDOTE

 Jn 17, 20-26

En aquel tiempo, levantando los ojos al cielo, oró, Jesús diciendo:
«No solo por ellos ruego, sino también por los que crean en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí, y yo en ti, que ellos también lo sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado.
Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno; yo en ellos, y tú en mí, para que sean completamente uno, de modo que el mundo sepa que tú me has enviado y que los has amado a ellos como me has amado a mí.
Padre, este es mi deseo: que los que me has dado estén conmigo donde yo estoy y contemplen mi gloria, la que me diste, porque me amabas, antes de la fundación del mundo.
Padre justo, si el mundo no te ha conocido, yo te he conocido, y estos han conocido que tú me enviaste. Les he dado a conocer y les daré a conocer tu nombre, para que el amor que me tenías esté en ellos, y yo en ellos».

Y CONTEMPLEN MI GLORIA

La gloria de Dios, contemplarla, es a lo que estamos llamados. Es a lo que aspiramos cuando llegue el final de nuestras vidas terrenas.

Contemplar su gloria, ver a Dios. Aunque también podemos contemplarla aquí, en cada milagro cotidiano al que asistimos, aun sin darnos cuenta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.